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<CENTER>EDITORIAL:
EL PAPA EN ESPAÑA,
UN ANÁLISIS

La visita del Papa ha supuesto una afluencia de muchos cientos de miles de españoles para verle y escucharle en directo, un poder de convocatoria extraordinario que indica claramente que España se identifica como católica y romana. Pero ¿qué análisis más en profundidad se puede hacer de los aspectos vinculados a la espiritualidad y la religión de este quinto viaje del Papa a España? Aportaremos uno desde nuestro punto de vista, limitado y subjetivo como cualquier análisis.
En primer lugar, la identificación de la población con el catolicismo es más festiva que profunda, ya que persiste la falta de vocaciones, crece la indiferencia religiosa, y la contribución gratuita de los contribuyentes españoles a las finanzas de la Iglesia católico-romana (ICR) por el IRPF se mantiene muy baja; así como la asistencia a los actos litúrgicos. A esto se añade que la práctica de los sacramentos de la comunión y la confesión es exigua. No hablemos ya de la falta de natalidad exagerada en España, que denuncia una falta de sometimiento a las normas vaticanas en contra de los métodos anticonceptivos. En resumen, una veneración a la persona del Papa pero no al mensaje y los valores católico-romanos que representa. Una veneración, dicho sea de paso, muy por encima de la veneración que se tiene al propio Jesús-Dios al margen de imágenes o esculturas; una veneración claramente contraria a la veneración que ningún hombre merece según los textos sagrados del cristianismo.
En segundo lugar, esta visita evidencia que no interesa a la ICR el ecumenismo en España. Es difícil creer que en alguno de los numerosos países europeos de mayoría protestante se hubiese practicado semejante silencio al cristianismo protestante como en esta visita papal a Madrid. Ni en el discurso, ni en los encuentros oficiales se ha hecho ninguna mención, signo o gesto de diálogo ecuménico. Un vacío que grita a voces con su silencio la realidad que se vive en España: apariencia de ecumenismo, sin existencia ni interés real de un diálogo y acercamiento. Sólo actuaciones cara a la galería o por parte de católicos bienintencionados, que hacen un papel en el que ellos creen, pero no sus superiores jerárquicos (que son los que de verdad mandan y llevan el timón).
En tercer lugar, se ha practicado un discurso por la paz que ha contentado a todo el mundo. Por un lado, al católico Aznar -aliado del BB (Bush/Blair) y desobediente a la voz del Papa- que se retrató besando el anillo e inclinándose ante el Pontífice de la Iglesia de Roma (reflejado con humor en la viñeta de www.icp-e.org de esta semana). Por otra parte, los pacifistas a ultranza y nada católicos Zapatero-Llamazares debieron aceptar como bueno el mensaje del Papa del "Sí a la paz" por cercano a su "No a la guerra". En definitiva, un mensaje por la paz que bien se puede definir como un mensaje para evitar la discordia y servir de apoyo y cohesión alrededor de la jerarquía católica española para afianzar su peso político en España. Cada vez menor, pero nada despreciable, máxime viendo el peso social manifestado con su éxito en la convocatoria del Papa en Madrid.
En cuarto y último lugar, el Papa ha mantenido su dogma ultracatólico que tanto le aleja del cristianismo protestante en sus raíces bíblicas. Además de su propia figura, un obstáculo “per se”, mantuvo constantes invocaciones a los santos, a la Virgen María y al apóstol Santiago (figuras estas dos últimas respetadas por el protestantismo, pero totalmente rechazadas, por antibíblicas, como intercesoras delante de Dios) para la bendición y protección de España.
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