Re: EL ORIGEN DE LOS BAUTISTAS A LA LUZ DE LA HISTORIOGRAFÍA BAUTISTA
La Teoría de la Restitución Bautista
Según esta teoría, la denominación bautista se originó en el siglo XVII en Inglaterra como una fase del movimiento separatista. El separatismo fue hijo de otro movimiento más amplio, el puritanismo. Alrededor de 1633, el bautismo llegó a ser tina cuestión candente entre los puritanos. Como resultado del estudio bíblico, varios sectores del movimiento rechazaron el bautismo infantil."' Estos antipaidobautistas de orden congregacional (posiblemente bajo la influencia del anabautismo continental) dieron otro paso adelante y restauraron el modo neotestamentario del bautismo, la inmersión, alrededor del año 1641. Fueron llamados "bautistas",y así surgió la denominación moderna. Los proponentes de esta teoría se apoyan en una línea histórica ininterrumpida de iglesias bautistas desde aquel entonces. Sin embargo, varias son las interpretaciones de la teoría:
1) Guillermo Whitsitt fue el pionero de la teoría. Durante su rectorado del Seminario Bautista, Louisville, Ky. EE.UU., el doctor Whitsitt se atrevió a sugerir que los bautistas se originaron cerca del año 1641 cuando algunos puritanos ingleses, amistosamente separados de la Iglesia Congregacional de Enrique Jacob, comenzaron a bautizar por inmersión a los creyentes. Publicó esta teoría en 1896 en su libro muy discutido, "A Question in Baptist History: Wbether the Anabaptists in England Practiced Inmersion Before the Year 1641?" A pesar del apoyo de muchos, incluyendo a A. H. Strong y A. H. Newman, la teoría le costó a Whitsitt el rectorado del Seminario. La controversia en torno a su libro hizo necesaria su renuncia. Whitsitt concluyó que los bautistas "generales" y "particulares" fueron los fundadores de la denominación.
2) Una interpretación un poco más estrecha de la teoría fue presentada por Juan H. Shakespeare, destacado bautista y líder entre las iglesias libres de Inglaterra, en 1905. En su libro, Baptist and Congregational Pioneers,"' Shakespeare argüía que solamente los "bautistas particulares (calvinistas)" merecían ser considerados como fundadores de la denominación. Eliminó a los "bautistas generales(arminianos), y, por eso, negó toda relación con los anabautistas menonitas) del Continente. Consideraba a los "generales" como un movimiento abortivo que se convirtió en el unitarismo, mientras que los "particulares" recibieron los elementos más ortodoxos de "los generales" en 1891 y constituyeron la auténtica denominación bautista. Por eso, Shakespeare consideraba a los bautistas "partículares" como los fundadores de la denominación.
3) Otro historiador bautista de la actualidad que sostiene este mismo punto de vista es Winthrop Hudson, pastor estadounidense de la Convención Bautista Americana y profesor en el Seminario Colgate Rochester. El, terminantemente afirma que los "bautistas no son anabautistas", Hudson señala a las Confesiones de Fe bautistas para comprobar que los bautistas fueron producto del puritanismo inglés. Parece que hay un juego de énfasis aquí. Shakespeare escribe más desde el punto de vista histórico; Hudson, del punto de vista teológico. Los dos tienen razón y se encuentran dentro de la mencionada teoría.
4) Enrique C. Vedder, conocido profesor de Historia eclesiástica en el Seminario Crozler hasta 1927, llegó a la conclusión que "después de 1610 tenemos una sucesión ininterrumpida de iglesias bautistas, establecidas por una evidencia y una documentación indudables ... y, desde el año 1641 a más tardar, la historia y práctica bautístas han sido las mismas en todos los aspectos esenciales hasta el día de hoy." De acuerdo con Vedder están los siguientes historiadores que han publicado obras significativas en el campo: J. H.
Rushbrooke, destacado secretario de la Alianza Bautista Mundial 128 Roberto Baker, profesor e historiador en el Seminario Bautista del Suroeste, en Fort Worth, Texas, EE.UU. Roberto Torbet, autor del libro más usado en los seminarios bautistas en EE.UU. sobre historia bautista, y Ernesto Payne, destacado secretario ejecutivo e historiador de los bautistas ingleses. Estos tres, juntamente con los historiadores y profesores más jóvenes de los seminarios sostienen esta teoría de una manera u otra.
Estos historiadores no niegan la posibilidad de una relación espiritual con los grupos disidentes que los precedieron en el siglo XVI, pero piensan que la historia de la denominación bautista empieza entonces. Hacen la distinción entre la historia del bautismo, la historia de los principios bautistas, y la historia de una denominación bautista. Según Torbet, esta teoría es más factible porque no viola los principios de la investigación histórica y porque ayuda a explicar las grandes diferencias entre los menonitas (descendientes de los anabautistas del siglo XVI y los bautistas en el día de hoy.
Conclusión:
Esta ojeada a la historiografía bautista demuestra una dialéctica hegelíana en las teorías de origen. En resumen, resultó así:
La tesis --teoría de relación antipaídobautista. La antítesis teoría de sucesión apostólica.
La antítesis --teoría de sucesión apostólica.
La síntesis --teoría de restauración separatista.
El que busca su propio punto de vista, o teoría, deberá tener en cuenta que los precursores bautistas más primitivos en Inglaterra negaron la validez o la necesidad de una sucesión bautista. El surgimiento de una teoría de sucesión apostólica siempre ha traído separaciones y daño al pueblo bautista. La pérdida de los dos grandes precursores bautistas, Rogerio Williams en Norteamérica y Juan Smyth en Holanda, se debió a problemas relacionados con esta cuestión."' Juan Spilsbury, Tomás Helwys y Juan Murton, adalides bautistas ingleses expresaron claramente su oposición a la teoría en el siglo XVII. Las Confesiones de Fe bautistas primitivas no mencionan el asunto. Todo esto quiere decir que os proponentes de "una sucesión bautista" no pueden apoyarse en la tradición o en la práctica de los precursores. Ya se dijo que Crosby, el primer historiador bautista, no pretendió trazar una sucesión de iglesias bautistas como se le atribuye a veces. El y los otros historiadores mencionados bajo la primera teoría, no procuraban establecer una sucesión desde los apóstoles. En cambio, frente a la oposición de sus días, se identificaron, en lo posible, con la trayectoria larga del antipaidobautismo. ¡Fíjense bien en esto! No pretendían tener todos los eslabones descubiertos en su investigación, insinuando así que una vez existió tal cadena. No pronunciaron un dogma, sino sugirieron una posibilidad. Estaban satisfechos con encontrar una tradición evangélica que elevaba una protesta continua contra el despotismo y el materialismo de las iglesias oficiales. Sus investigaciones históricas (a menudo inadecuadas y pobres) sirvieron, no para comprobar una relación histórica, sino para confirmar una convicción personal. Fue el método apologético. Sin embargo, sembraron las semillas que germinaron y produjeron la segunda teoría. Era fácil saltar la pequeña barrera entre lo espiritual y lo histórico. Era fácil tirar abajo la distinción entre los antipaidobautistas y los bautistas. Así surgió la segunda teoría sucesionista en el siglo XIX.
La proliferación de escritos históricos en el siglo XIX, después de la sequía histórica de los primeros siglos, es un fenómeno interesante. Se debe a varios factores. Primero, los bautistas eran más conscientes de sí mismos debido a los escritores mencionados arriba. Segundo, aunque la persecución corporal había pasado, la persecución verbal se intensificó más que nunca. Los paidobautistas se deleitaron en atribuirles a los bautistas los excesos de Münster. Los historiadores bautistas salieron al encuentro de ellos. Tercero, algunos no se contentaban con estar a la defensiva (apologistas), negando su relación con Münster, sino, se pusieron a la ofensiva (polemistas), atacando la autenticidad de las iglesias paidobautistas. Emplearon la historia como su arma. Varios, como Orchard, escribieron sus obras empleando obras secundarias, incluyendo materiales no verificados, y dejándose llevar por sus ideas preconcebidas. No prosperaron en Inglaterra, pero se difundieron grandemente en Norteamérica. La sucesión bautista se hizo una doctrina cardinal del joven movimiento "landmarkista" y llevó a los bautistas del sur al borde de la división.
El ciclo se completó con la tercera teoría (restauración separatista). Influidos por el método crítico e histórico, emanando del Continente, y disgustados por los excesos de los sucesionistas, la mayor parte de los historiadores bautistas del siglo XX han aceptado la teoría propuesta por WhitSitt, a saber: que las Iglesias denominadas bautistas surgieron en el siglo XVII.
¿Cuál debe ser la teoría más apta para el pueblo bautista de habla castellana a la luz de este estudio? La segunda teoría es muy tentadora cuando consideramos la lucha con el catolicismo. Hay una tendencia entre los bautistas latinoamericanos de recurrir a esta teoría a raíz de la situación social y religiosa de su medio. Las iglesias bautistas en minoría en los países católicos tienden a cometer los mismos errores del movimiento "landmarkista" (hitoísta), porque las condiciones son tan similares. Procuran robustecer su presencia con el argumento. Como Ireneo, combaten un error con otro. Sin embargo, el recurrir a esta teoría es inútil. Es imprudente combat Ir al catolicismo con su propia arma. ¡La sucesión apostólica es un baluarte romano, no bautista! La única sucesión que debe interesar al bautista es la de¡ Nuevo Testamento, y, por consiguiente, la de los principios neotestamentarios. Nuestra raison d´etre no depende de una sucesión histórica, sino de una relación neotestamentaria. Históricamente hablando, no se puede establecer una sucesión de iglesias bautistas hasta los apóstoles, pero, sí, la relación apostólica es de suma importancia. Esta la tenemos en nuestra fidelidad al testimonio de los apóstoles y al Nuevo Testamento. Cuando estamos aferrados al Nuevo Testamento en doctrina y práctica, no importa de dónde venimos. Nuestra apostolicidad ya está asegurada.
La primera teoría puede ser de valor para el bautista latino. La lectura de estas historias nos demuestra que, a través de los siglos, ciertos hombres han procurado mantener los principios neotestamentarios. Con aquellos hombres hay un parentesco espiritual. Sin embargo, es necesario mantener la distinción entre el progreso de los principios neotestamentarios y, la historia de una denominación.
La tercera teoría es un poco exclusivista y legalista para el bautista latino, Es un poco frío decir --los bautistas se originaron en el siglo XVII ¡y nada más! Además crea un problema psicológico y nacionalista por señalar a Inglaterra, enemiga tradicional e histórica de los países hispánicos, como el escenario del surgimiento. Identifica a los bautistas con el imperialismo anglo-sajón tan vilipendiado en el día de hoy por los neoimperialistas marxistas-leninistas que militan en América Latina.
Sin duda, hay una línea ininterrumpida de iglesias bautistas desde aquel entonces en Inglaterra. Evidentemente, marca el comienzo de una denominación bautista. Pero, ¡la historia pocas veces dobla la esquina de repente l Algo debe estar escrito entre líneas. ¿Dónde se encuentra la explicación?
Yo pienso que la verdad descansa en una combinación de las tres teorías. Cada una contiene un elemento esencial para la confección de una teoría de los orígenes bautistas. El pueblo bautista tiene sus raíces hondamente arraigadas en la historia del cristianismo. La suya es la historia, no solamente de una denominación dentro del Protestantismo, que surgió del puritanismo inglés, sino también de un movimiento que se ha caracterizado por un espíritu no confor mista. Aunque el vocablo "bautista" no se usó, refiriéndose a una denominación de iglesias, hasta el siglo XVII, el espíritu bautista y los principios bautistas han existido desde la época apostólica. Por eso, aquellos primeros bautistas del siglo XVII preferían el nombre "creyentes neotestamentarios". Entonces se puede concluir: la deno minación bautista ha existido desde el siglo XVI, pero el pueblo bau tista desde los mismos comienzos cristianos. Como historiador, sujetado a la investigación científica, señalo al siglo XVII. Como creyente bautista por convicción, señalo a los apóstoles. Es imposible hablar de un solo origen de los bautistas, porque el ori gen doctrinal se encuentra en la época apostólica. La continuación espiritual se ve en todos aquellos individuos y grupos disidentes que procuraban mantener o restaurar los principios neotestamentarios, a pesar de la corrupción Y de la persecución de la religión oficial. Con éstos, los bautistas tienen u n parentesco espiritual. El origen histórico de la denominación bautista se encuentra en el siglo XVII relacionado con la revuelta de los puritanos separatistas ingleses contra la tiranía de una iglesia establecida. Debido al énfasis sobre la lectura y el estudio del Nuevo Testamento, en gran parte promulgados por los no conformistas ingleses por muchos años, estos hombres reconocieron la falsedad de las pretensiones de la iglesia establecida (Anglicana) y aprendieron los verdaderos principios neotestamentarios. Fue un movimiento espontáneo. Emulando el ejemplo de los anabautistas del Continente ansiaban poner los principios neotestamentarios por obra. Así iniciaron, clandestinamente a veces, su esfuerzo por restaurar en aquel entonces, el modelo neotestamentario, separándose de la Iglesia Anglicana y fundando sus congregaciones. De aquel fondo histórico surgió la denominación bautista. Fue nada más que la reaparición de los principios neotestamentarios sobre la pantalla de la historia.
Vemos, entonces, una base apostólica, el Nuevo Testamento (2ª teoría); una sucesión esporádica de principios, los disidentes (1ª Teoría); y una restauración que resultó en una nueva denominación (3ª teoría). Expresémoslo de otra manera: había radicales en la Argentina antes de Alem, pero el Partido Radical de la Argentina comenzó con él. Había demócratas en EE.UU. antes de Tomás Jefferson, pero el Partido Demócrata de EE.UU. comenzó con él. Parecidamente, hubo muchos bautistas antes del siglo XVII, pero su comienzo como una denominación data de aquel siglo.
En conclusión, el bautista es un cristiano apostólico, puesto que una iglesia, aunque recién organizada si lo es sobre el Nuevo Testamento, es más apostólica que aquella iglesia que puede trazar su sucesión a los apóstoles, pero, que se ha apartado de los principios apostólicos. La cuestión de la veracidad es mucho más importante en el estudio de la historia bautista que la cuestión de la antigüedad, porque la antigüedad de principios es muy distinta a la antigüedad de organización. Armitage observa que la tarea del historiador bautista es:
"....trazar la energía silenciosa y la inmortalidad inherente de las doctrinas que guardan los bautistas,.... porque a raíz de esta fidelidad vemos su excelencia como un pueblo....procurar imitar servilmente las cosas primitivas jamás ha sido la misión de los bautistas Han procurado promover la reproducción dinámica de cristianos neotestamentarios de modo que aquella antigüedad cristiana, por una renovación constante, se convirtiera en una actualidad cristiana."
Esta es la clave de la cuestión, como aquel "padre de familia que sacó de su tesoro cosas nuevas y cosas viejas", el historiador bautista contempla el tesoro de la historia. De "las cosas viejas" extrae su base doctrinal. Carlos V, en su Edicto promulgado en la Segunda Dicta de Espira en 1529, manifiesta esta parábola bautista, refiriendose a los anabautistas,
"contra el nuevo terror, la secta anabautista, y sus adherentes caprichosos, seductores, y sediciosos . . . "
pero se contradice más adelante cuando dice,
"esta antigua secta anabautista, condenada prohibida hace muchos años, día tras día se aumenta.
Este es el dilema de la historia bautista. Es, al mismo tiempo, vieja S, nueva. Sin embargo, al acercarnos al estudio de ella, tengamos en cuenta las palabras de Tomás Helwvs, escritas a Juan Smyth durante una controversia sobre la cuestión de sucesión
"...y el caso bajo consideración siendo la cuestión de sucesión (porque francamente éste es el problema mayor), considera, te rogamos, que es el arma mayor del Anticristo, y que es judaica y ceremonial, una ordenanza del Antiguo Testamento y no del Nuevo Testamento.
Al acercarnos al estudio de los principios y de la historia bautista, tengamos en cuenta estas teorías. Reconozcamos el valor de cada una como una explicacion parcial de nuestro origen. Evitemos el error de aferrarnos a una sola, haciéndola un artículo de fe que determina la comunión. La verdad se encuentra en una combinación feliz de las tres. La denominación bautista del siglo XVII fue la manifestación renovada de verdades antiguas, porque la verdad es inmortal.