El "niño santo" que nunca existió

17 Agosto 2006
4.772
6
Re: El "niño santo" que nunca existió

Has citado el reportaje de un judío llamado "Moshé" sobre antisemitismo y la otra página es católica. ¿Que esperabas?

En un foro puertorriqueño una vez tuve el gusto de conversar con 2 judíos, y es normal para ellos considerarse victimas de la Iglesia Católica.

Para ellos el holocausto judío no fué ordenado por Hitler sino por la Iglesia Católica... imagínate el resto...

Saludos
 
Re: El "niño santo" que nunca existió

Veo que no leyó usted los artículos.No es válida su opinión.

:elcaminan
 
Re: El "niño santo" que nunca existió

http://www.elreloj.com/article.php?id=21353

Ayer publiqué una nota sobre lo que me parece ser un vergonzoso resabio del antisemitismo medieval en España. La titulé “La misma espina de siempre”. Está ahí abajo, la pueden leer si todavía no lo han hecho. La relacioné con el antisemitismo actual, en muchos casos disfrazado de anti-israelismo. Lo hice porque tengo sobradas razones para pensar así, porque ese inexplicable fenómeno me duele como judío e israelí que soy y, además, porque he visto mi primera luz en ese país. Así es; he nacido en Barcelona, pasado los terribles avatares de la Guerra Civil, sufrido la represión del franquismo, y de hecho mi familia fue expulsada por el mero hecho de ser judía, luego que mi padre languideció tres terribles años en notorios campos de concentración españoles.

Sí, al lector que ayer me consultó, le contesto: claro que puede preguntar. Y yo le responderé. Incluso le dedicaré todo un artículo a ese catalán que en una forma tan amable me formuló la pregunta, evidentemente bien intencionada. Le diré primeramente que tengo muchos amigos españoles que no son judíos, que sé lo mucho que me estiman y que su aprecio es debidamente correspondido. Luego le revelaré que me encanta España en general y Cataluña en particular. Cada vez que piso el suelo español es como si volviera a mi vieja casa, a mi segunda patria. Aunque la tuve que abandonar muy joven (tenía entonces 13 años) no la he olvidado nunca. Muchas veces incluso la he añorado, antes que me convirtiera en un israelí hecho y derecho.

Que yo sepa tiene razón quien me preguntó: ningún judío fue entregado a los nazis. Le puedo revelar que en una carta que me publicó el diario La Vanguardia de Barcelona el 4 de junio de 1986 escribí, entre otras cosas: “Ha querido la casualidad que el día en que le escribo se observa este año en Israel ‘Yom Hashoá’, en memoria de los seis millones de judíos brutalmente asesinados… Afortunadamente, España no figura en la lista de las naciones que colaboraron con los diabólicos esbirros de Hitler; es más, sabemos que en algunos casos ayudó a salvar la vida de españoles en el propio umbral de los crematorios. Pero ello no mitiga, explica ni justifica la inhumana actitud de quienes privaron de libertad y sometieron a vejaciones y humillaciones a españoles cuyo único crimen era ser judíos”.

Aquí reside el quid de la cuestión. Aunque hasta ahora desconocida, la suerte de mi familia –una de tantas- es un testimonio fiel de lo que antecede. Ha sido documentada en un sitio digital español que lamentablemente está por ser clausurado, y aparece abreviada en el número de octubre pasado de la revista en catalán “Sàpiens”, escrito por la periodista Mar Jiménez. Espero tener ocasión de publicar mi propio relato también en “El Reloj”.

Se me indica que tal vez no sea una mayoría quien piense mal de los judíos en España. Yo personalmente, he tenido mucha suerte. Solamente una vez, en la Mezquita de Córdoba, me encontré con un par de antisemitas. Fue desagradable pero no más que eso. Me hice el que no entiende, y el asunto no pasó a mayores.

En enero de este año publiqué un artículo en El Reloj intitulado “Antisemitismo o no en España”. Allí hice referencia a un estudio redactado por el Prof. Amando de Miguel, catedrático de sociología de la Universidad Complutense. Este distinguido estudioso había escrito un largo y detallado artículo sobre el tema: “El antijudaísmo básico de los españoles”. Y cito parte del escrito en estos términos:

“Dice (el citado profesor) que ese antijudaísmo no es de carácter político sino “una actitud difusa, no activa, pero suficientemente fuerte y decidida. Lo más probable es que tenga poco que ver con el antijudaísmo histórico y más con circunstancias de la sociedad actual. La animadversión de la opinión pública española respecto a Israel tampoco es de hoy: lleva incubándose durante la última generación. Casualmente es el lapso que corresponde a la experiencia democrática en España”. Lo que antecede, pues, ya da qué pensar.

Señala luego una serie de sondeos realizados por el Centro de Investigaciones Sociales (CIS), en los que los interrogados hispanos ubican a Israel en un lugar muy bajo de sus preferencias, junto o después de países tales como Irak, Angola, Afganistán o Irán. Luego cita el famoso estudio realizado en 2002 por la Anti-Defamation League (ADL), de Nueva York en cinco países sobre las actitudes hacia los judíos. Los países eran Suiza, España, Holanda, Italia y Austria. Se trataba de aclarar once enunciados antijudíos (la encuesta los denomina antisemíticos). En casi todos ellos, los españoles son los más antijudíos y los holandeses los que menos aborrecen a los israelitas. La diferencia resulta extraordinaria en el caso de “si acaso los judíos tienen muchos defectos lamentables”. Solo el 16% del conjunto de los cinco países apoya ese enunciado, pero el 32% para España. También es muy relevante la diferencia en la creencia de que “los judíos tienen demasiado poder en los mercados financieros internacionales”. Lo apoya el 40% del conjunto, pero el 71% de los españoles. De acuerdo con lo que se sabe sobre el prejuicio étnico, en esa encuesta se demuestra que, en todos los países, las personas de más edad o con menos estudios son las más antijudías.

Otro aspecto interesante de este fascinante informe es que, a estar al citado estudio hispano, “el antijudaísmo básico de la sociedad española no es de tipo religioso; la prueba es que resulta compatible con un difuso prejuicio contra la Iglesia Católica. Lo curioso es que la combinación de prejuicios contra los judíos, el capitalismo, los Estados Unidos y la Iglesia Católica es la típica que un día distinguió a los nazis. Muchos españoles cultos o de izquierdas se rebelarían contra esa asociación, pero responde a la realidad”. En otras palabras, cunde una anomalía en los sentimientos antijudíos, que lo asocian en cierto modo con el predominio norteamericano y la influencia de la Iglesia. Una combinación bien extraña, se podría decir.

Y termina diciendo el Prof. Amando de Miguel: “Sería fácil argumentar que los prejuicios (contra los judíos) se apoyan en hechos falsos, sesgados, por lo que todo es irreal, no debería existir. Pero existe… el prejuicio es una expresión de la irracionalidad humana y, por eso mismo, se muestra obstinadamente duradero. Lo peor del prejuicio es que, cuando se acumula el resentimiento colectivo, puede saltar la chispa de la violencia”.

Hasta aquí la cita de mi artículo previo. Las consideraciones de estos guarismos son demasiado expresivas como para no ser tomadas en cuenta. Es una situación muy lamentable, pero el problema es que desde que el PSOE asumió el poder la situación parece haberse agravado. No tengo estadísticas que lo confirmen, pero la impresión de un israelí al leer los diarios y ver la TVE es muy dolorosa. El problema es que el sentimiento antijudío, como queda dicho, se nutre de la actitud anti-israelí que parece desbordar en todos los medios. La desinformación cunde por doquier, y la versión palestina es la que tiene prioridad. Muchas veces ni siquiera se menciona el lado israelí, en el mejor de los casos lo que dice se coloca entre comillas para insinuar que “no somos responsables de lo que dicen esos… judíos”. Créanme, es lamentable.

Moshé