ALIMENTO DIARIO
Leer con oracion: 2 Co.4:1; Ef.4:7; 2 Co.4:2-7
“Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo” (Ef. 4: 7)
EL MINISTERIO DEL EVANGELIO Y EL EJERCICIO DEL DON
Las tribulaciones son para nuestro crecimiento de vida. El accidente del automóvil que mencionamos ayer nos mostró que el hermano estaba rebosando de vida. Algunos hermanos, cuando les es dada la oportunidad de salir a predicar el evangelio, sorprenden a todos por la presión de la vida que está contenida en ellos.
Las tribulaciones que Pablo sufrió, fueron por causa de la obra del Señor. En 2 Corintios 4: 1, él afirma: “Por lo cual, teniendo nosotros este ministerio según la misericordia que hemos recibido, no desmayamos”. Ese ministerio al cual él se refiere es la predicación del evangelio. Pablo tenía el ministerio de la predicación del evangelio, y nosotros también lo tenemos. Algunos tal vez digan: “Yo no lo tengo”, pero todos tienen el don de la predicación del evangelio. Después de mucha práctica, el don llega a ser un ministerio. Todos tienen que predicar el evangelio, porque “Ay de mi sino predico el evangelio”. El mismo Pablo necesitó usar su don para predicar el evangelio. Cuanto más lo usaba, Dios más le suministraba de gracia, y de vida. La gracia es dada según la medida del don de Cristo (Ef 4:7). Cuanto más usamos el don, más gracia recibimos. Gracia más don es igual a ministerio. Por tanto, Pablo obtuvo el ministerio del evangelio ejercitando el don del evangelio.
En 2 Corintios 4:2-4, Pablo continúa: “Antes bien renunciamos a lo oculto y vergonzoso, no andando con astucia, ni adulterando la palabra de Dios, sino por la manifestación de la verdad recomendándonos a toda conciencia humana delante de Dios. Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto; en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios”. Él tenía tal ministerio, y de manera osada, salía a predicar, porque había en él un poder que no sólo lo sustentaba sino que también lo incentivaba, por eso él dijo en los versículos 5 y 6; “Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como Señor, y a nosotros como vuestros siervos por amor de Jesús. Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo”.
Predicar el evangelio no es predicamos a nosotros mismos, sino predicar a Cristo Jesús como Señor. Él puso ese tesoro en nosotros, “vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros” (v. 7). Cuando predicamos el evangelio, la excelencia del poder de Dios nos incentiva y nos impulsa, aunque vengan las tribulaciones.
Palabra clave: Don ejercitado
Pregunta: ¿Cuál es la clave para obtener gracia?
Dong Yu Lan
Derechos reservados a:
Editora “Arvore da Vida”
¡Jesús es el Señor!
Leer con oracion: 2 Co.4:1; Ef.4:7; 2 Co.4:2-7
“Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo” (Ef. 4: 7)
EL MINISTERIO DEL EVANGELIO Y EL EJERCICIO DEL DON
Las tribulaciones son para nuestro crecimiento de vida. El accidente del automóvil que mencionamos ayer nos mostró que el hermano estaba rebosando de vida. Algunos hermanos, cuando les es dada la oportunidad de salir a predicar el evangelio, sorprenden a todos por la presión de la vida que está contenida en ellos.
Las tribulaciones que Pablo sufrió, fueron por causa de la obra del Señor. En 2 Corintios 4: 1, él afirma: “Por lo cual, teniendo nosotros este ministerio según la misericordia que hemos recibido, no desmayamos”. Ese ministerio al cual él se refiere es la predicación del evangelio. Pablo tenía el ministerio de la predicación del evangelio, y nosotros también lo tenemos. Algunos tal vez digan: “Yo no lo tengo”, pero todos tienen el don de la predicación del evangelio. Después de mucha práctica, el don llega a ser un ministerio. Todos tienen que predicar el evangelio, porque “Ay de mi sino predico el evangelio”. El mismo Pablo necesitó usar su don para predicar el evangelio. Cuanto más lo usaba, Dios más le suministraba de gracia, y de vida. La gracia es dada según la medida del don de Cristo (Ef 4:7). Cuanto más usamos el don, más gracia recibimos. Gracia más don es igual a ministerio. Por tanto, Pablo obtuvo el ministerio del evangelio ejercitando el don del evangelio.
En 2 Corintios 4:2-4, Pablo continúa: “Antes bien renunciamos a lo oculto y vergonzoso, no andando con astucia, ni adulterando la palabra de Dios, sino por la manifestación de la verdad recomendándonos a toda conciencia humana delante de Dios. Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto; en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios”. Él tenía tal ministerio, y de manera osada, salía a predicar, porque había en él un poder que no sólo lo sustentaba sino que también lo incentivaba, por eso él dijo en los versículos 5 y 6; “Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como Señor, y a nosotros como vuestros siervos por amor de Jesús. Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo”.
Predicar el evangelio no es predicamos a nosotros mismos, sino predicar a Cristo Jesús como Señor. Él puso ese tesoro en nosotros, “vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros” (v. 7). Cuando predicamos el evangelio, la excelencia del poder de Dios nos incentiva y nos impulsa, aunque vengan las tribulaciones.
Palabra clave: Don ejercitado
Pregunta: ¿Cuál es la clave para obtener gracia?
Dong Yu Lan
Derechos reservados a:
Editora “Arvore da Vida”
¡Jesús es el Señor!