La profecía bíblica nos dice que en nuestros días hay un mensaje que ha de capturar la atención de las multitudes "que moran en la tierra". La frase implica que, mientras la mayor parte de la gente está absorta en temas mundanos y triviales, un mensajero especial, que el apóstol San Juan identifica como el "primer ángel" proclamará a gritos, como por un megáfono, un mensaje que sorprenderá a todos: "Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado" (Apocalipsis 14:7). ¿De qué juicio se trata? ¿Del nuestro, o del de Dios?
Por mucho tiempo se ha creído que este mensaje trascendental significa que nosotros seremos juzgados, y lo hemos considerado una mala noticia. La idea de ser arrastrados ante un juez aterra a la gente. Sin embargo, en el idioma original, este anuncio del juicio podría también significar que es Dios quien va a ser juzgado. ¡En vez de ser el Acusador divino, Dios se sentará en el banquillo de los acusados!
¿Cómo puede ser posible tal cosa? Varias declaraciones de Jesús nos permiten comprender. A muchos les causa sorpresa oír esto, pero Jesús dijo: "El Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo... por cuanto es el Hijo del Hombre" (Juan 5:22, 27). ¡El Juez es uno de nosotros! Además, el mismo Señor Jesús se niega terminantemente a ser juez de los que lo rechazan. Dice en S. Juan 12:47: "Al que oye mis palabras y no las guarda, yo no le juzgo; porque no he venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo". Así es, el Señor juzgará a ciertas personas, a saber, solamente a quienes hayan creído en él, y el único veredicto que pronunciará sobre ellos es el de "inocente".
¿En qué consiste el gran mensaje de este "primer ángel"? Dios le presenta al profeta Juan, en la isla de Patmos, una visión especial: "Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el Evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo, diciendo a gran voz: Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado" (Apocalipsis 14:6, 7).
Detengámonos aquí por un momento, y notemos algunos detalles. En primer lugar, el ángel vuela por en medio del cielo, como lo hace un avión o un helicóptero. Es plenamente visible.
En segundo lugar, el mensaje que proclama no son malas noticias, sino Buenas Nuevas, es decir, el Evangelio eterno de salvación. No es el invento de algún evangelista ingenioso. Lo que el ángel proclama es el Evangelio eterno, y sale directamente de la Biblia. Además, no se trata de un asunto local, en una aldea cualquiera; es un mensaje y movimiento mundial.
Por último, el mensaje de este ángel se refiere tanto al al juicio de Dios como al nuestro. No es ningún secreto que la gran mayoría de "los moradores de la tierra" están enemistados con Dios, y piensan que tienen razón de sentirse así. Todos hemos nacido con una mente carnal, que es "enemistad contra Dios" (Romanos 8:7). Muchos lo culpan a él de sus dificultades, y en especial lo hacen responsable de las horrendas injusticias que afligen al mundo. Lo culpamos de los grandes terremotos, los tornados, huracanes, inundaciones y maremotos. Cuántas veces, ante una calamidad, escuchamos la frase: ¿Cómo pudo Dios permitir esta terrible desgracia?
Dios tiene muchos enemigos, pero es justo y generoso aun con ellos. El mensaje del primer ángel demuestra que nuestro Creador está dispuesto a exponerse a nuestras acusaciones. Muchos lo consideran un tirano vengativo, dispuesto a vaporizar a cualquiera que no esté de acuerdo con él. Pero Dios está dispuesto a ser juzgado, porque aun la gente buena tiene sus dudas en cuanto a Dios. Si todo lo puede, ¿por qué no hace algo por ayudar a este pobre mundo sufriente? Muchos acusan a Dios de ser indiferente. ¡Y ésa es una acusación muy seria!
La única forma en que puede defenderse de este cargo, es demostrar que hay alguna circunstancia fuera de su control que ha impedido o retrasado su intervención. Y así es, en efecto. La circunstancia existe; el problema es cómo probar esto ante la corte. En este juicio cósmico, la fiscalía y el jurado son los habitantes del mundo, y también los seres celestiales no caídos. Dios no quiere que lo sirvamos por temor. La Biblia dice que al fin hasta el diablo y sus secuaces tendrán que aceptar las evidencias de que Dios ha sido justo, para que entonces "toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre" (Filipenses 2:11; véase Apocalipsis 15:4).
Pensemos en esto: Si el mensaje del primer ángel de Apocalipsis 14 en cuanto a la hora del juicio se refiere sólo a nuestro juicio, muchas personas descuidadas e indiferentes dirán: "¿Qué me importa a mí? ¡Que me condene si quiere! No me importa". Pero cuando vean que han de testificar en cuanto al carácter de Dios en el juicio más grande de la historia, tendrán que despertar. Una motivación enteramente nueva trascenderá la preocupación hasta aquí suprema que han mostrado por su propia seguridad. Les será posible preocuparse por la reputación de Dios. Habrán descubierto un nuevo motivo para vivir por Jesús.
El mensaje de este primer ángel nos trae gloriosas y eternas Buenas Nuevas, mucho mejores de lo que creíamos. Cada creyente en Jesús puede hacer una contribución significativa a la exculpación de Dios. En Apocalipsis 14:7, el ángel dice "a gran voz: Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas".
"Temer" a Dios no significa tenerle miedo, como si estuviera a punto de apalearnos. La palabra que aquí se usa significa "tenerle reverencia", es decir, apreciar su carácter. Y eso es imposible si no vemos su amor revelado en el gran sacrificio que Cristo realizó en la cruz. De este modo, el mensaje del primer ángel es la mayor predicación de la cruz que haya escuchado este oscuro mundo en toda su historia. Por seis mil años los seres humanos han gozado de la vida, a menudo sin darse cuenta de quién ha hecho posible su vida y su gozo. Se hallan infinitamente endeudados con Cristo por todo lo bueno que han disfrutado, pero no captan esta realidad. Cada trozo de pan que nos llevamos a la boca lleva estampada la cruz de Cristo. Cada fuente de agua refleja esa cruz. La luz que brilla desde la cruz en este primer mensaje angélico, ilumina todos los capítulos de nuestra existencia, aun los más tenebrosos.
Amigo lector, al leer este mensaje, esta nueva revelación de las Buenas Nuevas de salvación, permite que tu corazón se sienta emocionado. Que tu reacción inmediata sea alabar el nombre de Dios. Y luego, sigue el mandato del ángel: "Dadle gloria". No por temor, o por seguir el ejemplo de los demás, sino porque tu anhelo ha llegado a ser honrar a tu Creador. Quieres que tu vida sea un testimonio a favor de Dios en el magno caso divino, un voto en favor de su inocencia. Tu gran deseo ha de ser reflejar siquiera algo de su gloria ante los demás. Y en tu corazón surgirá un gozo nuevo que hará que te sea fácil seguir a Jesús.
En situación paralela a la de este primer mensaje angélico se halla otro que contiene el mensaje de Jesús a la última iglesia en el mundo, justo antes de su segunda venida. Está registrado en Apocalipsis 3:14-21, y dice: "Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono" (versículo 21). Estas palabras pintan un cuadro de estrecha intimidad con Cristo.
¿No se emociona nuestro corazón al asistir a la boda de dos personas que se aman? La intimidad con Cristo que refleja el mensaje del primer ángel hará que su pueblo se convierta en su esposa espiritual.
Este glorioso futuro es el resultado del mensaje del primer ángel. Su contenido tiene la virtud de preparar a un pueblo para este elevado destino. ¡Y usted y yo somos invitados a participar de este honor!
El mensaje del primer ángel incluye algo más. Terminemos de leer lo que dice: "...y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas" (Apocalipsis 14:7, ú. p.).
Durante 150 años el mundo (y muchas denominaciones) se ha visto inundado por las enseñanzas evolucionistas que comenzaron cuando Darwin publicó su libro El Origen de las Especies. Los frutos morales de esta enseñanza han envenenado la sociedad. Muchos ignoran que el terrible mal del nazismo que se apoderó de Alemania fue uno de los frutos de la enseñanza de la evolución a través de varias décadas, aun por pastores y profesores de seminario. Si no hubo tal cosa como una creación especial en seis días por un Creador personal que es también nuestro amante Padre celestial, entonces la sociedad se convierte en una selva en la cual un genocidio como el Holocausto llega a ser practicable.
Ahora, el mensaje del primer ángel nos llama a comprender que Dios es nuestro Creador. Engastado en este mensaje se halla el llamamiento a observar el sábado, séptimo día, que es el verdadero "día del Señor". Con su propio dedo, Dios escribió estas palabras que el primer ángel nos llama a recordar: "Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre... Acuérdate del día sábado para santificarlo. Seis días trabajarás y harás toda tu obra. Pero el sábado es el día de reposo del Señor tu Dios. No hagas ningún trabajo en él... Porque en seis días el Eterno hizo el cielo y la tierra... y reposó en el séptimo día. Por eso, el Señor bendijo el sábado y lo declaró santo" (Éxodo 20:2, 8-11).
¡Qué privilegio significa vivir en este cósmico Día de la Expiación, en que Dios está reuniendo un pueblo para sí, extrayéndolo del
mundo, de "Babilonia", de la "casa de servidumbre", para que sea su especial tesoro en todo el mundo!
Amigo, amiga de La Voz, allí donde Dios te haya puesto, es tu deber y sagrado privilegio darle honra y gloria, ser un testigo para él. Que Dios te guíe por los caminos de su gracia, que abunda mucho más que todo el mal con que el diablo nos pueda tentar. Y esto también es parte de las Buenas Nuevas, el Evangelio eterno que proclama el primer ángel de Apocalipsis 14.
--------------------------------------------------------------------------------
apocalipsis 14:6 y 7: Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo,
diciendo a gran voz: Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas.
Por mucho tiempo se ha creído que este mensaje trascendental significa que nosotros seremos juzgados, y lo hemos considerado una mala noticia. La idea de ser arrastrados ante un juez aterra a la gente. Sin embargo, en el idioma original, este anuncio del juicio podría también significar que es Dios quien va a ser juzgado. ¡En vez de ser el Acusador divino, Dios se sentará en el banquillo de los acusados!
¿Cómo puede ser posible tal cosa? Varias declaraciones de Jesús nos permiten comprender. A muchos les causa sorpresa oír esto, pero Jesús dijo: "El Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo... por cuanto es el Hijo del Hombre" (Juan 5:22, 27). ¡El Juez es uno de nosotros! Además, el mismo Señor Jesús se niega terminantemente a ser juez de los que lo rechazan. Dice en S. Juan 12:47: "Al que oye mis palabras y no las guarda, yo no le juzgo; porque no he venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo". Así es, el Señor juzgará a ciertas personas, a saber, solamente a quienes hayan creído en él, y el único veredicto que pronunciará sobre ellos es el de "inocente".
¿En qué consiste el gran mensaje de este "primer ángel"? Dios le presenta al profeta Juan, en la isla de Patmos, una visión especial: "Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el Evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo, diciendo a gran voz: Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado" (Apocalipsis 14:6, 7).
Detengámonos aquí por un momento, y notemos algunos detalles. En primer lugar, el ángel vuela por en medio del cielo, como lo hace un avión o un helicóptero. Es plenamente visible.
En segundo lugar, el mensaje que proclama no son malas noticias, sino Buenas Nuevas, es decir, el Evangelio eterno de salvación. No es el invento de algún evangelista ingenioso. Lo que el ángel proclama es el Evangelio eterno, y sale directamente de la Biblia. Además, no se trata de un asunto local, en una aldea cualquiera; es un mensaje y movimiento mundial.
Por último, el mensaje de este ángel se refiere tanto al al juicio de Dios como al nuestro. No es ningún secreto que la gran mayoría de "los moradores de la tierra" están enemistados con Dios, y piensan que tienen razón de sentirse así. Todos hemos nacido con una mente carnal, que es "enemistad contra Dios" (Romanos 8:7). Muchos lo culpan a él de sus dificultades, y en especial lo hacen responsable de las horrendas injusticias que afligen al mundo. Lo culpamos de los grandes terremotos, los tornados, huracanes, inundaciones y maremotos. Cuántas veces, ante una calamidad, escuchamos la frase: ¿Cómo pudo Dios permitir esta terrible desgracia?
Dios tiene muchos enemigos, pero es justo y generoso aun con ellos. El mensaje del primer ángel demuestra que nuestro Creador está dispuesto a exponerse a nuestras acusaciones. Muchos lo consideran un tirano vengativo, dispuesto a vaporizar a cualquiera que no esté de acuerdo con él. Pero Dios está dispuesto a ser juzgado, porque aun la gente buena tiene sus dudas en cuanto a Dios. Si todo lo puede, ¿por qué no hace algo por ayudar a este pobre mundo sufriente? Muchos acusan a Dios de ser indiferente. ¡Y ésa es una acusación muy seria!
La única forma en que puede defenderse de este cargo, es demostrar que hay alguna circunstancia fuera de su control que ha impedido o retrasado su intervención. Y así es, en efecto. La circunstancia existe; el problema es cómo probar esto ante la corte. En este juicio cósmico, la fiscalía y el jurado son los habitantes del mundo, y también los seres celestiales no caídos. Dios no quiere que lo sirvamos por temor. La Biblia dice que al fin hasta el diablo y sus secuaces tendrán que aceptar las evidencias de que Dios ha sido justo, para que entonces "toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre" (Filipenses 2:11; véase Apocalipsis 15:4).
Pensemos en esto: Si el mensaje del primer ángel de Apocalipsis 14 en cuanto a la hora del juicio se refiere sólo a nuestro juicio, muchas personas descuidadas e indiferentes dirán: "¿Qué me importa a mí? ¡Que me condene si quiere! No me importa". Pero cuando vean que han de testificar en cuanto al carácter de Dios en el juicio más grande de la historia, tendrán que despertar. Una motivación enteramente nueva trascenderá la preocupación hasta aquí suprema que han mostrado por su propia seguridad. Les será posible preocuparse por la reputación de Dios. Habrán descubierto un nuevo motivo para vivir por Jesús.
El mensaje de este primer ángel nos trae gloriosas y eternas Buenas Nuevas, mucho mejores de lo que creíamos. Cada creyente en Jesús puede hacer una contribución significativa a la exculpación de Dios. En Apocalipsis 14:7, el ángel dice "a gran voz: Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas".
"Temer" a Dios no significa tenerle miedo, como si estuviera a punto de apalearnos. La palabra que aquí se usa significa "tenerle reverencia", es decir, apreciar su carácter. Y eso es imposible si no vemos su amor revelado en el gran sacrificio que Cristo realizó en la cruz. De este modo, el mensaje del primer ángel es la mayor predicación de la cruz que haya escuchado este oscuro mundo en toda su historia. Por seis mil años los seres humanos han gozado de la vida, a menudo sin darse cuenta de quién ha hecho posible su vida y su gozo. Se hallan infinitamente endeudados con Cristo por todo lo bueno que han disfrutado, pero no captan esta realidad. Cada trozo de pan que nos llevamos a la boca lleva estampada la cruz de Cristo. Cada fuente de agua refleja esa cruz. La luz que brilla desde la cruz en este primer mensaje angélico, ilumina todos los capítulos de nuestra existencia, aun los más tenebrosos.
Amigo lector, al leer este mensaje, esta nueva revelación de las Buenas Nuevas de salvación, permite que tu corazón se sienta emocionado. Que tu reacción inmediata sea alabar el nombre de Dios. Y luego, sigue el mandato del ángel: "Dadle gloria". No por temor, o por seguir el ejemplo de los demás, sino porque tu anhelo ha llegado a ser honrar a tu Creador. Quieres que tu vida sea un testimonio a favor de Dios en el magno caso divino, un voto en favor de su inocencia. Tu gran deseo ha de ser reflejar siquiera algo de su gloria ante los demás. Y en tu corazón surgirá un gozo nuevo que hará que te sea fácil seguir a Jesús.
En situación paralela a la de este primer mensaje angélico se halla otro que contiene el mensaje de Jesús a la última iglesia en el mundo, justo antes de su segunda venida. Está registrado en Apocalipsis 3:14-21, y dice: "Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono" (versículo 21). Estas palabras pintan un cuadro de estrecha intimidad con Cristo.
¿No se emociona nuestro corazón al asistir a la boda de dos personas que se aman? La intimidad con Cristo que refleja el mensaje del primer ángel hará que su pueblo se convierta en su esposa espiritual.
Este glorioso futuro es el resultado del mensaje del primer ángel. Su contenido tiene la virtud de preparar a un pueblo para este elevado destino. ¡Y usted y yo somos invitados a participar de este honor!
El mensaje del primer ángel incluye algo más. Terminemos de leer lo que dice: "...y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas" (Apocalipsis 14:7, ú. p.).
Durante 150 años el mundo (y muchas denominaciones) se ha visto inundado por las enseñanzas evolucionistas que comenzaron cuando Darwin publicó su libro El Origen de las Especies. Los frutos morales de esta enseñanza han envenenado la sociedad. Muchos ignoran que el terrible mal del nazismo que se apoderó de Alemania fue uno de los frutos de la enseñanza de la evolución a través de varias décadas, aun por pastores y profesores de seminario. Si no hubo tal cosa como una creación especial en seis días por un Creador personal que es también nuestro amante Padre celestial, entonces la sociedad se convierte en una selva en la cual un genocidio como el Holocausto llega a ser practicable.
Ahora, el mensaje del primer ángel nos llama a comprender que Dios es nuestro Creador. Engastado en este mensaje se halla el llamamiento a observar el sábado, séptimo día, que es el verdadero "día del Señor". Con su propio dedo, Dios escribió estas palabras que el primer ángel nos llama a recordar: "Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre... Acuérdate del día sábado para santificarlo. Seis días trabajarás y harás toda tu obra. Pero el sábado es el día de reposo del Señor tu Dios. No hagas ningún trabajo en él... Porque en seis días el Eterno hizo el cielo y la tierra... y reposó en el séptimo día. Por eso, el Señor bendijo el sábado y lo declaró santo" (Éxodo 20:2, 8-11).
¡Qué privilegio significa vivir en este cósmico Día de la Expiación, en que Dios está reuniendo un pueblo para sí, extrayéndolo del
mundo, de "Babilonia", de la "casa de servidumbre", para que sea su especial tesoro en todo el mundo!
Amigo, amiga de La Voz, allí donde Dios te haya puesto, es tu deber y sagrado privilegio darle honra y gloria, ser un testigo para él. Que Dios te guíe por los caminos de su gracia, que abunda mucho más que todo el mal con que el diablo nos pueda tentar. Y esto también es parte de las Buenas Nuevas, el Evangelio eterno que proclama el primer ángel de Apocalipsis 14.
--------------------------------------------------------------------------------
apocalipsis 14:6 y 7: Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo,
diciendo a gran voz: Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas.