El maná escondido de los vencedores

Raül Joaquim

Jeremías 1:4-12
1 Junio 2022
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Les comparto un breve estudio de la Palabra de Dios, que realice hace ya algunos años, y que hoy, revisando escritos, lo vi de nuevo y ha venido a mí el ánimo de publicarlo. Lo comparto para reflexión personal, y sea cada cual quien saque sus propias conclusiones. El Señor les dé debida luz y entendimiento. Bendiciones.

Ap 2:17 «El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce, sino aquel que lo recibe».

Nos dice que al que venciere —QUE NO A TODOS— les dará de comer del maná ESCONDIDO. Bien, ¿cuál es este maná escondido del que nos está hablando? Dejemos que sea Jesús mismo quien nos hable y enseñe al respecto, y a tal cual es su alimento mismo:

Jn 4:32 «Pero él les dijo: —Yo tengo una comida, que ustedes no conocen».

Jesús nos dice que él tiene una comida que sus discípulos no conocen —aún—. Por tanto, ya sabemos que no es algo material, sino espiritual, porque bien leemos en el contexto que sus discípulos le están ofreciendo alimento físico (cf. v. 31 y 33). Entonces, ¿cuál es, pues, esta comida que nos habla el Señor? Veámoslo:

Jn 4:34 «Pero Jesús les dijo: —Mi comida es hacer la voluntad del que me envió y terminar su trabajo».

¡Hacer la voluntad del que le envió! Muy bien; ya tenemos cuál es la comida que sus discípulos aún no conocían. Ya tenemos definido cuál es el maná escondido para los que vencieren, los vencedores. Veamos ahora cuan necesaria es esta comida, el hacer la voluntad del Padre, para en verdad poder entrar en el reino de los cielos:

Mt 7:21 «No todos los que me dicen: ‘Señor, Señor’, entrarán en el reino de los cielos, sino solamente los que hacen la voluntad de mi Padre celestial».
Como vemos, y siempre a tal cual la enseñanza de Jesús, el maná escondido, la verdadera comida, es hacer la voluntad del Padre ¿Y cuál es la voluntad del Padre? También es Jesús quien nos habla de ella:

Jn 6:40 «Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero».


Que todo aquel que VE al Hijo, y CREE en él, tenga vida eterna; y… por lo tanto, ya sabemos cuál es la voluntad de Dios, y cómo podemos entrar en el reino de los cielos. Y claro: ¿cómo podemos conocer la voluntad de Dios para con nosotros? De nuevo es Jesús quien nos enseña:

Jn 14:26 «Pero el Defensor, el Espíritu Santo que el Padre va a enviar en mi nombre, les enseñará todas las cosas y les recordará todo lo que yo les he dicho».

Jn 15:26 «Pero cuando venga el Defensor que yo voy a enviar de parte del Padre, el Espíritu de la verdad que procede del Padre, él será mi testigo».

Sin lugar a dudas es el Espíritu Santo quien nos ha de enseñar cuál es la voluntad de Dios, y por sobre todo, el cómo hemos de permanecer en Cristo conforme a lo que el Espíritu Santo nos ha enseñado. Así nos lo hace saber el apóstol Juan:

1 Jn 2:27 «Pero ustedes tienen el Espíritu Santo con el que Jesucristo los ha consagrado, y no necesitan que nadie les enseñe, porque el Espíritu que él les ha dado los instruye acerca de todas las cosas, y sus enseñanzas son verdad y no mentira. Permanezcan unidos a Cristo, conforme a lo que el Espíritu les ha enseñado».

He aquí, ahora, los que en verdad SON hijos de Dios, conforme el apóstol Pablo nos lo indica:

Rm 8:14 «Todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, son hijos de Dios».

Por lo tanto: tenemos que el maná escondido, la verdadera comida, lo es EL HACER LA VOLUNTAD DE DIOS, a tal cual Jesucristo la hizo —y hace— siempre, y NOS ENSEÑA como Maestro y Señor Nuestro que es. Así mismo, nos dice que el Padre enviará el Espíritu Santo conforme la Promesa (cf. Jer 31:31-34 y Ez 36:26-29), para que nos enseñe, guie y dé a conocer la voluntad de Dios Padre, en unión al Hijo, llevándonos al conocimiento de toda la verdad, de Jesucristo mismo.

Ahora bien, los hay que suponen estar guiados por el Espíritu de Dios, cuando en verdad son guiados, por falta de discernimiento, por un espíritu imitador (Maligno). A ellos será, lamentablemente, a los que Jesús les dirá: «No todo el que me dice Señor, Señor… Nunca los conocí» (cf. Mt 7.22-23). Nunca los conocí, significa «nunca tuve intimidad con ustedes».

La gracia del Señor Jesucristo, el amor del Padre, y la comunión del Espíritu Santo, este con todos vosotros. Amén.

En Cristo Jesús, Raül Joaquim Gil - Lectio Divina