1 Pedro 1:1-11
1 Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, a los que habéis alcanzado, por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo, una fe igualmente preciosa que la nuestra:
2 Gracia y paz os sean multiplicadas, en el conocimiento de Dios y de nuestro Señor Jesús.
3. Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia,
4 por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia;
5 vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento;
6 al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad;
7 a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor.
8 Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo.
9 Pero el que no tiene estas cosas tiene la vista muy corta; es ciego, habiendo olvidado la purificación de sus antiguos pecados.
10 Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás.
11 Porque de esta manera os será otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
Mi nieta va a cumplir 3 meses de haber nacido. Está preciosa y es el orgullo de ambas familias. Hasta ahora ella ostenta ojos azules, como los de mi padre y mi abuela paterna. Su abuela materna también tiene ojos azules.
La pregunta que todos nos hacemos es, ¿hasta cuándo serán azules. Tal vez cambien a pardos o verdosos. No sabemos.
Algún día mi nieta mostrará de qué color son sus ojos, verdaderamente. Es cuestión de esperar.
Comienzo con este ejemplo para demostrar que no toda persona que parece haber nacido como parte de la elección real y llamado a una vida en Cristo muestra sus colores ciertos verdaderamente.
Tenemos que leer y releer la Palabra de Dios para no salir con doctrinas extrañas al texto. Tenemos que saber aplicar a secas las verdades bíblicas que el Apóstol Peter tiene en la mente en estos primero versículos de su segunda carta general a las iglesias.
Los dos primero versículos abren la carta de Pedro. El resto tiene que ver con la confirmación de la Elección Cristiana en nuestras vidas. Esta parte del pasaje trata de los privilegios, la fe y la evidencia para nuestro llamado y elección. Los versos finales nos animan a medirnos en relación a las expectativas de nuestro Creador Dios y que estemos seguros cuál es nuestra posición en relación a El .
(Seguiremos hablando)
Si usted tiene algún comentario que añadir, hágalo. Si tiene preguntas, hágalas.
1 Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, a los que habéis alcanzado, por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo, una fe igualmente preciosa que la nuestra:
2 Gracia y paz os sean multiplicadas, en el conocimiento de Dios y de nuestro Señor Jesús.
3. Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia,
4 por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia;
5 vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento;
6 al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad;
7 a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor.
8 Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo.
9 Pero el que no tiene estas cosas tiene la vista muy corta; es ciego, habiendo olvidado la purificación de sus antiguos pecados.
10 Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás.
11 Porque de esta manera os será otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
Mi nieta va a cumplir 3 meses de haber nacido. Está preciosa y es el orgullo de ambas familias. Hasta ahora ella ostenta ojos azules, como los de mi padre y mi abuela paterna. Su abuela materna también tiene ojos azules.
La pregunta que todos nos hacemos es, ¿hasta cuándo serán azules. Tal vez cambien a pardos o verdosos. No sabemos.
Algún día mi nieta mostrará de qué color son sus ojos, verdaderamente. Es cuestión de esperar.
Comienzo con este ejemplo para demostrar que no toda persona que parece haber nacido como parte de la elección real y llamado a una vida en Cristo muestra sus colores ciertos verdaderamente.
Tenemos que leer y releer la Palabra de Dios para no salir con doctrinas extrañas al texto. Tenemos que saber aplicar a secas las verdades bíblicas que el Apóstol Peter tiene en la mente en estos primero versículos de su segunda carta general a las iglesias.
Los dos primero versículos abren la carta de Pedro. El resto tiene que ver con la confirmación de la Elección Cristiana en nuestras vidas. Esta parte del pasaje trata de los privilegios, la fe y la evidencia para nuestro llamado y elección. Los versos finales nos animan a medirnos en relación a las expectativas de nuestro Creador Dios y que estemos seguros cuál es nuestra posición en relación a El .
(Seguiremos hablando)
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