Libro de la vida - Diccionario de Jerusalen
concepto veterotestamentario, fomentado probablemente por la costumbre de los registros genealógicos israelitas, etc., y quizá también por la antigua creencia oriental de los registros celestiales del destino, según la cual todos los que anhelan la salvación estan inscritos en un libro o registro que se lleva en el cielo. En un principio la expresión se refería seguramente a la lista en la que se consideraban inscritos todos los vivos. Así, «ser borrado del libro de la vidas significa lo mismo que morir» (Éxodo 32:32) «que perdones ahora su pecado, y si no, ráeme ahora de tu libro que has escrito». La muerte se considera como castigo por el pecado y en la Biblia se amenaza frecuentemente al pecador con la muerte.
Por eso es el pecador quien deberá ser borrado del l. de la v. (Éxodo 32:32) «que perdones ahora su pecado, y si no, ráeme ahora de tu libro que has escrito». El justo sigue inscrito en el (Salmos 69:29) «Mas a mí, afligido y miserable, Tu salvación, oh Dios, me ponga en alto». Por esta evolución del pensamiento llegó a convertirse el l. de la v. en el registro donde estan apuntados los justos, los que son fieles a Yahvéh (Salmos 87:6) «Jehová contará al inscribir a los pueblos: Este nació allí. Selah». Y recibirán de El su premio (Lucas 10:20) «Pero no os regocijéis de que los espíritus se os sujetan, sino regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos». (Filipenses 4:3) «Asimismo te ruego también a ti, compañero fiel, que ayudes a éstas que combatieron juntamente conmigo en el evangelio, con Clemente también y los demás colaboradores míos, cuyos nombres están en el libro de la vida». Así, a la idea de «l. de la v.» se une la idea de la retribución. El que está inscrito, se halla destinado a la vida, no solamente a la vida en sentido físico, sino sobre todo en sentido espiritual, es decir a participar de la amistad divina y de la gloria del reino mesiánico (Isaías 4:3) «Y acontecerá que el que quedare en Sion, y el que fuere dejado en Jerusalén, será llamado santo; todos los que en Jerusalén estén registrados entre los vivientes». (Daniel 12:1) «En aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que está de parte de los hijos de tu pueblo; y será tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces; pero en aquel tiempo será libertado tu pueblo, todos los que se hallen escritos en el libro».