Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros,
y vuestro gozo sea cumplido. Juan 15:11
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EL GOZO DE CRISTO
¿Cómo podía Jesús estar lleno de gozo cuando atravesaba Palestina?
¡Cuántos motivos de tristeza había para quien conocía perfectamente el corazón de la gente, así como el origen y el fin de las circunstancias!
Veía el sufrimiento de los que encontraba y se compadecía de ellos; también discernía la causa inicial de sus problemas: el pecado;sufría al comprobar la esclavitud a la cual los hombres estaban sometidos.
¡Pocos eran los momentos en que podía apreciar la fe de un centurión romano o el afecto y agradecimiento de una mujer como María!
Si Jesús podía regocijarse era porque hallaba su gozo
en una relación perfecta con su Padre.
En las situaciones más difíciles, permanecía en comunión con Dios,
en una total armonía con la voluntad de aquel que le había enviado.
Nada podrá interrumpir nunca esa relación ni disminuir su intensidad.
El Señor desea que nuestro gozo sea cumplido, es decir, perfecto.
Es, pues, algo posible que se realiza cuando vivimos
en comunión con Dios, en su presencia.
Pero, ¿cómo conservar en nuestra vida diaria este gozo
prometido por Jesús a sus discípulos?
He aquí una respuesta en algunas líneas escritas hace mucho:
"Estad siempre gozosos. Orad sin cesar. Dad gracias en todo"
(1 Tesalonicenses 5:16-18).
© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
