El fin de todas las cosas

21 Diciembre 2008
2.373
54
Este miniensayo debería hacer pensar a cristianos de distintas confesiones de persuasión futurista. Incluso podría inquietar a algunos de ellos. Sin embargo, se dirige más bien a dos grupos ajenos al Cuerpo de Cristo, como las sectas de los testigos de Jehová y los adventistas, especialmente a estos últimos.

En buen número de pasajes, fundamentalmente en los escritos de los profetas, la Biblia presenta coloridas descripciones que anunciaban desastres venideros para las personas a las que se dirigieron. Veamos algunas de ellas.
El profeta Miqueas, que vivía en el reino de Judá hacia mediados del siglo VIII a.C., escribió lo siguiente al comienzo de su libro:

«Oíd, pueblos todos; está atenta, tierra, y cuanto hay en ti. Jehová, el Señor, el Señor desde su santo templo, sea testigo contra vosotros. Porque Jehová sale de su lugar, desciende y camina sobre las alturas de la tierra. Los montes se derretirán debajo de él y los valles se hendirán como la cera delante del fuego, como las aguas que corren por una pendiente» (1:2-4). ¡Impresionantes palabras!, ¿verdad? ¡Montes que se derriten bajo los “pies” de Dios! ¡Valles que se abren y por los que discurre el magma! ¿A qué se refiere? ¿A un reblandecimiento de la litosfera como consecuencia de un intenso bombardeo de neutrinos? ¿A la erupción del Krakatoa? ¿Al “fin del mundo”? ¿A los “tiempos finales”? ¿A la “segunda venida” de Cristo? ¿A la “tercera”? Los aficionados al género de la religión-ficción suelen dejar volar su imaginación en pos de tal tipo de “explicaciones”, sobre todo cuando son “ayudados” por su “luz menor” (esa que dicen que les lleva a una “luz mayor”), que les muestra “verdades especiales” para este “último tiempo”.

Afortunadamente, no es preciso que los creyentes en la Biblia nos dejemos atontar con tan necias y descabelladas interpretaciones. El propio Miqueas explicó a qué se refería su colorido lenguaje. El versículo 1 aclara: «Palabra de Jehová que fue dirigida a Miqueas de Moreset en los días de Jotam, Acaz y Ezequías, reyes de Judá; lo que vio sobre Samaria y Jerusalén». Los versículos 5 y siguientes repiten que, en efecto, lo antes descrito por el profeta se refiere a la ruina de ambas ciudades y de los reinos que representaban. ¡Se trata de una predicción de lo que había de acontecer en pocos años en Samaria, capital de Israel, y, más de un siglo después, en Jerusalén, capital de Judá! Entonces, ¿es que hubo una intensa orogénesis en este territorio en los tiempos, digamos, del rey Oseas de Israel o en los de Sedequías de Judá? En realidad, no. Aunque es seguro que hubo incendios y todo tipo de calamidades y conmociones geopolíticas cuando los ejércitos asirios y los babilonios invadieron y arrasaron aquellas tierras, no hubo ninguna montaña que se derritiese formando lava ni se abrió ningún valle que cambiase el paisaje. ¡La predicción se refería a operaciones militares extranjeras contra las poblaciones hebreas!

Veamos otro pasaje similar del libro de Isaías. Isaías vivió en los siglos VIII y VII a.C. Uno de los pasajes de dicho libro afirma: «He aquí el día de Jehová viene: día terrible, de indignación y ardor de ira, para convertir la tierra en soledad y raer de ella a sus pecadores. Por lo cual las estrellas de los cielos y sus luceros no darán su luz; el sol se oscurecerá al nacer y la luna no dará su resplandor. Castigaré al mundo por su maldad y a los impíos por su iniquidad; haré que cese la arrogancia de los soberbios y humillaré la altivez de los tiranos. Haré más precioso que el oro fino al varón y más que el oro de Ofir al ser humano. Porque haré estremecer los cielos y la tierra se moverá de su lugar por la indignación de Jehová de los ejércitos, en el día del ardor de su ira» (13:9-13). ¿De qué habla este pasaje? ¿Del “día oscuro” que en 1780 sorprendió a algún pazguato de Nueva Inglaterra? ¿Del “milenio”? Ni lo uno ni lo otro. Un análisis del contexto revela que el profeta está vaticinando la caída de Babilonia, capital de los caldeos (vers. 19) ante los “medos” (vers. 17). El versículo 16 describe gráficamente la matanza de niños y la violación de mujeres de Babilonia que acompañarían a la captura de la ciudad. Es decir, ese lenguaje de anomalías celestes no se refiere a ninguna lluvia de meteoritos, sino a la destrucción del poderío de una ciudad de Mesopotamia en tiempos ya remotos.

Otro de los pasajes del libro de Isaías afirma: «Acercaos, naciones, juntaos para oír; y vosotros, pueblos, escuchad. Oiga la tierra y cuanto hay en ella, el mundo y todo lo que él produce. Porque Jehová está airado contra todas las naciones, indignado contra todo el ejército de ellas; las destruirá y las entregará al matadero. Los muertos de ellas serán arrojados, de sus cadáveres subirá el hedor y los montes se disolverán con la sangre de ellos. Todo el ejército de los cielos se disolverá, y se enrollarán los cielos como un libro; y caerá todo su ejército como se cae la hoja de la parra, como se cae la de la higuera. Porque en los cielos se embriagará mi espada» (34:1-5). ¿De qué habla este pasaje? ¿De una lluvia de Leónidas? ¿De la “segunda venida”? ¿Del “milenio”? De nada de todo ello. El pasaje continúa inmediatamente así: «descenderá sobre Edom para juicio, y sobre el pueblo de mi maldición. Llena está de sangre y de grasa la espada de Jehová: sangre de corderos y de machos cabríos, grasa de riñones de carneros, porque Jehová tiene sacrificios en Bosra y una gran matanza en tierra de Edom. Con ellos caerán búfalos, toros y becerros. Su tierra se embriagará de sangre y su polvo se llenará de grasa. Porque es día de venganza de Jehová, año de retribuciones en el pleito de Sión. Sus arroyos se convertirán en brea, su polvo en azufre y su tierra en brea ardiente. No se apagará de noche ni de día, sino que por siempre subirá su humo; de generación en generación quedará desolada y nunca jamás pasará nadie por ella» (vers. 5-10). O sea, todo ese lenguaje de estrellas que se disuelven, del cielo que se enrolla y de la sangre que derrite los montes se refiere a la desolación de Idumea en la antigüedad.

Otro pasaje que emplea un lenguaje similar fue escrito por el profeta Nahúm en la primera mitad del siglo VII a.C. Dice el profeta al comienzo de su libro: « Jehová marcha sobre la tempestad y el torbellino, y las nubes son el polvo de sus pies. Amenaza al mar y lo seca, y agota todos los ríos; el Basán y el Carmelo languidecen, y la flor del Líbano se marchita. Ante él tiemblan los montes, y los collados se derriten. La tierra se conmueve en su presencia, el mundo y todos los que en él habitan. ¿Quién puede resistir su ira? ¿Quién quedará en pie ante el ardor de su enojo? Su ira se derrama como fuego y ante él se quiebran las peñas» (1:3-6). ¿Se refiere Nahúm al “fin del mundo”? ¿A la “segunda venida” o cosa semejante? En realidad, no. El libro de Nahúm es una profecía sobre la cercanía de la destrucción de la antigua Nínive a manos de los medos. Nuevamente, el lenguaje metafórico del profeta anuncia operaciones militares contra una ciudad asiria.

Veamos otro llamativo pasaje, esta vez obra de Habacuc, quien escribió lo siguiente hacia el último tercio del siglo VII a.C.: «Dios viene de Temán; el Santo, desde el monte Parán. […] Su gloria cubrió los cielos, la tierra se llenó de su alabanza. Su resplandor es como la luz. Rayos brillantes salen de su mano; allí está escondido su poder. Delante de su rostro va la mortandad, y tras sus pies salen carbones encendidos. Se levanta y mide la tierra; mira, y se estremecen las naciones. Los montes antiguos se desmoronan, los collados antiguos se derrumban; pero sus caminos son eternos. […] Te ven los montes y temen; pasa la inundación; el abismo deja oír su voz y alza sus manos a lo alto. El sol y la luna se detienen en su lugar, a la luz de tus saetas que cruzan, al resplandor de tu refulgente lanza. Con ira pisas la tierra, con furor pisoteas las naciones. […] Caminas en el mar con tus caballos, sobre la mole de las muchas aguas. Oí, y se conmovieron mis entrañas; al oír la voz temblaron mis labios. Pudrición entró en mis huesos, y dentro de mí me estremecí. Tranquilo espero el día de la angustia que vendrá sobre el pueblo que nos ataca» (3:3-6, 10-12, 15-16). ¿De qué habla el profeta? ¿De la “segunda venida” de Cristo? ¿De la “tercera”? ¿De los agujeros dejados por la crucifixión en las manos o las muñecas de Jesús? ¿De algún terremoto? ¿De caballitos de mar? ¿Anuncia la angustia de alguna bestia apocalíptica? En realidad, el pasaje no habla de nada de todo ello. En gran parte, el texto no es ni tan siquiera predicción, sino más bien repaso de la historia de Israel: se suele interpretar que la referencia a Temán y Parán alude a la promulgación de la ley en Sinaí (Deut. 33:2); que las referencias a Cusán y Madián (vers. 7) aluden a la época de los jueces y que lo dicho del sol y la luna se refiere al “día largo” de Josué; los caballos sobre los que Dios caminó en el mar, «sobre la mole de las muchas aguas» probablemente sean los vientos que acompañaron la división del mar Rojo al comienzo del éxodo. Lo dicho en el pasaje sobre el aplastamiento de reinos y enemigos no se realiza a través de portentos aparatosos de origen extraterrestre, sino a través de ejércitos terrenales.

Podrían ponerse más ejemplos, pero esta selección es más que suficiente para aprender una sencilla lección IRREFUTABLE: El lenguaje de los profetas es poético, y usa libremente figuras alusivas a convulsiones en el mundo natural para vaticinar convulsiones en la esfera humana (revoluciones, guerras, invasiones, carnicerías en campos de batalla, ruinas de ciudades, deportaciones, etc.).

No sacar este tipo de conclusiones, que son aplicables IGUALMENTE al Nuevo Testamento, ha traído incontables males a lo largo de los siglos. La imaginativa aplicación “literal” (y atolondrada) de tales predicciones llevó a incontables desengaños. Cuando los piadosos cristianos de la época de Teodosio y de emperadores posteriores constataron que la naturaleza física del mundo en el que vivían, convertido ya al cristianismo, distaba mucho de los cielos nuevos y la tierra nueva que ellos se habían imaginado, llegaron a la conclusión de que la parusía (entendida como un acontecimiento aparatoso) no se había producido en su momento (el siglo I) y que había quedado “postergada” hasta “el fin de los tiempos”, en un futuro impreciso (noción desconocida para la iglesia apostólica). Así se generaron todo tipo de perversiones interpretativas ridículas, como el futurismo y el historicismo, y algunos se aplicaron a fabricarse su propio “cielo” en la tierra, y de ahí surgieron los movimientos monacales. Y, después, se han venido propalando todo tipo de engaños con falaces predicaciones sobre una parusía PERPETUAMENTE “inminente”, según han “revelado” las supuestas “señales de los tiempos” a distintas pandillas de iluminados “entendidos”.

Y eso es lo que hay. Es obvio que este tipo de consideración causará gran consternación en las filas de los sectarios, pero, realmente, hay muy poco que puedan hacer para resistirla. En realidad, sus previsibles protestas, intentos de difamación y demás tácticas son, de antemano, irrisorias e impotentes. Cualquiera que se tome la molestia de leer los escritos de los profetas puede comprobar inmediatamente la verdad palmaria de lo aquí afirmado. Y ello supone el golpe de gracia para las sectas milenaristas y otros tipos de futurismo. Naturalmente, quien prefiera no leer la Biblia, o dejarse guiar por la “luz menor”, puede creer el cuento de hadas que estime oportuno; ello solo servirá para hacer crónica su impotencia y su incompetencia expositiva.
 
Re: El fin de todas las cosas

Estimado eduardín. Saludos cordiales.

Tú dices:


profetas, la Biblia presenta coloridas descripciones que anunciaban desastres venideros para las personas a las que se dirigieron. Veamos algunas de ellas.
El profeta Miqueas, que vivía en el reino de Judá hacia mediados del siglo VIII a.C., escribió lo siguiente al comienzo de su libro:

«Oíd, pueblos todos; está atenta, tierra, y cuanto hay en ti. Jehová, el Señor, el Señor desde su santo templo, sea testigo contra vosotros. Porque Jehová sale de su lugar, desciende y camina sobre las alturas de la tierra. Los montes se derretirán debajo de él y los valles se hendirán como la cera delante del fuego, como las aguas que corren por una pendiente» (1:2-4). ¡Impresionantes palabras!, ¿verdad? ¡Montes que se derriten bajo los “pies” de Dios! ¡Valles que se abren y por los que discurre el magma! ¿A qué se refiere? ¿A un reblandecimiento de la litosfera como consecuencia de un intenso bombardeo de neutrinos? ¿A la erupción del Krakatoa? ¿Al “fin del mundo”? ¿A los “tiempos finales”? ¿A la “segunda venida” de Cristo? ¿A la “tercera”? Los aficionados al género de la religión-ficción suelen dejar volar su imaginación en pos de tal tipo de “explicaciones”, sobre todo cuando son “ayudados” por su “luz menor” (esa que dicen que les lleva a una “luz mayor”), que les muestra “verdades especiales” para este “último tiempo”.

Respondo: La Biblia. "la Luz mayor" explica el entuerto preterista que te confunde:

[FONT=&quot]"[/FONT][FONT=&quot]Los harás como horno de fuego en el tiempo de tu enojo; el [/FONT][FONT=&quot] Señor[/FONT][FONT=&quot] [/FONT][FONT=&quot]en su ira los devorará, y fuego los consumirá[/FONT][FONT=&quot].[/FONT][FONT=&quot]"[/FONT][FONT=&quot] Salmos 21:9.[/FONT][FONT=&quot]
[/FONT]

[FONT=&quot]
[/FONT]
[FONT=&quot]"[/FONT][FONT=&quot]Vendrá nuestro Dios, y no callará: Fuego consumirá delante de él, Y en derredor suyo habrá tempestad grande[/FONT][FONT=&quot].[/FONT][FONT=&quot]"[/FONT][FONT=&quot] [/FONT][FONT=&quot]Salmos 50:3.[/FONT][FONT=&quot]

[/FONT]
[FONT=&quot]"[/FONT][FONT=&quot]delante del [/FONT][FONT=&quot] Señor[/FONT][FONT=&quot], porque El viene; porque El viene a juzgar la tierra: juzgará al mundo con justicia y a los pueblos con su fidelidad.[/FONT][FONT=&quot][/FONT][FONT=&quot]" [/FONT][FONT=&quot]Salmos 96:13.[/FONT][FONT=&quot]

[/FONT]
[FONT=&quot]"[/FONT][FONT=&quot]Fuego va delante de El, y quema a sus adversarios en derredor.[/FONT][FONT=&quot][/FONT][FONT=&quot]" [/FONT][FONT=&quot]Salmos 97:3.[/FONT][FONT=&quot]

[/FONT]
[FONT=&quot]"[/FONT][FONT=&quot]Mas los cielos que son ahora, y la tierra, son conservados por la misma palabra, guardados para el fuego en el día del juicio, y de la perdición de los hombres impíos[/FONT][FONT=&quot].[/FONT][FONT=&quot]"[/FONT][FONT=&quot] 2 Pedro 3:7[/FONT]
[FONT=&quot]

[/FONT]
Como los días de Noé y los de Lot..

Como fue en los días de Noé, así también será en los días del Hijo del Hombre.... Asimismo como sucedió en los días de Lot; comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban.. Así será el día en que el Hijo del Hombre se manifieste.” Lucas 17: 26-30.[FONT=&quot]

[/FONT]
[FONT=&quot] Bendiciones.

Luego todo Israel será salvo.
[/FONT]
[FONT=&quot]

[/FONT]
 
Re: El fin de todas las cosas

Respondo: La Biblia. "la Luz mayor" explica el entuerto preterista que te confunde

Despreciable payaso (con perdón para los que nos hacen reír en el circo). Tu "respuesta" no responde nada. Me he limitado a citar unos cuantos pasajes sustanciosos de los profetas en los que cualquiera puede comprobar su lenguaje metafórico (conmociones cósmicas, terremotos, volcanes, incendios, carnicerías, caos por doquier) y en NINGUNO de ellos se está hablando de ningún "fin del mundo" (como interesa a las sectas milenaristas) ni de nada remotamente semejante. Queda desenmascarado el fraude de esa parusía PERMANENTEMENTE "inminente" de la que sacáis tanto dinero, gavialito, engañando a la gente sencilla. Oye, es un inmenso placer para mí aplastar sin contemplaciones vuestra perfidia. Y ya ves qué oportunidades tan buenas de brindo para que "luzcas" tu conocida estulticia intentando responderme. Sin tus grotescas aportaciones este foro no sería lo que es, gavialito. Entonces, ¿qué te parece lo dicho Miqueas sobre la destrucción de Samaria y Jerusalén en la antigüedad? Te lo recuerdo: "Jehová sale de su lugar, desciende y camina sobre las alturas de la tierra. Los montes se derretirán debajo de él y los valles se hendirán como la cera delante del fuego, como las aguas que corren por una pendiente". ¡Impresionante!, ¿verdad? Je, je, je.
 
Re: El fin de todas las cosas

Despreciable payaso (con perdón para los que nos hacen reír en el circo). Tu "respuesta" no responde nada. Me he limitado a citar unos cuantos pasajes sustanciosos de los profetas en los que cualquiera puede comprobar su lenguaje metafórico (conmociones cósmicas, terremotos, volcanes, incendios, carnicerías, caos por doquier) y en NINGUNO de ellos se está hablando de ningún "fin del mundo" (como interesa a las sectas milenaristas) ni de nada remotamente semejante. Queda desenmascarado el fraude de esa parusía PERMANENTEMENTE "inminente" de la que sacáis tanto dinero, gavialito, engañando a la gente sencilla. Oye, es un inmenso placer para mí aplastar sin contemplaciones vuestra perfidia. Y ya ves qué oportunidades tan buenas de brindo para que "luzcas" tu conocida estulticia intentando responderme. Sin tus grotescas aportaciones este foro no sería lo que es, gavialito. Entonces, ¿qué te parece lo dicho Miqueas sobre la destrucción de Samaria y Jerusalén en la antigüedad? Te lo recuerdo: "Jehová sale de su lugar, desciende y camina sobre las alturas de la tierra. Los montes se derretirán debajo de él y los valles se hendirán como la cera delante del fuego, como las aguas que corren por una pendiente". ¡Impresionante!, ¿verdad? Je, je, je.


eso que señalo en rojo es cierto. este foro sin gavialito sería como un zoo sin monos o como un manicomio sin un interno que se imaginara que es Napoleón.

tenemos que ser comprensivos con él porque aún no ha digerido que su idolatrada elenita pusiera un obelisco en su tumba
 
Re: El fin de todas las cosas

Estimado eduardín. Saludos cordiales

Tú dices:


Despreciable payaso (con perdón para los que nos hacen reír en el circo). Tu "respuesta" no responde nada. Me he limitado a citar unos cuantos pasajes sustanciosos de los profetas en los que cualquiera puede comprobar su lenguaje metafórico (conmociones cósmicas, terremotos, volcanes, incendios, carnicerías, caos por doquier) y en NINGUNO de ellos se está hablando de ningún "fin del mundo" (como interesa a las sectas milenaristas) ni de nada remotamente semejante. Queda desenmascarado el fraude de esa parusía PERMANENTEMENTE "inminente" de la que sacáis tanto dinero, gavialito, engañando a la gente sencilla. Oye, es un inmenso placer para mí aplastar sin contemplaciones vuestra perfidia. Y ya ves qué oportunidades tan buenas de brindo para que "luzcas" tu conocida estulticia intentando responderme. Sin tus grotescas aportaciones este foro no sería lo que es, gavialito. Entonces, ¿qué te parece lo dicho Miqueas sobre la destrucción de Samaria y Jerusalén en la antigüedad? Te lo recuerdo: "Jehová sale de su lugar, desciende y camina sobre las alturas de la tierra. Los montes se derretirán debajo de él y los valles se hendirán como la cera delante del fuego, como las aguas que corren por una pendiente". ¡Impresionante!, ¿verdad? Je, je, je.

Respondo: Tus risotadas burlezcas guardalas para ti y tu comparsa.

Lo que le sucedió a Sodoma y Gomorra no indicaba para nada un lenguaje metafórico, tenemos las evidencias de ello.

¡¡¡Tu sarta de mentiras y chismes al tacho de la basura!!!

Medita:

Como los días de Noé y los de Lot..

Como fue en los días de Noé, así también será en los días del Hijo del Hombre.... Asimismo como sucedió en los días de Lot; comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban.. Así será el día en que el Hijo del Hombre se manifieste.” Lucas 17: 26-30.

Bendiciones.

Luego todo Israel será salvo.

 
Re: El fin de todas las cosas

Respondo: Tus risotadas burlezcas guardalas para ti y tu comparsa

Despreciable monigote: Ya sabemos que lo que pasó a Sodoma y Gomorra (que no fue objeto de ningún libro profético que lo vaticinara) fue un hecho histórico. Claro está que la destrucción de esas ciudades, no conllevó el fin del mundo, igual que ninguno de los juicios divinos contra otras ciudades de la antigüedad (Samaria, Nínive, Jerusalén [en 586 a.C.], Tiro, Babilonia, Jerusalén [en 70 d.C.]) conllevó el "fin del mundo" proclamado por sectas como la tuya. En todos los casos, el lenguaje es el mismo, gavialito. Te lo recuerdo para el caso de la destrucción de Samaria y Jerusalén por los asirios y los babilonios: "Jehová sale de su lugar, desciende y camina sobre las alturas de la tierra. Los montes se derretirán debajo de él y los valles se hendirán como la cera delante del fuego, como las aguas que corren por una pendiente". ¡Impresionante!, ¿verdad? Je, je, je. ¿Ves con cuanta facilidad se desbaratan los engaños de tu secta, papanatas?
 
Re: El fin de todas las cosas

Estimado eduardín. Saludos cordiales.

Tú dices:


Despreciable monigote: Ya sabemos que lo que pasó a Sodoma y Gomorra (que no fue objeto de ningún libro profético que lo vaticinara) fue un hecho histórico. Claro está que la destrucción de esas ciudades, no conllevó el fin del mundo, igual que ninguno de los juicios divinos contra otras ciudades de la antigüedad (Samaria, Nínive, Jerusalén [en 586 a.C.], Tiro, Babilonia, Jerusalén [en 70 d.C.]) conllevó el "fin del mundo" proclamado por sectas como la tuya. En todos los casos, el lenguaje es el mismo, gavialito. Te lo recuerdo para el caso de la destrucción de Samaria y Jerusalén por los asirios y los babilonios: "Jehová sale de su lugar, desciende y camina sobre las alturas de la tierra. Los montes se derretirán debajo de él y los valles se hendirán como la cera delante del fuego, como las aguas que corren por una pendiente". ¡Impresionante!, ¿verdad? Je, je, je. ¿Ves con cuanta facilidad se desbaratan los engaños de tu secta, papanatas?

Respondo: "Estos ignoran voluntariamente, que en el tiempo antiguo fueron hechos por la palabra de Dios los cielos, y también la tierra, que proviene del agua y por el agua subsiste,
por lo cual el mundo de entonces pereció anegado en agua;
pero los cielos y la tierra que existen ahora, están reservados por la misma palabra, guardados para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los hombres impíos." 2 Pedro 3:5-7.

Bendiciones.

Luego todo Israel será salvo.

 
Re: El fin de todas las cosas

Respondo: [Cita de 2 Ped. 3:5-7]

Me parece muy bien lo que decía San Pedro algún tiempo antes de la destrucción de Jerusalén. Tremendamente acertado. Efectivamente, los cielos y la tierra que existían entonces, en el tiempo en que aún estaba en pie el templo, con sus sacrificios obsoletos y demás parafernalia, dieron paso, tras la destrucción de aquel orden y el juicio de los hombres impíos que mataron al Salvador y persiguieron a su iglesia, a tiempos mejores. Es evidente que no sabes esto, o te lo callas, pero la "creación" del cielo y de la tierra es objeto de alusión a veces por los profetas para hablar no de la creación primigenia del universo, sino de la seguridad de la revelación divina. Hablando precisamente de la revelación dada a Isaías, el Señor dice: "En tu boca he puesto mis palabras y con la sombra de mi mano te cubrí, extendiendo los cielos, echando los cimientos de la tierra y diciendo a Sión: "Pueblo mío eres tú""" (Isa. 51:16). Nos consta que en tu secta carecéis de conocimientos bíblicos, pero no por eso vamos a dejar de aprovechar nuestra ventaja. Para tu información, infeliz, Sion no existía en la época de Adán, e Isaías nació muchos siglos después de aquella época. Sin embargo, Dios asegura que extendió "los cielos" (revelando su voluntad) y echó los "cimientos de la tierra" (promoviendo la justicia entre los hombres) por medio de su profeta. Vamos, nada parecido a los cuentecitos de viejas con los que te gustaría engañarnos, infeliz.

Ya sabes lo que me gustan las palabras de Miqueas referidas a la destrucción de Samaria y Jerusalén en la antigüedad. Me complace enormemente reproducirlas ahora: "Jehová sale de su lugar, desciende y camina sobre las alturas de la tierra. Los montes se derretirán debajo de él y los valles se hendirán como la cera delante del fuego, como las aguas que corren por una pendiente". ¡Impresionante!, ¿verdad? Je, je, je. ¿Ves con cuanta facilidad se desbaratan los engaños de tu secta, papanatas?
 
Re: El fin de todas las cosas

Estimado eduardín. Saludos cordiales.

Tú dices:


Me parece muy bien lo que decía San Pedro algún tiempo antes de la destrucción de Jerusalén. Tremendamente acertado. Efectivamente, los cielos y la tierra que existían entonces, en el tiempo en que aún estaba en pie el templo, con sus sacrificios obsoletos y demás parafernalia, dieron paso, tras la destrucción de aquel orden y el juicio de los hombres impíos que mataron al Salvador y persiguieron a su iglesia, a tiempos mejores. Es evidente que no sabes esto, o te lo callas, pero la "creación" del cielo y de la tierra es objeto de alusión a veces por los profetas para hablar no de la creación primigenia del universo, sino de la seguridad de la revelación divina. Hablando precisamente de la revelación dada a Isaías, el Señor dice: "En tu boca he puesto mis palabras y con la sombra de mi mano te cubrí, extendiendo los cielos, echando los cimientos de la tierra y diciendo a Sión: "Pueblo mío eres tú""" (Isa. 51:16). Nos consta que en tu secta carecéis de conocimientos bíblicos, pero no por eso vamos a dejar de aprovechar nuestra ventaja. Para tu información, infeliz, Sion no existía en la época de Adán, e Isaías nació muchos siglos después de aquella época. Sin embargo, Dios asegura que extendió "los cielos" (revelando su voluntad) y echó los "cimientos de la tierra" (promoviendo la justicia entre los hombres) por medio de su profeta. Vamos, nada parecido a los cuentecitos de viejas con los que te gustaría engañarnos, infeliz.

Ya sabes lo que me gustan las palabras de Miqueas referidas a la destrucción de Samaria y Jerusalén en la antigüedad. Me complace enormemente reproducirlas ahora: "Jehová sale de su lugar, desciende y camina sobre las alturas de la tierra. Los montes se derretirán debajo de él y los valles se hendirán como la cera delante del fuego, como las aguas que corren por una pendiente". ¡Impresionante!, ¿verdad? Je, je, je. ¿Ves con cuanta facilidad se desbaratan los engaños de tu secta, papanatas?

Respondo: Se ve que estás engañado eduardo. Los cielos que habían en el primer siglo siguen siendo los mismos que tenemos ahora. Por su puesto que han habido cambios muy pequeños, pero nada comparado con lo que viene luego de la segunda venida de Cristo y del Milenio prometido.

Ahora si te refieres a que los cielos nuevos y la tierra nueva es la iglesia, eso no calza con la enseñanza bíblica.

Los cielos nuevos y la tierra nueva eran algo futuro tanto para Pablo, Pedro y Juan. Sin embargo, ellos ya eran parte de la Iglesia (presente) así que esa referencia NO PODIA ser jamás una referencia a la Iglesia presente sino a algo FUTURO.

Es por esto y por muchas inconsistencias más, que el preterismo no tiene cabida en el verdadero cristianismo.

Preterismo viene de la palabra en latín praeter que significa pasado y se refiere al hecho de considerar que las profecías bíblicas ya fueron cumplidas en su totalidad en el año 70 DC. La escuela de interpretación Escatológica Preterista y sus diferentes clases de preterismo tuvo su origen en la Iglesia Católica Romana después del Concilio de Trento, se le atribuye principalmente a un monje Jesuita Luis De Alcazar (1554-1613), pero fue introducida a la Iglesia protestante principalmente por un libro titulado "La Parousia" de J. Stuart Rusell en el siglo XIX y promovido en tiempos recientes (1996) por los hermanos Leonard en él libro "La promesa de su Venida".

Nos imaginamos que el libro dice en la primera página: "Y la promesa de Su venida, es que no viene..."

Después de que Jesús venga a la Tierra por segunda vez, habrá un período de mil años donde vamos a morar con él en el cielo (Apocalipsis 20:3, 4, 6). Al final de los mil años, los redimidos regresarán del cielo para establecerse en la Tierra. En ese tiempo los impíos van a resucitar para ser juzgados (Apocalipsis 20:11-15).

Después serán consumidos por el fuego divino (Apocalipsis 20:9). En esta conflagración el apóstol Pedro nos explica que “los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas” (2 Pedro 3:10).

Posterior a esto, el apóstol Juan vio que este planeta vetusto y degradado, corrompido por tanta contaminación ambiental y moral, será renovado completamente: “Vi un cielo nuevo, y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más”. La nueva Jerusalén, la ciudad celestial que Jesús preparó para los redimidos (Hebreos 11:16), desciende “del cielo, de Dios”, para establecerse permanentemente en la tierra renovada (Apocalipsis 21:1-3).
El mayor privilegio para este pequeño planeta, que ha sido testigo de tanta ruina y miseria, es que se va a constituir en el centro del universo, la morada de Dios y de Cristo por toda la eternidad. San Juan lo dice así: “He aquí el tabernáculo de Dios (Cristo) con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios”, “y reinarán por los siglos de los siglos” (Apocalipsis 21:3; 22:5).

Bendiciones.

Luego todo Israel será salvo.
 
Re: El fin de todas las cosas

Respondo: Se ve que estás engañado eduardo. Los cielos que habían en el primer siglo siguen siendo los mismos que tenemos ahora. Por su puesto que han habido cambios muy pequeños, pero nada comparado con lo que viene luego de la segunda venida de Cristo y del Milenio prometido.

Bueno, farsante, tu "respuesta" empieza con una de las típicas mentiras sectarias y acaba con otras tantas fábulas adventistas. Comprenderás que, en vez de aceptar la palabra malévola de un sujeto como tú, prefiramos atenernos a la Palabra de Dios. El autor de Hebreos, anunciando la inminente destrucción de Jerusalén y de todas las cosas conmovibles del culto judío, señaló lo siguiente:

"Vosotros, en cambio, os habéis acercado al monte Sión, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles, a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos. Os habéis acercado a Dios, Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos, a Jesús, Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel. Mirad que no desechéis al que habla, pues si no escaparon aquellos que desecharon al que los amonestaba en la tierra, mucho menos nosotros, si desechamos al que amonesta desde los cielos. Su voz conmovió entonces la tierra, pero ahora ha prometido diciendo: "Una vez más conmoveré no solamente la tierra, sino también el cielo". Y esta frase: "Una vez más", indica la remoción de las cosas movibles, como cosas hechas, para que queden las inconmovibles. Así que, recibiendo nosotros un Reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia, porque nuestro Dios es fuego consumidor" (12:22-28).

Y, en efecto, lo fue. Pocos años después de que se escribiera esto, la voz de Dios conmovió "una vez más" "no solamente la tierra, sino también el cielo" y las "cosas movibles" (el judaísmo) fueron removidas para que quedaran las inconmovibles (la iglesia de Jesucristo). Así que no, infeliz, los cielos y la tierra de ahora no son, ni mucho menos, los de la época de los apóstoles (dominados la persecución de las autoridades judías), sino que son los cielos y la tierra del triunfo de la iglesia.
 
Re: El fin de todas las cosas

Estimado eduardín. Saludos cordiales.

Tú dices:



Bueno, farsante, tu "respuesta" empieza con una de las típicas mentiras sectarias y acaba con otras tantas fábulas adventistas. Comprenderás que, en vez de aceptar la palabra malévola de un sujeto como tú, prefiramos atenernos a la Palabra de Dios. El autor de Hebreos, anunciando la inminente destrucción de Jerusalén y de todas las cosas conmovibles del culto judío, señaló lo siguiente:

"Vosotros, en cambio, os habéis acercado al monte Sión, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles, a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos. Os habéis acercado a Dios, Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos, a Jesús, Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel. Mirad que no desechéis al que habla, pues si no escaparon aquellos que desecharon al que los amonestaba en la tierra, mucho menos nosotros, si desechamos al que amonesta desde los cielos. Su voz conmovió entonces la tierra, pero ahora ha prometido diciendo: "Una vez más conmoveré no solamente la tierra, sino también el cielo". Y esta frase: "Una vez más", indica la remoción de las cosas movibles, como cosas hechas, para que queden las inconmovibles. Así que, recibiendo nosotros un Reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia, porque nuestro Dios es fuego consumidor" (12:22-28).

Y, en efecto, lo fue. Pocos años después de que se escribiera esto, la voz de Dios conmovió "una vez más" "no solamente la tierra, sino también el cielo" y las "cosas movibles" (el judaísmo) fueron removidas para que quedaran las inconmovibles (la iglesia de Jesucristo). Así que no, infeliz, los cielos y la tierra de ahora no son, ni mucho menos, los de la época de los apóstoles (dominados la persecución de las autoridades judías), sino que son los cielos y la tierra del triunfo de la iglesia.

Respondo: Se ve que no sabes leer. Allí se hace referencia a la Jerusalén celestial.

Abraham esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.

Nuestro Señor Jesucristo dijo: "En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros.
Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis.
Y sabéis a dónde voy, y sabéis el camino."
Juan 14:2-4.

"Y me llevó en el Espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la gran ciudad santa de Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios,
teniendo la gloria de Dios
. Y su fulgor era semejante al de una piedra preciosísima, como piedra de jaspe, diáfana como el cristal.
Tenía un muro grande y alto con doce puertas; y en las puertas, doce ángeles, y nombres inscritos, que son los de las doce tribus de los hijos de Israel;
al oriente tres puertas; al norte tres puertas; al sur tres puertas; al occidente tres puertas.
Y el muro de la ciudad tenía doce cimientos, y sobre ellos los doce nombres de los doce apóstoles del Cordero.
" Apocalipsis 21:10-14.

Hoy día la iglesia es militante, pero pronto, a la venida de nuestro amado redentor y salvador Jesucristo, será la iglesia triunfante.

El pueblo de Dios camina por fe, a la Santa Ciudad; la Jerusalén de arriba, la celestial.

Bendiciones.

Luego todo Israel será salvo.
 
Re: El fin de todas las cosas

Este foro es muy extraño. Solo hay mensajes de gente expulsada y se dicen cosas muy extrañas.

¿Solo Israel tiene que ser salvo? Pero si Israel y la Iglesia no es lo mismo!! Israel es un concepto relacionado con los hebreos; en cambio la Iglesia está abierta a cualquier personas humana. Toda la humanidad tiene derecho a pertenecer a la Iglesia, no solo los hebreos que han formado el Pueblo de Israel.