Dos ejemplos útiles para el diálogo:
El ejemplo de Apolos
Es muy interesante el relato que tenemos del hermano Apolos en el libro de los Hechos. Lucas le describe como un varón elocuente (expresivo, persuasivo, convincente, conmovedor, fluido, fogoso, arrebatador *), y además poderoso en las Escrituras. El conocimiento de la Palabra de Dios que Apolos poseía era tan grande que Lucas, acostumbrado a escuchar al apóstol Pablo (sin duda, otro hombre poderoso en las Escrituras), le describe y alaba de semejante forma.
También sabemos de este tremendo maestro y predicador, que había sido instruido en el camino del Señor, es decir, le habían enseñado que Jesús es el Cristo, le habían adoctrinado. Pero nos encontramos con un pequeño detalle, la instrucción que Apolos había recibido no estaba completa, pues solamente conocía del bautismo de Juan. Por esta "pequeña" deficiencia fue necesario que a tan distinguido maestro un par de hermanos le enseñaran con más exactitud el camino de Dios.
Lo más sobresaliente de este hecho, es que Apolos tuviera la disposición de escuchar a los hermanos, y les concedió la oportunidad de exponerle con mayor exactitud el camino de Dios. Y esto a pesar de poseer un denuedo pocas veces visto, y por si fuera poco, grande y extenso conocimiento de la Palabra de Dios.
Apolos, a pesar de ser poseedor de tan grandes virtudes, no fue orgulloso, ni mucho menos pretendió ser el conocedor absoluto de la verdad cuando un par de hermanos se acercaron a él para corregirle en la doctrina que predicaba.
Esto lo digo por una sencilla razón. Aunque todos decimos creer en la Biblia, en la Palabra de Dios, no todos la leemos-entendemos y aplicamos igual. Pues existen cientas de interpretaciones, conclusiones, objeciones, comentarios diversos; por no decir denominaciones, que poseen diferentes credos que defienden a capa y espada. Lo más lamentable, es que en muchas ocasiones, dichas diferencias-posturas no concuerdan legítimamente con el mensaje de Jesucristo. Es más, en muchas ocasiones, el sentido claro y sencillo de los textos Bíblicos, es ocultado detrás de extensas argumentaciones, que pretenden obligar a la Biblia a decir cosas que no dice; y que ponen en boca de Dios palabras que EL no ha pronunciado. Incluso llegando a extremos muy peligrosos, como el ejemplo deplorable que nos dan algunas sectas, que hasta se han atrevido a manipular las traducciones para sostener sus falsas doctrinas.
Ahora bien, todos nosotros tenemos el ejemplo del hermano Apolos, que nos puede servir para que con sinceridad y verdad lleguemos a conocer el "Camino de Dios con exactitud", y nos alejemos de los errores (pues los hay, y muchos). Es necesario e imperativo, que cada uno de nosotros dialoguemos con las Escrituras sin ideas preconcebidas, sin entendimientos "previos", sin prejuicios que nos cieguen a la hora de leer y escuchar la voz de Dios. Debemos volver a las Escrituras, y sólo a ellas. Incluso podemos dialogar con los diferentes hermanos y analizar, comparar, estudiar, verificar, que lo que se dice es verdad. Y llegar a las conclusiones necesarias, pero con total sinceridad y pureza de corazón. Y si se diera el caso de que nos encontremos como Apolos, en algún "pequeño error", o "inexactitud" doctrinal, tengamos la misma disposición, valentía y amor a la verdad para corregir lo incorrecto, y despojarnos de toda equivocación, conforme a la voluntad de Dios.
Por otro lado es necesario, conveniente y muy saludable el reconocer que no todos los que pretenden "corregir" a su hermano en la doctrina conocen con mayor exactitud el Camino de Dios. Este es un detalle muy importante, que no debe de ser descuidado ni descartado. Si alguno pretende corregir a su hermano en la doctrina, deberá demostrar con las Escrituras el por qué del error a la hora de interpretar.
El ejemplo de los Bereanos:
Sin lugar a dudas este ejemplo es un excelente complemento para el primero. Por lo tanto debemos preguntarnos si nosotros en verdad somos personas nobles a la hora de debatir sobre algún tema. ¿Poseemos la misma solicitud que aquellos bereanos para escudriñar las Escrituras y verificar la exactitud de los argumentos? O por el contrario no somos nobles, ni tenemos disposición alguna a escudriñar las Escrituras, sino que simplemente nos levantamos como "dueños de la verdad" y pretendemos imponer "postulados" que nos negamos a razonar con los que no comparten nuestras interpretaciones. En esto debemos meditar.
Su hermano en Cristo,
Alejandro.
* Diccionario de Sinónimos y Antónimos Larousse.
El ejemplo de Apolos
Hechos:
18:24 Llegó entonces a Efeso un judío llamado Apolos, natural de Alejandría, varón elocuente, poderoso en las Escrituras.
18:25 Este había sido instruido en el camino del Señor; y siendo de espíritu fervoroso, hablaba y enseñaba diligentemente lo concerniente al Señor, aunque solamente conocía el bautismo de Juan.
18:26 Y comenzó a hablar con denuedo en la sinagoga; pero cuando le oyeron Priscila y Aquila, le tomaron aparte y le expusieron más exactamente el camino de Dios.
18:27 Y queriendo él pasar a Acaya, los hermanos le animaron, y escribieron a los discípulos que le recibiesen; y llegado él allá, fue de gran provecho a los que por la gracia habían creído;
18:28 porque con gran vehemencia refutaba públicamente a los judíos, demostrando por las Escrituras que Jesús era el Cristo.
Es muy interesante el relato que tenemos del hermano Apolos en el libro de los Hechos. Lucas le describe como un varón elocuente (expresivo, persuasivo, convincente, conmovedor, fluido, fogoso, arrebatador *), y además poderoso en las Escrituras. El conocimiento de la Palabra de Dios que Apolos poseía era tan grande que Lucas, acostumbrado a escuchar al apóstol Pablo (sin duda, otro hombre poderoso en las Escrituras), le describe y alaba de semejante forma.
También sabemos de este tremendo maestro y predicador, que había sido instruido en el camino del Señor, es decir, le habían enseñado que Jesús es el Cristo, le habían adoctrinado. Pero nos encontramos con un pequeño detalle, la instrucción que Apolos había recibido no estaba completa, pues solamente conocía del bautismo de Juan. Por esta "pequeña" deficiencia fue necesario que a tan distinguido maestro un par de hermanos le enseñaran con más exactitud el camino de Dios.
Lo más sobresaliente de este hecho, es que Apolos tuviera la disposición de escuchar a los hermanos, y les concedió la oportunidad de exponerle con mayor exactitud el camino de Dios. Y esto a pesar de poseer un denuedo pocas veces visto, y por si fuera poco, grande y extenso conocimiento de la Palabra de Dios.
Apolos, a pesar de ser poseedor de tan grandes virtudes, no fue orgulloso, ni mucho menos pretendió ser el conocedor absoluto de la verdad cuando un par de hermanos se acercaron a él para corregirle en la doctrina que predicaba.
Esto lo digo por una sencilla razón. Aunque todos decimos creer en la Biblia, en la Palabra de Dios, no todos la leemos-entendemos y aplicamos igual. Pues existen cientas de interpretaciones, conclusiones, objeciones, comentarios diversos; por no decir denominaciones, que poseen diferentes credos que defienden a capa y espada. Lo más lamentable, es que en muchas ocasiones, dichas diferencias-posturas no concuerdan legítimamente con el mensaje de Jesucristo. Es más, en muchas ocasiones, el sentido claro y sencillo de los textos Bíblicos, es ocultado detrás de extensas argumentaciones, que pretenden obligar a la Biblia a decir cosas que no dice; y que ponen en boca de Dios palabras que EL no ha pronunciado. Incluso llegando a extremos muy peligrosos, como el ejemplo deplorable que nos dan algunas sectas, que hasta se han atrevido a manipular las traducciones para sostener sus falsas doctrinas.
Ahora bien, todos nosotros tenemos el ejemplo del hermano Apolos, que nos puede servir para que con sinceridad y verdad lleguemos a conocer el "Camino de Dios con exactitud", y nos alejemos de los errores (pues los hay, y muchos). Es necesario e imperativo, que cada uno de nosotros dialoguemos con las Escrituras sin ideas preconcebidas, sin entendimientos "previos", sin prejuicios que nos cieguen a la hora de leer y escuchar la voz de Dios. Debemos volver a las Escrituras, y sólo a ellas. Incluso podemos dialogar con los diferentes hermanos y analizar, comparar, estudiar, verificar, que lo que se dice es verdad. Y llegar a las conclusiones necesarias, pero con total sinceridad y pureza de corazón. Y si se diera el caso de que nos encontremos como Apolos, en algún "pequeño error", o "inexactitud" doctrinal, tengamos la misma disposición, valentía y amor a la verdad para corregir lo incorrecto, y despojarnos de toda equivocación, conforme a la voluntad de Dios.
Por otro lado es necesario, conveniente y muy saludable el reconocer que no todos los que pretenden "corregir" a su hermano en la doctrina conocen con mayor exactitud el Camino de Dios. Este es un detalle muy importante, que no debe de ser descuidado ni descartado. Si alguno pretende corregir a su hermano en la doctrina, deberá demostrar con las Escrituras el por qué del error a la hora de interpretar.
El ejemplo de los Bereanos:
Hechos:
17:10 Inmediatamente, los hermanos enviaron de noche a Pablo y a Silas hasta Berea. Y ellos, habiendo llegado, entraron en la sinagoga de los judíos.
17:11 Y éstos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así.
17:12 Así que creyeron muchos de ellos, y mujeres griegas de distinción, y no pocos hombres.
Sin lugar a dudas este ejemplo es un excelente complemento para el primero. Por lo tanto debemos preguntarnos si nosotros en verdad somos personas nobles a la hora de debatir sobre algún tema. ¿Poseemos la misma solicitud que aquellos bereanos para escudriñar las Escrituras y verificar la exactitud de los argumentos? O por el contrario no somos nobles, ni tenemos disposición alguna a escudriñar las Escrituras, sino que simplemente nos levantamos como "dueños de la verdad" y pretendemos imponer "postulados" que nos negamos a razonar con los que no comparten nuestras interpretaciones. En esto debemos meditar.
Su hermano en Cristo,
Alejandro.
* Diccionario de Sinónimos y Antónimos Larousse.