El don de ciencia en la biblia

ricardo perales

Lo importante es la salvación de las almas.
23 Abril 2020
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EL DON DE CIENCIA EN LA BIBLIA​



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¿QUE ES EL DON DE CIENCIA EN LA BIBLIA?, ESTUDIO BÍBLICO (DON DE PALABRA DE CIENCIA)​

Biblia abierta, candela encendida y lentes

Don de palabra de ciencia, estudio bíblico, ¿Qué es el don de ciencia en la Biblia?, significado​


¿Qué es don de ciencia? … El segundo don en I Corintios 12 es “La palabra de ciencia” o don de ciencia. La palabra griega para “ciencia” en este pasaje es la palabra común, gnosis. “Ciencia” significa “familiaridad, o atención . . . la suma o el rango de lo que ha sido percibido, descubierto, o aprendido.”

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Lo que es don de ciencia... una revelación, lo que significa esto​


Este don de ciencia se trata de una revelación de información divina a alguien que no lo conoce por medios naturales. Aunque otra persona pueda conocerlo, el receptor lo obtiene del Espíritu por medio del don de ciencia. Como la palabra de sabiduría, la palabra de “ciencia” no significa el todo de la ciencia de Dios, sino una porción de la ciencia de Dios.

Definición del don de palabra de ciencia, lo que es el don de ciencia​



Definición de don de ciencia​


Vamos a definir lo que es el don de ciencia. Desde el texto y el contexto de los capítulos 12-14 de I Corintios, podemos definir la palabra de ciencia como el don sobrenatural de una porción de información divina para una necesidad específica.

Ejemplo de lo que es el don de ciencia en la Biblia​


Hechos 5:1-10 provee un ejemplo de este don de palabra de ciencia (Lo que es el don de ciencia):​


“Pero cierto hombre llamado Ananías, con Safira su mujer, vendió una heredad, y sustrajo del precio, sabiéndolo también su mujer; y trayendo sólo una parte, la puso a los pies de los apóstoles. Y dijo Pedro: Ananías, ¿Por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo, y sustrajeses del precio de la heredad? Reteniéndola, ¿No se te quedaba a ti? y vendida, ¿No estaba en tu poder? ¿Por qué pusiste esto en tu corazón? No has mentido a los hombres, sino a Dios.

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Al oír Ananías estas palabras . . . Pasado un lapso como de tres horas, sucedió que entró su mujer, no sabiendo lo que había acontecido. Entonces Pedro le dijo: Dime, ¿Vendisteis en tanto la heredad? Y ella dijo: Sí, en tanto. Y Pedro le dijo:

¿Por qué convinisteis en tentar al Espíritu del Señor? He aquí a la puerta los pies de los que han sepultado a tu marido, y te sacarán a ti. Al instante ella cayó a los pies de él, y expiró”. En este pasaje vemos el don de ciencia en operación.

El don de ciencia en operación​


En el texto anterior, Dios reveló milagrosamente, por medio del don de ciencia, al Apóstol Pedro información secreta conocida solamente por Ananías y Safira. Ellos disimularon entregar el precio total de su terreno a la iglesia cuando en la realidad entregaron solamente una parte.

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Dios le reveló a Pedro por medio del don de ciencia​


Aunque, Ananías y Safira su mujer, tenían derecho de guardar una parte o todo el dinero, ellos pecaron por mentir a la iglesia, y Dios le reveló la verdad a Pedro. Después que Ananías murió, Dios le reveló a Pedro que Safira recibiría el mismo juicio, todo esto por medio del don de ciencia.

El don de ciencia, es la única manera que Pedro pudiera conocer todo lo anterior, sobre la heredad vendida por Ananías y Safira, esto por medio de la revelación del Espíritu de Dios, esto es el don de palabra de ciencia operando por medio del apóstol Pedro.

EJEMPLOS DE OPERACIÓN O USO DEL DON DE CIENCIA (LO QUE ES EL DON DE PALABRA DE CIENCIA)​


Uso del don de ciencia (Ejemplos del don de la ciencia), lo que es el don de ciencia​


En Corea, mi madre y otros dos ministros estuvieron caminando a un pueblo costeño remoto para orar por un pastor quien estaba muy enfermo. (Mi padre tuvo que asistir a una reunión importante en el ministerio de asuntos culturales y de educación, lo cual tenía jurisdicción sobre la obra misionera).

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Los ministros tomaron un atajo por medio de unos campos de cultivo de arroz, una senda que mi madre no conocía. Pronto comenzó a nevar fuertemente hasta que no se podía ver casi nada. Los viajeros comenzaron a caer en las zanjas de regadío al lado de la senda. Lo que debería de haber sido una caminata de 45 minutos se convirtió en una caminata de 2 horas y aún no se podía ver el final del camino. El grupo estaba totalmente perdido.

Mi madre comenzó a orar fervientemente, y el Señor le hizo sentir que debería ir por el otro sentido. Sus compañeros pusieron fuertes objeciones diciendo que la senda los llevaría al Mar Amarillo, y esto les sería peligroso. Mi madre insistió que Dios le había hablado (El don de ciencia) y que ella iba a viajar en aquella dirección. Recelosamente, los otros le siguieron.

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Después de una hora más de caminar vieron las luces del pueblo que buscaban. Sus manos estaban tan adormecidas que no pudieron tocar la puerta, pero una palabra de ciencia les hizo llegar sanos y salvos.

Don de ciencia en operación​


Mientras que estuvieron en Corea mis padres conducían cultos en inglés para los soldados norteamericanos además de atender a su obra misionera entre los coreanos. Un día un soldado y el hijo adolescente de un sargento mayor llegaron a su casa para la oración. Cuando ellos entraron por la puerta, Dios le reveló a mi padre, por medio del don de ciencia, que el soldado era homosexual. En consejos privados con mis padres, el hombre confesó su homosexualidad, y mi padre tomó medidas para asegurar que no estaría a solas con ninguno de los jóvenes.

Otros ejemplos de don de ciencia (Lo que es el don de ciencia)​


Al terminar un culto evangelístico un domingo en la noche en la ciudad de Hammond, Louisiana, Dios le hizo sentir a mi madre, por medio del don de ciencia, que alguien debería tomar una decisión definitiva aquella noche. Ella le dijo a la congregación, “Hay alguien aquí que no debe dejar este edificio sin hablar con Dios. Siento una carga muy pesada acerca de esto.” Una semana después, un obrero de construcción quien había estado en aquel culto fue herido en el trabajo y más tarde murió.

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En otra ocasión en Gonzáles, Louisiana, mi madre estuvo aconsejando a una mujer que había recibido el Espíritu Santo pero que seguía viviendo una vida pecaminosa. El Espíritu de Dios vino sobre mi madre y le reveló, por medio del don de ciencia, que algo serio le iba acontecer a aquella mujer si no se arrepentía. Dentro de una semana ella estuvo en el hospital con un brazo y una pierna paralizados. Después que se arrepintió en el hospital y que había consagrado su vida totalmente a Dios, Él la sanó.

Varias veces he sentido la dirección de Dios a hacer peticiones específicas mientras que estuve orando con la gente. Después algunas personas me dijeron, “Tú oraste exactamente de acuerdo a mis necesidades,” aunque no tenía ningún conocimiento humano de ellos o de sus situaciones.

En el año 1994, hablé en un retiro para ministros y sus esposas en el estado de Pennsylvania. El Señor se movió poderosamente en la última sección, y comencé a orar por varias personas. Después un pastor principal me dijo, “Yo noté que usted caminó directamente a un ministro joven que es de nuestra iglesia, pasando a todos los demás, e impuso sus manos sobre él. Él está en medio de una crisis y tiene que formular una decisión importante. Las palabras que tú oraste describieron su situación exactamente”. Esto por medio del don de ciencia.

(Puedes visitar la sección de Vida Cristiana)

En 1997, una persona por primera vez en su vida vino a nuestra iglesia en Austin. Ella tenía una necesidad urgente. La iglesia donde normalmente asistía enseñaba el bautismo del Espíritu Santo, pero la mayoría de sus miembros no habían recibido esta experiencia.

El domingo anterior el pastor y toda la congregación había orado con esta mujer, pero ella no había sentido el poder de Dios. Cuando ella visitó nuestra iglesia, sentí dirigirme a orar con ella personalmente. Más tarde ella le dijo a la persona que le había invitado, “El oró exactamente de acuerdo a mis necesidades, y Dios me tocó. Yo sé que Dios dirigió sus oraciones.”

Mientras estuve predicando en Austin un domingo en la mañana, en medio de mi mensaje sentí decir, “Si hay alguien aquí hoy que no sabe si existe Dios o no, a usted Dios se revelará, si usted pide que lo haga”.

No sabía, pero una persona que nos visitó por primera vez entró tarde, justo antes de que yo hiciera aquella declaración. Después del culto ella me dijo, “Fui criada en una denominación tradicional, y yo sé usar todo el lenguaje religioso correcto. Nadie más, ni mi propia familia tiene alguna idea de lo que le voy a decir, pero yo no sé si Dios existe o no. ¿Cree Usted que Él sí se revelará a mí?” Le contesté que Él ya había comenzado a hacerlo, porque le había hablado por medio de mi mensaje. Más tarde ella tuvo un encuentro personal con Dios, fue bautizada en el nombre de Jesús y llenada del Espíritu Santo.
 
Última edición:
El don de Ciencia.
El don de ciencia perfecciona la virtud de la fe, dando a ésta una luminosidad de conocimiento al modo divino


Por: José Maria Iraburu | Fuente: Fundación gratis date.



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El don de Ciencia

Sagrada Escritura


Si el Espíritu Santo por el don de ciencia produce una lucidez sobrehumana para ver las cosas del mundo según Dios, es indudable que en Jesucristo se da en forma perfecta.

Jesús conoce a los hombres, a todos, a cada uno, en lo más secreto de sus almas (Jn 1,47; Lc 5,21-22; 7,39s): «los conocía a todos, y no necesitaba informes de nadie, pues él conocía al hombre por dentro» (Jn 2,24-25). Incluso, inmerso en el curso de los acontecimientos temporales, entiende y prevé cómo se irán desarrollando; y en concreto, conoce los sucesos futuros, al menos aquellos que el Espíritu quiere mostrarle en orden a su misión salvadora. Así predice su muerte, su resurrección, su ascensión, la devastación del Templo, y varios otros sucesos contingentes, a veces hasta en sus detalles más nimios (Mc 11,2-6; 14,12-21. 27-30). Muestra, pues, por un poderosísimo don de ciencia, su señorío sobre el mundo presente y sus acontecimientos sucesivos:

«yo os he dicho estas cosas para que, cuando llegue la hora, os acordéis de ellas y de que yo os las he dicho» (Jn 16,4).

También el hombre nuevo, iluminado por el Espíritu Santo con el don de ciencia, conoce profundamente las realidades temporales, y las ve con lucidez sobrenatural, pues las mira por los ojos de Cristo: «nosotros tenemos la mente de Cristo» (1Cor 2,16).

Por el don de ciencia, en efecto, descubre el cristiano la hermosura del mundo visible, su dignidad majestuosa, que es reflejo de Dios y anticipo de las realidades definitivas, y al mismo tiempo, descubre su vanidad, es decir, su condición creatural, transitoria, efímera y también pecadora. Este segundo aspecto, la apresurada transitoriedad de todo el mundo visible, tiene muchos testimonios en las páginas de la Biblia.

«Os digo, pues, hermanos, que el tiempo es corto... Pasa la apariencia de este mundo» (1Cor 7,29.31). «Nosotros no ponemos nuestros ojos en las cosas visibles, sino en las invisibles; pues las visibles son temporales; las invisibles, eternas» (2Cor 4,18).

En esta visión del don de ciencia no hay ningún desprecio por las criaturas del mundo visible. Digamos, más bien, que hay un menosprecio: ante la plenitud del Ser Divino, lleno de bondad, hermosura y amor, las criaturas aparecen en toda su precariedad congénita. Al salir el sol, al manifestarse en su plenitud, desaparecen las estrellas.

A esta luz del don de ciencia qué ridículo resulta decir que hay que «partir de la realidad», cuando esta expresión se emplea como si Dios, las Escrituras, la fe, los sacramentos, fueran entidades abstractas; mientras que la verdadera realidad, la realidad real, sería el mundo visible (!). Quienes así piensan -o al menos sienten- son vanos, no tienen ciencia ni de Dios ni del mundo: no entienden nada: «son vanos por naturaleza todos los hombres que carecen del conocimiento de Dios, y por los bienes que gozan no alcanzan a conocer al que es la fuente de ellos, y por la consideración de las obras no llegan a conocer a su Artífice» (Sab 13,1).

Por el contrario, el don de ciencia hace que el mundo visible transparente a aquel mundo invisible, al que es plenamente real, y a él quede continuamente referido. El don de ciencia, por tanto, da a sentir nuestra condición de «peregrinos y forasteros» en el mundo presente (1Pe 2,11). De este modo, toda la vida humana temporal se capta como «un tiempo de peregrinación» (1,17).

Adviértase, en todo caso, que en modo alguno el don de ciencia implica una visión maniquea de las criaturas, como si éstas, por serlo, fueran entidades degradadas e intrínsecamente malas. Por el contrario, el mundo creado es revelación de la bondad y de la hermosura de Dios, pues «lo invisible de Dios, su eterno poder y divinidad, son conocidos mediante las criaturas» (Rm 1,20; +Sab 13,4-5).

El mismo Pablo, por ejemplo, que todo lo sacrifica, con tal de gozar de Cristo, y que, como buen enamorado, todo lo estima y considera «basura» en comparación de su Señor (Flp 3,7-8), es precisamente quien asegura que «todo es puro para los puros» (Tit 1,15); y que «toda criatura de Dios es buena y nada hay reprobable, tomado con acción de gracias» (1Tim 4,4), es decir, si es recibido como don del Creador.

El don de ciencia, por otra parte, descubre al cristiano la verdad del mundo, librándole así de la mentira del mundo, que no solamente envuelve y ciega a los hombres carnales, sino que incluso engaña en no pocas cuestiones hasta a los hombres virtuosos. Éstos, aunque sea en grados mínimos, aún están con frecuencia condicionados por la época y circunstancia en que viven. Pues bien, el don de ciencia, por obra del Espíritu Santo, da al cristiano una facilidad simple y segura para conocer de verdad el mundo presente y todas sus mentiras. Solamente así puede el cristiano participar plenamente del señorío de Cristo sobre el mundo, solamente así puede «vivir en el mundo sin ser del mundo». Ahora bien, sin esta libertad del mundo no puede darse en el cristiano la perfección de la santidad.

Por eso dice el Apóstol que hemos de aspirar «a la perfección consumada de los santos... como hombres perfectos, a la medida de la plenitud de Cristo, para que ya no seamos niños, que fluctúan y se dejan llevar de todo viento de doctrina, por el engaño de los hombres, que para engañar emplean astutamente los artificios del error» (Ef 4,12-14).

El don de ciencia, por otra parte, es un don, un don que el Espíritu Santo da, y que da especialmente a los humildes, no a los soberbios que se fían de sus propios juicios y saberes. Nuestro Señor Jesucristo, en primer lugar, no era un hombre de cultura académica, y sin embargo estaba pleno de ciencia espiritual. Y la gente se preguntaba: «¿de dónde le viene esto, y qué sabiduría es ésta que se le ha comunicado?... ¿No es éste el carpintero?» (Mc 6,2-3). La ciencia del Espíritu, en efecto, es concedida por el Padre con preferencia a los humildes y pequeños, a aquellos que no se apoyan en sus propios saberes y erudiciones. Así lo enseña Jesús gozosamente:

«En aquella hora se sintió inundado de gozo en el Espíritu Santo, y dijo: Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultados estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque ése ha sido tu beneplácito» (Lc 10,31).

Teología

El don de ciencia es un hábito sobrenatural, infundido por Dios con la gracia santificante en el entendimiento del hombre, para que por obra del Espíritu Santo, juzgue rectamente, con lucidez sobrehumana, acerca de todas las cosas creadas, refiriéndolas siempre a su fin sobrenatural. Por tanto, en la consideración del mundo visible, el don de ciencia perfecciona la virtud de la fe, dando a ésta una luminosidad de conocimiento al modo divino (STh II-II,9).

Según esto, el hábito intelectual del don de ciencia es muy distinto de la ciencia natural, que a la luz de la razón conoce las cosas por sus causas naturales, próximas o remotas. Es también diverso de la ciencia teológica, en la que la razón discurre, iluminada por la fe, acerca de Dios y del mundo.

El don de ciencia conoce profundamente las cosas creadas sin trabajo discursivo de la razón y de la fe, sino más bien por una cierta connaturalidad con Dios, es decir, por obra del Espíritu Santo, con rapidez y seguridad, al modo divino. Ve y entiende con facilidad la vida presente en referencia continua a su fin definitivo, la vida eterna.

El don de ciencia, pues, trae consigo a un tiempo dos efectos que no son opuestos, sino complementarios. De un lado, produce una dignificación suprema de la vida presente, pues las criaturas se hacen ventanas abiertas a la contemplación de Dios, y todos los acontecimientos y acciones de este mundo, con frecuencia tan contingentes, tan precarios y triviales, se revelan, por así decirlo, como causas productoras de efectos eternos. Y de otro lado, al mismo tiempo, el don de ciencia muestra la vanidad del ser de todas las criaturas y de todas sus vicisitudes temporales, comparadas con la plenitud del ser de Dios y de la vida eterna.

No es fácil encarecer suficientemente hasta qué punto es necesario para la perfección el don de ciencia. Y hoy más que nunca. Todos los cristianos, los niños y los jóvenes, los novios y los matrimonios, los profesores, los políticos, los hombres de negocios, los párrocos y los religiosos, los obispos y los teólogos, necesitan absolutamente del don de ciencia para que sus mentes, dóciles a Dios, queden absolutamente libres de los condicionamientos envolventes del mundo en que viven.

Si pensamos que un cirujano que padece ofuscaciones frecuentes en la vista o que un conductor de autobús que sufre de vez en cuando mareos y desvanecimientos, no están en condiciones de ejercer su oficio, de modo semejante habremos de estimar que aquéllos que reciben importantes responsabilidades de gobierno, si no poseen suficientemente el don de ciencia, causarán sin duda grandes males en la sociedad y en la Iglesia.

Santos

Al don de ciencia se le suele decir la ciencia de los santos. Así la llamó Juan de Santo Tomás, en alusión a aquel texto de la Escritura: el Señor «les dió la ciencia de los santos» (Sab 10,10; In I-II, d.18, 43,10).

En todos los santos, es cierto, tanto en los cultos como en los incultos, ha brillado siempre el don de ciencia, por el cual el mundo visible viene a ser revelación de Dios. Ya no es el mundo para ellos un lastre, una distracción o una tentación, sino que se torna para ellos en escala maravillosa hacia la perfecta unión con Dios.

San Francisco de Asís, por ejemplo, «abrazaba todas las cosas con indecible devoción afectuosa, les hablaba del Señor y les exhortaba a alabarlo. Dejaba sin apagar las luces, lámparas, velas, no queriendo extinguir con su mano la claridad que le era símbolo de la luz eterna. Caminaba con reverencia sobre las piedras, en atención a Aquel que a sí mismo se llamó Roca... Pero ¿cómo decirlo todo? Aquel que es la Fuente de toda bondad, el que será todo en todas las cosas, se comunicaba a nuestro Santo también en todas las cosas» (Tomás de Celano, II Vida cp.124).

Por el precioso don de ciencia todos los santos, como el Poverello, han encontrado a Dios en las criaturas, y se han conmovido profundamente ante la belleza del mundo visible.

San Juan de la Cruz, por ejemplo, a un tiempo místico y poeta, halla palabras para expresar estas maravillas que da a conocer el don de ciencia:

El alma «comienza a caminar [espiritualmente] por la consideración y conocimiento de las criaturas al conocimiento de su Amado, Creador de ellas; porque, después del ejercicio del conocimiento propio, esta consideración de las criaturas es la primera en este camino espiritual» (Cántico 5,1).

Y es que, «aunque muchas cosas hace Dios por mano ajena, como de los ángeles o de los hombres, ésta que es crear nunca la hizo ni hace por otra que por la suya propia. Y así el alma mucho se mueve al amor de su Amado Dios por la consideración de las criaturas, viendo que son cosas que por su propia mano fueron hechas» (Cántico 5,3). Ve el alma que es Él quien las mantiene en su perenne belleza: «siempre están con verdura inmarcesible, que ni fenece ni se marchitan con el tiempo» (5,4).

Por eso, en la contemplación del mundo, el alma creyente, iluminada por el don de ciencia, «halla verdadero sosiego y luz divina y gusta altamente de la sabiduría de Dios, que en la armonía de las criaturas y hechos de Dios reluce; y siéntese llena de bienes y ajena y vacía de males, y, sobre todo, entiende y goza de inestimable refección de amor, que la confirma en amor» (14,4).

El don de ciencia da a conocer muy especialmente la belleza fascinante del alma humana que está en la gracia divina:

Sobre esto, santa Catalina de Siena le decía al Beato Raimundo, su director: «Padre mío, si viera usted el encanto de un alma racional, no dudo en absoluto que daría cien veces la vida por la salud de esa alma, pues en este mundo no hay nada que pueda igualar tanta belleza» (Leyenda 151). Y lo mismo decía Santa Teresa: «el alma del justo es un paraíso donde dice Él que tiene sus deleites... No hallo yo cosa con qué comparar la gran hermosura de un alma» (I Moradas 1,1). Y San Juan de la Cruz: «¡oh alma, hermosísima entre todas las criaturas!» (Cántico 1,7).

Pero, al mismo tiempo que esta grandeza y belleza de las criaturas, el don de ciencia muestra la vanidad profunda del mundo presente. Los santos, por eso, siempre han entendido con evidencia que «todas las cosas de la tierra y del cielo, comparadas con Dios, nada son, como dice Jeremías [4,3]» (1 Subida 4,3).

En efecto, «todo el ser de las criaturas, comparado con el infinito ser de Dios, nada es; y, por tanto, el alma que en ellas pone su afición [desordenada], delante de Dios también es nada y menos que nada» (ib.4,4).

El don de ciencia, de este modo, perfeccionando la fe, desengaña al hombre espiritual de todas las fascinaciones y mentiras con que el mundo engaña a los hombres mundanos. Son indecibles las fascinaciones que el mundo ejerce sobre los hombres, también sobre tantos cristianos: «toda la tierra seguía maravillada a la Bestia» (Ap 13,3). El resultado es un espanto: «mi pueblo está loco, me ha desconocido; son necios, no ven: sabios para el mal, ignorantes para el bien» (Jer 4,22).

Santa Teresa de Jesús, por el don de ciencia, captó con especial lucidez este engaño general en que viven los hombres.

Ella lo ve todo «al revés» de como lo ven los mundanos o de cómo lo veía ella antes. Y por eso se duele al pensar en su vida antigua, «ve que es grandísima mentira, y que todos andamos en ella» (Vida 20,26); «riese de sí, del tiempo en que tenía en algo los dineros y la codicia de ellos» (20,27), y «no hay ya quien viva, viendo por vista de ojos el gran engaño en que andamos y la ceguedad que traemos» (21,4). «¡Oh, qué es un alma que se ve aquí haber de tornar a tratar con todos, a mirar y ver esta farsa de esta vida tan mal concertada!» (21,6).

Asistido por el don de ciencia, el cristiano perfecto -santa Teresa, concretamente- ve la mentira de las cosas más estimadas por el mundo, y también muchas veces por los mismos cristianos piadosos.

En cierta ocasión, doña Luisa de la Cerca enseña en su casa una colección de joyas a su amiga Teresa de Jesús: «Ella pensó que me alegraran. Yo estaba riéndome entre mí y habiendo lástima de ver lo que estiman los hombres, acordándome de lo que nos tiene guardado el Señor, y pensaba cuán imposible me sería, aunque yo conmigo misma lo quisiese procurar, tener en algo aquellas cosas, si el Señor no me quitaba la memoria de otras.

«Esto es un gran señorío para el alma, tan grande que no sé si lo entenderá sino quien lo posee; porque es el propio y natural desasimiento, porque es sin trabajo nuestro: todo lo hace Dios [es, pues, don de ciencia], que muestra Su Majestad estas verdades de manera que quedan tan imprimidas, que se ve claro que no lo pudiéramos por nosotros de aquella manera en tan breve tiempo adquirir» (Vida 38,4).

El don de ciencia muestra también el pecado, por muy escondido que esté en la práctica común y general. El santo distingue con toda seguridad y facilidad lo que ofende a Dios y le desagrada, lo que es contrario al Evangelio, por muy aceptado que esté en el mundo y entre los mismos cristianos: costumbres, modas, criterios, espectáculos, etc. Y alcanza a ver, ve con una ciencia espiritual luminosa, la absoluta vanidad de todo aquello que en el mundo no está ordenado a Dios. Ve cómo las criaturas no finalizadas en su Creador, por mucho que se hinchen y aparenten -en la televisión y en la prensa, sea en la sociedad, sea en el mismo mundo de la Iglesia-, son nada, menos que nada, por grande que sea su brillo y esplendor. Lo ve, lo ve con toda claridad, porque el Señor mismo se lo muestra, como se lo hizo ver a Teresa:

« ¿Sabes qué es amarme con verdad? Entender que todos es mentira lo que no es agradable a mí. Con claridad verás esto que ahora no entiendes en lo que aprovecha a tu alma.

«Y así lo he visto, sea el Señor alabado, que después acá tanta vanidad y mentira me parece lo que yo no veo va guiado al servicio de Dios, que no lo sabría yo decir como lo entiendo, y lástima me hacen los que veo con la oscuridad que están en esta verdad» (Vida 40,1-2).

El santo, por el don de ciencia viene a ser desengañado del engaño colectivo; es decir, despierta del sueño que le mantenía espiritualmente dormido, como a tantos otros.

El Señor, sigue Teresa de Jesús, «me ha dado una manera de sueño en la vida, que casi siempre me parece estoy soñando lo que veo: ni contento ni pena que sea mucha no la veo en mí... Y esto es entera verdad, que aunque después yo quiera holgarme de aquel contento o pesarme de aquella pena, no es en mi mano, sino como lo sería a una persona discreta tener pena o gloria de un sueño que soñó. Porque ya mi alma la despertó el Señor de aquello que, por no estar yo mortificada ni muerta a las cosas del mundo, me había hecho sentimiento, y no quiere Su Majestad que se torne a cegar» (Vida 40,22).

Experiencias espirituales semejantes del don de ciencia, igualmente impresionantes, las hallamos en Santa Catalina de Siena. Cuenta el Beato Raimundo de Capua, dominico, director suyo:

Una vez el Señor Jesucristo se aparece a Santa Catalina y le dice: «¿Sabes, hija, quién eres tú y quién soy yo? Si llegas a saber estas dos cosas, serás bienaventurada. Tú eres la que no es; yo, en cambio, soy el que soy» (Leyenda 92). De esta premisa parte toda la doctrina espiritual de esta Doctora. «Si el alma -decía- conoce que por sí misma no es nada y que todo se lo debe al Señor, resulta que no confía ya en sus operaciones, sino sólo en las de Dios. Por esto el alma dirige toda su solicitud a Él. Sin embargo, el alma no deja para más tarde hacer lo que puede, pues al derivarse tal confianza del amor y al causar necesariamente el amor al amante el deseo de la cosa amada -deseo que no puede existir si el alma no hace las obras que le son posibles- resulta que ella actúa por razón del amor. Pero no por ello confía en su operación como cosa suya, sino como operación del Creador. Todo esto se lo enseña perfectamente [por el don de ciencia] el conocimiento de la nada que es y la perfección del mismo Creador» (99).

Hasta tal punto llega la lucidez espiritual sobrehumana de Catalina, y la referencia continua que ella hacía de la criatura a su Creador, que veía ella en los hombres con más claridad sus almas que sus cuerpos. Así se lo había pedido ella al Señor, y el Señor se lo concedió. «Y la gracia de este don, atestigua el Beato Raimundo, fue tan eficaz y perseverante que, a partir de entonces, Catalina conoció mejor que los cuerpos, las operaciones y la índole de todas las almas a las que se acercaba».

Una vez, «cuando le dije a solas que algunos murmuraban porque habían visto a hombres y a mujeres arrodillados ante ella, sin que ella lo impidiera, me respondió: "Sabe el Señor que yo poco o nada veo de los movimientos de quien tengo cerca. Estoy tan ocupada leyendo sus almas, que no me fijo para nada en sus cuerpos". Entonces le pregunté: "¿Ves, acaso, sus almas?". Y ella me respondió: "Padre, le revelo ahora en confesión que desde que mi Salvador me concedió la gracia de liberar a una cierta alma... no aparece casi nunca ante mí nadie de quien no intuya el estado de su alma"» (151).

«Daré una confirmación de esto que he dicho. Recuerdo que hice de intérprete entre el Sumo Pontífice Gregorio XI, de feliz memoria, y nuestra santa virgen, porque ella no conocía el latín y el Pontífice no sabía italiano. Mientras hablábamos, la santa virgen se lamentó de que en la Curia Romana, donde debería haber un paraíso de celestiales virtudes, se olía el hedor de los vicios del infierno. El Pontífice, al oírlo, me preguntó cuánto tiempo hacía que había llegado ella a la Curia. Cuando supo que lo había hecho pocos días antes, respondió: "¿Cómo en tan poco tiempo has podido conocer las costumbres de la Curia Romana?". Entonces ella, cambiando súbitamente su disposición sumisa por una actitud mayestática, tal como lo vi con mis propios ojos, erguida, prorrumpió en estas palabras: "Por el honor de Dios Omnipotente, me atrevo a decir que he sentido yo más el gran mal olor de los pecados que se cometen en la Curia Romana sin moverme de Siena, mi ciudad natal, del que sienten quienes los cometieron y los cometen todos los días". El Papa permaneció callado, y yo, consternado, razonaba en mi interior y me preguntaba con qué autoridad habían sido dichas unas palabras como aquéllas a la cara de un Pontífice» (152).

Ésta es la lucidez espiritual propia del don de ciencia. Esta santa sin estudios, más aún, analfabeta, viviendo siempre en Siena, sirviendo en la casa de su padre, el tintorero Benincasa, penúltima de veinticinco hermanos, siendo joven -muere a los treinta y tres años-, por el don espiritual de ciencia, por obra del Espíritu Santo, conoce mil veces mejor el mundo -el mundo de su época, el corazón de los hombres, el mundillo romano eclesiástico-, que tantos otros que, a pesar de sus muchos estudios y experiencias, no entienden nada, y ni sospechan siquiera cuáles son los problemas reales del siglo y de la Iglesia en que viven.

El don de ciencia da al pensamiento y a la acción del santo una suprema libertad respecto del mundo de su tiempo. Esa independencia total del mundo, se dice fácilmente, pero si no es por obra del Espíritu Santo, concretamente por el don de ciencia y por otros dones suyos, es imposible de vivir, al menos en forma plena. Conviene saberlo.

«Esta tan perfecta osadía y determinación en las obras -advierte San Juan de la Cruz- pocos espirituales la alcanzan, porque, aunque algunos tratan y usan este trato, nunca se acaban de perder en algunos puntos o de mundo o de naturaleza, para hacer las obras perfectas y desnudas por Cristo, no mirando a lo que dirán o qué parecerá... No están perdidos [del todo] a sí mismos en el obrar; todavía tienen vergüenza de confesar a Cristo por la obra delante de los hombres, teniendo respeto a cosas. No viven en Cristo de veras» (Cántico 30,8).

Alude aquí a su verso «diréis que me he perdido», y aún más a la enseñanza de Jesús: «el que quiera salvar su vida la perderá, y el que pierda su vida por mí la encontrará» (Mt 16,25).

Aún hay, sin embargo, quien estima que los santos, especialmente los de vida mística más alta, apenas entienden nada de la vida presente, alienados como están de ella por su misma vida contemplativa. Pero no, ellos son los únicos que de verdad entienden lo que sucede en el mundo y en la Iglesia de su tiempo. Eso está claro.

Disposición receptiva

Con la gracia de Dios, dispongámonos a recibir el precioso don de ciencia con estas prácticas y virtudes:

1. La oración, la meditación, la súplica. Siempre la oración es premisa primera para la recepción de todos los dones del Espíritu Santo, pero en éstos, como el don de ciencia, que son intelectuales, parece que es aún más imprescindible.

2. Procurar siempre ver a Dios en la criatura. Ignorar u olvidar que el Creador «no sólo le da el ser y el existir, sino que la mantiene a cada instante en el ser, le da el obrar y la lleva a su término» (Catecismo 300), es dejar el alma engañada, necesariamente envuelta en tinieblas y mentiras, en medio de la realidad presente.

3. Pensar, hablar y obrar con perfecta libertad respecto del mundo. Es decir, no tener ningún miedo a estimar que la mayoría -también la mayoría del pueblo cristiano-, en sus criterios y costumbres, está en la oscuridad y en la tristeza del error, al menos en buena parte. Aquí se nos muestra otra vez la mutua conexión necesaria de los dones del Espíritu Santo: el don de ciencia, concretamente, no puede darse sin el don de fortaleza.

4. Ver en todo la mano de Dios providente. Aprender a leer en el libro de la vida -en los periódicos, en lo que sucede, en lo que le ocurre a uno mismo-, pero aprender a leer ese libro con los ojos de Cristo. Él es nuestro único Maestro, el único que conoce el mundo celestial, y el único que entiende el mundo temporal, el único que comprende lo que sucede, lo que pasa, es decir, lo que es pasando.

5. Guardarse en fidelidad y humildad. El don de ciencia, efectivamente, es don de Dios, pero es un don que Dios concede a los humildes, a los que, recibiendo la gracia de la humildad, le buscan, le aman y guardan fielmente sus mandatos:

«Tu mandato me hace más sabio que mis enemigos, siempre me acompaña. Soy más docto que todos mis maestros, porque medito tus preceptos. Soy más sagaz que los ancianos, porque cumplo tus leyes» (Sal 118,98-100).​
 
Versículos del nuevo testamento que mencionan la ciencia

  • «¡Ay de vosotros, los legistas, que os habéis llevado la llave de la ciencia! No entrasteis vosotros, y a los que están entrando se lo habéis impedido.» (Lucas 11, 52)
  • educador de ignorantes, maestro de niños, porque posees en la ley la expresión misma de la ciencia y de la verdad... (Romanos 2, 20)
  • ¡Oh abismo de la riqueza, de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus designios e inescrutables sus caminos! (Romanos 11, 33)
  • Respecto a lo inmolado a los ídolos, es cosa sabida, pues todos tenemos ciencia. Pero la ciencia hincha, el amor en cambio edifica. (I Corintios 8, 1)

  • Porque a uno se le da por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu; (I Corintios 12, 8)
  • Aunque tuviera el don de profecía, y conociera todos los misterios y toda la ciencia; aunque tuviera plenitud de fe como para trasladar montañas, si no tengo caridad, nada soy. (I Corintios 13, 2)
  • La caridad no acaba nunca. Desaparecerán las profecías. Cesarán las lenguas. Desaparecerá la ciencia. (I Corintios 13, 8)
  • Porque parcial es nuestra ciencia y parcial nuestra profecía. (I Corintios 13, 9)
  • Y ahora, hermanos, supongamos que yo vaya donde vosotros hablándoos en lenguas, ¿qué os aprovecharía yo, si mi palabra no os trajese ni revelación ni ciencia ni profecía ni enseñanza? (I Corintios 14, 6)
  • en pureza, ciencia, paciencia, bondad; en el Espíritu Santo, en caridad sincera, (II Corintios 6, 6)
  • Y del mismo modo que sobresalís en todo: en fe, en palabra, en ciencia, en todo interés y en la caridad que os hemos comunicado, sobresalid también en esta generosidad. (II Corintios 8, 7)
  • Pues si carezco de elocuencia, no así de ciencia; que en todo y en presencia de todos os lo hemos demostrado. (II Corintios 11, 6)
 

EL DON DE CIENCIA EN LA BIBLIA​



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¿QUE ES EL DON DE CIENCIA EN LA BIBLIA?, ESTUDIO BÍBLICO (DON DE PALABRA DE CIENCIA)​

Biblia abierta, candela encendida y lentes

Don de palabra de ciencia, estudio bíblico, ¿Qué es el don de ciencia en la Biblia?, significado​


¿Qué es don de ciencia? … El segundo don en I Corintios 12 es “La palabra de ciencia” o don de ciencia. La palabra griega para “ciencia” en este pasaje es la palabra común, gnosis. “Ciencia” significa “familiaridad, o atención . . . la suma o el rango de lo que ha sido percibido, descubierto, o aprendido.”

(También te puede interesar: Los 9 dones del Espíritu Santo)


Lo que es don de ciencia... una revelación, lo que significa esto​


Este don de ciencia se trata de una revelación de información divina a alguien que no lo conoce por medios naturales. Aunque otra persona pueda conocerlo, el receptor lo obtiene del Espíritu por medio del don de ciencia. Como la palabra de sabiduría, la palabra de “ciencia” no significa el todo de la ciencia de Dios, sino una porción de la ciencia de Dios.

Definición del don de palabra de ciencia, lo que es el don de ciencia​



Definición de don de ciencia​


Vamos a definir lo que es el don de ciencia. Desde el texto y el contexto de los capítulos 12-14 de I Corintios, podemos definir la palabra de ciencia como el don sobrenatural de una porción de información divina para una necesidad específica.

Ejemplo de lo que es el don de ciencia en la Biblia​


Hechos 5:1-10 provee un ejemplo de este don de palabra de ciencia (Lo que es el don de ciencia):​


“Pero cierto hombre llamado Ananías, con Safira su mujer, vendió una heredad, y sustrajo del precio, sabiéndolo también su mujer; y trayendo sólo una parte, la puso a los pies de los apóstoles. Y dijo Pedro: Ananías, ¿Por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo, y sustrajeses del precio de la heredad? Reteniéndola, ¿No se te quedaba a ti? y vendida, ¿No estaba en tu poder? ¿Por qué pusiste esto en tu corazón? No has mentido a los hombres, sino a Dios.

(También puedes leer: El don de Lenguas)

Al oír Ananías estas palabras . . . Pasado un lapso como de tres horas, sucedió que entró su mujer, no sabiendo lo que había acontecido. Entonces Pedro le dijo: Dime, ¿Vendisteis en tanto la heredad? Y ella dijo: Sí, en tanto. Y Pedro le dijo:

¿Por qué convinisteis en tentar al Espíritu del Señor? He aquí a la puerta los pies de los que han sepultado a tu marido, y te sacarán a ti. Al instante ella cayó a los pies de él, y expiró”. En este pasaje vemos el don de ciencia en operación.

El don de ciencia en operación​


En el texto anterior, Dios reveló milagrosamente, por medio del don de ciencia, al Apóstol Pedro información secreta conocida solamente por Ananías y Safira. Ellos disimularon entregar el precio total de su terreno a la iglesia cuando en la realidad entregaron solamente una parte.

(También puedes visitar la sección sobre El Espíritu Santo)

Dios le reveló a Pedro por medio del don de ciencia​


Aunque, Ananías y Safira su mujer, tenían derecho de guardar una parte o todo el dinero, ellos pecaron por mentir a la iglesia, y Dios le reveló la verdad a Pedro. Después que Ananías murió, Dios le reveló a Pedro que Safira recibiría el mismo juicio, todo esto por medio del don de ciencia.

El don de ciencia, es la única manera que Pedro pudiera conocer todo lo anterior, sobre la heredad vendida por Ananías y Safira, esto por medio de la revelación del Espíritu de Dios, esto es el don de palabra de ciencia operando por medio del apóstol Pedro.

EJEMPLOS DE OPERACIÓN O USO DEL DON DE CIENCIA (LO QUE ES EL DON DE PALABRA DE CIENCIA)​


Uso del don de ciencia (Ejemplos del don de la ciencia), lo que es el don de ciencia​


En Corea, mi madre y otros dos ministros estuvieron caminando a un pueblo costeño remoto para orar por un pastor quien estaba muy enfermo. (Mi padre tuvo que asistir a una reunión importante en el ministerio de asuntos culturales y de educación, lo cual tenía jurisdicción sobre la obra misionera).

(Te puede interesar: Prédicas Cristianas Escritas)

Los ministros tomaron un atajo por medio de unos campos de cultivo de arroz, una senda que mi madre no conocía. Pronto comenzó a nevar fuertemente hasta que no se podía ver casi nada. Los viajeros comenzaron a caer en las zanjas de regadío al lado de la senda. Lo que debería de haber sido una caminata de 45 minutos se convirtió en una caminata de 2 horas y aún no se podía ver el final del camino. El grupo estaba totalmente perdido.

Mi madre comenzó a orar fervientemente, y el Señor le hizo sentir que debería ir por el otro sentido. Sus compañeros pusieron fuertes objeciones diciendo que la senda los llevaría al Mar Amarillo, y esto les sería peligroso. Mi madre insistió que Dios le había hablado (El don de ciencia) y que ella iba a viajar en aquella dirección. Recelosamente, los otros le siguieron.

(También puedes visitar la sección de Espíritu Santo y hablar en Lenguas)

Después de una hora más de caminar vieron las luces del pueblo que buscaban. Sus manos estaban tan adormecidas que no pudieron tocar la puerta, pero una palabra de ciencia les hizo llegar sanos y salvos.

Don de ciencia en operación​


Mientras que estuvieron en Corea mis padres conducían cultos en inglés para los soldados norteamericanos además de atender a su obra misionera entre los coreanos. Un día un soldado y el hijo adolescente de un sargento mayor llegaron a su casa para la oración. Cuando ellos entraron por la puerta, Dios le reveló a mi padre, por medio del don de ciencia, que el soldado era homosexual. En consejos privados con mis padres, el hombre confesó su homosexualidad, y mi padre tomó medidas para asegurar que no estaría a solas con ninguno de los jóvenes.

Otros ejemplos de don de ciencia (Lo que es el don de ciencia)​


Al terminar un culto evangelístico un domingo en la noche en la ciudad de Hammond, Louisiana, Dios le hizo sentir a mi madre, por medio del don de ciencia, que alguien debería tomar una decisión definitiva aquella noche. Ella le dijo a la congregación, “Hay alguien aquí que no debe dejar este edificio sin hablar con Dios. Siento una carga muy pesada acerca de esto.” Una semana después, un obrero de construcción quien había estado en aquel culto fue herido en el trabajo y más tarde murió.

(Puedes leer más Estudios bíblicos)

En otra ocasión en Gonzáles, Louisiana, mi madre estuvo aconsejando a una mujer que había recibido el Espíritu Santo pero que seguía viviendo una vida pecaminosa. El Espíritu de Dios vino sobre mi madre y le reveló, por medio del don de ciencia, que algo serio le iba acontecer a aquella mujer si no se arrepentía. Dentro de una semana ella estuvo en el hospital con un brazo y una pierna paralizados. Después que se arrepintió en el hospital y que había consagrado su vida totalmente a Dios, Él la sanó.

Varias veces he sentido la dirección de Dios a hacer peticiones específicas mientras que estuve orando con la gente. Después algunas personas me dijeron, “Tú oraste exactamente de acuerdo a mis necesidades,” aunque no tenía ningún conocimiento humano de ellos o de sus situaciones.

En el año 1994, hablé en un retiro para ministros y sus esposas en el estado de Pennsylvania. El Señor se movió poderosamente en la última sección, y comencé a orar por varias personas. Después un pastor principal me dijo, “Yo noté que usted caminó directamente a un ministro joven que es de nuestra iglesia, pasando a todos los demás, e impuso sus manos sobre él. Él está en medio de una crisis y tiene que formular una decisión importante. Las palabras que tú oraste describieron su situación exactamente”. Esto por medio del don de ciencia.

(Puedes visitar la sección de Vida Cristiana)

En 1997, una persona por primera vez en su vida vino a nuestra iglesia en Austin. Ella tenía una necesidad urgente. La iglesia donde normalmente asistía enseñaba el bautismo del Espíritu Santo, pero la mayoría de sus miembros no habían recibido esta experiencia.

El domingo anterior el pastor y toda la congregación había orado con esta mujer, pero ella no había sentido el poder de Dios. Cuando ella visitó nuestra iglesia, sentí dirigirme a orar con ella personalmente. Más tarde ella le dijo a la persona que le había invitado, “El oró exactamente de acuerdo a mis necesidades, y Dios me tocó. Yo sé que Dios dirigió sus oraciones.”

Mientras estuve predicando en Austin un domingo en la mañana, en medio de mi mensaje sentí decir, “Si hay alguien aquí hoy que no sabe si existe Dios o no, a usted Dios se revelará, si usted pide que lo haga”.

No sabía, pero una persona que nos visitó por primera vez entró tarde, justo antes de que yo hiciera aquella declaración. Después del culto ella me dijo, “Fui criada en una denominación tradicional, y yo sé usar todo el lenguaje religioso correcto. Nadie más, ni mi propia familia tiene alguna idea de lo que le voy a decir, pero yo no sé si Dios existe o no. ¿Cree Usted que Él sí se revelará a mí?” Le contesté que Él ya había comenzado a hacerlo, porque le había hablado por medio de mi mensaje. Más tarde ella tuvo un encuentro personal con Dios, fue bautizada en el nombre de Jesús y llenada del Espíritu Santo.
Hermano, tu traduccion es problematica. La palabra griega gnosis significa sencillamente "conocimiento". Desafortunadamente los traductores al Castellano clavaron "ciencia" en 1 Tim 6:20 de manera arbitraria. Lo digo porque en ninguna otra traduccion se usa esa interpretacion. La palabra aparece 28 veces en el NT en griego y siempre es traducida como "conocimiento".

El pasaje describe, a grandes rasgos lo siguiente:

La palabra de sabiduría - Una a la que ha dotado de sabiduría, o la ha distinguido por sus puntos de vista sabios, prudentes y completos del plan de redención, y con la facultad de explicarlo claramente a la comprensión de la gente. No es seguro que el apóstol quisiera decir que esta era la dotación más importante o más elevada porque la coloca en primer lugar en orden. Su propósito no parece ser observar el orden de importancia y valor, sino declarar, como se le ocurrió, el hecho de que estas diversas dotaciones habían sido conferidas a diferentes personas en la iglesia. El sentido es que un hombre sería prominente y distinguido como hombre sabio: un consejero, instructor y consejero prudente.

A otro la palabra de conocimiento - Otro se distinguiría por el conocimiento. Sería instruido; Tendría una visión clara del plan de salvación y de las doctrinas y deberes de la religión. En el ministerio se observa en todo momento la misma variedad. Un hombre es eminente como sabio; otro como hombre de inteligencia y conocimiento; y ambos pueden ser igualmente útiles en su lugar en la iglesia. Por el mismo Espíritu - Todo debe remontarse al mismo Espíritu; todo, por tanto, puede ser realmente útil y necesario; y uno no debe enorgullecerse de sus dotes más que el otro.

Lo siento pero tu descripcion expansiva del versiculo no guarda congruencia textual con el pasaje.

Saludos.
 
Donde menciono a 1 timoteo 6,20?

¿Cual es tu concepto de don de ciencia?
¡Algún versiculo donde diga verdaderamente ciencia y no conocimiento?eo


El versiculo de timoteo dice :
20.Timoteo, guarda el depósito. Evita las palabrerías profanas, y también las objeciones de la falsa ciencia;


Por otro lado parece no haber leido la visión catolica del don de ciencia, y no está utilizando ningún versiculo que he publicado, lo hice para buscar la palabra, si algo me decia.
 
Última edición:
Es interesante lo que nos dice el diccionario RAE

ciencia
Del lat. scientia.

1. f. Conjunto de conocimientos obtenidos mediante la observación y el razonamiento, sistemáticamente estructurados y de los que se deducen principios y leyes generales con capacidad predictiva y comprobables experimentalmente.

2. f. Saber o erudición. Tener mucha, o poca, ciencia. Ser un pozo de ciencia. Hombre de ciencia y virtud.

3. f. Habilidad, maestría, conjunto de conocimientos en cualquier cosa. La ciencia del caco, del palaciego, del hombre vividor.

4. f. pl. Conjunto de conocimientos relativos a las ciencias exactas, físicas, químicas y naturales.



En este sentido ciencia en un conjunto de conocimientos.
 
Que nos dice un diccionario biblico?


Palabra de ciencia y de sabiduria Que es, Concepto y Definicion​

Palabra de ciencia y de sabiduria - Hispano-Americano de la Mision​


Dones del Espiritu Santo, gen. mencionados entre los dones de revelación. Se los conoce también como «conocimiento» o «sabiduría.» Son discernimientos de la voluntad o planes de Dios, ya sea en un sentido amplio o en situaciones particulares ver (1 Corintios 8:2) «Y si alguno se imagina que sabe algo, aún no sabe nada como debe saberlo». (1 Corintios 13:2) «Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy». (2 Corintios 1:20-24). (2 Corintios 2:6-11). (2 Corintios 6:5) «en azotes, en cárceles, en tumultos, en trabajos, en desvelos, en ayunos». Se incluye también el tipo de experiencias de éxtasis y visiones que Pablo menciona en (2 Corintios 5:13) «Porque si estamos locos, es para Dios; y si somos cuerdos, es para vosotros», y (2 Corintios 12:1-7), o la experiencia más concreta de ser guiado por el Espíritu Santo (Romanos 8:14) «Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios». (Gálatas 5:18) «Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley», o de recibir discernimiento para tomar decisiones difíciles o definir juicios éticos como en (Romanos 12:2) «No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta». (Romanos 14:22) «¿Tienes tú fe? Tenla para contigo delante de Dios. Bienaventurado el que no se condena a sí mismo en lo que aprueba». (Filipenses 1:10) «para que aprobéis lo mejor, a fin de que seáis sinceros e irreprensibles para el día de Cristo».
Como los otros dones espirituales, estos dones son importantes para la edificación de la iglesia y para asistirla en el cumplimiento de su misión. Muchas veces operan asociados con el don de profecía. (Ver dones). 2. Ps «es la habilidad especial que Dios da a ciertos miembros del cuerpo de Cristo para conocer la mente del Espíritu Santo, de manera tal de recibir discernimiento en cuanto a cómo un conocimiento determinado puede ser aplicado de la mejor manera a necesidades específicas que surjan en el cuerpo de Cristo» (C. Peter Wagner).
Gen. se considera que una ps es una revelación espontánea y sobrenatural, que resulta en una orientación sabia, un consejo oportuno, una guía adecuada o un conocimiento debidamente aplicado. La ps tiene como su foco a Cristo (1 Corintios 1:30) «Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención». Se trata de una enseñanza, predicación o palabra especial, dada por el Espíritu Santo, a través de una persona particular, para la edificación de la iglesia. 3. Pc sirve «para descubrir, acumular, analizar y clarificar información e ideas que son pertinentes al crecimiento y bienestar del cuerpo de Cristo» (C. Peter Wagner). Gen.
Se considera que una pc es un discernimiento sobrenatural, que resulta en una información específica acerca de la condición de una persona o de una circunstancia, que es revelada de manera sobrenatural y espontánea por el Espíritu Santo. Según este concepto, una pc es una impresión mental, un cuadro o una imagen mental, una visión o sensación física, a través de la cual el Espíritu Santo pone de manifiesto un hecho o una circunstancia que está oculto y que no se conoce.
Se trata de la revelación sobrenatural mediante el Espíritu de ciertos hechos en la mente de Dios, algún detalle de lo que Dios conoce; es la revelación de la existencia, condición o circunstancias de alguna persona, objeto o lugar, de la ubicación u ocasión de algún evento. (Ver dones).