EL DIOS TRIUNO SEGUN SE REVELA EN APOCALIPSIS

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5 Septiembre 2001
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EL DIOS TRIUNO SEGUN SE REVELA EN APOCALIPSIS
Lección once
Lectura bíblica
Ap. 1:1, 4-5, 7; 21:12-13; 22:1; Jn. 7:37-39; Ef. 3:9; Jn. 1:29; Ef. 1:7; Jn. 3:6.
Bosquejo
I. La gracia y la paz que el Dios Triuno imparte
II. El hablar del Espíritu
III. El Dios Triuno se expresa por medio de la Nueva Jerusalén
A. El Dios Triuno como nuestro acceso
B. El Dios Triuno como nuestra existencia
Texto
En esta lección llegamos al último libro de la Biblia, el Apocalipsis. La Biblia en su totalidad es la revelación de Dios, y Apocalipsis es la conclusión de toda la Biblia. Así que, en este libro tenemos la revelación final y completa acerca de Dios. Dios es triuno, y en Apocalipsis, el libro que contiene la revelación final de todas las cosas, vemos algo más profundo, elevado, rico y dulce concerniente a nuestro Dios Triuno.
I. LA GRACIA Y LA PAZ QUE EL DIOS TRIUNO IMPARTE
En el capítulo uno tenemos una salutación maravillosa. En Apocalipsis 1:4 y 5 dice: “Gracia y paz a vosotros de parte de Aquel que es y que era y que ha de venir, y de los siete Espíritus que están delante de Su trono; y de Jesucristo, el Testigo fiel, el Primogénito de entre los muertos, y el Soberano de los reyes de la tierra”. Este pasaje afirma que recibimos gracia y paz de parte del Dios Triuno. La expresión: “Aquel que es y que era y que ha de venir” se refiere a Dios el Padre eterno; los “siete Espíritus que están delante de Su trono” denotan a Dios el Espíritu; y “Jesucristo”, por supuesto, alude a Dios el Hijo, quien es el Testigo fiel, el Primogénito de entre los muertos y el Soberano de los reyes de la tierra. La mayoría de las epístolas principian con una salutación, pero ésta es “la salutación consumada del Dios Triuno”. Si oramos-leemos este versículo, ciertamente disfrutaremos la gracia y la paz del Dios Triuno.
II. EL HABLAR DEL ESPÍRITU
En los capítulos dos y tres de Apocalipsis vemos que el Señor es el Espíritu. En estos capítulos se hallan siete epístolas escritas a siete iglesias locales. Al principio de cada epístola habla el Señor (2:1, 8, 12, 18; 3:1, 7, 14), pero al final de cada epístola es el Espíritu quien habla (2:7, 11, 17, 29; 3:6, 13, 22). Esto muestra que siempre que el Señor Jesús habla, es el Espíritu quien habla. Puesto que El Señor es el Espíritu y el Espíritu es el Señor, el hablar del Señor equivale al hablar del Espíritu.
¿Ha oído usted alguna vez el hablar del Señor? Tal vez no lo haya oído con sus oídos físicos, pero El puede hablar a su espíritu, es decir, a sus “oídos espirituales”, ya que Cristo es el Espíritu que habla. Si usted lee la Palabra de Dios con un espíritu abierto, el Espíritu le hablará algo de Cristo en su interior. Por ejemplo, en la epístola a Efeso el Señor dice: “Pero tengo contra ti que has dejado tu primer amor. Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete...” (Ap. 2:4-5). Luego, el versículo 7 dice: “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias”. Al leer estos versículos quizás reconozca que el Señor no es su primer amor, o sea, su mejor amor. Esto significa que usted ama otras cosas, tal como la buena ropa, la música o los juegos de computadora, más que al propio Señor. Este sentir interior es el hablar del Espíritu, es decir, el Señor mismo hablándole. Tal hablar lo llevará a que se arrepienta y se vuelva al Señor orando de la siguiente manera: “Oh, Señor, te amo sólo a Ti. No me interesa nada más. Quiero estar locamente enamorado de Ti. Te amo sobremanera. Tu eres mi mejor amor, mi primer amor”. Si ora de esta manera, la gracia y la paz del Dios Triuno lo llenarán, usted disfrutará de la presencia del Señor como gracia, y su corazón estará en paz con Dios. ¡Aleluya porque El nos ama tanto! ¡El debe ser nuestro primer amor!
III. EL DIOS TRIUNO SE EXPRESA POR MEDIO DE LA NUEVA JERUSALÉN
En los capítulos 21 y 22 de Apocalipsis el Dios Triuno se revela a lo máximo por medio de la Nueva Jerusalén. Todas las características que Juan describe acerca de la ciudad santa son símbolos maravillosos que nos muestran al Dios Triuno y Su economía. A continuación veremos tan sólo dos de estas características.
A. El Dios Triuno como nuestro acceso
En Apocalipsis 21:12 y 13 dice que esta ciudad tiene “un muro grande y alto con doce puertas ... al oriente tres puertas; al norte tres puertas; al sur tres puertas; al occidente tres puertas”. Las tres puertas de cada lado indican que el Dios Triuno —el Padre, el Hijo y el Espíritu— trabaja conjuntamente a fin de introducir al hombre en la ciudad. Esto se muestra en las tres parábolas de Lucas capítulo 15. En la lección ocho vimos que para conducir a un pecador a la casa del Padre: se necesita al Hijo como el Pastor que trae de regreso a la oveja perdida, se necesita al Espíritu para alumbrar el corazón de las personas a fin de que se arrepientan, y se necesita al Padre para recibir al hijo pródigo arrepentido que regresa. Por lo tanto, el Dios Triuno es nuestro acceso a la Nueva Jerusalén.
Cada uno de los cuatro lados de la ciudad tenía tres puertas, y todas las puertas eran exactamente iguales. Esto indica que el Dios Triuno está disponible al hombre en los cuatro ángulos de la tierra. Existe una entrada a la ciudad santa tanto para los que vienen del este, como para los del norte, del sur o del oeste. En la próxima lección veremos que la Nueva Jerusalén no es una ciudad física, sino que es el Dios Triuno mezclado con Su pueblo. ¡Qué acceso tan práctico y maravilloso tiene esta ciudad!
B. El Dios Triuno como nuestra existencia
Apocalipsis 22:1 dice: “Y me mostró un río de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero...”. Este versículo muestra al Dios Triuno en Su totalidad, pues incluye a Dios, al Cordero y al río, el cual representa al Espíritu (Jn. 7:38-39). Observe que no existen dos tronos, uno para Dios y otro para el Cordero. Únicamente hay un trono. Entonces ¿cómo se sientan ambos, Uno junto al Otro o Uno encima del Otro? Sabemos que Dios está en el Cordero y el Cordero está en Dios, es decir, que moran el Uno en el Otro; y de este trono fluye Dios el Espíritu como un río. Cuando el Espíritu llega a nosotros, obtenemos al Padre y al Hijo.
Esta escena muestra que nuestra existencia se deriva del Dios Triuno. Primero, Dios el Padre es el Creador (Ef. 3:9). El creó todas las cosas, incluyéndonos a usted y a mí. Si El no nos hubiera creado, ciertamente no existiríamos; así que debemos agradecerle por ser el Dios creador. En segundo lugar, el Hijo —el Cordero— es nuestro Redentor (Jn. 1:29; Ef. 1:7). El derramó Su sangre por nuestros pecados a fin de redimirnos para Dios. Sin Su redención, estaríamos para siempre en el lago de fuego, bajo la condenación de Dios. ¡Alabemos a nuestro Cordero-Redentor! Finalmente, el río de vida representa al Espíritu, quien es nuestro Regenerador (Jn. 3:6). El Espíritu nos regenera al hacernos nacer de Dios. Luego, se imparte continuamente en nosotros a fin de que crezcamos en Dios y le expresemos. Esto permite nuestra existencia como hijos de Dios. Debemos valorar grandemente el hecho de que Dios sea triuno, pues ello permite nuestra existencia tripartita; El es nuestro Creador, nuestro Redentor y nuestro Regenerador.
Preguntas
1. Ore-lea con sus compañeros Apocalipsis 22:1-2.
2. Explique cómo Apocalipsis 22:1-2 revela al Dios Triuno.
¡Jesus es el Señor!
¡Jesus es el Señor!
 
¿Que significa el vocablo triuno?

Primera ves que leo algo parecido. Trinidad s,i esta palabra me es familar, pero triuno, no. No creo que sean sinonimos.