Hace poco más de un año tuve una lesión en mi dedo. Por cargar el asa de una jarra enorme y pesada, se me trabó el dedo, dañando el ligamento y dejándome incapacitado por un mes. Estuve con el dedo tullido. Buscando ayuda médica, el especialista me dijo que se trataba de una fractura por compresión.
Este especialista me recomendó hacer ejercicios de estiramiento para recuperar, al menos en parte, la movilidad. No fue fácil porque el dolor en la mano, y no solo en el dedo, era una molestia constante. Lentamente, y doblando hasta donde me era posible, empecé a ejercitarme.
Días, semanas y meses pasaron. Poco a poco he recobrado algo de flexibilidad, aunque las molestias siguen ahí cuando llego a golpearme el dedo. El caso es que he recuperado la movilidad del dedo en un 80 por ciento. El daño en el ligamento sigue ahí. Pero el mismo diseño que Dios pensó para el cuerpo humano, permite una regeneración progresiva y dinámica, gracias al uso constante de un miembro lesionado o dañado.
Después de este tiempo, he recuperado casi toda la capacidad, excepto por un problema. He perdido cierta fuerza de agarre en la mano por causa de esta lesión, lo que no me deja cargar objetos pesados. Procuro cuidarme porque un descuido podría empeorar las cosas, haciéndome perder la movilidad recuperada. Pero doy gracias a Dios porque la lesión ha cedido poco a poco.
Saludos.
