A menudo leo o escucho a líderes católicos hablar de evangelización. Luego que Colón descubrió el Nuevo Mundo, órdenes católicas se lanzaron, junto con los conquistadores, a "evangelizar" a los aborígenes americanos. La religión fue impuesta y logró cierto éxito, debido a la superstición reinante. Los indios vieron en los ídolos refinados del catolicismo cierta relación con los ídolos que ellos adoraban. Pero no todo fue color de rosa: hubo aborígenes que rechazaron la religión que les intentaron imponer. Por eso fue necesaria la Inquisición en las Indias.
Muchos indios fueron masacrados por negarse a aceptar la religión, muchas veces por ver la avaricia por el oro de los conquistadores, el rapto de sus mujeres, la quema de sus aldeas y la destrucción de sus dioses. A pesar de sacerdotes como Bartolomé de las Casas, los españoles no dieron tregua.
Luego vinieron los protestantes y enseñaron lo que es el verdadero evangelio; sin papas, sin ídolos, sin rituales. Desgraciadamente, algunos de los grupos protestantes vinieron también unidos a empresas norteamericanas que se instalaron con el propósito de enriquecerse a costa de los pobres indígenas. Esto dio pie a que la Iglesia católica mancillara la buena obra de los evangélicos que se iban estableciendo en las tierras conquistadas.
Es fácil "convertir" a un indio a la religión católica. Pero hoy, ¿a quién van a evangelizar? La jerarquía católica se ha dado cuenta de que está perdiendo terreno. Que los millones que se hacen evangélicos provienen de las filas católicos; que los que se añaden a sus filas, con rarísimas excepciones, son los niños que bautizan. Saben que su ridículo y anacrónico celibato impuesto a os sacerdotes ha hecho que miles se aparten de su iglesia.
Y hoy hablan de evangelización. ¿A quienes van a "evangelizar"? Ya no quedan casi indios incultos que puedan engañar con sus estatuas de María y lo santos. Por eso apelan tanto a supuestas apariciones de la virgen María, como el caso de Juan Diego y el Tepeyac. No en balde beatificaron al indiecito supersticioso. Esto les convenía para espandirse en Mexico y en otros países americanos.
Pero el pueblo no es tonto; las conversiones a las iglesias evangélicas siguen creciendo, más que nunca antes: y casi toda esa masa de conversos proviene del catolicismo romano. La sede papal de Roma está temblando. No hay poder terrenal que pueda apagar la llama del evangelismo genuino.
Muchos indios fueron masacrados por negarse a aceptar la religión, muchas veces por ver la avaricia por el oro de los conquistadores, el rapto de sus mujeres, la quema de sus aldeas y la destrucción de sus dioses. A pesar de sacerdotes como Bartolomé de las Casas, los españoles no dieron tregua.
Luego vinieron los protestantes y enseñaron lo que es el verdadero evangelio; sin papas, sin ídolos, sin rituales. Desgraciadamente, algunos de los grupos protestantes vinieron también unidos a empresas norteamericanas que se instalaron con el propósito de enriquecerse a costa de los pobres indígenas. Esto dio pie a que la Iglesia católica mancillara la buena obra de los evangélicos que se iban estableciendo en las tierras conquistadas.
Es fácil "convertir" a un indio a la religión católica. Pero hoy, ¿a quién van a evangelizar? La jerarquía católica se ha dado cuenta de que está perdiendo terreno. Que los millones que se hacen evangélicos provienen de las filas católicos; que los que se añaden a sus filas, con rarísimas excepciones, son los niños que bautizan. Saben que su ridículo y anacrónico celibato impuesto a os sacerdotes ha hecho que miles se aparten de su iglesia.
Y hoy hablan de evangelización. ¿A quienes van a "evangelizar"? Ya no quedan casi indios incultos que puedan engañar con sus estatuas de María y lo santos. Por eso apelan tanto a supuestas apariciones de la virgen María, como el caso de Juan Diego y el Tepeyac. No en balde beatificaron al indiecito supersticioso. Esto les convenía para espandirse en Mexico y en otros países americanos.
Pero el pueblo no es tonto; las conversiones a las iglesias evangélicas siguen creciendo, más que nunca antes: y casi toda esa masa de conversos proviene del catolicismo romano. La sede papal de Roma está temblando. No hay poder terrenal que pueda apagar la llama del evangelismo genuino.