El bautismo del fuego y del Espíritu:
El hecho de que Jesús fuera crucificado y con él, todos nuestros pecados, no indica que ya nosotros hemos sido crucificados junto con él, ni mucho menos que nuestro hombre viejo haya desaparecido de nosotros. Indica que Dios encarnado, siendo precisamente encarnado como nosotros aún sin tener el pecado, vino a encarnarse para demostrarnos que es posible crucificar el hombre viejo. Él lo hizo con todos los pecados que solemos tener. Indicó una forma, un modelo, un sistema para poder abordarlo. Es decir, que el hombre viejo sigue morando en nosotros, aún después del bautismo del agua, ya que el bautismo del agua es simplemente un recordatorio de que así como te lavas por fuera con agua y desaparece la suciedad, así has de lavarte también por dentro, para que desaparezca la suciedad, el pecado, es decir el hombre viejo. Y Juan el Bautista indicaba además que él bautizaba con agua, pero que ha de venir uno que bautice con fuego y Espíritu. Es decir, el bautismo por agua o inmersión es un símbolo del verdadero bautismo, que vendrá después con Jesús y que lo hará ya en el interior, por medio del fuego y del Espíritu. Pero ese Uno que ha de llegar, en la mayoría de nosotros AÚN no ha llegado.
Si después del bautismo, seguimos estando contaminados y somos pecadores, hay que deducir que el verdadero bautismo vendrá DESPUES. ¿Quién trae ese bautismo? Jesús mismo. Por lo tanto el hecho de creer que ya no somos pecadores por asistir a determinados ritos o templos, es una falacia. Eso es en realidad: “pasar el plumero sobre los muebles quitándoles el polvo acumulado por el tiempo y el descuido”. Se necesita de una intervención divina del Espíritu para iniciar el proceso del Evangelio. Mientras, el hombre viejo sigue en nosotros, y de hecho, la forma de hablar de muchos de Vds. indica que es la voz todavía del hombre viejo. Es más, la pretensión de esto y la idea de que ya somos salvos, es un engaño de ese hombre viejo por su propia supervivencia.
Cuando Jesús mismo viene con su bautismo que no lo da ninguna iglesia, es cuando empieza el proceso del Evangelio y se escribe en nuestro corazón. Entonces el hombre viejo se rebela ante la indicación del Espíritu de que se vaya. Y entonces se produce en muchos casos el proceso de la Cruz que se cuentan en los Evangelios. Pero el viejo hombre no solo debe ser clavado en la Cruz en cada uno de nosotros, sino que debe ser muerto. Cuando eso ocurre, verdaderamente se puede decir que ya no tenemos pecado, que ya no somos pecadores, y entonces Renacemos a nuestro verdadero ser.
[]Cedesin>
El hecho de que Jesús fuera crucificado y con él, todos nuestros pecados, no indica que ya nosotros hemos sido crucificados junto con él, ni mucho menos que nuestro hombre viejo haya desaparecido de nosotros. Indica que Dios encarnado, siendo precisamente encarnado como nosotros aún sin tener el pecado, vino a encarnarse para demostrarnos que es posible crucificar el hombre viejo. Él lo hizo con todos los pecados que solemos tener. Indicó una forma, un modelo, un sistema para poder abordarlo. Es decir, que el hombre viejo sigue morando en nosotros, aún después del bautismo del agua, ya que el bautismo del agua es simplemente un recordatorio de que así como te lavas por fuera con agua y desaparece la suciedad, así has de lavarte también por dentro, para que desaparezca la suciedad, el pecado, es decir el hombre viejo. Y Juan el Bautista indicaba además que él bautizaba con agua, pero que ha de venir uno que bautice con fuego y Espíritu. Es decir, el bautismo por agua o inmersión es un símbolo del verdadero bautismo, que vendrá después con Jesús y que lo hará ya en el interior, por medio del fuego y del Espíritu. Pero ese Uno que ha de llegar, en la mayoría de nosotros AÚN no ha llegado.
Si después del bautismo, seguimos estando contaminados y somos pecadores, hay que deducir que el verdadero bautismo vendrá DESPUES. ¿Quién trae ese bautismo? Jesús mismo. Por lo tanto el hecho de creer que ya no somos pecadores por asistir a determinados ritos o templos, es una falacia. Eso es en realidad: “pasar el plumero sobre los muebles quitándoles el polvo acumulado por el tiempo y el descuido”. Se necesita de una intervención divina del Espíritu para iniciar el proceso del Evangelio. Mientras, el hombre viejo sigue en nosotros, y de hecho, la forma de hablar de muchos de Vds. indica que es la voz todavía del hombre viejo. Es más, la pretensión de esto y la idea de que ya somos salvos, es un engaño de ese hombre viejo por su propia supervivencia.
Cuando Jesús mismo viene con su bautismo que no lo da ninguna iglesia, es cuando empieza el proceso del Evangelio y se escribe en nuestro corazón. Entonces el hombre viejo se rebela ante la indicación del Espíritu de que se vaya. Y entonces se produce en muchos casos el proceso de la Cruz que se cuentan en los Evangelios. Pero el viejo hombre no solo debe ser clavado en la Cruz en cada uno de nosotros, sino que debe ser muerto. Cuando eso ocurre, verdaderamente se puede decir que ya no tenemos pecado, que ya no somos pecadores, y entonces Renacemos a nuestro verdadero ser.
[]Cedesin>