El Bautismo Católico

6 Mayo 2005
205
0


EL BAUTISMO.

El hebreo Tibbél y el griego Baptizo significan: lavo, limpio sumergiendo en agua. Sinónimos: Lutron Palinguenesías, baño de regeneración, o sea nueva generación y nacimiento. (Ti, 3,5); Fos, Fotismós, luz, iluminación (Heb 6,4) Sfraguís, sello (Ap 7), con referencia al carácter.

El Bautismo es la puerta de los demás sacramentos. Bautizarse fue costumbre religiosa de los judíos y de muchos pueblos más; recuerda por ejemplo a Juan el bautista y a los esenios. El bautismo de Jesús, como lo explica el propio Juan, es totalmente otra cosa; no es iniciativa humana, sino que viene de Arriba, de Dios; de hecho, el bautismo cristiano fue instituido por Jesús (Mt 28,18; Mc 16,15). Pero Jesús mucho antes había hablado del nuevo bautismo, por ejemplo a Nicodemo (Jn 3); había ligado el rito de su bautismo al Espíritu Santo. Por esto, una vez resucitado Jesús y subido a los Cielos (Jn 7,37) quedaron los apóstoles bautizados en el Espíritu Santo el día de Pentecostés, y ese mismo día ellos bautizaron a 3000 judíos (Hech 2). Materia del bautismo es el agua natural. El agua puede aplicarse por inmersión, o bien por aspersión, o vertida sobre la cabeza de la persona. El librito titulado Didaji Apostólon del siglo I dice:”Si no hay agua corriente, bautiza con otra agua; si no hay agua fría, usa agua caliente, si no hay agua suficiente para sumergir, vierte 3 veces el agua en la cabeza en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.”

La forma, o fórmula, es: “Fulano, yo te bautizo en el nombre del Padre, etc”. Hay que notar que El Credo o símbolo de los apóstoles, no es más que la fórmula del bautismo, la cual con el tiempo fue desarrollándose. Ministro ordinario del bautismo es el sacerdote autorizado por el obispo; ministro extraordinario en caso de urgencia es cualquier persona.

Sujeto de bautismo es básicamente cualquier ser humano que desee ser bautizado, o pueda suponerse que lo desea, o que lo va a desear. Esto responde a las palabras de Cristo (Mt 28,19; Jn 3,5)

BAUTISMO DE NIÑOS

Bíblicamente nos consta que los apóstoles bautizaron a familias enteras, por ejemplo la de Cornelio (Hech 10, 44-48); la de Lidia (Hech 16,14); la del carcelero de Filipos (Hech 16,33); de Crisipo (Hech 18,8). Sin duda los niños de aquellas familias no quedaron excluidos; la Fe de sus padres suplía la Fe en esos niños (Cor 7,14).

Además, para los cristianos, el bautismo tomaba el lugar de la circuncisión judía (incorporación al pueblo de Dios); la circuncisión se practica también actualmente a todo niño varón judío a los ocho días de nacido (Lc 1,59; 2,21). Lógicamente también el bautismo se iba a administrar al niño cristiano en los primeros días de su vida. Los padres judíos se apresuran a que sus hijos desde la más temprana edad pertenezcan al pueblo de Dios; ¿Por qué los padres cristianos no han de tener semejante empeño? Podríamos respaldar esta costumbre católica y también de muchas iglesias protestantes con esas palabras de Cristo “Dejen que los niños vengan a mí” (Mt 19,14). En Alemania, al bautizar a un niño se acostumbra leer Mc 10, 13-16: “Llevaron unos niños a Jesús para que los bendijera, y Jesús dijo...etc”.

¿Bautizar a un niño no será abusar de su impotencia y obligarlo a seguir toda su vida una religión que él desconoce?

Los padres tienen el deber y el derecho de ofrecerle a su hijo lo mejor; pero al hijo le queda la libertad de seguir la religión de sus padres o cualquier otra; de hecho, en su gran mayoría los actuales protestantes latinoamericanos han sido bautizados de niños como católicos; y la Iglesia Católica, aún doliéndole, no les ha prohibido pasar a otra religión; lo inmoral sería comprometer a un niño pequeño a que abrace una profesión o estado de vida (casarse o vivir soltero, o ser monja, etc). Por otra parte los padres y los padrinos tienen la grave obligación de concienciar al niño según crezca, acerca del bautismo recibido, de la fe y de los deberes morales, sobre todo en ocasión de la Primera Comunión, la Confirmación, el Matrimonio, etc.

La Iglesia insiste en que se dé al niño, en ocasión de su bautismo, el nombre de un santo que más adelante le sirva como ejemplo y programa de vida.

Es sorprendente que niños católicos lleven el nombre de Ramsés o de Gorbachov.

VARIOS TIPOS DE BAUTISMO.
Siendo el Sacramento más necesario para la salvación, la Iglesia brinda facilidades para recibirlo; facilidades con respecto a la falta de agua o de ministro. Cuando no es posible el rito, el bautismo de agua puede ser sustituido por el bautismo llamado de deseo, o por el bautismo de sangre. El primero equivale a la voluntad de recibir el bautismo, voluntad que puede estar inconsciente en un amor sincero a Dios hasta en paganos que nada saben ni de Cristo ni de bautismo. ¿En qué se basa el Concilio de Trento para declarar que el bautismo de deseo puede sustituir el bautismo de agua? En afirmaciones bíblicas como las siguientes: “A quienes me aman, dice el Señor, Yo también los amo” (Prov 8,17); “Al que me ama, asegura Jesús mi Padre lo amará; y también Yo lo amaré, y me le daré a conocer” (Jn 14,21); “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu vida y todas tus fuerzas, y a tu prójimo como a ti mismo; haz esto y tendrás la Vida” (Lc 10,27-28). “Tendrás la Vida” equivale a “Tendrás la Vida Eterna”, y la Vida Eterna es Dios; tener a Dios, sumergirse en Dios es precisamente bautizarse. Hay que aclara que el abuso no es bautismo.

Gregorio de Nacianzo dice: “El que toda su vida se conforma con desidiosamente desear el bautismo sin nunca recibirlo, en la otra vida deberá de conformarse con desear la felicidad de Dios sin nunca alcanzarla”

Otro sustituto del bautismo de agua es el bautismo de sangre, o martirio. Martirio es sufrir voluntariamente por Dios una violencia mortal por parte de enemigos de Dios. San Hipólito (Siglo II) explica:

“Si alguien se está preparando al bautismo, y antes de bautizarse pierde la vida en persecución, quedó bautizado, es decir sumergido, no en agua sino en su propia sangre”

Santo Tomás profundiza: “En el bautismo de agua Cristo actúa mediante una semejanza con su bautismo en el río Jordán; en el bautismo de deseo Cristo actúa mediante la voluntad que se tiene de bautizarse; en el bautismo de sangre Cristo actúa mediante la imitación efectiva, es decir el padecimiento hasta la muerte”.
Así fueron bautizados los niños de Belén. En festejar a los mártires cristianos, la Iglesia nunca hizo distinción entre mártires bautizados en agua y bautizados en su propia sangre.

LA PREPARACIÓN AL BAUTISMO.

Fue una gran preocupación ya para los primeros cristianos (Heb 6,2). San Pablo la encontró implantada, y subrayó las grandiosas consecuencias del bautismo en la vida cristiana. Por ejemplo, las palabras de Cristo “Vayan por todo el mundo y bauticen en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” no son estáticas sino dinámicas; en el original griego no suenan: Baptizontes en, sino: Baptizontes eis, bauticen hacia, metan, introduzcan, sumerjan ¿a dónde?, hacia las profundidades del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, hacia el mundo infinito que es Dios.

San Pablo te indica el camino para sumergirte en la Trinidad; tal Camino es Cristo; lo decimos y repetimos ¡cuántas veces! “Por Cristo nuestro Señor”. Sumergiéndote pues en Cristo te sumerges en la Trinidad. Tampoco S. Pablo dice: Eis Jristó, que sería unión tranquila, superficial, sino que dice: Eis Jristón : Unión dinámica, hacia lo profundo de Cristo, inmersión hasta llegar al corazón de Cristo; penetración, progreso incansable y siempre insatisfecho, exploración, descubrimiento interminable de toda la anchura, longitud, la altura y la profundidad del mundo de Cristo, que es el mundo mismo del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo (Ef 3,18). El bautismo no es más que el inicio del viaje-exploración-posesión del mundo de Dios; para este viaje ni la eternidad alcanza.

Para San Pablo bautizarse equivale a Pistévin en Jristó, sino Eis Jristón ; no sólo es creerle a Cristo, sino Creer hacia Cristo, moverte hacia Cristo, buscarle, alcanzarle, no soltarle más, entregártele ciegamente. Cristo no es una idea más, entregártele ciegamente. Cristo no es una idea más, no algo, sino alguien, un ser personal, una persona. Bautizarte es asemejarte a Cristo, fiarte de El, no separarte de El, no salirte de El, vivir como El, consagrarte a su servicio, pertenecerle, no tan solo en calidad de fraile, sacerdote o monja, sino en la condición de vida y en la profesión que Él te inspire. San Pablo sintetiza “Para mí, él dice, vivir significa Cristo” (Fil 1,21); también sintetiza: “Los bautizados hemos sido sumergidos en la muerte y en la resurrección de Cristo” (R 6,3).

El rito antiguo del bautismo te ayuda a entender las palabras de Pablo. Existen todavía pilas bautismales de los primeros siglos cristianos; las vemos excavadas en el suelo: una especie de fosas semejantes a las que hay en los actuales servicios o talleres para carros; algunas miden cuatro metros de largo por un metro de ancho y uno y medio de profundidad; en un extremo hay gradas para bajar; en el otro; gradas para salir. A la pila bautismal llena de agua; baja el que se bautiza y se sumerge hasta el pecho, pronunciadas las palabras “Yo te bautizo, etc” sale utilizando las gradas del otro extremo de la pila. Esta forma de bautismo por inmersión, ayuda a captar lo que dice San Pablo.

Sumergirte en el agua simboliza para ti morir crucificado con Cristo, morir hasta desaparecer sepultado con El, renunciar a la maldad, al vicio, al demonio, al egoísmo. Salir del agua significa para ti resucitar junto con Cristo y con los demás cristianos, vivir una vida diferente, nueva, semejante a la vida resucitada, transformada, espiritualizada de Cristo.

Bautismo es por tanto unirte a Cristo, entregarte a Cristo, compenetrarte con El hasta morir y resucitar con Cristo. Es el acontecimiento de tu vida, tu re-nacimiento, tu verdadero nacimiento; es tu cambio, tan decisivo y radical como pasar de la muerte a la vida, de la vida terrestre (que es más bien muerte) a la vida celeste, eterna, vida con inicial mayúscula, vida divina, vida infinita...VIDA.
 
Re: El Bautismo Católico

En respuesta al que afirma que no conocemos nuestro propio Bautismo.