En la historia se sabe bien como ha ido creciendo el ateísmo, no tanto en número, sino en verdad.
Esto lo podemos apreciar desde los tiempos de Copérnico y tras durante todo el período de los grandes descubrimientos.
Es cierto que la Iglesia desde la Reforma de Lutero se ha dedicado a tapar baches, ha ido siguiendole el paso a los procesos, pero siempre detrás de todo. A cada descubrimiento o situación la Iglesia se tomaba su tiempo para poder brindar una respuesta, y este tiempo y la situación del instante favorecía al ateísmo como una respuesta a la falta de respuesta. En este sentido el ateísmo tenía "sentido".
Pero ya detenido el proceso de los descubrimientos, como quien diría el "STOP", el "¿ya acabaron?". Entonces es el tiempo de dar respuesta y consolidar a la Fe.
Y el ateísmo se ha tenido que adaptar al proceso de las cosas. No son los descubrimientos los que llevan a muchos al ateísmo, sino que muchos lo acogen fruto de una especie de "conversión" no muy diferente de las conversiones a la religión cristiana. Testimonian que se liberaron de una atadura, de una ceguera o que les costó desligarse de la idea de Dios, que les causó una tristeza y que pasaron la barrera hacia la razón, a la realidad o a la verdad. Son mini conversiones, muy particulares, independientes de los hechos generales que acontencen al orden de las cosas.
Con esto podemos apreciar que existe una crisis en el ateísmo, que muta a una forma de religión desligado de los hechos. Y apreciamos un tiempo en donde la Fe puede tomarse su tiempo en reflexionar y brindar respuestas. Si antes el ateísmo era una respuesta lógica a los hechos, ahora es un movimiento o una filosofía.
Esto lo podemos apreciar desde los tiempos de Copérnico y tras durante todo el período de los grandes descubrimientos.
Es cierto que la Iglesia desde la Reforma de Lutero se ha dedicado a tapar baches, ha ido siguiendole el paso a los procesos, pero siempre detrás de todo. A cada descubrimiento o situación la Iglesia se tomaba su tiempo para poder brindar una respuesta, y este tiempo y la situación del instante favorecía al ateísmo como una respuesta a la falta de respuesta. En este sentido el ateísmo tenía "sentido".
Pero ya detenido el proceso de los descubrimientos, como quien diría el "STOP", el "¿ya acabaron?". Entonces es el tiempo de dar respuesta y consolidar a la Fe.
Y el ateísmo se ha tenido que adaptar al proceso de las cosas. No son los descubrimientos los que llevan a muchos al ateísmo, sino que muchos lo acogen fruto de una especie de "conversión" no muy diferente de las conversiones a la religión cristiana. Testimonian que se liberaron de una atadura, de una ceguera o que les costó desligarse de la idea de Dios, que les causó una tristeza y que pasaron la barrera hacia la razón, a la realidad o a la verdad. Son mini conversiones, muy particulares, independientes de los hechos generales que acontencen al orden de las cosas.
Con esto podemos apreciar que existe una crisis en el ateísmo, que muta a una forma de religión desligado de los hechos. Y apreciamos un tiempo en donde la Fe puede tomarse su tiempo en reflexionar y brindar respuestas. Si antes el ateísmo era una respuesta lógica a los hechos, ahora es un movimiento o una filosofía.