El arrepentimiento de Dios
Diversas Escrituras hacen referencia al arrepentimiento de Dios, en tanto que otras afirman muy claramente que Dios no se arrepiente. De modo que hay aquí dos posibilidades. La primera a considerar es que se trata de simples contradicciones de los autores bíblicos. La más extrema podría hallarse en 1 Samuel 15, donde en los versículos 10-11 y 35 leemos: "Vino luego esta palabra de Jehová a Samuel: «Me pesa haber hecho rey a Saúl, porque se ha apartado de mí y no
ha cumplido mis palabras.»" ; "Y lloraba Samuel por Saúl, porque Jehová se había arrepentido de haberlo hecho rey." Sin embargo, en el mismo capítulo (v. 28-29) Samuel dice "Jehová ha desgarrado hoy de ti el reino de Israel y lo ha dado a un prójimo tuyo mejor que tú. Además, el que es la Gloria de Israel no mentirá ni se arrepentirá, porque no es hombre para que se arrepienta."
La segunda posibilidad es que los versículos que hablan del arrepentimiento de Dios y los que afirman que Dios no se arrepentirá se refieran a cosas diferentes. En tal caso no hay necesariamente contradicción. La palabra hebrea que se emplea con referencia al arrepentimiento de Dios es najam, que puede traducirse por arrepentirse, lamentar, entristecerse; según el contexto y el modo verbal puede alternativamente significar "confortar" y "ser consolado" o alentado, como en Salmo 23:4 o en Isaías 40:1, najamu najamu 'ammi, Consolad, consolad a mi pueblo (dice Dios) . Proviene probablemente de una raíz que significaba "respirar profundamente" y forma parte de nombres bíblicos como Nahum (Consuelo) y Nehemias (Yahveh [Dios] consuela). Entre las palabras derivadas de najam están nojam (compasión; Oseas 13:14), nijum (consuelo, Isaías 57:18, compasión, Oseas 11:8); nejama (consuelo, Salmo 119:50; Job 6:10) y tanjum (consuelo, Jeremías 16:7; consolación, Isaías 66:11, etc).
Ahora bien, cuando se refiere al arrepentimiento de Dios hay que distinguir entre la respuesta de Dios ante los hechos del hombre, y el propósito eterno de Dios. En general, los textos que dicen que Dios se arrepiente presentan la reacción divina a la conducta humana, en tanto que los que afirman lo contrario aluden a la voluntad soberana de Dios, inquebrantable, irresistible e inmutable.
La Biblia proclama que Dios es eterno (Juan 17:5; 2 Timoteo 1:9), que su consejo es inmutable (Hebreos 6:17), y que El no cambia (Malaquías 3:6; Santiago 1:17). Además, enseña que Dios conoce todas las cosas: 1 Samuel 2:3: Job 12:13; Salmo 94:9, 147:5; Isaías 29:15; 40: 27-28.
Cuando un ser humano se arrepiente de algo, se debe a que se ha dado cuenta de algo que ignoraba. Sin embargo, Dios conoce todas las cosas, y en consecuencia no puede arrepentirse en el mismo sentido que un ser humano.
Las referencias al arrepentimiento de Dios deben pues entenderse, tal como se presentan en las Escrituras, como un cambio en el proceder divino producido por las acciones o intenciones humanas. Así leemos en Jonás 3:10 que cuando la ciudad condenada de Nínive creyó en Dios y dio muestras de conversión, "Vio Dios lo que hicieron, que se convirtieron de su mal camino, y se arrepintió del mal que había anunciado hacerles, y no lo hizo."
La modificación en los tratos de Dios con los hombres, generada por los cambios de actitud de éstos (para peor o para mejor) se describe con un antropomorfismo, figura bíblica en la cual se representa a Dios mediante lenguaje que se aplica con propiedad solamente a los seres humanos.
Así, por ejemplo, los habitantes pre-diluvianos se desviaron de Dios pecando hasta lo sumo, y Dios decidió castigarlos (Génesis 6:6-7). Tal decisión, conforme a la santidad y justicia divinas, fue consistente con su plan eterno, pero se nos presenta, vista desde la perspectiva humana,
como un arrepentimiento. Empero el texto bíblico reafirma el propósito eterno al añadir de inmediato, "Pero Noé halló gracia ante los ojos de Jehová" (versículo 8). Dios de veras se apena por el pecado humano. Hay otro aspecto interesante, que tiene que ver con el papel de Noé. John H. Sailhamer (Expositor´s Bible Commentary, 2: 80-81) lo explica así:
"En el v. 6 - «Yahveh se arrepintió (wayyinnajem) de haber hecho al hombre sobre la tierra, y su corazón se llenó de dolor (wayyit'asseb)» - el autor describe la respuesta del Señor a la impiedad humana haciendo un curioso juego de palabras con el nombramiento de Noé por Lamec: «El nos consolará (yenajamenu) del .. trabajo de nuestras manos» (ûmeissebon, 5:29). Así, en ambos pasajes Noé es presentado con juegos de palabras que asocian su nombre, "Noé" (noaj) con el "consuelo" (nijam) de la pena y el dolor (atsab) causada por la rebelión del hombre (cf. Cassuto). Al hacer a Dios el sujeto de los verbos en el v. 6, el autor ha mostrado que la pena y el dolor por el pecado del hombre no era algo que solamente sentía el hombre. Dios mismo estaba apenado por el pecado humano (v.7). Al volver de este modo sobre el papel de " consolador" implicado en la significación del nombre de Noé, el autor sugiere que Noé no solamente trajo consuelo a la
humanidad en su dolor, sino que también trajo consuelo a Dios."
Igualmente, en Exodo 32, Dios anuncia su propósito de destruir al pueblo por su idolatría, pero Moisés intercede a favor de los suyos. Como consecuencia, dice el relato, "Entonces Jehová se arrepintió del mal que dijo que había de hacer a su pueblo" (32:14).
De nuevo, en 1 Samuel 15, Dios se arrepiente debido a la malvada conducta de Saúl. Por ello su decisión de arrebatarle el reino es irrevocable, ya que de nuevo obedece al plan eterno de Dios.
Concluyo con una cita que resume adecuadamente el asunto (Theological Wordbook of the Old Testament, ed. by R.L Harris et al; Chicago, Moody Press, 1980, 2:571):
"A diferencia del hombre, quien bajo la convicción de pecado siente remordimiento y pena genuinas, Dios está libre de pecado. Empero, las Escrituras que Dios se arrepiente (Génesis 6:6-7; Exodo 32:14; Jueces 2:18; 1 Samuel 15:11, etc), es decir que se aplaca o modifica sus tratos con el hombre según sus propósitos soberanos. Superficialmente, tal lenguaje parece inconsistente, por no decir contradictorio, con ciertos pasajes que afirman la inmutabilidad de Dios: "Dios no es hombre ... para que se arrepienta" (1 Samuel 15:29 contra v. 11); "Jehová ha jurado y no se arrepentirá" (Salmo 110:4). Cuando najam se emplea acerca de Dios, sin embargo, la expresión es antropomórfica y no hay una tensión insuperable. Desde la perspectiva limitada, terrenal, finita del hombre sólo parece como que los propósitos de Dios han cambiado. Así, el Antiguo Testamento
afirma que Dios se 'arrepintió' de los juicios o del 'mal' que había planeado realizar (1 Crónicas 21:15; Jeremías 18:8; 26:3; Amós 7:3,6; Jonás 3:10). Ciertamente Jeremías 18:7-10 es un contundente recordatorio de que, desde la perspectiva de Dios, la mayor parte de la profecía (excluyendo las predicciones mesiánicas) es condicional a la respuesta del hombre."
Jetonius
Diversas Escrituras hacen referencia al arrepentimiento de Dios, en tanto que otras afirman muy claramente que Dios no se arrepiente. De modo que hay aquí dos posibilidades. La primera a considerar es que se trata de simples contradicciones de los autores bíblicos. La más extrema podría hallarse en 1 Samuel 15, donde en los versículos 10-11 y 35 leemos: "Vino luego esta palabra de Jehová a Samuel: «Me pesa haber hecho rey a Saúl, porque se ha apartado de mí y no
ha cumplido mis palabras.»" ; "Y lloraba Samuel por Saúl, porque Jehová se había arrepentido de haberlo hecho rey." Sin embargo, en el mismo capítulo (v. 28-29) Samuel dice "Jehová ha desgarrado hoy de ti el reino de Israel y lo ha dado a un prójimo tuyo mejor que tú. Además, el que es la Gloria de Israel no mentirá ni se arrepentirá, porque no es hombre para que se arrepienta."
La segunda posibilidad es que los versículos que hablan del arrepentimiento de Dios y los que afirman que Dios no se arrepentirá se refieran a cosas diferentes. En tal caso no hay necesariamente contradicción. La palabra hebrea que se emplea con referencia al arrepentimiento de Dios es najam, que puede traducirse por arrepentirse, lamentar, entristecerse; según el contexto y el modo verbal puede alternativamente significar "confortar" y "ser consolado" o alentado, como en Salmo 23:4 o en Isaías 40:1, najamu najamu 'ammi, Consolad, consolad a mi pueblo (dice Dios) . Proviene probablemente de una raíz que significaba "respirar profundamente" y forma parte de nombres bíblicos como Nahum (Consuelo) y Nehemias (Yahveh [Dios] consuela). Entre las palabras derivadas de najam están nojam (compasión; Oseas 13:14), nijum (consuelo, Isaías 57:18, compasión, Oseas 11:8); nejama (consuelo, Salmo 119:50; Job 6:10) y tanjum (consuelo, Jeremías 16:7; consolación, Isaías 66:11, etc).
Ahora bien, cuando se refiere al arrepentimiento de Dios hay que distinguir entre la respuesta de Dios ante los hechos del hombre, y el propósito eterno de Dios. En general, los textos que dicen que Dios se arrepiente presentan la reacción divina a la conducta humana, en tanto que los que afirman lo contrario aluden a la voluntad soberana de Dios, inquebrantable, irresistible e inmutable.
La Biblia proclama que Dios es eterno (Juan 17:5; 2 Timoteo 1:9), que su consejo es inmutable (Hebreos 6:17), y que El no cambia (Malaquías 3:6; Santiago 1:17). Además, enseña que Dios conoce todas las cosas: 1 Samuel 2:3: Job 12:13; Salmo 94:9, 147:5; Isaías 29:15; 40: 27-28.
Cuando un ser humano se arrepiente de algo, se debe a que se ha dado cuenta de algo que ignoraba. Sin embargo, Dios conoce todas las cosas, y en consecuencia no puede arrepentirse en el mismo sentido que un ser humano.
Las referencias al arrepentimiento de Dios deben pues entenderse, tal como se presentan en las Escrituras, como un cambio en el proceder divino producido por las acciones o intenciones humanas. Así leemos en Jonás 3:10 que cuando la ciudad condenada de Nínive creyó en Dios y dio muestras de conversión, "Vio Dios lo que hicieron, que se convirtieron de su mal camino, y se arrepintió del mal que había anunciado hacerles, y no lo hizo."
La modificación en los tratos de Dios con los hombres, generada por los cambios de actitud de éstos (para peor o para mejor) se describe con un antropomorfismo, figura bíblica en la cual se representa a Dios mediante lenguaje que se aplica con propiedad solamente a los seres humanos.
Así, por ejemplo, los habitantes pre-diluvianos se desviaron de Dios pecando hasta lo sumo, y Dios decidió castigarlos (Génesis 6:6-7). Tal decisión, conforme a la santidad y justicia divinas, fue consistente con su plan eterno, pero se nos presenta, vista desde la perspectiva humana,
como un arrepentimiento. Empero el texto bíblico reafirma el propósito eterno al añadir de inmediato, "Pero Noé halló gracia ante los ojos de Jehová" (versículo 8). Dios de veras se apena por el pecado humano. Hay otro aspecto interesante, que tiene que ver con el papel de Noé. John H. Sailhamer (Expositor´s Bible Commentary, 2: 80-81) lo explica así:
"En el v. 6 - «Yahveh se arrepintió (wayyinnajem) de haber hecho al hombre sobre la tierra, y su corazón se llenó de dolor (wayyit'asseb)» - el autor describe la respuesta del Señor a la impiedad humana haciendo un curioso juego de palabras con el nombramiento de Noé por Lamec: «El nos consolará (yenajamenu) del .. trabajo de nuestras manos» (ûmeissebon, 5:29). Así, en ambos pasajes Noé es presentado con juegos de palabras que asocian su nombre, "Noé" (noaj) con el "consuelo" (nijam) de la pena y el dolor (atsab) causada por la rebelión del hombre (cf. Cassuto). Al hacer a Dios el sujeto de los verbos en el v. 6, el autor ha mostrado que la pena y el dolor por el pecado del hombre no era algo que solamente sentía el hombre. Dios mismo estaba apenado por el pecado humano (v.7). Al volver de este modo sobre el papel de " consolador" implicado en la significación del nombre de Noé, el autor sugiere que Noé no solamente trajo consuelo a la
humanidad en su dolor, sino que también trajo consuelo a Dios."
Igualmente, en Exodo 32, Dios anuncia su propósito de destruir al pueblo por su idolatría, pero Moisés intercede a favor de los suyos. Como consecuencia, dice el relato, "Entonces Jehová se arrepintió del mal que dijo que había de hacer a su pueblo" (32:14).
De nuevo, en 1 Samuel 15, Dios se arrepiente debido a la malvada conducta de Saúl. Por ello su decisión de arrebatarle el reino es irrevocable, ya que de nuevo obedece al plan eterno de Dios.
Concluyo con una cita que resume adecuadamente el asunto (Theological Wordbook of the Old Testament, ed. by R.L Harris et al; Chicago, Moody Press, 1980, 2:571):
"A diferencia del hombre, quien bajo la convicción de pecado siente remordimiento y pena genuinas, Dios está libre de pecado. Empero, las Escrituras que Dios se arrepiente (Génesis 6:6-7; Exodo 32:14; Jueces 2:18; 1 Samuel 15:11, etc), es decir que se aplaca o modifica sus tratos con el hombre según sus propósitos soberanos. Superficialmente, tal lenguaje parece inconsistente, por no decir contradictorio, con ciertos pasajes que afirman la inmutabilidad de Dios: "Dios no es hombre ... para que se arrepienta" (1 Samuel 15:29 contra v. 11); "Jehová ha jurado y no se arrepentirá" (Salmo 110:4). Cuando najam se emplea acerca de Dios, sin embargo, la expresión es antropomórfica y no hay una tensión insuperable. Desde la perspectiva limitada, terrenal, finita del hombre sólo parece como que los propósitos de Dios han cambiado. Así, el Antiguo Testamento
afirma que Dios se 'arrepintió' de los juicios o del 'mal' que había planeado realizar (1 Crónicas 21:15; Jeremías 18:8; 26:3; Amós 7:3,6; Jonás 3:10). Ciertamente Jeremías 18:7-10 es un contundente recordatorio de que, desde la perspectiva de Dios, la mayor parte de la profecía (excluyendo las predicciones mesiánicas) es condicional a la respuesta del hombre."
Jetonius