𝐄𝐋 𝐀𝐏𝐎𝐒𝐓𝐎𝐋𝐀𝐃𝐎 𝐒𝐄𝐂𝐔𝐄𝐒𝐓𝐑𝐀𝐃𝐎: ¿𝐐𝐮𝐢𝐞́𝐧 𝐭𝐢𝐞𝐧𝐞 𝐥𝐚𝐬 𝐥𝐥𝐚𝐯𝐞𝐬?

Natanael1

Redimido por la sangre de Cristo.
25 Junio 2012
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A LOS LECTORES

La doctrina apostólica, establecida como fundamento de la Iglesia en Efesios 2:20, no se repite, no se renueva y no se amplía.

Sin embargo, en tiempos recientes, hemos sido testigos de una alarmante proliferación de autoproclamados “apóstoles” que, lejos de edificar sobre el fundamento ya puesto, han secuestrado el concepto apostólico para construir imperios personales, manipular conciencias y cometer estafas flagrantes en nombre de la fe.

Así como el catolicismo romano usurpó a Pedro para legitimar un magisterio extrabíblico —con doctrinas como el purgatorio, la mediación mariana y la salvación por obras— hoy muchos líderes carismáticos han hecho lo mismo con el apostolado, convirtiéndolo en una plataforma de enriquecimiento rápido y control espiritual.

“Edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo.”(Efesios 2:20)

Estos hombres han secuestrado este versículo, lo han amarrado a una silla y lo obligan a declarar la vigencia de la revelación bíblica por medio de sus captores.

La Iglesia verdadera no se edifica sobre nuevas revelaciones, sino sobre el testimonio apostólico ya entregado. Los apóstoles del Cordero (Ap.21:14) fueron testigos oculares del Cristo resucitado (Hch.1:21–22), y su enseñanza quedó registrada en el canon inspirado.

No hay sucesión apostólica en términos de autoridad doctrinal.

El fundamento está completo.

Cualquier intento de renovar el apostolado como fuente de revelación es una violación directa del diseño divino. Como enseña Tito 2:1, lo que debe enseñarse es “la sana doctrina”, no nuevas doctrinas reveladas por supuestos apóstoles modernos.

Las llaves del reino: ¿Qué significan realmente?​

“Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos…” (Mateo 16:19)
Las llaves representan autoridad para abrir y cerrar, como se ve en Isaías 22:22.

Pedro las usó en momentos clave del avance del evangelio: a los judíos (Hechos 2), a los samaritanos (Hechos 8), y a los gentiles (Hechos 10).

No fueron entregadas a un magisterio perpetuo, ni a una jerarquía sucesoria, sino ejercidas en obediencia al mandato de Cristo.


El catolicismo romano secuestró esta metáfora para justificar un sistema doctrinal que contradice el evangelio. Hoy, muchos líderes carismáticos hacen lo mismo, reclamando “llaves” para abrir bendiciones, transferir unciones y establecer coberturas espirituales, todo fuera del marco bíblico.

El nuevo secuestro: “Apóstoles” bancarios​

En este nuevo modelo, el apostolado se ha convertido en una franquicia espiritual.

Los autoproclamados apóstoles:

Exigen “siembras” económicas como prueba de fe.

Prometen prosperidad a cambio de transferencias bancarias.
Reclaman autoridad espiritual sobre iglesias enteras.
Se enriquecen mientras sus seguidores se empobrecen.


Este sistema no tiene nada que ver con el ministerio apostólico bíblico.

Es una estafa disfrazada de fe, una forma moderna de simonía (Hch.8:18–20), donde el poder espiritual se comercializa.

¿Quién tiene las llaves hoy?​

“El que tiene la llave de David, el que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre.”(Apocalipsis 3:7)

LAS LLAVES NO LAS TIENE PEDRO

Las llaves siguen en manos de Cristo.
Él es el único que abre el reino de los cielos por medio de la predicación fiel del evangelio.

La iglesia NO tiene autoridad delegada, tampoco autónoma, porque quien está en medio de ella es Cristo (Mt.18:20).

No hay nuevos apóstoles con revelaciones frescas. No hay nuevas doctrinas. Lo que hay es una llamada urgente a volver al Libro, a la sana doctrina, a la fidelidad al evangelio.

Conclusión​

El secuestro de Efesios 2:20 como pretexto para establecer nuevos apostolados es una forma de rebelión contra el diseño divino.

Es una estafa espiritual que debe ser confrontada con claridad, firmeza y compasión.

La Iglesia no necesita nuevos apóstoles, necesita volver al fundamento apostólico:


Cristo y su Palabra.


“Pero tú habla lo que está de acuerdo con la sana doctrina.”(Tito 2:1)