El Ángel Caído

jansen

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2 Agosto 2010
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El Ángel Caído



Jo. 41:25 De su grandeza tienen temor los fuertes,

Y a causa de su desfallecimiento hacen por purificarse.





Se abren las puertas del infierno,
por mis pecados tengo que pagar,

te voy a soltar para que puedas jugar
ha sido para corazones endurecidos
¿a quién cuido mis sueños?
bruja de abril,
dulce ángel fugaz
ya son mil años de soledad.

Por tener que venir te susurro al oído
abandonado en el cielo está el canto,
miro el pasado… pasando vacío y sin fe
miro el camino… difícil camino sin ti,

como no disfruto libertad, ¿de qué sirve volar?
si prisionero soy de un triste destino
vivo siempre encadenado a tu piel
dejo una semilla esparcida en el viento;

“el hombre es libre, es el elegido…



Soy el ángel caído de las calles torcidas,
al color claro del sol llevo apretura en los cabellos
y un azul purpúreo tiñe por completo mis vestidos
arde saliva, ¡pero cuántas vidas se perdieron!
densas nieblas me rodearon en el bosque oscuro
gacela perseguida por un oso y por seis lobos
el error consiste en no saber desear a la mujer

ángel caído,

bendecido eres por la devota religión

de los que matan con su cuerpo la pasión.



caidoslogo.jpg
 
Re: El Ángel Caído


Jansen, tu poema es bonito y a la vez algo triste...



Hay que tener mucha sensibilidad para comprenderlo.

Las palabras son tus amigas, ese es tu talento.


Tú hablas de un ángel caído,
yo te quiero comentar sobre otro ángel, el mismo de la otra vez, el ángel del Señor, él que descendió del cielo y quitó la piedra que obstaculizaba mi vida...y te comento que él ángel me miraba, sentado triunfante sobre la piedra, mientras que yo respiraba la libertad y sentía gran gozo.
¡Triunfó la vida sobre la muerte!



Bendito sea Jesús que envió su ángel.¡Bendito sea Jesús por siempre!

Te quiero hablar de nuevo del ángel del Señor:


Leamos:

Los Hechos

Capítulo 12
12:1 En aquel mismo tiempo el rey Herodes echó mano a algunos de la iglesia para maltratarles.
12:2 Y mató a espada a Jacobo, hermano de Juan.
12:3 Y viendo que esto había agradado a los judíos, procedió a prender también a Pedro. Eran entonces los días de los panes sin levadura.
12:4 Y habiéndole tomado preso, le puso en la cárcel, entregándole a cuatro grupos de cuatro soldados cada uno, para que le custodiasen; y se proponía sacarle al pueblo después de la pascua.
12:5 Así que Pedro estaba custodiado en la cárcel; pero la iglesia hacía sin cesar oración a Dios por él.
12:6 Y cuando Herodes le iba a sacar, aquella misma noche estaba Pedro durmiendo entre dos soldados, sujeto con dos cadenas, y los guardas delante de la puerta custodiaban la cárcel.
12:7 Y he aquí que se presentó un ángel del Señor, y una luz resplandeció en la cárcel; y tocando a Pedro en el costado, le despertó, diciendo: Levántate pronto. Y las cadenas se le cayeron de las manos.
12:8 Le dijo el ángel: Cíñete, y átate las sandalias. Y lo hizo así. Y le dijo: Envuélvete en tu manto, y sígueme.
12:9 Y saliendo, le seguía; pero no sabía que era verdad lo que hacía el ángel, sino que pensaba que veía una visión.
12:10 Habiendo pasado la primera y la segunda guardia, llegaron a la puerta de hierro que daba a la ciudad, la cual se les abrió por sí misma; y salidos, pasaron una calle, y luego el ángel se apartó de él.
12:11 Entonces Pedro, volviendo en sí, dijo: Ahora entiendo verdaderamente que el Señor ha enviado su ángel, y me ha librado de la mano de Herodes, y de todo lo que el pueblo de los judíos esperaba.
12:12 Y habiendo considerado esto, llegó a casa de María la madre de Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos, donde muchos estaban reunidos orando.
12:13 Cuando llamó Pedro a la puerta del patio, salió a escuchar una muchacha llamada Rode,
12:14 la cual, cuando reconoció la voz de Pedro, de gozo no abrió la puerta, sino que corriendo adentro, dio la nueva de que Pedro estaba a la puerta.
12:15 Y ellos le dijeron: Estás loca. Pero ella aseguraba que así era. Entonces ellos decían: ¡Es su ángel!
12:16 Mas Pedro persistía en llamar; y cuando abrieron y le vieron, se quedaron atónitos.
12:17 Pero él, haciéndoles con la mano señal de que callasen, les contó cómo el Señor le había sacado de la cárcel. Y dijo: Haced saber esto a Jacobo y a los hermanos. Y salió, y se fue a otro lugar.
12:18 Luego que fue de día, hubo no poco alboroto entre los soldados sobre qué había sido de Pedro.
12:19 Mas Herodes, habiéndole buscado sin hallarle, después de interrogar a los guardas, ordenó llevarlos a la muerte. Después descendió de Judea a Cesarea y se quedó allí.
12:20 Y Herodes estaba enojado contra los de Tiro y de Sidón; pero ellos vinieron de acuerdo ante él, y sobornado Blasto, que era camarero mayor del rey, pedían paz, porque su territorio era abastecido por el del rey.
12:21 Y un día señalado, Herodes, vestido de ropas reales, se sentó en el tribunal y les arengó.
12:22 Y el pueblo aclamaba gritando: ¡Voz de Dios, y no de hombre!
12:23 Al momento un ángel del Señor le hirió, por cuanto no dio la gloria a Dios; y expiró comido de gusanos.
12:24 Pero la palabra del Señor crecía y se multiplicaba.

Ese ángel quiere entrar también en la celda de todos aquellos que están prisioneros , bloqueados, paralizados, encadenados y decirles: ¡Levántate aprisa! ¡Cálzate las sandalias! ¡Confía en el ángel! el desea llevarte a la libertad. Si confian en el ángel entonces caerán todas las cadenas que mantienen el corazón cautivo: el orgullo, los temores, el miedo, el superyo, el ello, el "yo" ilusorio que es egoísta, todo aquello que los mantiene inmovilizados. ¡No es una visión, es la realidad!

Y una vez libres , como Pedro, no se quedarán quietos, sino que caminarán impulsados por el Viento, llevando la Buena Noticia esperanzadora que llena de alegría los corazones: Jesús.

Serán presencia transformante para el bien, trabajando para que nazca un mundo nuevo.

El mal está allí en sus variadas formas en nuestros temores, o en el mundo (poderosas estructuras de maldad). Allí está Herodes... pero he aquí el ángel lo hiere y muere.

El ángel del Señor parece decirnos a cada uno: ¡eres libre! , siente la alegría de ser trabajador de su reino aquí y ahora, tu eres un hijo amado de Dios, ¡un bendito del PAdre!



Nunca se apagará la Luz que ya se ha prendido en nuestra mirada.



Amén.