Ecumenio

14 Mayo 2001
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EL IMMEDIATE
ENTRE DIOS Y LA CREATURA

(Fragmento de Palabras de Ignacio de Loyola a un jesuita de hoy
de Karl Rahner)


Yo, Ignacio de Loyola, pretendo en estas líneas decir algo acerca de mí y de la tarea de los jesuitas de hoy, supuesto que aún hoy sigan sintiéndose comprometidos con aquel espíritu que en otro tiempo determinó, en mí y en mis primeros compañeros, los comienzos de esta Orden.

Ya sabes que, tal como entonces lo expresaba, mi deseo era "ayudar a las almas", es decir, comunicar a los hombres algo acerca de Dios y de su gracia, de Jesucristo crucificado y resucitado, que les hiciera recuperar su libertad integrándola dentro de la libertad de Dios. Yo deseaba expresarlo tal como siempre se había expresado en la Iglesia, y realmente creía (y era una creencia cierta) que eso tan antiguo podía yo decirlo de una manera nueva. ¿Por qué? Porque estaba convencido de que, primero de un modo incipiente durante mi enfermedad de Loyola y luego de manera decisiva durante mis días de soledad en Manresa, me había encontrado directamente con Dios. Y debía participar a los demás, en la medida de lo posible, dicha experiencia.

Cuando afirmo haber tenido una experiencia inmediata de Dios, lo único que digo es que experimenté a Dios, al innombrable e insondable, al silencioso y, sin embargo, cercano. Experimenté a Dios, también y sobre todo, más allá de toda imaginación plástica. A El que, cuando por su propia iniciativa se aproxima por la gracia, no puede ser confundido con ninguna otra cosa.

Semejante convicción puede sonar como algo muy ingenuo, pero en el fondo se trata de algo tremendo. Yo había encontrado realmente a Dios, al Dios vivo y verdadero, al Dios que merece ese nombre superior a cualquier otro nombre.

Pero, por de pronto, repito que me he encontrado con Dios; que he experimentado al mismo Dios. Dios mismo. Era Dios mismo a quien yo experimenté; no palabras humanas sobre El. Dios y la sorprendente libertad que le caracteriza. Lo que digo es que sucedió así

Una cosa sigue en pie: que Dios puede y quiere tratar de modo directo con su criatura; que el ser humano puede realmente experimentar cómo tal cosa sucede; que puede captar el soberano designio de la libertad de Dios sobre su vida.

¿Se trata de algo nuevo o de algo viejo? ¿Es algo obvio o resulta sorprendente? ¿Se trata de algo que haya que relegar a un segundo plano en la Iglesia de hoy y de mañana, debido a que el hombre ya casi no soporta la callada soledad ante Dios y trata de refugiarse en una especie de colectividad eclesial, cuando en realidad dicha colectividad ha de edificarse sobre la base de hombres y mujeres espirituales que hayan tenido un encuentro directo con Dios, y no sobre la base de quienes, a fin de cuentas, utilizan a la Iglesia para evitar tener que vérselas con Dios y su libre incomprensibilidad?

Una cosa, sin embargo, sigue siendo cierta: que el ser humano puede experimentar personalmente a Dios.

El verdadero precio que hay que pagar por la experiencia a la que me refiero es el precio del corazón que se entrega con creyente esperanza al amor del prójimo.

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El mismo Rahner había dicho esto:

"el cristiano del Siglo XXI será aquel que haya experimentado ALGO (de Dios, claro),
o no será"


Y no se equivocó.
La tendencia actual, dentro y fuera del cristianismo, es que el acento pasó de las formas religiosas institucionales a la órbita subjetiva de la fé.

Una cosa no excluye la otra, pero es indudable que las antiguas y dogmáticas pertenencias a las grandes iglesias institucionales, parecen dar paso a formas de inserción eclasial más "débiles", menos jererquizadas y con más espacio para la personal expoeriencia de Dios (y más en general, de lo "Sagrado").

El "individualismo" ha ganado mucho terreno, a costa de las normatizadas morales dogmáticas del pasado.

Esto parece ser parte de una transformación mundial, de un cambio (universal ?)en las maneras de percibir la Trascendencia y lo Sagrado.

Se podría resumir en este nuevo "dogma" universal:

"Lo Sagrado ES el Hombre".

Y sólo EN y DESDE su "experiencia interior", se podrá buscar y hallar a Dios.[/b]

Claro que desde siempre, todos los místicos (como lo ejemplifica claramente el caso de San Ignacio de Loyola, más arriba citado)poseyeron pacíficamente esta Verdad, pero nunca (hasta ahora) lo vivieron las grandes masas humanas.

"para Novedad, nada mejor que lo Clásico"
 
Gracias karolusin por tu bienvenida.

También a Liberto por su interesante aporte.

Me pregunto por qué no hay más comentarios a mi tema.

¿ No les parece que es muy útil conocer la experiencia de los Santos en su relación con Dios ?

Ellos se dejaron transformar por El, sólo así se entienden sus vidas entregadas al servicio de Cristo y de los demás.

Yo también tuve una fuerte experiencia de Dios, que me marcó para siempre.

Siempre habrá, para mí, un "antes" y un "después" de aquel momento, donde Dios se me "apareció", se "manifestó" INMEDIATAMENTE en mi vida.

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Hola Dios les bendiga...

Hola ecumenio, creo que las experiencias con Dios es lo que marca la vida de las personas y lo que las cambia...
Pero lo hermoso y lo tremendo de estas es que hay que vivirlas diariamente, buscar de la presencia de Dios atravez de la oración, el ayuno, la alabanza, etc...
Es interesante encontar a cristianos que han tenido una experiencia con Dios asombrosa, pero que en el presente son un "tempano de hielo" espiritual... Esto ocurre porque pretenden vivir (espiritualmente) con las experiencias del pasado, grave error, porque para poder vivir espiritualmente, se debe tener un presente lleno de experiencias espirituales con Dios...

Dios te bendiga...