Hola a todos. Mi nombre es Carlos y quiero contaros dos experiencias que han sido importantes para mi conversión cristiana. Aunque ya venía sintiendo la necesidad de descubrir a Dios mucho antes. La primera prácticamente fue un milagro. Estando en una biblioteca pública estudiando, dejé por 1 minuto mi portátil en la mesa de estudio, y la persona que se hallaba enfrente se lo llevó. Yo me encontraba en una ciudad y no pensaba que existiera manera alguna de recuperarlo. En el ordenador tenía documentos importantes que estaba estudiando para unas oposiciones. Para no extenderme demasiado, esa noche me aferré a este pensamiento: "Dios, si existes y eres testigo de esta injusticia, ayúdame a recuperar mi ordenador". Ese pensamiento, más que efímero en sí, fue latente y mantenido por unos segundos. Finalmente, tras multitud de circunstancias y detalles completamente insólitos, que en principio ignoraba, el mismo día en que yo tenía el examen, recobré el ordenador. Parecía digno de película el modo en que empecé a recordar algunos datos de la persona que estaba cerca de mí. Luego le pedí a un amigo que lo localizara y descubriera dónde vivía. Me cuesta creer que toda esta historia tenga su origen en el azar.
La segunda historia tuvo un cariz diferente. Pero también me sirvió de ayuda y aprendizaje para reconocer mi debilidad carnal ante Dios. Yo había dejado mi relación con una mujer, con la que estuve unos cinco años. Tras unos meses empezamos a seguir viéndonos y a tener sexo en alguna ocasiones, aunque ella quería volver conmigo. Finalmente, un día, me encontré con el sacerdote de mi pueblo en la calle, y le pregunté si conocía las confesiones de San Agustín. Debo decir que siempre me ha interesado leer filosofía y estos autores. El sacerdote me dijo que las conocía y que al final San Agustín había encontrado la vía a su problema. Esa misma noche, después de haber tenido sexo con mi ex novia y haberme ido de su casa, viendo la cara de deseo de ella de seguir a su lado, me sentí la persona más asquerosa del mundo. Senti una bajeza que no puedo expresar con palabras. Todo esta experiencia me recordó a una lectura de un pasaje de la Biblia que ya había hecho hace un tiempo (Rom 8, 8). Este pasaje hablaba sobre los que caminan según la carne. He vivido algunas otras experiencias por las que he sentido el mensaje divino y mi necesidad de volver a Dios. Bendito sea el Señor y alabado sea. Le doy las gracias por pertimirme encontrarle. Un saludo a todos y abrazos.
La segunda historia tuvo un cariz diferente. Pero también me sirvió de ayuda y aprendizaje para reconocer mi debilidad carnal ante Dios. Yo había dejado mi relación con una mujer, con la que estuve unos cinco años. Tras unos meses empezamos a seguir viéndonos y a tener sexo en alguna ocasiones, aunque ella quería volver conmigo. Finalmente, un día, me encontré con el sacerdote de mi pueblo en la calle, y le pregunté si conocía las confesiones de San Agustín. Debo decir que siempre me ha interesado leer filosofía y estos autores. El sacerdote me dijo que las conocía y que al final San Agustín había encontrado la vía a su problema. Esa misma noche, después de haber tenido sexo con mi ex novia y haberme ido de su casa, viendo la cara de deseo de ella de seguir a su lado, me sentí la persona más asquerosa del mundo. Senti una bajeza que no puedo expresar con palabras. Todo esta experiencia me recordó a una lectura de un pasaje de la Biblia que ya había hecho hace un tiempo (Rom 8, 8). Este pasaje hablaba sobre los que caminan según la carne. He vivido algunas otras experiencias por las que he sentido el mensaje divino y mi necesidad de volver a Dios. Bendito sea el Señor y alabado sea. Le doy las gracias por pertimirme encontrarle. Un saludo a todos y abrazos.