¿DÓNDE ADORAR A DIOS?

La mujer le dijo: Señor, me parece que tú eres profeta. Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén está el lugar donde se debe adorar. Jesús le dijo: Mujer, créeme; la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. Vosotros adoráis lo que no conocéis; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque ciertamente a los tales el Padre busca que le adoren” (Juan 4:19-23)

En este pasaje se puede notar algo que no es necesario para adorar a Dios. La mujer samaritana apuntaba a lo que parece que era una discusión recurrente entre judíos y samaritanos ¿Dónde se había de adorar? ¿En el monte Gerizín ubicado en Samaria, o en Jerusalén? Jesús le responde que “la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre” Es decir, muy pronto se dejaría de adorar en esos lugares ¿La razón? “los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad” Eso quiere decir que la adoración a Dios no depende de estar en algún lugar específico.

Aunque estaban rodeados por sinagogas y templos, los primeros cristianos eran los únicos que no erigían templos para su adoración. Esta era una práctica motivada, no tanto por no llamar la atención, sino, como una forma de enfatizar el carácter espiritual de su adoración. Esto se ve confirmado en todo el Nuevo Testamento, donde no aparece ni usa sola vez la existencia de lugares específicos de adoración. De hecho, se sabe que durante los tres primeros siglos los cristianos se congregaban en residencias privadas.

El propio Jesús, aunque a veces estaba en el templo, lo habitual era que estuviera con sus discípulos en lugares abiertos y en casas privadas. Y la única vez que hizo referencia a una forma de reunión entre sus discípulos, dijo: “Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mateo 18:20), destacando que lo importante no era la cantidad de discípulos reunidos, ya que podían ser dos o tres. Esto refuerza la idea que el lugar donde se reúnan los cristianos no tiene ninguna importancia, es la predisposición para congregarse en el nombre de Jesús.

En vista de esto ¿Es adecuado referirse a los edificios religiosos como “la casa de Dios” o “el lugar de adoración”?
 
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Cuando me preguntan: dónde te congregas?

Me resulta difícil explicarles todo lo que comentas, estimado @Usymbv

1- Reunirse en un local o en una cada no tiene ningún problema.

2- Considerar el local cómo casa de Dios ES EL PROBLEMA; Considerarlo el único sitio de adoración, viola la enseñanza de Cristo.

3- La congregación puede estar dónde quiera, no tiene limitaciones humanas.

4- El mundo al revés te hace creer que la congregación y la adoración es «exclusivamente» dentro de un local, y los que no pertenecen a ese local, están excluidos de la presencia de Dios TAMAÑA MENTIRA
 
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Así es MiguelR,

Tan interiorizado se tiene el concepto de edificio sagrado, que el término “iglesia” se asocia inseparablemente con el edificio religioso. Esto ha llevado a creer comúnmente que Dios reside en estos edificios, y cuantos más grandes y majestuosos son, da la sensación que mayor es su presencia.

Pero desde la venida de Jesús ya no se requiere ningún edificio o lugar de adoración. Es más, una vez que Cristo ascendió al Padre se produce un sorprendente traslado en el Espíritu de Dios, algo que Pablo explica así a los creyentes de Corinto:

¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es” (1 Corintios 3:16-17) “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?” (1 Corintios 6:19)

En efecto, el Espíritu de Dios dejó de estar en el lugar físico del Templo para habitar en el cuerpo de los verdaderos adoradores, de modo que habita y se mueve entre ellos. ¡No tenemos que ir a ningún templo porque nosotros somos el templo de Dios!
 
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Yo tengo muchos años que dejé de creer en las religiones, pero hace cómo un año intenté asistir nuevamente a una iglesia evangélica para escuchar la predicación, pero salí corriendo de allí cuando el pastorcillo decía:

"Los que se han ido de la casa de Dios (de ese local) están en el mundo cómo el hijo pródigo, y pronto volverán a la casa del Padre (de ese local)"


Mal interpretan la escritura de una manera tan vil y perversa, que le hacen creer a los creyentes que si se van de ese local, estarán en el mundo sin la presencia de Dios
 
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