Ante este día tan importante en el mundo cristiano, como es el de la resurrección de Jesús, habría que proceder desde las distintas etapas que se sucedieron, para preguntarnos como nos afecta hoy en nuestra vida.
Y uno de los temas más significativos que yo más valoro de aquel magno acontecimiento, se encuentra en el tema de la tumba vacia.
Pienso que cuando nosotros nos acercamos a una tumba y la encontramos vacía, en sí el hecho no puede probar nada o simplemente un hecho negativo; Allí no hay nada.
Sin embargo en la tumba donde fue enterrado Jesús este hecho supone una explicación, una hipótesis, una profesión de fe o una suposición… cuando Marcos nos dice “Él no está aquí” y después añade lo no evidente: “ha resucitado”.
En el Nuevo Testamento no fue la “tumba bacia” lo que hizo o suscitó la fe en el resucitado.
Maria y Pedro ante el sepulcro vacio no reaccionan con la fe…, no creen… es el discípulo el que tiene una reacción creyente,
No hay nadie que afirme haber estado presente en ese evento, ni que diga conocer testigos oculares del hecho de la resurrección, ni que afirme que su fe en el resucitado proviene de la tumba vacía.
En ningún momento o documento recurren los discípulos a la tumba vacía para fortalecer la fe de la comunidad, o para argumentar y convencer a los oponentes.
Repasando los textos más antiguos nos encontramos con Pablo (1 Cor. 15, 1-10) que no vincula la fe en la resurrección a la existencia de la tumba vacia, ni menciona en ninguna de sus cartas ”la tumba vacia”, ni acude a testigos autorizados sobre la tumba, su mensaje se centra en la resurrección.
Otros textos, fuera de los evangelios, no dicen nada sobre la tumba vacia.
Por otra parte los textos evangélicos (Mc. 16,1-8; Mt. 28, 1.10; Lc. 24, 1.12; Jn. 20, 1-10) nos dicen:
Para la persona contemporánea, la tumba de Jesús pudo estar vacía, con sábanas… con sudarios…, con un joven o dos jóvenes (Lc. 24,4); lo importante es que la búsqueda ha de hacerse en otro espacio y en otra dimensión. “¿Por que buscáis entre los muertos al que está vivo?”; “No está aquí, ha resucitado;
La fe en una “nueva vida” del resucitado junto a Dios, no depende de la tumba vacía. El acontecimiento pascual no está condicionado sino ilustrado por la tumba vacía.
La tumba no entra en los artículos del credo, no es base de argumento, no es objeto de la fe en la resurrección y por tanto no tiene por que ser mencionada en el símbolo de los Apóstoles.
La fe cristiana no llama a la “tumba vacía” sino a una experiencia en profundida con el Cristo viviente… “buscad en otro sitio” nos comenta Lucas.
No obstante en el centro de los relatos de los Evangelios no está la tumba sino el “mensaje breve” como una profesión de fe en la resurrección por la boca del ángel ¡Ha resucitado! Nos dice Marcos en su evangelio como una reconstrucción narrativa del mensaje de la resurrección.
En cualquier caso la tumba vacía es signo, señal e indicador de donde hemos buscar según el evangelio de Juan: “que Él había de resucitar de entre los muertos” y girar hacia los demás, hacia la realidad de la vida para vivir en nuestra existencia la búsqueda del Resucitado.
Esta claro. La resurrección es una semilla de vida que se ha se sembrar, cultivar y vivir ahora, encontrando al Resucitado.
Y uno de los temas más significativos que yo más valoro de aquel magno acontecimiento, se encuentra en el tema de la tumba vacia.
Pienso que cuando nosotros nos acercamos a una tumba y la encontramos vacía, en sí el hecho no puede probar nada o simplemente un hecho negativo; Allí no hay nada.
Sin embargo en la tumba donde fue enterrado Jesús este hecho supone una explicación, una hipótesis, una profesión de fe o una suposición… cuando Marcos nos dice “Él no está aquí” y después añade lo no evidente: “ha resucitado”.
En el Nuevo Testamento no fue la “tumba bacia” lo que hizo o suscitó la fe en el resucitado.
Maria y Pedro ante el sepulcro vacio no reaccionan con la fe…, no creen… es el discípulo el que tiene una reacción creyente,
No hay nadie que afirme haber estado presente en ese evento, ni que diga conocer testigos oculares del hecho de la resurrección, ni que afirme que su fe en el resucitado proviene de la tumba vacía.
En ningún momento o documento recurren los discípulos a la tumba vacía para fortalecer la fe de la comunidad, o para argumentar y convencer a los oponentes.
Repasando los textos más antiguos nos encontramos con Pablo (1 Cor. 15, 1-10) que no vincula la fe en la resurrección a la existencia de la tumba vacia, ni menciona en ninguna de sus cartas ”la tumba vacia”, ni acude a testigos autorizados sobre la tumba, su mensaje se centra en la resurrección.
Otros textos, fuera de los evangelios, no dicen nada sobre la tumba vacia.
Por otra parte los textos evangélicos (Mc. 16,1-8; Mt. 28, 1.10; Lc. 24, 1.12; Jn. 20, 1-10) nos dicen:
Para la persona contemporánea, la tumba de Jesús pudo estar vacía, con sábanas… con sudarios…, con un joven o dos jóvenes (Lc. 24,4); lo importante es que la búsqueda ha de hacerse en otro espacio y en otra dimensión. “¿Por que buscáis entre los muertos al que está vivo?”; “No está aquí, ha resucitado;
La fe en una “nueva vida” del resucitado junto a Dios, no depende de la tumba vacía. El acontecimiento pascual no está condicionado sino ilustrado por la tumba vacía.
La tumba no entra en los artículos del credo, no es base de argumento, no es objeto de la fe en la resurrección y por tanto no tiene por que ser mencionada en el símbolo de los Apóstoles.
La fe cristiana no llama a la “tumba vacía” sino a una experiencia en profundida con el Cristo viviente… “buscad en otro sitio” nos comenta Lucas.
No obstante en el centro de los relatos de los Evangelios no está la tumba sino el “mensaje breve” como una profesión de fe en la resurrección por la boca del ángel ¡Ha resucitado! Nos dice Marcos en su evangelio como una reconstrucción narrativa del mensaje de la resurrección.
En cualquier caso la tumba vacía es signo, señal e indicador de donde hemos buscar según el evangelio de Juan: “que Él había de resucitar de entre los muertos” y girar hacia los demás, hacia la realidad de la vida para vivir en nuestra existencia la búsqueda del Resucitado.
Esta claro. La resurrección es una semilla de vida que se ha se sembrar, cultivar y vivir ahora, encontrando al Resucitado.