Abro este hilo para breves meditaciones diarias que broten del corazón. Espero que sea de ayuda para aquellos que están en peligro y en tribulación. Quizás algún día se componga un libro con las ideas que vayan brotando de este hilo. No voy a participar activamente en ningún otro hilo de este foro.
Habitamos un mundo que se ha entregado a la jactancia
de llenar la copa de la ira delante del rostro mismo de Dios
sin temor, sin vergüenza y muy consciente de lo que hace.
No se trata sólo de "un gran mal" como Noé vivió,
sino de un "mal progresivamente multiplicado" expresado a través
de un misterio que el apóstol denominó "hombre de anarquía".
Mira alrededor y verás este mal cabalgando a lomos de esta anarquía.
Allá donde mires, todo se desmorona de la mano de lo que en la práctica
es un espíritu de anarquía que todo lo satura y arrasa a su paso.
No son tiempos "normales", sino de grandísima tribulación,
como "no la ha habido desde el comienzo del mundo,
y como no la volverá a haber nunca jamás en el mundo".
Intuyo que todavía no se ha manifestado del todo,
que todavía la rueda debe seguir girando y que
"la copa de la ira del Dios Todopoderoso" no se ha llenado todavía.
Pero todo va a mucha velocidad... demasiada como
para pensar que lo que estamos viviendo es pura casualidad
o simplemente "malos tiempos que pasarán como antes".
Así que el mal nos rodea... Pero, ¿de dónde vino?
En nuestra larga y dura batalla interior,
debemos acompañar al apóstol en su canto de angustia...
"¡Miserable de mí...!"
Vivimos rodeados de un mundo en desobediencia y rebeldía, inspiradores del pecado... un gran mal.
Satanás anda como león devorando todo a su paso, y su fuerza parece cobrar dureza e intensidad.
Pero tira del hilo y comprobarás que tu "concupiscencia" es la culpable de todo... el mal que inició la rueda.
Así que tú y yo somos, autores y participantes del mal que nos rodea.
Porque tú en una ocasión actuabas igual que "ellos"... o peor aún.
Así, ante Dios, tú has sido colaborador del mal que hoy te abofetea.
Tú, en una ocasión, también intentaste empujar a Dios para que se despeñara.
Pero el pecado te despeñaba a ti... tú acababas barranco abajo.
Una cuesta hacia abajo la que nos ofrece el pecado y el mal...
No te haces "malo" de la noche a la mañana.
Es una progresiva concatenación de elecciones
que te llevan progresivamente hacia abajo...
Por eso el infierno está "abajo"... y el cielo "arriba".
Porque el infierno es rodar cuesta abajo
y el cielo es el duro trabajo de subir la Escalera del Plan de Dios.
Tú no estás exento del mal. No es una cosa "allí fuera que sólo hacen los malos".
Tú debes "vencer el mal con el bien": eres soldado en primera línea de batalla.
Para ganar, los soldados en el campo de batalla toman acciones concretas...
"Se niegan a sí mismos",
"Se visten de ropas adecuadas"
"Resisten al mal"...
Es decir, "pelean la buena batalla".
Observa cómo el mal es la manifestación del pecado, no el pecado en sí mismo.
Su origen es la personal concupiscencia, la cual engendra pecado,
que se traduce rápidamente en mal... es decir, en muerte.
Por eso la pregunta que el hombre hoy se debe preguntar más que nunca sería...
¿Hay algo o alguien exento de concupiscencia y pecado,
algo o alguien inmune al mal que no pueda ser alcanzado por estos proyectiles?
Creo recordar que está escrito "no hay mal alguno en Él",
y esto para mí quiere decir dos cosas: no sólo no tiene mal alguno,
sino que mal es incapaz de "entrar". Ni da ni recibe.
Si en estos tiempos confías y te revistes de Jesucristo, el mal anárquico "que todo lo llena y satura"
no podrá tocarte del mismo modo que el fuego satánico
ni siquiera fue capaz de dejar su olor en las ropas de los amigos de Daniel.
Este es el nivel de protección espiritual que Él promete
a los que le aman y guardan Sus mandamientos:
No sólo te libra de hacer el mal sino que te libera del que
tú en una ocasión sembraste y regaste por el mundo.
"Padre nuestro que estás en los cielos, líbranos del mal".
Amor,
Ibero
27/11/2022 - EL MAL:
Habitamos un mundo que se ha entregado a la jactancia
de llenar la copa de la ira delante del rostro mismo de Dios
sin temor, sin vergüenza y muy consciente de lo que hace.
No se trata sólo de "un gran mal" como Noé vivió,
sino de un "mal progresivamente multiplicado" expresado a través
de un misterio que el apóstol denominó "hombre de anarquía".
Mira alrededor y verás este mal cabalgando a lomos de esta anarquía.
Allá donde mires, todo se desmorona de la mano de lo que en la práctica
es un espíritu de anarquía que todo lo satura y arrasa a su paso.
No son tiempos "normales", sino de grandísima tribulación,
como "no la ha habido desde el comienzo del mundo,
y como no la volverá a haber nunca jamás en el mundo".
Intuyo que todavía no se ha manifestado del todo,
que todavía la rueda debe seguir girando y que
"la copa de la ira del Dios Todopoderoso" no se ha llenado todavía.
Pero todo va a mucha velocidad... demasiada como
para pensar que lo que estamos viviendo es pura casualidad
o simplemente "malos tiempos que pasarán como antes".
Así que el mal nos rodea... Pero, ¿de dónde vino?
En nuestra larga y dura batalla interior,
debemos acompañar al apóstol en su canto de angustia...
"¡Miserable de mí...!"
Vivimos rodeados de un mundo en desobediencia y rebeldía, inspiradores del pecado... un gran mal.
Satanás anda como león devorando todo a su paso, y su fuerza parece cobrar dureza e intensidad.
Pero tira del hilo y comprobarás que tu "concupiscencia" es la culpable de todo... el mal que inició la rueda.
Así que tú y yo somos, autores y participantes del mal que nos rodea.
Porque tú en una ocasión actuabas igual que "ellos"... o peor aún.
Así, ante Dios, tú has sido colaborador del mal que hoy te abofetea.
Tú, en una ocasión, también intentaste empujar a Dios para que se despeñara.
Pero el pecado te despeñaba a ti... tú acababas barranco abajo.
Una cuesta hacia abajo la que nos ofrece el pecado y el mal...
No te haces "malo" de la noche a la mañana.
Es una progresiva concatenación de elecciones
que te llevan progresivamente hacia abajo...
Por eso el infierno está "abajo"... y el cielo "arriba".
Porque el infierno es rodar cuesta abajo
y el cielo es el duro trabajo de subir la Escalera del Plan de Dios.
Tú no estás exento del mal. No es una cosa "allí fuera que sólo hacen los malos".
Tú debes "vencer el mal con el bien": eres soldado en primera línea de batalla.
Para ganar, los soldados en el campo de batalla toman acciones concretas...
"Se niegan a sí mismos",
"Se visten de ropas adecuadas"
"Resisten al mal"...
Es decir, "pelean la buena batalla".
Observa cómo el mal es la manifestación del pecado, no el pecado en sí mismo.
Su origen es la personal concupiscencia, la cual engendra pecado,
que se traduce rápidamente en mal... es decir, en muerte.
Por eso la pregunta que el hombre hoy se debe preguntar más que nunca sería...
¿Hay algo o alguien exento de concupiscencia y pecado,
algo o alguien inmune al mal que no pueda ser alcanzado por estos proyectiles?
Creo recordar que está escrito "no hay mal alguno en Él",
y esto para mí quiere decir dos cosas: no sólo no tiene mal alguno,
sino que mal es incapaz de "entrar". Ni da ni recibe.
Si en estos tiempos confías y te revistes de Jesucristo, el mal anárquico "que todo lo llena y satura"
no podrá tocarte del mismo modo que el fuego satánico
ni siquiera fue capaz de dejar su olor en las ropas de los amigos de Daniel.
Este es el nivel de protección espiritual que Él promete
a los que le aman y guardan Sus mandamientos:
No sólo te libra de hacer el mal sino que te libera del que
tú en una ocasión sembraste y regaste por el mundo.
"Padre nuestro que estás en los cielos, líbranos del mal".
Amor,
Ibero
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