Dios identifica a su pueblo con caracteristicas

8 Noviembre 2000
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La historia del pueblo de Dios está en Apocalipsis 12 en un panorama de engaños, conflictos y persecución. En los primeros 6 versículos, una mujer sufre “dolores de parto” (vers. 2); un dragón echa por tierra “las estrellas del cielo (vers. 4), y luego procura “devorar a su hijo” (de la mujer, vers. 4) tan pronto como nazca; y la mujer “huyó al desierto” (vers. 6). En los siguientes tres versículos hay “una gran batalla” en el cielo (vers. 7), a raíz de la cual el diablo y sus ángeles son lanzados a la tierra, y se dedican a engañar al mundo entero” (vers. 9). Los versículos siguientes hacen referencia al “acusador de nuestros hermanos” (vers. 10), luego a los mártires que “menospreciaron sus vidas hasta la muerte” (vers. 11), y a la “gran ira” del diablo (vers. 12). El dragón, entonces, “persiguió a la mujer” (vers. 13); luego, la serpiente arrojó tras la mujer “agua como un río, para que fuese arrastrada por el río” (vers. 15). En el versículo final, el dragón, airado contra la mujer, se fue a hacer guerrra contra el resto de la descendencia de ella” (vers. 17).

Este capitulo, evidentemente, no describe un día en la vida de Bambi. Por el contrario, usando la técnica de narración retrospectiva (un elemento típico del Apocalipsis), presenta en forma panorámica la historia del gran conflicto entre Cristo y Satanás. En ningún otro lugar de la Sagrada Escritura se describe más breve y gráficamente el tema de la gran controversia, que en estos 17 versículos. De este modo, el remanente del pueblo de Dios que corresponde al tiempo del fin, aparece presentado en el contexto de la gran controversia: “Entonces el dragón se llenó de ira contra la mujer,; y se fue a hacer guerra contra el resto (o remanente ) de la descendencia de ella, los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo” (vers. 17).

Apocalipsis 12:17, cerca del final de la Biblia, está vinculado con un versículo que aparece casi al comienzo, a saber, Génesis 3:15. Después de la caída, el Señor dijo a la serpiente, que acababa de engañar a Eva: “Y pondré enemistad entre ti (la serpiente) y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya”.

Apocalipsis 12:17 y Génesis 3:15 son textos paralelos. Ambos se refieren a Satanás, descrito no sólo como dragón, sino también como una serpiente (véase Apocalipsis 12:9). Ambos hacen referencia a la “mujer “ y a su “simiente” o descendencia; y así como Génesis 3:15 habla de “enemistad” entre la mujer (la iglesia de Dios) y Satanás (Apocalipsis 12:17), por su parte, dice que “se llenó de ira” contra la mujer, e hizo “guerra” contra su descendencia. He aquí los paralelos que hay entre los dos versículos:

Génesis 3:15 Apocalipsis 12:17

(1) Satanás (serpiente) (1) Satanás (dragón)

(2) mujer (2) mujer

(3) simiente de la mujer (3) descendencia de la mujer

(4) enemistad (4) ira, guerra

En realidad, Apocalipsis 12:17 es Génesis 3:15 casi seis mil años después. Ambos son como dos sujetalibros que abarcan casi toda la Biblia, que no es otra cosa que una descripción de la gran controversia entre Cristo y Satanás.

Ahora bien, ¿quiénes componen este “resto de la descendencia de ella”, contra quienes el dragón hace guerra?

Un factor crucial para determinar la identidad de este grupo es la época en que surge el remanente. En Apocalipsis 12, el remanente aparece no sólo al fin de la visión misma, sino también al final de los sucesos cronológicos descritos en dicha visión.

En primer lugar se presenta la guerra en el cielo entre Miguel y sus ángeles, por una parte; y Satanás y sus ángeles, por otra la otra (véase los versículos 7-9); una guerra en la cual Satanás y sus ángeles terminan siendo arrojados a la tierra.

A continuación, la mujer da a luz un niño, evidentemente Cristo (vers. 5), quien nació en este mundo, en donde el dragón –expulsado del cielo- se hallaba listo para “devorar a su hijo tan pronto como naciese” (vers. 4; véase también el capitulo 2 de Mateo).

Luego el dragón ataca a la mujer: “Y cuando vio el dragón que había sido arrojado a la tierra, persiguió a la mujer que había dado a luz al hijo varón” (vers. 13).

Como resultado de este ataque, la mujer, la iglesia de Dios, huye al desierto, hecho que se menciona dos veces: “Y la mujer huyó al desierto, donde tiene lugar preparado por Dios, para que allí la sustenten por mil doscientos sesenta días” (vers. 6). “Y se le dieron a la mujer las dos alas de la gran águila, para que volase de delante de la serpiente al desierto, a su lugar, donde es sustentada por un tiempo, y tiempos, y la mitad de un tiempo” (vers. 14).

Finalmente, al terminarse este periodo en que la mujer huye al desierto, se introduce el remanente: “Entonces el dragón se llenó de ira contra la mujer; y se fue a hacer guerra contra el resto de la descendencia de ella, los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo” (vers. 17).

Por consiguiente, la primera característica del remanente es que debe hacerse presente después del lapso que la mujer pasa escondida en el desierto, es decir el “tiempo y tiempos, y la mitad de un tiempo” (vers. 14), o los “mil doscientos sesenta días (vers. 6).

“La visión aclara el hecho de que después de los 1260 días (tres tiempos y medio) –escribe William Jonhsson-, el dragón concentrará sus esfuerzos en los descendientes de la mujer”.

Debido a que “tiempo” se traduce como año, “tiempos” como dos años, y “medio tiempo” como medio año, la expresión “tiempo, y tiempos y la mitad de un tiempo” equivale a tres años y medio, o según Apocalipsis 12:6, a “mil doscientos sesenta días”. Por cuanto ambos versículos describen el mismo suceso –la mujer que huye de la presencia del dragón al desierto-, el periodo a que aluden ambos versículos tiene que ser el mismo.

La persecución de los santos a que alude Daniel 7 revela qué periodo abarca Apocalipsis 12:6, 14. Daniel soñó con cuatro bestias. La primera, “como león” (Daniel 7:4), era Babilonia; la segunda, “semejante a un oso”, (vers. 5), era Medo-Persia; la tercera, como “un leopardo” (vers. 6), era Grecia; y la cuarta, “espantosa y terrible y en gran manera fuerte” (vers. 7), era la Roma pagana. Esta cuarta bestia tenía “diez cuernos”, expresión que es paralela a la del dragón de Apocalipsis 12:3, que también tenía diez cuernos y representaba a Roma en su fase pagana. De este modo, Daniel 7 y Apocalipsis 12 están claramente vinculados. Según Mateo, la Roma pagana (por medio de Herodes) procuró “devorar” a Cristo, el hijo de la mujer, “tan pronto como” nació.

En la visión de Daniel 7, un poderoso cuerno pequeño con “ojos como de hombre, y una boca que hablaba grandes cosas” (vers. 8) surgió de la Roma pagana. Este poder –el cuerno pequeño-, que no está separado de la cuarta bestia (Roma), sino que es parte de ella, “hacía guerra contra los santos, y los vencía” (vers. 21) durante “tiempo, y tiempos, y la medio tiempo”, es decir, el mismo período que la mujer de Apocalipsis 12 –la iglesia de Dios- pasa en el desierto huyendo del dragón que se empeña en perseguirla (o “hacer guerra” contra ella). Es obvio que tanto Daniel como el Apocalipsis se refieren al mismo suceso. La Septuaginta, una antigua traducción de la Biblia hebrea al griego, usa en Daniel 7:25 la misma frase básica que usa Juan en Apocalipsis 12:14. Por cuanto hay tantos pasajes del Apocalipsis que han sido sacados del Antiguo Testamento, es probable que Juan haya tomado la frase directamente de Daniel 7:25.

El cuerno pequeño, entonces, debe ser también Roma, si bien ahora en su fase papal. Y los “tiempo, y tiempos, y medio tiempo” de Daniel 7:25 y Apocalipsis 12:14, representan en ambos casos el periodo en que la Roma papal persiguió a los “santos del Altísimo” o “la mujer”. El dragón usó a Roma, en su fase pagana, para atentar contra Cristo (Apocalipsis 12:14); más tarde volvió a usar a Roma, esta vez en su fase papal, para atacar a la iglesia de Dios (versículos 6 y 14).

¿Cuándo es el tiempo específico de ese ataque?
En Daniel 7aparece una serie de bestias simbólicas realizando actividades simbólicas en un marco de tiempo también simbólico. La expresión “tiempo, y tiempos, y medio tiempo” no es una manera común de expresar un período cronológico, como tampoco lo es la expresión “mil doscientos sesenta días”. Si el profeta quería designar tres años y medio literales, ¿por qué no dijo simplemente “tres años y medio”?. En vez de eso, la profecía demanda –como lo han reconocido muchos comentadores a través de los siglos- el uso del principio de “día por año”, lo cual significa que las expresiones “tiempo, y tiempos, y medio tiempo”, y “mil doscientos sesenta días” delinean en realidad 1260 años.

Como punto de partida de la profecía, los comentadores adventistas han definido el año 538 de la era cristiana, fecha en que el papado expulsó de Roma al último poder arriano; y como fin de ella, el año 1798, cuando los franceses tomaron cautivo al papa. Sin embargo, no se necesita fijar con exactitud estas dos fechas para comprender la profecía. En vez de ello, bastan dos puntos, firmemente establecidos en la escritura. Primero, la persecución a que aluden Daniel 7 y Apocalipsis 12:6, 14 fue causada por la Roma papal. Segundo, es necesario aplicar el principio de “día por año” a los periodos proféticos que allí se mencionan. Con estos dos axiomas proféticos, queda aclarada la primera característica del remanente.

La Roma papal se estableció en el siglo sexto de nuestra era. Si le sumamos 1260 años, llegamos por lo menos a fines del siglo XVIII o a principios del XIX. Por lo tanto, “el resto de la descendencia de ella” aparece después de este periodo específico. Entonces, es después de fines del siglo XVIII o principio del XIX que terminan los 1260 años y aparece el remanente.

Si bien es cierto que por sí mismo el marco de tiempo profético no muestra quienes componen el remanente, sí muestra quienes no lo componen. Por cuanto el remanente puede aparecer sólo después del periodo de 1260 años, en algún momento posterior al fin del siglo XVIII o el comienzo del siglo XIX, todas las más importantes iglesias de la Reforma quedan automáticamente eliminadas. Si bien es cierto que los miembros de esos grupos religiosos pueden llegar a ser parte del remanente, y en efecto, así ha sucedido y continuará sucediendo, el hecho es que esas denominaciones, en su carácter de entidades corporativas, surgieron directamente de la Reforma, que tuvo lugar en los siglos XVI y XVII; esto es, demasiado temprano como para ser “el resto de la descendencia de ella”. Los luteranos, metodistas, bautistas, bautistas del séptimo día, episcopales, presbiterianos, y congregacionalistas son demasiado antiguos como para ser en cualquier sentido corporativo el remanente que describe Apocalipsis 12:17. “El resto de la descendencia ella” debe aparecer en escena en algún momento posterior al periodo de 1260 años, después de fines de siglo XVIII o comienzos del XIX.

La identificación del remanente, sin embargo, no puede terminar aquí. Muchos cuerpos eclesiásticos divergentes surgieron después del periodo de 1260 años. Se necesitan detalles adicionales para identificar al remanente, y afortunadamente, han sido provistos.

La segunda característica del “resto (remanente) de la descendencia de ella” es que “guardan los mandamientos de Dios” (Apocalipsis 12:17). No importa qué construcción queramos dar a la frase “los mandamientos de Dios”, tiene que significar –si no otra cosa- por lo menos los Diez Mandamientos.

· Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús (Apocalipsis 14:12).

· El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es un mentiroso, y la verdad no está en él (1 Juan 2:4).

· ¿Luego por la fe invalidamos la ley? En ninguna manera, sino que confirmamos la ley (Romanos 3:31).

· Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa (Efesios 6:2).

· ¡Dichosos los que guardan sus Mandamientos, para que tengan derecho al árbol de la vida, y entren por las puertas en la ciudad! (Apocalipsis 22:14).

· Si me amáis, guardaréis mis Mandamientos (Juan 14:15).


Por supuesto, entre los mandamientos de Dios –en el mismo corazón de ellos- se halla incluido el cuarto, que casi todo el mundo cristiano ha descuidado. Muchos de los que pretenden guardarlo, no lo hacen, porque la mayoría observan el primer día de la semana en vez del séptimo. No importa cuán sincera, seria y diligente sea una persona en su observancia del domingo, la Biblia dice que “el séptimo día –no el primero- es reposo para Jehová tu Dios” (Exodo 20:10). Así que, con el fin de ajustarse a la segunda característica del remanente, uno debe estar guardando los mandamientos de Dios., incluso el que se refiere al sábado.

“Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos. Porque el que dijo: No cometerás adulterio, también ha dicho: No matarás. Ahora bien, si no cometes adulterio, pero matas, ya te has hecho transgresor de la ley” (Santiago 2:10,11). Con la misma facilidad Santiago podría haber dicho: “Porque el que dijo: No cometerás adulterio, también ha dicho: Acuérdate del día sábado. Ahora bien, si no cometes adulterio, pero no te acuerdas del día sábado, ya te has hecho transgresor de la ley”.

La importancia del sábado se hace más evidente en Apocalipsis 14. En el contexto de los últimos días, un ángel –usando el mismo lenguaje del cuarto mandamiento- urge a los habitantes del mundo a adorar “a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas” (Apocalipsis 14:7), en contraste con los que adoran “a la bestia y a su imagen” (vers. 9). En medio de este conflicto que se libra en torno a la adoración, se describe al pueblo de Dios como “los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús” (Apocalipsis 14:12). En este pasaje, al igual que en Apocalipsis 12:17, se da prominencia a los mandamientos de Dios; y de todos ellos, sólo el cuarto tiene que ver específicamente con la adoración del Señor como el Creador de “los cielos y la tierra” y “el mar”. No cabe duda, entonces, que cuando el Apocalipsis habla del remanente, es decir de los que guardan “los mandamientos de Dios”, incluye en esta expresión también el cuarto.

Esta segunda marca de identificación elimina, por lo tanto, la vasta mayoría de los que no fueron eliminados por la primera. Muchos cuerpos religiosos, como los pentecostales, los mormones, los testigos de Jehová y otros, surgieron después del periodo de 1260 años, pero casi todos rechazan el cuarto mandamiento, ya sea por no guardar ningún día, o por guardar el día equivocado. Los mandamientos de Dios incluyen necesariamente el séptimo día, sábado; por lo tanto, el “resto de la descendencia de ella”, además de surgir después de fines del siglo XVIII o comienzos del XIX, tiene que ser también guardador del séptimo día, sábado.

De este modo, con esta segunda característica, las opciones para el remanente se han visto notablemente reducidas.

Afortunadamente, queda otro rasgo, el cual despeja el campo que permite una identificación positiva. Apocalipsis 12:17 enseña que esta remanente tendría también “el testimonio de Jesucristo”.
 
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Rollazo adventista


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Y claro, la auténtica iglesia es la adventista ¿verdad? :D.


¡¡¡ No son los únicos en creer que son el ombligo del mundo !!!



"Por sus frutos los conoceréis"



Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida...........y SOLO EL añade a la Iglesia los que han de ser salvos, por la fe, NO POR OBRAS, para que nadie se glorie.





Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva O DIAS DE REPOSO, 17todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo. 18Nadie os prive de vuestro premio, afectando humildad y culto a los ángeles, entremetiéndose en lo que no ha visto, vanamente hinchado por su propia mente carnal, 19y no asiéndose de la Cabeza, en virtud de quien todo el cuerpo, nutriéndose y uniéndose por las coyunturas y ligamentos, crece con el crecimiento que da Dios. (Col 2:16-19)


Pero antes que viniese la fe, estábamos confinados bajo la ley, encerrados para aquella fe que iba a ser revelada. 24De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe. 25Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo, 26pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús; 27porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos. (GÁLATAS 3:23-27)



No a las obras de la Ley


Si a la salvación por la fe en Jesucristo, que dará como resultado que andemos en las obras que Dios preparó de antemano para nosotros. ;)