Dios es fiel

rolupy

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23 Octubre 2002
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24/11/01

A ti la gloria y la alabanza Padre mío, que la Paz del Señor Jesucristo y el Egregor del Espíritu Santo more con ustedes hermanos.

Escribo mi testimonio no por vanidad de tener gracia ante mi Dios, sino para que sirva de fundamento a todo aquel que esté débil en la fe y para que se pare fuerte en la brecha y continúe su camino hacia la salvación. Amén.

A todas aquellas personas que sufren, que creen que todo está acabado, que no hay nada que hacer, que las esperanzas están perdidas, que no hay solución a sus problemas, a todos aquellos que tienen un corazón triste y abatido, les tengo buenas noticias. El Señor operó un milagro en la vida mía y en la de mi esposa.

Confío que este testimonio los llene de esperanza, les anime a seguir adelante y que nuestra experiencia les sirva de guía para que tengan una mejor y mayor comunicación con Dios. Que aprendan como es que El hace las cosas y como demanda obediencia absoluta. A las personas que nunca han tenido la experiencia de que el Señor les hable, les diga directamente que quiere y que no quiere, los exhorto a que con detenimiento lean este testimonio y que puedan algún día escuchar esa voz inconfundible, innegable de TU DIOS cuando El se dirige a ti en forma DIRECTA.

Por muchas razones que no vienen al caso y que en verdad no son importantes, mi esposa y yo equivocamos el rumbo de nuestras finanzas y vinimos a menos. Tocamos la gloria de la opulencia, de viajes, de despilfarros e iniciamos el camino de la soberbia. El orgullo se apoderó de nosotros y nuestro Dios fue el dinero. Todo lo que llegamos a tener confesábamos que era por la compañía para la cual trabajábamos y no por gracia de Dios. Solo hablábamos de dinero todo el tiempo y jamás anduvimos tanto efectivo en nuestras carteras. Teníamos una casa propia totalmente cancelada, libre de toda deuda, una casa pequeña pero nuestra al fin pero nuestro ímpetu nos dominó. Y empezamos a valorar la posibilidad de buscar una casa mejor y un vecindario acorde a nuestros ingresos. Y nos afanamos por otra mejor. Empezamos a buscar y hallamos un residencial acorde a nuestra nueva situación de opulencia. . Después de varias conversaciones con los ingenieros del proyecto tomamos la decisión. Compramos ahí una casa. Pero no bastó eso sino que compramos la casa más cara y la más grande y la más pomposa del vecindario. Como queríamos una casa exclusiva, adquirmos dos lotes, es decir, dos terrenos y en el centro de los dos íbamos a construir nuestra casa. Como ya la casa era acorde a lo que recibíamos, ya el carro que teníamos no nos pareció apropiado, así que adquirimos otro totalmente nuevo. Teníamos dos, uno del año y el otro apenas de unos meses de comprado, también totalmente nuevo. El l carro nuevo que compramos valía dos veces más caro que el primero. La casa nueva era una y media veces más grande que la que teníamos y costaba 7 veces más.

Se inició la construcción de la casa la que duró once meses. Todas las lámparas y mucho de los adornos de la nueva casa, los fuimos a comprar a Puerto Rico, aprovechando una visita nuestra a la Isla, por motivos de trabajo. Por fin la casa fue terminada y planeamos la mudanza. Como era tan grande, tuvimos que comprar juegos de muebles adicionales, toda una nueva decoración para que se viera acogedora y al gusto nuestro. La llenamos de plantas, especialmente de orquídeas de colección.

Finalmente, nos mudamos a la casa un día 2 de agosto, en medio de una gran algarabía que por cierto no duró mucho.

Pocos meses después fuimos inquietados, los ladrones intentaron introducirse a la casa y desde entonces jamás recuperamos la paz de nuevo.

Nuestros ingresos empezaron a disminuir fuertemente e iniciamos estrepitosamente la caída. Para esos días tuve un sueño una madrugada. Soñé que estaba en lo alto de una montaña en la cual divisaba un valle muy lindo, abajo había un mar cristalino, como una especie de golfo o entrada de mar. Veía su fondo, en su superficio había un solo bote, tipo yate, navegando apacible. Desde la montaña bajaban unas gradas interminables hasta el agua. Empecé a bajar unos escalones. Bajaba y bajaba. A medida que descendía, estaba conciente de que la vida me estaba llevando hasta el fondo de lo que recién se iniciaba.Seguía descendiendo. Escuché en mi sueño una voz muy clara que me dijo: “Hasta el fondo” y repregunté: “¿Hasta el fondo? Y de nuevo la voz me reafirmó: “Hasta el fondo”. Me afligí de ese sueño. Desperté totalmente ansioso, sudando y con el corazón que se me salía del pecho. Sabía lo que nos esperaba. Se me había revelado que teníamos que tocar fondo.

Iniciamos pues, el camino descendente. La desesperación se apoderó de los dos. Pasábamos las noches en vela. Internamente teníamos un miedo atroz. Mi esposa se levantaba en las madrugadas a llorar y lo hacía en el baño de la habitación para que yo no la escuchara. Desde luego que yo la escuchaba y eso acentuaba mi impotencia y desesperación. Yo había dejado el tabaco hacía años y anhelé volver a fumar. Mis sentimiento hacia Dios eran de reproche, le reclamaba por qué estábamos en esa situación, por qué él permitía que éstas cosas sucedieran.

Por las noches me despertaba desesperado, con ganas de gritar, con deseos de irme donde nadie me conociera, de dejarlo todo, de huir y dejar a mi esposa sola, al frente de todo esto. El cuerpo de la angustia me temblaba. Decidí bajar de peso y empezar a hacer ejercicios porque temía un infarto. Me refugié en la literatura de motivación y superación personal pero hallaba solo un alivio pasajero.

En medio de todo esto, de esta angustia espantosa y desgastante, mi esposa me sugirió que visitáramos alguna iglesia., la que fuera, pero alguna. Una noche que veníamos de comer la ultima pizza en muchos meses, pasamos a una iglesia cerca de la casa y el pastor, que se suponía no debía estar ahí, nos atendió, estaba justamente esperándonos. Hablamos con él ampliamente de todo nuestro problema financiero y esa noche de sábado, aceptamos a Cristo en nuestras vidas. Con eso creí yo que el problema estaba resuelto.

Desde entonces, tampoco fueron tan fáciles las cosas. Con la ayuda de un primo me introduje en el estudio profundo de la Biblia. Nos reuníamos todos los lunes a la 1 de la tarde. Siempre acabábamos después de las 7 de la noche.

Empezamos a conocer del Señor más y más. Me prestó muchos libros los cuales devoraba a veces al ritmo de dos por día. No quería perderme nada.

Empecé al orar, a comunicarme con el Señor y vinieron a mi mente muchas cosas. Le pedía a Dios que me hablara con textos bíblicos y lo hizo. Me dijo que se requería de mucho más que oraciones vacías para acercarme a EL. Le pedía dirección de cómo hacerlo y la oración poco a poco empezó a fluir en mi. Más tarde la hice audible. Es decir pasé de oración mental a oración hablada. El Señor quería mucha humildad de mi parte así que me puso a clamarle. Una noche le pregunté qué tenía que hacer para que las cosas mejoraran y percibí una voz suave, extraña pero audible que me respondió: “Pídeme”. Como no sabía como hacerlo, inicié una oración de reproche y de ordenarle que hacer.

Una tarde que estaba orando y ante mi desesperación de no saber que hacer, el Señor me manifestó el más duro y lapidario mensaje que alguna vez haya recibido. Una voz fuerte con tono de enojo me dijo: “Tomé tu soberbia, tomé tu altivez, la hice pedazos y la puse a tus pies”

Esas palabras me sacaron de la oración totalmente. Me dio tanto miedo que empecé a temblar, no me sostenía, me puse de rodillas y empecé a llorar como un niño, clamando y pidiendo perdón y misericordia.Tenía tanto miedo de pensar en lo que iba a pasar que me sentía totalmente solo. Esa fue la última vez que el Señor se me manifestó en varios meses.

Los días que vinieron después de esto, fueron peores. El gerente del Banco llegaba a la casa a cobrarnos, a darnos cartas de cobro. No nos alcanzaba para pagar lo que debíamos, así que todas las obligaciones estaban atrasadas. El alimento nos escaseaba y ya no teníamos como antes, que íbamos al supermercado y llenábamos 2 o 3 carros y luego había que botar la comida porque se ponía mala.

Comíamos lo básico, lo necesario y aprovechábamos ir donde la familia para comer algo distinto.

Cualquier carro que llegara cerca de la casa nos producía gran tensión ya que pensábamos que eran los cobradores. Sonaba el teléfono y cada llamada era un cobro. Mientras todo esto sucedía, nos atábamos más y más al Señor, la tormenta no podía durar para siempre. De eso estábamos seguros. Empezamos a pedir prestado para a unos amigos de mi esposa, cantidades fuertes para medio pagar algunas cuentas. La solución inmediata era vender la casa para no perderla y quedarnos en la calle. Contratamos a una corredora de bienes raíces para que se hiciera cargo de la venta de la casa, llegaron dos personas interesadas en dos días y nada más. Así transcurrieron como dos meses sin que pasara absolutamente nada que mejorara las cosas. Todo estaba si se quiere peor. Estábamos atrasados en el pago de la hipoteca de la casa, de las mensualidades del nuevo carro, de las cuentas de los cuatro teléfonos que teníamos, de las mensualidades de los country club y resorts que habíamos comprado y casi no teníamos que comer. Estábamos llegando al mes de octubre desde marzo que había iniciado nuestra crisis. El día primero de diciembre teníamos que pagar una fuerte suma de dinero y estábamos casi tres meses atrasados en el pago de la casa.

Una tarde hice un pacto con el Señor y le dije que si él quería que vendiéramos la casa, pues que nos mandara un comprador que tuviera todo el dinero y en efectivo. Y que si no quería pues que entonces nos diera todo el dinero para pagar y cancelar todo.

Para esos días, clamábamos tres veces al dia, caímos en ayunos y en vigilias los fines de semana, no nos despegábamos de la oración.

Precisamente en mi primera vigila, una madrugada, estando clamando al Señor y pidiendo su misericordia y después de muchos meses, volví a sentir una profunda paz y de nuevo el Señor , me volvió a hablar.

Vi a mi Señor Jesús, radiante, hermoso, victorioso, alegre, con sus cabellos ondulantes porque le acariciaba el aire de frente y me dijo: "TUS CLAMORES HAN SUBIDO AL TRONO DE MI PADRE Y HEMOS HALLADO JUSTICIA EN ELLOS. SEA HECHO COMO LO PIDES." Sentí una corriente que recorrió todo mi cuerpo de cabeza a pies y un temblor de nuevo me invadió. Pero me dijo más: "GUARDALO EN TU CORAZON". No se lo podía decir a nadie, ni a mi esposa. Esa madrugada sentí alivio, esperanza y una alegría inusitadas. Ya no estaba solo, sentía respaldo, ayuda pero sobre todo, amor de Dios hacia este pecador. Seguimos clamando más fuertemente ahora, solo que ya no le pedía nada al Señor sino que era solo oración de alabanza. Ofrenda de alabanza. Empezó entonces el Espíritu a inquietarme y me despertaba en las madrugadas. A veces quería hacer caso omiso de su llamado y no me dejaba dormir. Mi responsabilidad de orar no me dejaba tranquilo así que me levantaba. “Ora” me decía. Me levantaba a orar y veía en mi mente personas desconocidas que el Señor me ponía por las cuales debía orar. Fui obediente.

Recuerdo que una madrugada hacia mucho frío y quería cubrirme. El Señor me inquietó y me susurró: “Así con frío, ora, ora”.
Todos los días orábamos intensamente, mucha musica de alabanza escuchábamos esos días, especialmente las canciones de Marcos WITT, Jesús Adrian Romero e Ingrid Rosario, también El Maestro de Galilea. Con estas canciones lloraba, especialmente con la canción GRACIAS, SUMÉRGEME y CON EL PODER DE TU AMOR.

Llegamos a noviembre y empecé a retroceder en mi fe. Me asaltaban las dudas , la incertidumbre y el temor. Leía más la Biblia y clamaba más protección por parte del Señor, las fuerzas me faltaban y me sentía derrotado de nuevo, sin esperanza alguna y fue cuando, una tarde de, nuevo me habló el Señor y me dijo: "No temas, Hágase según lo has pedido" Tuve más confianza pero "¿Cuándo?...

El tiempo del fin estaba cerca. Teníamos casi tres meses de atraso en el Banco, las tarjetas de crédito igual y había que pagar el día primero de diciembre y estábamos en noviembre ya.

El día sábado 17 de noviembre recibimos una llamada de la corredora de bienes raíces para citarnos con un interesado para las 11 de la mañana del día siguiente. Así lo hicimos. Clamamos mucho todo ese día, solo dando gracias al Señor. El domingo a las 11 de la mañana llegó el comprador. Su hijo había visto la casa meses atrás pero nunca le había dicho acerca de la nuestra. Pues bien, el señor anduvo por toda la casa, subió y entró a la misma varias veces. Pensativo, bajaba y subía, hasta que finalmente nos dijo: “bueno, yo les aviso cualquier cosa”. Nos despedimos en la puerta y cerré. Un instante después volvió a tocar y me dijo que si la podía ver otra vez. De nuevo subió, anduvo por todos lados, dijo lo mismo y se fue. A los 10 minutos regresó de nuevo, dijo lo mismo solo que esta vez nos dijo: “No los voy a hacer sufrir más, la compro” Subió al segundo piso y yo me quedé solo en la parte de abajo. Me tiré al suelo de rodillas, dándole gracias al Señor por toda su misericordia. Bajo las gradas y agregó, pero la quiero así como está, con adornos, decoración y mobiliario. Pues ni modo, si el Señor quería que nos deshiciéramos de todo pues lo haríamos. YA cuando nos despedimos del señor, el nos dijo, la verdad NO IBA A COMPRAR NINGUNA CASA, N O SE POR QUE ESTOY COMPRANDO ESTA. BUENO NI MODO, ME GUSTA YH SOTENGO MI PALABRA”... Nosotros si sabemos por qué la estaba comprando, la firma de mi Señor estaba de por medio.

La venta de la casa se formalizó al contado, 24 horas después. Mi Dios cumplió su pacto. Me dio tal como se lo pedí: “Que se vendiera la casa, que el que la comprara tuviese el dinero y que pagara de contado” Así fue, DIOS cumplió su pacto.

De esa forma, pagamos todo lo que debíamos, quedamos libres de toda deuda a solo dos semanas que se vencieran todos los plazos. ¡Cumplió o no cumplió su pacto el Señor?

De todo lo que pasamos aprendimos mucho, aprendimos la lección que uno no puede afanarse por nada, que todo lo que tenemos nos lo da el Señor por gracia, por regalo de su infinita misericordia y no porque nosotros de manera independiente lo hagamos. Espero en verdad que este testimonio sea de provecho para todos aquellos que andan escasos de fe, de aquellos que creen que Dios solo le habla a los santos y que sus problemas no tienen solución. Si la tiene, solo póngalo en manos del Señor que el sabrá que hacer con su vida, sea obediente. Recuerde que por más dificil que sea tu problema, por más irreal que parezca su solución, Dios es el creador de todo, el que hace las cosas “Ex nihil” es decir: DE LA NADA.

Tenga confianza en EL, en su Palabra y las cosas le vendrán en su momento, en el momento del Señor. Santo eres mi Señor tres veces.

Roberto Cordero
Costa Rica
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