MADRES CRISTIANAS Y LA CRUZ INVERTIDA
1°. MADRES CRISTIANAS.
Acá en USA este domingo se celebra el Día de la Madre, como en casi todo el mundo, sólo que con diferente fecha en algunos países. Creí oportuno tocar este tema por su permanente actualidad. Me convenció el epígrafe de Luis Fernando “No merezco pasarlo bien”. Tratando el trillado tema del ‘aborto’. Aunque todos sabemos que dicha palabra no se ajusta a la verdad; es sólo una extrapolación semántica de lo que debiera llamarse, sin ningún eufemismo, filicidio; es decir: el asesinato del hijo por sus propios padres.
Muchas mujeres en este mundo hoy día, quieren ser madres; otras, no quieren serlo. Gran cantidad de las que quieren tener hijos, no pueden tenerlos; otras, sin quererlos, los tienen.
Lo que más nos llama la atención de todo esto es que la gran mayoría de las madres, a pesar de los días que corren, comprenden que la verdadera naturaleza de ‘ser madre’, conlleva sacrificio.
Las madres que quieren desarrollarse y vivir la plenitud del propósito de Dios en sus vidas, deben estar dispuestas a sufrir constantes reducciones y ocasionales quitas de su libertad y de sus derechos en esta sociedad.
Esto es válido para toda madre, no importa cuál sea su posición social, cultural o económica. He hablado con madres la mayor parte de mi vida y he descubierto que todas ellas han hecho continuos sacrificios.
Cuando vemos hijos felices, libres, inteligentes, respetuosos y consagrados, normalmente, hay, detrás de cada uno de ellos, una madre que ha hecho y hace los más caros y profundos sacrificios que uno pudiera imaginar. Esa madre sabe sacrificar mucho de lo bueno de su propia vida, para alcanzar lo mejor e intransferible de su destino.
El sacrificio debe ser una constante en toda madre. Sacrificio es un proceso continuo de su condición, no una paga de una sola vez, como algunas piensan que se ha hecho al sufrir los dolores del parto. Sacrificio implica mucho más que eso. Sé que las circunstancias varían de mujer a mujer, pero, el principio no cambia; ser madre significa SACRIFICIO.
No existen verdaderas madres sin sacrificio.
2°. LA CRUZ INVERTIDA.
Muchos hoy día han desnaturalizado la condición de ‘ser madres’. La han satanizado e invertido desde su misma esencia. Están haciendo de muchas mujeres (hablo de millones y millones) instrumentos satánicos de horror y de violencia para ofrecer la vida inocente e indefensa de sus propios hijos, desde el mismísimo templo de sus vientres, donde la amorosa y creativa mano de Dios teje la vida (Salmos 139: 13-16), al príncipe de los demonios profanando el santuario de sus vientres, asesinando y derramando esa sangre inocente en el altar satánico del reino de las tinieblas.
Como en siglos pasados se entregaban los hijos al Moloc, ídolo del dios pagano Baal, para tener buenas cosechas, paz y prosperidad. Esto se hacía en los llamados ‘lugares altos’. Así, hoy, en los ‘lugares altos’ de esta mal ‘llamada ciencia’, se ofrecen nuestros preciosos hijos. He visto familias enteras, médicos, enfermeras y toda clase de gente; la misma esposa del expresidente Bill Clinton, manifestándose con más cien mil personas para que se profundice y afirme el derecho a este terrible crimen por parte de las mujeres. El hombre de pecado está entre nosotros. Su fisonomía es bien conocida espiritualmente. No es una sola persona. Es un ser genérico. Capaz de llamar a lo bueno malo y a lo malo bueno, sin sonrojarse. Vive en el engaño. Engañarán y serán engañados.(II Timoteo 3: 13) Sabemos que el que está engañado no sabe que está engañado, pues si supiese que está engañado, ya no estaría engañado. (II Corintios 4: 3-6). Sabemos que Satanás engaña al mundo entero (Apocalipsis 12: 9). Y, sabemos también que, en estos últimos tiempos veremos cosas terribles sobre la faz de la tierra. Estos instrumentos de maldad de la falsa ‘ciencia médica’, que debiera cuidar y preservar la vida y no quitarla, tiene sus propios sacerdotes y sacerdotisas con sus trajes rituales, vestiduras blancas; con sus manos ocultas en guantes de goma silenciosa e impune que nos recuerda al Pilatos de las ‘manos limpias’; en el ámbito secreto y oscuro de sus profanaciones; con su lenguaje ritual de comprensión vedada a los extraños, con sus rostros ocultos bajo sus máscaras y sus cabezas cubiertas por turbantes blancos. Son la manifestación de la profecía apocalíptica que ya se está cumpliendo en todo el mundo. (Apocalipsis 6: 1, 2). La aparición del jinete del caballo blanco: La falsa religión.
Es el galope desenfrenado que se puede oír con cierto espanto sobre nuestras propias cabezas. La poderosa imagen de los cuatro jinetes del Apocalipsis perturbando y engañando a toda la humanidad. La misteriosa visión de un juicio que exhibe toda su irrevocabilidad en la misión de sus jinetes. Esa irrevocabilidad nos pone solemnes y silenciosos. Por eso, al leer esta palabra y ver las señales en su despliegue profético nos humillamos con temor reverente; atemorizados al ver que nuestro Señor da comienzo al juicio de Su venganza que con seguridad caerá sobre los todos los pecadores no arrepentidos.
Las voces de millones y millones de inocentes cada año, cuya sangre es derramada día tras día en estos altares satánicos, claman, como la sangre de Abel (Hebreos 11: 4), y en su clamor dicen: “¿Hasta cuando, soberano Señor, Santo y Veraz, seguirás sin juzgar a los habitantes de la tierra y sin vengar nuestra muerte?” (Apocalipsis 6: 10).
Dios Bendiga a Su Pueblo.
SayPer
JESUCRISTO ES DIOS.
1°. MADRES CRISTIANAS.
Acá en USA este domingo se celebra el Día de la Madre, como en casi todo el mundo, sólo que con diferente fecha en algunos países. Creí oportuno tocar este tema por su permanente actualidad. Me convenció el epígrafe de Luis Fernando “No merezco pasarlo bien”. Tratando el trillado tema del ‘aborto’. Aunque todos sabemos que dicha palabra no se ajusta a la verdad; es sólo una extrapolación semántica de lo que debiera llamarse, sin ningún eufemismo, filicidio; es decir: el asesinato del hijo por sus propios padres.
Muchas mujeres en este mundo hoy día, quieren ser madres; otras, no quieren serlo. Gran cantidad de las que quieren tener hijos, no pueden tenerlos; otras, sin quererlos, los tienen.
Lo que más nos llama la atención de todo esto es que la gran mayoría de las madres, a pesar de los días que corren, comprenden que la verdadera naturaleza de ‘ser madre’, conlleva sacrificio.
Las madres que quieren desarrollarse y vivir la plenitud del propósito de Dios en sus vidas, deben estar dispuestas a sufrir constantes reducciones y ocasionales quitas de su libertad y de sus derechos en esta sociedad.
Esto es válido para toda madre, no importa cuál sea su posición social, cultural o económica. He hablado con madres la mayor parte de mi vida y he descubierto que todas ellas han hecho continuos sacrificios.
Cuando vemos hijos felices, libres, inteligentes, respetuosos y consagrados, normalmente, hay, detrás de cada uno de ellos, una madre que ha hecho y hace los más caros y profundos sacrificios que uno pudiera imaginar. Esa madre sabe sacrificar mucho de lo bueno de su propia vida, para alcanzar lo mejor e intransferible de su destino.
El sacrificio debe ser una constante en toda madre. Sacrificio es un proceso continuo de su condición, no una paga de una sola vez, como algunas piensan que se ha hecho al sufrir los dolores del parto. Sacrificio implica mucho más que eso. Sé que las circunstancias varían de mujer a mujer, pero, el principio no cambia; ser madre significa SACRIFICIO.
No existen verdaderas madres sin sacrificio.
2°. LA CRUZ INVERTIDA.
Muchos hoy día han desnaturalizado la condición de ‘ser madres’. La han satanizado e invertido desde su misma esencia. Están haciendo de muchas mujeres (hablo de millones y millones) instrumentos satánicos de horror y de violencia para ofrecer la vida inocente e indefensa de sus propios hijos, desde el mismísimo templo de sus vientres, donde la amorosa y creativa mano de Dios teje la vida (Salmos 139: 13-16), al príncipe de los demonios profanando el santuario de sus vientres, asesinando y derramando esa sangre inocente en el altar satánico del reino de las tinieblas.
Como en siglos pasados se entregaban los hijos al Moloc, ídolo del dios pagano Baal, para tener buenas cosechas, paz y prosperidad. Esto se hacía en los llamados ‘lugares altos’. Así, hoy, en los ‘lugares altos’ de esta mal ‘llamada ciencia’, se ofrecen nuestros preciosos hijos. He visto familias enteras, médicos, enfermeras y toda clase de gente; la misma esposa del expresidente Bill Clinton, manifestándose con más cien mil personas para que se profundice y afirme el derecho a este terrible crimen por parte de las mujeres. El hombre de pecado está entre nosotros. Su fisonomía es bien conocida espiritualmente. No es una sola persona. Es un ser genérico. Capaz de llamar a lo bueno malo y a lo malo bueno, sin sonrojarse. Vive en el engaño. Engañarán y serán engañados.(II Timoteo 3: 13) Sabemos que el que está engañado no sabe que está engañado, pues si supiese que está engañado, ya no estaría engañado. (II Corintios 4: 3-6). Sabemos que Satanás engaña al mundo entero (Apocalipsis 12: 9). Y, sabemos también que, en estos últimos tiempos veremos cosas terribles sobre la faz de la tierra. Estos instrumentos de maldad de la falsa ‘ciencia médica’, que debiera cuidar y preservar la vida y no quitarla, tiene sus propios sacerdotes y sacerdotisas con sus trajes rituales, vestiduras blancas; con sus manos ocultas en guantes de goma silenciosa e impune que nos recuerda al Pilatos de las ‘manos limpias’; en el ámbito secreto y oscuro de sus profanaciones; con su lenguaje ritual de comprensión vedada a los extraños, con sus rostros ocultos bajo sus máscaras y sus cabezas cubiertas por turbantes blancos. Son la manifestación de la profecía apocalíptica que ya se está cumpliendo en todo el mundo. (Apocalipsis 6: 1, 2). La aparición del jinete del caballo blanco: La falsa religión.
Es el galope desenfrenado que se puede oír con cierto espanto sobre nuestras propias cabezas. La poderosa imagen de los cuatro jinetes del Apocalipsis perturbando y engañando a toda la humanidad. La misteriosa visión de un juicio que exhibe toda su irrevocabilidad en la misión de sus jinetes. Esa irrevocabilidad nos pone solemnes y silenciosos. Por eso, al leer esta palabra y ver las señales en su despliegue profético nos humillamos con temor reverente; atemorizados al ver que nuestro Señor da comienzo al juicio de Su venganza que con seguridad caerá sobre los todos los pecadores no arrepentidos.
Las voces de millones y millones de inocentes cada año, cuya sangre es derramada día tras día en estos altares satánicos, claman, como la sangre de Abel (Hebreos 11: 4), y en su clamor dicen: “¿Hasta cuando, soberano Señor, Santo y Veraz, seguirás sin juzgar a los habitantes de la tierra y sin vengar nuestra muerte?” (Apocalipsis 6: 10).
Dios Bendiga a Su Pueblo.
SayPer
JESUCRISTO ES DIOS.