Denuncia ante la opinión pública

Kaki

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31 Agosto 2003
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Veracruz Llave, Veracruz, México, a 25 de mayo de 2009.
A la Opinión Pública:
Debido a que en México es muy difícil, si no, imposible, que se investiguen a fondo las actividades criminales que los delincuentes realizan en contra del ciudadano, me permito publicar en este espacio cibernético una denuncia que interpuse el día 26 de enero de 2009 en la Procuraduría Estatal de los Derechos Humanos de Baja California. Lo anterior, debido a que existen intereses personales por parte de algunos delincuentes que los motivan a evitar que se hagan del conocimiento público los hechos que a continuación relato. Dichos criminales se encuentran en posiciones de privilegio en el servicio público del gobierno mexicano (en la Semar) y, uno de ellos, tiene como objetivo personal llegar a ser secretario de Marina.
La presente denuncia que aquí hago pública se envió previamente por correo electrónico el día 24 de enero de 2009 a la dirección [email protected] con la finalidad de cumplir con un deber institucional, dos días después interpuse dicha denuncia ante los derechos humanos:

Mexicali, Baja California, a 26 de enero de 2009.
C. Comisionado Estatal de los Derechos Humanos. Presente.-
Por medio de este escrito solicito a usted tenga a bien recibir y dar el seguimiento correspondiente a la presente denuncia formulada en contra de los almirantes José Medrano Llamas, José de Jesús Medrano Llamas, Horacio Fourzan Esperón y quien resulte responsable, quienes utilizan a personal de la Armada de México para llevar a cabo actividades criminales en mi contra, consistentes en difamación y calumnias, así como otros delitos mediante los cuales han puesto en grave peligro mi vida en múltiples ocasiones.
Hace ya diecinueve años, en enero de 1990, cuando estudiaba en Antón Lizardo, Veracruz, en la Heroica Escuela Naval Militar el último año de la carrera de ingeniero naval, oficiales instructores, así como algunos compañeros cadetes, empezaron a molestarme con actitudes hostiles en el sentido y con la intención de poner en tela de juicio mi integridad como varón. En un principio, a este hostigamiento de bromas pesadas no le di la menor importancia ni tampoco me sentía ofendido o aludido en manera alguna. Descubrí la verdadera intención de tales agresiones cuando, al término de un día de franquicia, uno de los oficiales se mostró irrespetuoso hacia mí, haciendo alusión a una mochila de mi propiedad color negro con franjas guindas; de manera por demás abusiva e insultante, visiblemente disgustado, el oficial me preguntó cómo me iba con esa “mochilita”, “¿te confunden en la calle?”. Sorprendido por el insulto contesté al oficial exactamente con la misma actitud de irrespeto, ironía e indignación y enérgicamente le espeté “a mí no me confunden, pero a usted, supongo, sí lo confundirían si usara esta mochila”.
Después de esa abierta agresión hacia mi persona por parte del oficial, recordé una revelación del entonces cadete José de Jesús Medrano Hermosillo, hijo del almirante José Medrano Llamas, sobre la expulsión de la escuela naval de un cadete al haberlo descubierto realizando fellatio a otro compañero cadete mientras este dormía profundamente. Tales acontecimientos ocurrieron mientras me encontraba en el viaje de prácticas Eurocaribe’89 a bordo del buque escuela Velero Cuauhtémoc. El entonces cadete José de Jesús Medrano Hermosillo, una vez que hube regresado del viaje de prácticas, me platicó a detalle sobre el proceso de expulsión del mencionado cadete inmoral, a quien, para efecto de esta denuncia, lo llamaré “Triple X” para proteger su identidad pues actualmente tiene esposa e hijos; aunque este deshonroso caso es de sobra conocido entre los cadetes de aquella generación, hoy día oficiales y capitanes de la Armada de México.
Según me informó José de Jesús Medrano Hermosillo, Triple X utilizó durante la defensa de su proceso de expulsión una calumnia en contra del propio José de Jesús Medrano Hermosillo y mi persona, manifestando que había yo abusado sexualmente del cadete José de Jesús Medrano Hermosillo cuando éste era cadete novel (¿Por qué razón no informó a la superioridad cuando supuestamente se percató de este hecho inexistente?), y que yo, según el dicho infame, era el responsable de los fellatio, no sólo al cadete Delgado García, quien lo denunció, sino a otros compañeros cadetes.
Así mismo, José de Jesús Medrano Hermosillo manifestó que durante el consejo de honor para expulsar a Triple X, personal de oficiales y capitanes que integraban dicho consejo le preguntaron si era verdad que yo había tenido algún encuentro de carácter sexual con él, a lo que respondió que en ningún momento había ocurrido tal cosa como una relación homosexual y que tampoco había habido alguna indirecta por parte mía en ese sentido, dicho que respalda a la realidad, pues mi relación con el entonces cadete José de Jesús Medrano Hermosillo fue siempre respetuosa en todos los sentidos, basada en un compañerismo ético y moral. De igual forma, afuera del edificio donde se estaba desarrollando el juicio de honor en contra de Triple X, había una fila que, en palabras del propio José de Jesús Medrano Hermosillo, parecía cola para comprar tortillas, y la conformaban todos los cadetes que habrían sido, en su caso, ultrajados por Triple X mientras dormían profundamente y se les estaba solicitando sirvieran de testigos. Sobre este particular, de no haberme encontrado realizando el viaje de prácticas Eurocaribe’89, también yo hubiera testificado en el proceso de Triple X, pues aunque nunca me preguntaron nada al respecto, también yo fui víctima de fellatio mientras me encontraba profundamente dormido debido al cansancio producido por las actividades diarias propias de todo estudiante internado en plantel militar y que exigen dichas actividades un esfuerzo máximo tanto físico como mental para desarrollar al mejor nivel las potencialidades de cada individuo.
El hecho que ahora testifico ocurrió pocos meses antes de partir al viaje de prácticas Eurocaribe’89 y recuerdo sobre este hecho que me encontraba en un sueño profundo, soñando con una mujer de pelo largo color negro muy ocupada en mi entrepierna realizándome fellatio y a quien no veía el rostro. Al momento de la eyaculación desperté, pero debido al cansancio que tenía, me costó mucho trabajo levantarme, ya que, supuse, había tenido un sueño erótico y molesto tuve que dirigirme a las regaderas para limpiarme; cuando llegué al sanitario descubrí que mi cuerpo se encontraba sin una partícula de semen, estaba totalmente limpio, ¿qué pasó?, me pregunté. Posteriormente, este asunto lo comenté con algunos compañeros pero ninguno le dio importancia al hecho, y yo tampoco me alarmé, pues no creía posible que había sido objeto de una violación. Concluí que simple y sencillamente había tenido un sueño extraño.
Sobre este mismo asunto, a sólo un día antes de dar inicio el viaje de prácticas Eurocaribe’89, el cadete novel de apellido Delgado García, quien vivía en el mismo dormitorio que yo, me informó con preocupación que en el transcurso de la noche le habían bajado sus pantalones para tratar de tocar sus genitales y que no era la primera vez que lo hacían. Debido a que al día siguiente salía yo hacia el puerto de Acapulco y andaba muy ocupado en mis actividades, le di la instrucción a Delgado García de notificar de este hecho a su primo, el cadete García Orta, quien era cadete antiguo y vivía en el mismo dormitorio, así como también notificaran a su tío, un teniente de navío adscrito a la escuela naval, con la intención de que dispusieran de lo necesario para investigar y descubrir a quien pudiera ser el culpable de tales hechos vergonzosos. El cadete Delgado García, quien era persona de toda mi confianza, así como el primo de él, el cadete antiguo García Orta, obedeció a mi instrucción y empezó por dormir en la misma litera que su primo, en la cama superior, de tal suerte que cuando una noche Triple X acudió a realizarle fellatio al cadete Delgado García, el cadete antiguo García Orta inmediatamente con una linterna en la mano alumbró el rostro de Triple X cuando este se había introducido el pene erecto de Delgado García en la boca. Triple X, al verse descubierto se arrojó al piso y fingió estar dormido, a lo que García Orta le ordenó que no fingiera demencia, pues tanto Delgado García como él ya lo habían descubierto realizando el fellatio. Todo lo anterior me lo notificó el propio García Orta a mi regreso del viaje de prácticas Eurocaribe’89.
A mediados de 1990 el hostigamiento contra mí por parte de las autoridades escolares recrudeció, descubrí que probablemente me estaban suministrando subrepticiamente durante los alimentos alguna droga, pues me encontraba muy alterado de los nervios, durante la noche todo mi cuerpo temblaba, saltaba de mi cama al más mínimo ruido, cada día era muy difícil para mí llegar a tiempo al sanitario, sentía que mi vejiga no podía retener la orina como antes.
Entonces adquirí la costumbre de acudir a consultas psicológicas con una psicóloga de la escuela, quien era conversadora agradable, aunque ingenua, ella misma tenía serios problemas emocionales, ya que, por ejemplo, confió con un compañero y repentinamente rompió en llanto en plena consulta, independientemente, cada cadete era conciente de que todo lo que se hablaba con dicha psicóloga era como si uno estuviera hablando con el comandante del cuerpo de cadetes Jiménez Hernández.
Un cadete aprovechó esta coyuntura y, bajo amenaza de suicidio, consiguió de la psicóloga unas vacaciones extras. En cuanto a mí respecta, acudía a consulta con esta psicóloga porque con ella podía desahogar mi frustración e impotencia ante la flagrante violación a mis derechos humanos, pues las autoridades escolares navales ni siquiera me permitían conocer a ciencia cierta el porqué de tal hostigamiento, desconocía bajo cuáles argumentos me acusaban, ni de lo que me acusaban, o de qué hubiera podido yo ser culpable, pues aunque Triple X me calumnió, también comprobaron que él era el culpable de violar la integridad sexual de los cadetes, yo mismo había sido una víctima e incluso propuse al cadete Delgado García la solución que llevó al culpable ante la justicia, y cómo, me preguntaba, podían las autoridades escolares navales dar valor a la palabra de aquél psicópata para hacerme tanto daño, esto, suponiendo que hubiesen considerado la posibilidad de que la acusación falsa de Triple X pudiera llegar a ser cierta si tan sólo se aplicasen a hostigarme día y noche durante meses, auxiliándose con suministro de drogas a mi cuerpo como el conocido “suero de la verdad” que fácilmente puede mezclarse con cualquier tipo de bebida y pasar desapercibido a la hora de darlo a beber a la víctima. Sobre este asunto, el entonces comandante de la banda de guerra teniente L’eglisse Escamilla tiene mucho conocimiento para revelar.
Podría relatar el más mínimo detalle de cada agresión vergonzosa con tintes homosexuales que sufrí en aquel tiempo, pero únicamente menciono los aspectos más importantes en virtud de que esta es una denuncia que también persigue el propósito de dar soporte a otras investigaciones judiciales y dejo a las personas implicadas la oportunidad que a mi no me otorgaron por más que les supliqué, que es el uso de su legítimo derecho a conocer de lo que se les acusa, a defenderse y a exponer los motivos que los empujaron a atacarme de forma tan ignominiosa, soslayando valores legales, éticos y morales.
Logré egresar de la Heroica Escuela Naval Militar gracias a que salí de vacaciones en el mes de julio de ese 1990 y acudí a la Secretaría de la Defensa Nacional en la ciudad de México a pedir auxilio ante el Tte.Cor.Lic. Criminólogo Israel Nava Bracamontes, quien se encontraba en el laboratorio de investigaciones científicas de dicha secretaría, así como a denunciar los ataques de que era objeto por parte de las autoridades escolares navales, quienes se negaron comparecer ante dicha secretaría para explicar los hechos, no obstante, aquella denuncia sirvió como contrapeso a las autoridades navales. Aunque las hostilidades contra mi continuaron, estas fueron menguando y algunos oficiales y compañeros cadetes volvieron a darme muestras de respeto. Una de aquellas conversiones que me dio mucho gusto fue la del oficial que me insultó inicialmente por el caso de la mochila, nunca más volvió a tratarme ofensivamente.
Durante el año 1991 y la primera mitad de 1992 estuve realizando prácticas profesionales a bordo de diferentes buques de la Armada de México, al aprobar mi último examen profesional me ascendieron al grado de teniente de corbeta y causé alta en el cañonero Ignacio Manuel Altamirano con base en Ensenada, Baja California; cuyo comandante de buque era el capitán de corbeta Horacio Fourzan Esperón, quien intentó hacerme una propuesta delincuencial que hubiera afectado gravemente mi lealtad hacia la institución armada de haberle permitido lugar para hacerla, por lo que, cuando entendí hacia donde dirigía la conversación, inmediatamente lo interrumpí pidiéndole que no continuara con ese tema; así, antepuse los principios éticos que tanto nos remarcaban en la escuela naval, pues, durante mi época de estudiante, los oficiales instructores nos alertaban reiteradamente sobre la posibilidad de que seríamos presionados por parte de algún comandante corrupto para llevar a cabo actos delictuosos, mismos que lesionan gravemente el orden legal de nuestra institución armada a la que, por el contrario, debíamos rendir la máxima lealtad y nuestro mayor esfuerzo con el fin de salvaguardarla para mantener la dignidad de nuestro encargo como personas comprometidas en servir a México.
Cuando el capitán Horacio Fourzan conoció mi postura, aceptó que esta era válida y no volvió a tocar este tema, pero, si anteriormente se había comportado en forma poco amable conmigo, después de haber rechazado su propuesta en su intento por persuadirme para que aceptara su muy particular concepto de “justicia”, empezó a arrestarme por cualquier motivo y llegó a privarme muchas veces de mi franquicia haciendo referencia a las normas militares de una forma legaloide; esto, considero, en represalia a mi decisión personal por mantenerme en el orden institucional. Llegó al grado de prohibirme usar cubiertos para comer tostadas o partir frutas, pues decía “el cuchillo sólo se debe usar para cortar carne”. Así mismo, dicho comandante mantiene la firme creencia en sí mismo de que es “como una especie de diosito” para sus subordinados, pues decía que en el buque todos dependíamos, para bien o para mal, de las decisiones que él tomara sobre nuestras vidas. Una vez relató que en Salinacruz, Oaxaca, había dos civiles que estaban molestando a miembros de la tripulación del buque y para terminar con el problema él ordenó a unos marineros tomaran sus armas y asesinaran a estas dos personas: la orden fue cumplida. Esta confesión la dio en la cámara de oficiales del buque Ignacio Manuel Altamirano en presencia de varios oficiales, incluyéndome. Fue en esa misma ocasión cuando nos hizo una segunda revelación que me causó estupor, la familia Medrano y familiares radicados en Ensenada, Baja California, el capitán retirado Gilberto Novelo González y esposa, habían planeado asesinarme, pero que al final, dichas personas desistieron de llevar a cabo el crimen; esto, porque tenían la falsa idea de que yo había abusado sexualmente de José de Jesús Medrano Hermosillo; calumnia que, como lo dije anteriormente, Triple X la habría usado para evitar su expulsión de la H.E.N.M. de no habérsele comprobado su conducta psicópata.
El capitán Horacio Fourzan intensificó su hostilidad contra mí y llegó incluso a ordenar, tanto al segundo comandante como al jefe de máquinas del buque, que, en la menor oportunidad que tuvieran, me arrestaran, porque quería hacerme un consejo de honor para que, por indisciplina, fuera yo removido hacia otro buque. A causa de que el capitán Horacio Fourzan estaba consiguiendo el propósito de arrestarme por cualquier nimiedad y a cada momento me recordaba que iba a ordenar un consejo de honor por indisciplina en mi contra, me indigné de tal manera que un día tomé la decisión de irme de baja, pues mi dignidad no me permitía aceptar que un criminal asesino y narcotraficante como lo es Horacio Fourzan, quien con sus actos deshonra a la institución que lo acoge y al uniforme que porta, procediera contra mí con un consejo de “honor” para afectarme y dejarme en completo estado de indefensión. Además, si como resultado del consejo de “honor” por indisciplina me removían hacia otro buque, seguramente que continuaría padeciendo el acoso de los almirantes José Medrano Llamas y José de Jesús Medrano Llamas y mi carrera naval de cualquier forma se vería truncada.
A mediados de 1990 el almirante Mauricio Sheleske Sánchez fue removido del cargo de Secretario de Marina al habérsele comprobado su participación en actividades ilícitas de narcotráfico (Revista Proceso). También fueron removidos de sus cargos el almirante Rodolfo Rodríguez Jurado (actualmente presidente de la Asociación de la Heroica Escuela Naval), quien era el Oficial Mayor de la Armada, y su secretario particular el capitán Horacio Fourzan Esperón; ambos eran personas muy allegadas al almirante Mauricio Sheleske Sánchez. En aquel entonces el capitán Horacio Fourzan Esperón fue removido de la secretaría particular de la Oficialía Mayor de la Armada al buque Ignacio Manuel Altamirano, por lo que se encontraba angustiado y con incertidumbre sobre su futuro, y se preguntaba continuamente si el haber pertenecido al equipo del almirante Mauricio Sheleske Sánchez iba a afectarlo para ascender de grado militar. Varias veces hizo referencia al tema de los ascensos, por lo que, no es difícil imaginar que el capitán Horacio Fourzan Esperón llegó a un acuerdo con la familia Medrano para que lo ayudaran a lograr el ascenso que anhelaba a cambio de afectar mi carrera naval.
Por lo anterior, tomé la decisión de faltar diez días a mi servicio con la intención de irme de baja; al término de estos días regresé al buque, pero el capitán Horacio Fourzan me envió a una entrevista con un técnico radiólogo del sanatorio naval de Ensenada para una consulta de carácter psicológico, pues, según, dicha consulta era muy necesaria, así como también ordenó dicho capitán, me presentara a platicar con el abogado de la zona naval. Aunque no entendía la motivación del capitán Horacio Fourzan al darme estas instrucciones, cumplí ambas órdenes. Por estas fechas, el segundo comandante Lanz Gutiérrez fue removido a otra unidad y llegó a ocupar dicho cargo un capitán de corbeta pariente político de los almirantes Medrano Llamas de nombre Miranda Oceguera. A los pocos días de entrevistarme con el técnico radiólogo y el abogado de la zona naval, el estado mayor de la Armada ordenó mi presencia en la ciudad de México y una vez que me presenté en la sección primera con el capitán Yee Amador, me ordenaron acudir al centro médico naval para unos exámenes psicológicos, al término de los cuales regresé al Buque Ignacio Manuel Altamirano.
Cuando me presenté a bordo del buque el capitán Horacio Fourzan, sorprendido, me preguntó ¿Por qué me lo envían de regreso?. Posteriormente, me ordenó presentarme en la unidad de infantería de marina del puerto pues no iba a aceptarme nuevamente a bordo de su buque. En virtud de que el capitán Horacio Fourzan se negó cumplir la orden de la sección primera del estado mayor de la Armada de reincorporarme al buque de mi adscripción, fui asignado a la oficina de la comandancia de la segunda flotilla en la zona naval. Cuando llegué a la zona naval, el abogado de la misma me notificó que el capitán Horacio Fourzan en compañía del entonces capitán Valdez Lizárraga, lo estuvieron presionando para que firmara una calumnia en mi contra, la cual consistía en que el abogado afirmara en una acta de hechos que yo, supuestamente, le había confesado que me gustaban los hombres, lo cual es categóricamente falso de toda falsedad.
En virtud de que era una orden infame de parte del capitán Horacio Fourzan Esperón la de firmar el acta donde él me calumniaba, el abogado de la zona naval mantuvo su integridad moral y se negó rotundamente obedecer esa orden ilegal. El abogado de la zona naval también me informó que durante la discusión con el capitán Horacio Fourzan éste le dijo que el técnico radiólogo del sanatorio naval, a quien el capitán Horacio Fourzan habilitó como psicólogo para una consulta conmigo, sí firmó la calumnia en mi contra para obedecer y no tener problemas con el capitán Horacio Fourzan, misma calumnia que fue remitida al estado mayor de la Armada para ofender la inteligencia del mando. De esta manera, comprobé el dolo y mala fe en contra mía por parte del capitán Horacio Fourzan para hacerme daño y al exigirle una explicación me salió con el pretexto de que el capitán retirado Gilberto Novelo y esposa le habían dicho la infamia de que yo había abusado sexualmente de José de Jesús Medrano Hermosillo, lo cual, vuelvo a reiterar, es totalmente falso de toda falsedad.
¿Por qué razón los almirantes Medrano y familia están tan seguros de que la calumnia de Tripe X en contra de José de Jesús Medrano Hermosillo y mía propia era cierta?
¿Acaso José de Jesús Medrano Hermosillo me mintió diciendo que había negado la calumnia durante el consejo de honor, pero en realidad aceptó como cierta dicha infamia de Triple X para evitar la expulsión de Triple X?
¿Existía alguna relación inmoral entre José de Jesús Medrano Hermosillo y Triple X que fue descubierta y trataron de involucrarme para salvar a Triple X?
Porque cuando regresé de la Secretaría de la Defensa Nacional donde puse la denuncia contra las autoridades escolares navales por el acoso homosexual con el que me atacaban, la autoridad escolar naval, por conducto del sargento primero Jorge Víctor Vázquez Zarate, argumentó que José de Jesús Medrano Hermosillo me acusó por difamación de honor, lo cual era otra mentira más por parte del mando de la escuela naval o del propio sargento primero, pero que me parecía irrelevante pues lo importante era que me dejaran en paz. Triple X durante su defensa no sólo me calumnió a mí, sino que declaró que en el dormitorio vivían otros homosexuales, pero no quiso mencionar nombres y el mando no pudo, o no quiso, exigirle revelara dichos nombres. Esto último me lo comentó el cadete García Orta, así como también que Triple X, desde hacía mucho tiempo era sospechoso de ser el culpable de los fellatio pero que no se le había podido comprobar nada.
¿Algún sargento habría alertado a Triple X cuando el mando de la escuela le confió la sospecha?
Algunos días después de haberle reclamado al capitán Horacio Fourzan la manera infame como había intentado que el mando central de la Armada de México se viera engañado para afectarme fui al buque a realizar unos trámites. En esa ocasión, el teniente de fragata Jefe de la Estación de Radio me rindió el parte verbal de que el capitán Horacio Fourzan Esperón vendía marihuana a personal de clases y marinería del buque por conducto del cabo de la estación de radio, motivo por el cual procedí con mi deber de canalizar esta denuncia verbal ante el comandante de la Segunda Flotilla Naval, quien a estas fechas era un capitán de navío de apellido Angulo.
El capitán Angulo ordenó al capitán Horacio Fourzan se presentara en la oficina de la segunda flotilla naval para que explicara los hechos en los que estaba acusado de vender marihuana a personal de tripulación del buque por conducto del cabo de la estación de radio; esto fue todo lo que supe al respecto.
Pocos días después de las denuncias por corrupción en contra del capitán Horacio Fourzan Esperón, quien fue removido a un buque en la zona naval de Manzanillo, Colima, pude reincorporarme al buque de mi adscripción Ignacio Manuel Altamirano.
El relevo de mando del buque no fue favorable para mí, ni tampoco para el Jefe de la Estación de Radio por haber delatado al anterior comandante; ya que, tuve diferencias desagradables con el nuevo comandante en virtud de que no me consideraba mi grado jerárquico y opté por regresar a la oficina de la segunda flotilla naval. Fui a la ciudad de México para otra valoración psicológica y psiquiátrica. El psiquiatra que me atendió me confesó que él podía no estar de acuerdo con el dictamen que iba a redactar, pero que él también recibía órdenes y las tenía que cumplir. Por mi parte, solicité una audiencia con el Jefe del Estado Mayor de la Armada para informarle del acosamiento que yo sufría por parte de los almirantes Medrano Llamas y familiares y que no tenía caso me ordenaran un cambio de adscripción a otro buque pues seguramente iban a continuar molestándome, por lo que en esa audiencia le solicité al Jefe del Estado Mayor mi separación de la Armada de México. Estos hechos ocurrieron en febrero de 1994 y en noviembre de ese mismo año, recibí mi oficio de retiro forzoso, sin ningún tipo de prestación social o económica, por encontrarme inútil para el servicio por actos realizados fuera del servicio consistentes en haber adquirido la enfermedad mental denominada “Trastorno Delirante Paranoide Crónico”, y quien signó el oficio de cómputo final de servicio fue el entonces contralmirante CG José Medrano Llamas.
Al pasar a situación de retiro supuse que me había librado de la influencia negativa que ejercían en mi vida los almirantes Medrano Llamas y familia, así como Horacio Fourzan Esperón. En menos de seis meses de pasar a situación de retiro me di cuenta que continuarían molestándome.
No tiene caso relatar cada acontecimiento que pude relacionar con el modus operandi a base de calumnias y trampas que caracterizan los ataques que estas personas usan para dañarme. De lo que sí estoy seguro es de que personal de inteligencia de la Armada de México me mantiene estrechamente vigilado en virtud de que he identificado a dos de estos elementos. Un elemento es el segundo hijo del almirante José Medrano Llamas, de apellido Medrano Hermosillo, el otro elemento es un maestre, eso me dijo y lo vi uniformado; a ambos los vi en la Secretaria de Marina en 2007, y los he visto en Mexicali, B.C. en 2008 muy cerca de mi y vigilándome, de hecho, debido a un intento de homicidio por parte de Medrano Hermosillo en mi contra, es que levanté la denuncia no. 284/09/106/AP en la delegación González Ortega de esta ciudad. En cuanto al maestre, estoy convencido de que él permitió que yo lo viera para ponerme sobre aviso de que me estaban vigilando y alertarme de peligro. A este maestre lo conocí muy bien y nos poníamos a platicar en la Semar. No me extrañaría si alguno de los almirantes Medrano, quienes a esta fecha deben estar retirados de la Armada de México (lo que no les impediría verse apoyados por el Secretario de Marina), o el contralmirante Horacio Fourzan Esperón tengan personal a su mando para realizar estas actividades de vigilancia y/o ataque peligroso en mi contra para dar rienda suelta al resentimiento psicopático que los ha caracterizado.
En mayo de 2007 me encontraba en Guaymas, Sonora, resguardándome de quienes habían tratado de asesinarme meses antes en Mexicali, B.C. Un día mi cuñado, mi padre y mi hermana fueron a una playa en San Carlos, Sonora. Mi cuñado (finado) tenía más o menos la misma complexión y estatura que yo y también conducía un vehículo muy parecido al de mi padre. Al volver de la playa, mi cuñado me platicó que en dicha playa, una playa solitaria muy al norte de San Carlos, Sonora, llegaron dos vehículos y se estacionaron detrás del vehiculo de mi cuñado, y mi cuñado observó que alrededor de seis personas armadas con subametralladoras y pistolas bajaron de los vehículos pero sólo se quedaron viéndose entre ellos volteando hacia los alrededores e inmediatamente después, así como llegaron, se fueron. Cuando supe de este hecho recordé el modus operandi del capitán Horacio Fourzan cuando nos platicó a los oficiales del buque que él había ordenado el asesinato de dos personas en Salinacruz, Oaxaca. En junio de 2007 un oficial de la armada me comentó que el ahora contralmirante Horacio Fourzan Esperón fungía como de Jefe de Estado Mayor en Guaymas, Sonora. En marzo de 2008 observé al contralmirante Horacio Fourzan en Guaymas, Sonora, platicando con unos regidores municipales. En mi humilde opinión, Horacio Fourzan Esperón padece una sociopatía comparable a la de Espartaco, personaje incisivamente ególatra y narcisista del escritor español César Vidal en la novela “Los Hijos de la Luz”.
El día 18 de diciembre de 2008, aproximadamente a las 12:40 horas caminaba yo por la prolongación de la calle Novena de esta ciudad de Mexicali, B.C., aproximadamente a unos 800 metros antes de llegar a la carretera que va al aeropuerto, cuando me percaté de que un vehículo Ford, pick up, color marrón aumentó peligrosamente la velocidad a unos metros de donde yo caminaba, pasándose del primer carril al acotamiento para atropellarme, por lo que tuve que hacer un esfuerzo para esquivar dicho vehículo, a bordo del cual venía una persona del sexo masculino, tez blanca, de aproximadamente 37 años de edad, cuyo perfil fisonómico coincide con el de nombre Medrano Hermosillo, hijo del almirante José Medrano Llamas, hermano de José de Jesús Medrano Hermosillo, dicho conductor, al parecer, se desempeña en la sección segunda del estado mayor de la Armada de México y es la misma persona que en el año 2006 me molestó en el edificio de la organización religiosa Cedes (Cedes, es el nombre de una ciudad antiguo testamentaria que significa lugar de refugio y restauración), los individuos Guti Cárdenas y Luis Magallanes, líderes de la organización religiosa Cedes, debieron haber estado informados de que el oficial de inteligencia de la Armada de México Medrano Hermosillo, quien intentó asesinarme con el vehículo anteriormente mencionado, estaba ejerciendo hostigamiento psicológico de carácter homosexual con la finalidad de hacer circo para dañar mi reputación y que las calumnias usadas en mi contra entre los miembros de dicha organización religiosa tuvieran un mayor efecto dañino, provocando con esto una afectación moral irreparable entre citados miembros religiosos y mi persona.
La punta de toda esta madeja de intrigas y delitos la constituyen los individuos Guti Cárdenas y Luis Magallanes, quienes, como mencioné anteriormente, son los líderes de la organización religiosa Cedes, ubicada frente a la empresa Telvista de esta ciudad de Mexicali y a ellos debieron, los oficiales de inteligencia de la Armada de México, o en el menor de los casos, personas pagadas por los almirantes Medrano Llamas y/o el contralmirante Horacio Fourzan Esperón, haber informado con anterioridad que iban a realizar terrorismo psicológico con sesgo homosexual en el interior del recinto de la citada organización religiosa en agravio de mi persona, por lo que, solicito a usted que ambos individuos se presenten a declarar ante esta comisión sobre los hechos descritos, bajo juramento de hablar con la verdad, para que de esta forma, los hechos reales que en esta denuncia señalo, lleven a los criminales ante las autoridades correspondientes y se les someta a juicio, y que a diferencia del proceso kafkiano, esta historia real no tenga un desenlace fatal para el suscrito.
Sin otro asunto a tratar, agradezco de antemano la atención que a bien tenga dar a la presente denuncia.
A t e n t a m e n t e .
Ing. Jorge Rosendo Durán Mozqueda.
 
Re: Denuncia ante la opinión pública

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