DEMONISMO Y SANIDAD INTERIOR

9 Enero 2007
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DEMONISMO Y SANIDAD INTERIOR

POR SAMUEL O. LIBERT (ROSARIO / ARGENTINA)
Introducción

Creo en la existencia de Satanás y también creo en la existencia de los demonios. Eso está fuera de dudas. No creo que “todo lo espiritual viene de Dios”. Tampoco creo que “todos los fenómenos espirituales vienen del Diablo”, y jamás supongo que “todo lo espiritual es, en realidad, un asunto psicológico”. Por eso me intranquilizan las nuevas iglesias de los nuevos apóstoles y los nuevos profetas. Les respeto, pero me preocupan porque dan origen a un nuevo turismo religioso que, a semejanza de la navegación con Internet, lleva al nuevo peregrino “de la ceca a la meca” por una interminable muestra de experiencias espirituales. Así se multiplican los “indoctos e inconstantes” (2ª Pedro 3:16). Así, también, deslumbra la aparente belleza de las doctrinas satánicas o de sus presuntas maravillas (Mateo 7:21-23, 2ª Corintios 11:3, idem.11:13-15, 1ª Timoteo 4:1). Me entristece comprobar que, víctimas de su inmadurez y de su falta de discernimiento, muchos cristianos olvidan los vastos alcances del triunfo de Cristo en la cruz y su permanente soberanía sobre todo el universo (Efesios 1:15-23, Colosenses 2:8-15). Este artículo resume breves respuestas, en lenguaje sencillo, limitadas a las preguntas de creyentes confundidos por una “sabiduría que no es la que desciende de lo alto” (Santiago 3:15).

Pregunta 1 - ¿Hay maldiciones hereditarias y/o transferibles, según Éxodo 20:5, hasta la tercera y cuarta generación? (La pregunta se refiere a cristianos genuinos)

Los verdaderos cristianos somos inmunes a cualquier maldición hereditaria o transferible. Todos sabemos que “si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2ª Corintios 5:17). Cristo también nos redimió de la maldición del antiguo pacto, pues fue “hecho por nosotros maldición” (Gálatas 3:13). Él se llevó la maldición para siempre. Ya durante el cautiverio, siglos antes de Cristo, Ezequiel dijo de parte de Dios: “El alma que pecare, esa morirá; el hijo no llevará el pecado del padre, ni el padre llevará el pecado del hijo” (Ezequiel 18:2-4,20). No somos responsables de los pecados de nuestros antepasados, ni hay razón para afligirnos, aunque hayan pactado con el mismo Diablo. Más bien, pensemos conforme a Filipenses 4:6-9, y disfrutemos la paz de Dios (sanidad interior) “que sobrepasa todo entendimiento”.
Pregunta 2 - ¿Hay objetos que tienen y/o transmiten poderes demoníacos, según Deuteronomio 7:26, y son anatema?

Estos mandamientos antipaganos fueron dados para prevenir y combatir el animismo que amenazaba contagiar a la aún joven cultura hebrea, en los umbrales del primer pacto. Cuando el tiempo transcurrió, el pueblo comprendió que ningún tipo de ídolo tiene poder propio. Por ejemplo, ver Isaías 44:9-20, donde el profeta ridiculiza a “los formadores de imágenes de talla”. Lo más abominable no es que el objeto tenga un supuesto poder, sino que un cristiano tema o confíe en ese “poder”, creyendo que el objeto es realmente poderoso (por ejemplo, talismanes, amuletos, cintas rojas, pequeñas pirámides, medallitas, etc.). El Diablo puede aprovechar esta convicción para introducir ansiedades destructivas o crear graves confusiones, utilizando al objeto como instrumento desencadenante de trastornos espirituales, emocionales y físicos.



Pregunta 3 - ¿Hay que quemar las cosas “contaminadas” por alguna influencia demoníaca o por satanistas, según Deuteronomio 7:25, Isaías 37:19 y Hechos 19:19?

Ya dijimos que en la joven cultura hebrea fue necesario evitar la difusión del animismo cultivado por los pueblos vecinos, y toda otra forma de religión pagana. En Isaías 37:19 leemos que los reyes de Asiría invadieron los países vecinos “y entregaron los dioses de ellos al fuego; porque no eran dioses, sino obra de manos de hombre, madera y piedra; por eso los destruyeron”. Aunque los asirios eran paganos, sabían que esos ídolos no eran dioses y los quemaron como objetos descartables. Sin embargo, el culto a ídolos es una manera de adorar a los demonios (Deuteronomio 32:17 y Salmos 106:37-38), aunque debemos aclarar que los libros de magia citados en Hechos 19:19 fueron quemados porque ya eran inútiles para sus dueños y no porque retuvieran poderes demoníacos. Quizás podían transmitir el conocimiento de algunas formas de hechicería; pero en el Nuevo Testamento no hay mandamientos que recomienden arrojar tales cosas al fuego físico. Quemar esos objetos como forma de ahuyentar fuerzas diabólicas es descuidar las verdaderas armas de “la buena batalla de la fe” (leer 1ª Timoteo 6:12, 2ª Timoteo 4:7, Efesios 6:10-20, y 2ª Corintios 10:3-5). Es preferible recordar siempre el pasaje de Romanos 8:37 al 39, que nos libra de supersticiones y miedos infundados.



Pregunta 4 - ¿Puede un cristiano ser poseído por un demonio?

Absolutamente no. El apóstol Pablo dice en 2ª Corintios 2:14, refiriéndose a su experiencia personal, “a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo, en Cristo Jesús”. Y, también, dirigiéndose a los cristianos en general, declara en Romanos 8:31, “si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?”. Sin embargo, un creyente puede ser molestado, y aún seriamente perturbado, por un demonio. En algunos casos, el ataque satánico podría ser parecido al que sufrió Job. Pero, en general, hay otro tipo de problemas causados por la influencia de Satanás en cristianos desobedientes. Por ejemplo: (a) cuando el creyente da lugar al Diablo, Efesios 4:26-27; (b) cuando escucha y sigue doctrinas de demonios, incluyendo cosas como “la nueva era”, la astrología y otras enseñanzas falsas, 1ª Timoteo 4:1; (c) cuando cultiva amistad con el mundo, Santiago 4:4; (d) cuando no resiste firmemente al Diablo, Santiago 4:7 y Efesios 6:11. Etcétera. Pero, además, un aparente cristiano puede ser poseído por Satanás. Tal fue el drama de Judas Iscariote, uno de los doce discípulos de Jesús (ver Juan 13:2,27). Obviamente, cualquier persona que no ha aceptado a Cristo como Señor y Salvador está expuesta al peligro de ser dominada o poseída por un demonio.



Pregunta 5 - ¿Hay casas u otros lugares poseídos por demonios? ¿hay alguna forma de “liberarlos” de esas presencias?

No sé si aquí debemos usar la palabra “poseídos”. Más bien, podríamos decir que hay lugares “habitados”, “preferidos”, u ocasionalmente “gobernados” por demonios. Quizás se podrían definir como lugares, casas y entidades que muestran una vigorosa influencia de los demonios. Tales son, por ejemplo, los casos de los príncipes satánicos de Persia y Grecia (Daniel 10:13,20), y el conocido caso de los gadarenos (Mateo 8:34, Marcos 5:17, Lucas 8:37). Sin embargo, en cuanto a la habitación de los demonios, hay que tener en cuenta que ellos no siempre se quedan en los mismos sitios, dado que los espíritus inmundos pueden cambiar de residencia (Mateo 12:43-45, Marcos 5:7-13; Lucas 11:24-26). Satanás no tiene domicilio fijo (Job 1:7 y 2:2). Dudo, pues, de las virtudes del “mapeo” y de las teorías afines, que sugieren la idea de una ubicación definitiva.

La liberación de los lugares presuntamente “ocupados” por los demonios es un tema que ha dado origen a toda clase de ceremonias, que van desde las simples oraciones hasta los más extravagantes ritos de exorcismo. En primer lugar, no todo lugar supuestamente ocupado está realmente ocupado por demonios. La imaginación popular, las fantasías de creyentes ingenuos y los errores doctrinales pueden llevar a suponer, por ejemplo, que tal o cual lugar está poseído por demonios y que es necesario expulsarlos de cada habitación, oficina u otras dependencias. No se enseñan tales cosas en el Nuevo Testamento. Para liberar cualquier territorio, si discernimos la presencia de malos espíritus, la Biblia dice, con toda sencillez: “Someteos, pues, a Dios; resistid al Diablo, y huirá de vosotros” (Santiago 4:7). Nuestra vida ha de someterse plenamente a Dios, reconociendo a Jesucristo como nuestro Señor. En tal caso, el demonio, resistido, se marcha a buscar otra morada, porque las tinieblas no pueden convivir con la luz.



Pregunta 6 - ¿Cuáles son las influencias del ocultismo y la magia?

El ocultismo es el estudio y la práctica de las ciencias ocultas. Entre otras cosas, las ciencias ocultas se ocupan de investigar y experimentar en el campo de hechos sobrenaturales relacionados con la dimensión satánica, dando origen a numerosos movimientos espirituales ajenos a nuestra fe, pese a que Jesús aparece en su literatura y liturgia como un protagonista clave de esas “revelaciones”, juntamente con otros “Grandes Maestros del Cosmos”. A su vez, la magia es el conjunto de recursos que se emplean para presionar o dominar a los poderes ocultos y obligarlos a actuar de una manera determinada. Para ello se apela a ceremonias especiales (por ejemplo, la repetición de canciones, danzas, ademanes y gritos propios de la macumba / umbanda brasileña, para invocar a los espíritus más poderosos y encomendarles diversas tareas). Estas ceremonias tienen su paralelo en grupos cristianos (por llamarlos de alguna manera) que hacen lo mismo “para que descienda el Espíritu de Dios”. Otro caso típico de sincretismo con influencia mágica puede observarse fácilmente en algunas de las actividades de la Iglesia Universal del Reino de Dios en la Argentina.