
En la vasta majestuosidad del Imperio Persa, cuando sus dominios se extendían desde la India hasta Etiopía, gobernaban reyes poderosos: Asuero, Darío, Jerjes, Artajerjes… hombres cuya autoridad parecía invencible. Pero por encima de sus coronas, un Rey invisible tejía una historia de redención que no se limitaba a un trono terrenal.
Hoy, te invito a caminar por los corredores del tiempo, desde los palacios de Susa hasta una tumba vacía en Jerusalén, siguiendo un hilo que une la historia bíblica con un mensaje eterno: Dios obra en los bastidores de la historia para revelar a su Hijo y ofrecer salvación a toda la humanidad.
Asuero y el Silencio de Dios (Ester 1-10)
El libro de Ester nos presenta al rey Jerjes I, conocido como Asuero, un monarca opulento, lleno de orgullo y poder. En su historia no se menciona directamente el nombre de Dios, pero su providencia brilla como una llama oculta entre las sombras.


Artajerjes y la Restauración del Pueblo (Esdras y Nehemías)
Décadas después, el hijo de Asuero, Artajerjes I, reina sobre Persia. Durante su reinado, Dios mueve el corazón del rey pagano para permitir que Esdras y Nehemías regresen a Jerusalén. Se reconstruye el templo, los muros, y lo más importante: la identidad del pueblo de Dios.

"Y el rey me lo concedió, según la benéfica mano de mi Dios sobre mí."
Este momento marca un punto clave: el regreso de los exiliados, la restauración de Jerusalén y la preparación del escenario para la venida del Mesías.

El Tiempo de Espera Profética
Los profetas Malaquías, Hageo y Zacarías hablan durante o después del retorno del exilio. Ellos anuncian la llegada de un nuevo templo, un nuevo pacto, un Rey justo y humilde, que entraría en Jerusalén montado sobre un pollino (Zacarías 9:9).
Durante cuatro siglos después de Malaquías, Dios guarda silencio… pero como en los días de Ester, su mano sigue obrando. El mundo se prepara: los caminos se construyen, el griego se convierte en lengua común, y Roma pavimenta las rutas para que el evangelio se extienda.
El Rey Prometido
En la plenitud del tiempo (Gálatas 4:4), cuando las profecías parecían olvidadas y el pueblo bajo dominio romano, nace Jesús en Belén, descendiente de David. Ya no es el tiempo de Persia ni de Babilonia; ahora es el tiempo de Dios.

La Resurrección y el Verdadero Reino
La tumba de Jesús no pudo retenerlo. ¡Él resucitó! No es un rey más en la lista de Persia o Roma. Él es el Rey de reyes, el Señor de señores.
Su resurrección es el clímax del hilo que comenzó en los tiempos de Asuero y Artajerjes. Todo apuntaba a este momento:
- La preservación del pueblo judío
para que naciera el Mesías.
- La reconstrucción de Jerusalén
para que fuera testigo de su pasión.
- El silencio de Dios
para que su Palabra encarnada hablara con poder.

Conclusión y Aplicación: ¿Dónde estás tú en esta historia?




Jesús, el Rey que vino después de reyes, te llama a ser parte de su Reino eterno.
Versículos Clave
- Ester 4:14 — “¿Y quién sabe si para esta hora has llegado al reino?”
- Nehemías 2:20 — “El Dios de los cielos, él nos prosperará.”
- Juan 18:36 — “Mi reino no es de este mundo.”
- Romanos 8:28 — “A los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien.”
Invitación Final

No necesitas corona, linaje ni poder. Solo un corazón dispuesto.
¿Estás listo para formar parte de la historia más grande jamás contada?