Hermano WEBEMAÚS: Como decías no encontrar la discusión anterior
del tema, te pego aquí mis aportes al mismo. Las respuestas de Luis
Fernando y el tópico completo lo podrás hallar nada más que con hacer
click en la segunda de las direcciones que él te da al comienzo de este
epígrafe. Si alguien tiene algo más que decir se puede quizá continuar aquí, ya que en aquel nos desviamos con el tema de Erasmo.
enviado el 04-02-2000 02:40 :He querido revisar algo en cuanto a la complicidad de los católicos romanos con Ginebra en el affaire Servet, y para ello vuelvo a recurrir a una fuente bastante confiable para los católicos (supongo) como es Don Emilio Castelar (Presidente que fue de la 1era.República Española en 1873), en su obra LA REVOLUCION RELIGIOSA (Barcelona-1872), Tomo Tercero. Así me entero que por información cedida por Calvino a la inquisición francesa, Servet es buscado en su casa de Lyon, apresado es procesado en Viena y preso en la cárcel. Temiendo lo peor del Santo Oficio, consigue disfrazarse y huir de una ejecución que tenía por segura. Y ahora sí transcribo textualmente un párrafo de Castelar: "La suerte que le reservaba la inquisición pudo verse bien claramente el día 17 de Junio de 1553. Los papeles recogidos, los libros embargados y la efigie misma de Servet, fueron en haces de leña envueltos y quemados a presencia de la magistratura civil y eclesiástica para mostrar como en la barbarie y crueldad de aquellos tiempos toda la religión oficial padecía de igual intolerancia y todas las iglesias cristianas pedían a los estados sus potros, sus suplicios, sus sayones y sus verdugos".
Hasta aquí Castelar, y por ahora, pero creo que hay más todavía.
La Ginebra de Calvino tuvo la desgracia de ganar la competencia a las ciudades de Francia y del Imperio de quemar a Servet. En Viena se les escapó y lo quemaron en efigie. Pero ya estaba sentenciado por el Santo Oficio. Es un baldón para Ginebra, que la ciudad que más se destacara por la libertad religiosa y la defensa de los derechos humanos, cayera en tal trampa de Satanás. Por otro lado es mi opinión, que aunque nunca se excuse la pena de muerte, Servet se la buscó, porque él sabía cuanto arriesgaba. El estaba obsesionado por molestar a Calvino llegando a extremos en su rechazo del dogma de la Trinidad. El mismo se metió en Ginebra desafiando al reformador.
Finalizo ahora con otro párrafo más de Castelar comprobando lo que digo:
"La idea característica de Servet en la revolución religiosa es el combate a muerte con Calvino en particular, y en general con cuantos profesan el dogma de la Trinidad cristiana. Su disputa con el fundador de la Iglesia ginebrina le posee y embarga por completo desde aquel día nefasto de su encuentro en París, hasta el día de su muerte y suplicio en Ginebra. Según el reformador iba fortaleciendo su Iglesia, el filósofo iba minando los fundamentos teológicos en que se asentaba y constituía. Sospechando que ninguno de los reformadores profesaba en toda su extensión y en toda su ortodoxia el dogma de la Trinidad, pretendía con empeño arrancarles declaraciones temerarias".
Aunque admiro en Servet al filósofo, al sabio, al científico, como teólogo era un hereje recalcitrante, provocador y fastidioso. No lo perseguía Calvino a él, sino que él acosaba a Calvino. Huyendo del Santo Oficio se fue a meter en Ginebra, y allí terminó trágicamente.
Aunque todo esto no sirva de atenuante en la responsabilidad que le cupo a Calvino en el final de Servet, no es éste un punto que deberían usar los católicos contra los reformados, porque éstos le ganaron de mano a quienes ya le habían sentenciado y quemado en efigie. Si los católicos le hubiesen quemado en Florencia (como hicieron con Savonarola), o en Constanza (como hicieron con Juan Hus), o en Sevilla o Toledo, o como luego hicieron con tantos en Madrid, hubiese sido menos notoria su muerte, entre tantísimos muchos más. La iglesia reformada nunca alcanzó a los tobillos de su madre católica romana, en este arte de perseguir, torturar y exterminar a los que pensaran y creyeran de modo distinto. Lo que ocurrió en Ginebra, aunque muy grave para nuestra sensibilidad cristiana del siglo XXI, no guarda relación alguna con las masacres en el Flandes español, la propia España y la Francia del siglo XVI.
Quizá mañana pueda agregar algún aporte más.
Buenas noches, Ricardo.
enviado el 04-02-2000 17:12 SERGIO: Lamento mucho que para tí esto sea un
basural, porque los hermanos que estamos
acostumbrados a escudriñar las Escrituras,
tampoco rehusamos hurgar en la Historia,
aun cuando las fuentes de información puedan
discrepar, y nuestras propias apreciaciones
diferir.
Creo que ha hecho bien el hermano MALCOM en
intentar reivindicar la figura de Calvino,
porque sus humanos errores y deplorables
actitudes propias de una época en que el
catolicismo romano tenía el monopolio de la
tiranía más cruel sobre las almas europeas y
americanas, ejerció sin duda nefasta
influencia en los reformadores que pugnaban
por la libertad de las conciencias; pero todo
ello no alcanza a opacar toda la luz y grande
beneficio que reportó Calvino al mundo
occidental.
Creo que estamos discutiendo cosas santas con
la intención de dejar limpia la memoria y el
ejemplo de quien logró hacer de Ginebra la
"ciudad santa" de Europa.
Ricardo.
enviado el 05-02-2000 00:11 Luis Fernando: Esta tarde estuve leyendo en unos cuanto libros el asunto de Servet para copiar y pegar algunos párrafos sobresalientes. Pero ahora me faltan las fuerzas para ello. Si me obligaras, podría citarte de algunos autores no protestantes algunos puntos coincidentes entre todos ellos, con breves citas y haciendo referencia a las fuentes:
1 - Servet hubiese sido ejecutado en cualquier país de Europa. De hecho, su muerte fue toda una trama ecuménica.
2 - La intolerancia religiosa es de antigua data, está recomendada ya en
obras de Platón,la ejercieron los primeros emperadores "cristianos"
y hasta doctores de la iglesia como San Agustín la promovieron.Los
Papas y el Santo Oficio han dado los ejemplos más universalmente
conocidos.
3 - La Reforma, que nace en medio de tal clima de violencia -que
también practica-, pasa a ser con todo la cuna de la naciente
tolerancia religiosa. Hasta Servet creyó que la república ginebrina
era el lugar donde su vida sería respetada. Pero aún faltaba bastante
para que madurara la idea que apenas estaba en ciernes en el
espíritu de unos pocos.
En cuanto a Calvino, debo manifestar lo siguiente:
Si tuviera que elegir hospedarme en Wittemberg o Ginebra, no dudaría en elegir el hogar de Lutero; creo que la pasaría muy bien. Pero no me sentiría a gusto posando con Calvino.
Disfruto leyendo la Institución Cristiana escrita por el joven Calvino, y sobre todo en la traducción de Cipriano de Valera en su excelente y florido castellano. Pero me causa amargura de espíritu leer su biografía.
Yo hubiera sido muy feliz de haber escuchado la predicación de Calvino o sus clases en la Facultad. Pero en cuanto oyera el primer concepto que me pareciera erróneo o contrario a la Escritura, como me conozco, ¡por mi vida que hubiese salido de Ginebra antes que Calvino
descubriera mi herejía en la mirada!
¡Qué misterio es que un ministro de la verdad divina administre
fanáticamente la injusticia humana! ¡Qué contradicción Dios mío!
Creo que si tuviese que elegir entre caer en manos de un perseguidor incrédulo o de un cristiano dogmático e intolerante, llevo más chance de salir con bien ante el primero que frente al segundo. Al menos el primero quizá ni sepa que tiene que matarme ni cómo hacerlo; pero el segundo creerá que es su deber matarme ¡y sabe cómo hacerlo!
Si son perspicaces comprobarán que cuánto llevo dicho se percibe en la
intimidad de nosotros los foristas, que aunque regenerados, retenemos aún la herencia de Adán de la que seremos librados cuando nuestros cuerpos sean transformados en semejanza al cuerpo de gloria de nuestro Señor.
Dios os bendiga a todos.
Ricardo.