Cristo: Hijo de David, Hijo de Abraham y alimentio matutino

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5 Septiembre 2001
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Cristo: hijo de David, hijo de Abraham (1)
Mateo 1:1 Libro de la genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham.
Mateo 12:42 ...Para oír la sabiduría de Salomón, y he aquí más que Salomón en este lugar.
Gálatas 3:16 Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas y a su descendencia. No dice. “Y a los descendientes”, como si hablase de muchos, sino como de uno: “Y a tu descendencia”, la cual es Cristo.
[Parte 1 de 2]
Cristo es el hijo de David (Mt. 22:42, 45; Ap. 22:16). Salomón, el hijo de David, tipificaba a Cristo en tres aspectos principales. Primero, tipificaba a Cristo en el sentido de que heredó el reino (2 S. 7:12b, 13; Jer. 23:5; Lc. 1:32-33). En segundo lugar, Salomón tenía sabiduría y hablaba palabras de sabiduría. En Mateo 12 vemos que Cristo también tenía sabiduría y hablaba palabras de sabiduría. En este capítulo Cristo dijo que El era más que Salomón (v. 42). El que era más que Salomón estaba allí hablando palabras de sabiduría. No hay palabras humanas que son tan sabias como las de Cristo. En tercer lugar, Salomón edificó el templo de Dios (2 S. 7:13). Como hijo de David, Cristo edifica el templo de Dios, la iglesia.
Cristo también es el hijo de Abraham. Este libro de genealogía dice solamente que Cristo es el hijo de David y el hijo de Abraham; no es el hijo de ninguna otra persona. En el Antiguo Testamento había una profecía clara de que Cristo sería hijo de Abraham. Isaac tipifica a Cristo en tres aspectos principales. Primero, Isaac llevó la bendición a todas las naciones, tanto a los judíos como a los gentiles (Gn. 22:18a; Gá. 3:16, 14). Segundo, Isaac fue ofrecido a Dios para que muriese y luego resucitó (Gn. 22:1-12; He. 11:17, 19). Tercero, recibió a la novia (Gn. 24:67). En estos aspectos Isaac tipifica a Cristo como aquel que fue prometido y que llevó la bendición a todas las naciones, y también como aquel que fue ofrecido en holocausto, resucitó, y que, después de Su resurrección, recibirá a Su Novia (Jn. 3:29; Ap. 19:7). Un día el Espíritu Santo, tipificado por el siervo de Abraham, llevará a la Rebeca celestial, divina y espiritual a su Isaac celestial.
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SEMANA 5 — DÍA 3
Alimento matutino
2 Co. 5:20 Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, exhortándoos Dios por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios.
6:1-2 Nosotros, pues, como colaboradores Suyos, os rogamos también que no recibáis en vano la gracia de Dios. Porque dice: “En tiempo aceptable te he oído, y en día de salvación te he socorrido”.He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación.
Las bendiciones de Dios se encuentran en el Lugar Santo, pero Dios mismo está en el Lugar Santísimo. En el Lugar Santo se hallan las bendiciones de Dios: el Espíritu, el candelero y el altar del incienso, pero no se encuentra la presencia directa de Dios. Si queremos poseer a Dios mismo, tenemos que ser reconciliados más con Él y entrar en el Lugar Santísimo. Si hemos de ser introducidos en la presencia de Dios, debemos dar el segundo paso de la reconciliación. Ésta es la reconciliación completa. Esta reconciliación no sólo nos separa del pecado, sino también de la carne, del hombre natural, del ser natural. Entonces somos introducidos en Dios y llegamos a ser uno con Él. (Estudio-vida de 2 Corintios, pág. 329)
Lectura para hoy
Les ruego que no se aferren a su concepto viejo y limitado acerca de la reconciliación…Pero les aliento a que reciban esta comprensión nueva y más completa acerca de la reconciliación y vean que ser reconciliados equivale a ser introducidos en Dios, y que el ministerio de la reconciliación es el ministerio que introduce a las personas en Dios.
En Corinto había muchos problemas entre los creyentes, y todos estos problemas eran indicios de que los creyentes no estaban completamente en Dios. En muchos asuntos específicos no estaban en Dios. Aunque habían sido salvos y habían nacido de Dios, no vivían en Él. Por esta razón, en cuanto a muchos asuntos de su diario vivir, se hallaban fuera de Dios. Por consiguiente, Pablo tenía la carga de introducirlos en Dios. Esto es reconciliarlos con Dios.
A los apóstoles no sólo se les encomendó la obra, el ministerio, de la reconciliación, sino que laboraban con Dios en su empeño de introducir a otros en Dios. Sabían que por sus propios esfuerzos no podían introducir a nadie en Dios; no tenían esa habilidad, esa capacidad. Necesitaban realizar esta obra con Dios.
En el pasado muchos de nosotros afirmamos que laborábamos para el Señor. Pero cuando laborábamos para Él, ¿sentíamos que laborábamos con Él? Existe una diferencia importante entre el hecho de laborar para Dios y laborar con Él…A menudo nos gusta trabajar para el Señor, pero no queremos laborar con Él. Nuestra actitud tal vez sea que el Señor debe quedarse en el cielo mientras laboramos para Él en la tierra. Si laboramos de esta manera, no podremos reconciliar a otros de modo que sean introducidos en el Señor. Por no estar nosotros mismos en el Señor de una manera práctica al llevar a cabo esta labor, no podremos reconciliar a nadie con el Señor. Solamente laborando con el Señor podremos reconciliar a otros de manera que sean introducidos en Él.
El hecho de que laboremos juntamente con Dios significa que estamos en Él. Cuando estamos en Él, podemos introducir a los demás en Él. Sólo una persona que está en Dios puede introducir a otros en Dios…El resultado de nuestra obra manifiesta cuán íntimos nosotros somos con Dios. Si estamos lejos de Dios, no podremos acercar a otros a Él. El grado al que podemos traer a otros a Dios e introducirlos en Dios depende siempre de dónde estamos nosotros con respecto a Dios. Si somos personas que son uno con Dios, entonces podremos llevar a los demás al mismo lugar donde estamos. Por tanto, si queremos introducir a los demás en el Señor, primero debemos estar en Él nosotros mismos. Cuanto más estemos en Él, más podremos reconciliar a otros de manera que entren en Él. ¡Que este asunto quede grabado en nosotros!
En 2 Corintios 6:2 Pablo añade: “Porque dice: ‘En tiempo aceptable te he oído, y en día de salvación te he socorrido’. He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación”. Las palabras tiempo aceptable se refieren al momento en que somos reconciliados con Dios, cuando Él nos acepta. La salvación en este versículo, según el contexto, se refiere a la reconciliación. De hecho, la reconciliación alude a la plena salvación. (Estudio-vida de 2 Corintios, págs. 348-350, 351)
Lectura adicional: Lecciones de vida, lección 39; Elders’ Training, Book 6: The Crucial Points of the Truth in Paul’s Epistles, págs. 43-49
Witness Lee
¿Jesús es el Señor!