"Su amado Hijo, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.
Él es la imagen del Dios invisible., todo fue creado por medio de él y para él.
Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten.
el primogénito de entre los muertos". Colosenses 1:13-18
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Cristo, el incomparable
Él lo dejó todo -gloria y esplendor de los cielos- para nacer en un establo.
Era rico y se hizo pobre por nosotros.
No tuvo las ventajas de una distinguida educación,
ni frecuentó grandes escuelas;
sin embargo, a la edad de doce años
asombraba con sus respuestas a los eruditos doctores de la ley.
Más tarde caminó sobre las aguas y detuvo la tempestad;
sanó a multitud de enfermos y resucitó muertos.
El que era puro, sin pecado, cargó con nuestros pecados.
Él, el Príncipe de vida, murió en una cruz;
el único justo que hubo en la tierra murió por los injustos.
Nunca escribió un libro, sin embargo, ninguna biblioteca
podría contener todas las obras escritas acerca de él.
Nunca compuso un cántico, pero él es el tema
de un incalculable número de himnos que celebran su gloria.
Nunca fundó una escuela, sin embargo, tuvo millones de discípulos.
En el mundo entero, a su llamado, irreductibles rebeldes
depusieron las armas de la rebelión contra Dios y se sujetaron a su voluntad.
Sólo él venció la muerte, ésta no lo pudo retener.
Hoy vive y seguirá viviendo por los siglos de los siglos.
© Editiorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)