http://www.icp-e.org/hemeroteca/e2001/e011113.htm
CRISTIANISMO SIN CRISTO
Estoy plenamente de acuerdo con el articulo del Sr. Monroy
("Dictadura del miedo", www.icp-e.org/hemeroteca/e011109.htm)
con respecto al miedo al terrorismo en sociedades llamadas cristianas.
No debe sorprendernos el fenómeno porque el problema de ese temor entra en el mismo cajón que otros aspectos de la vida, como marco ético, entorno moral, consumismo, etc. y tienen su raíz en que ese pretendido cristianismo, llámese protestante, romanista, ortodoxo o evangélico, según las áreas del mundo en que están implantados históricamente, componiendo en un elevado porcentaje el cristianismo sociológico de nuestro tiempo. Cristianismo sin fe ni conversión asociado únicamente a tradiciones social-festivo-folklórico-religiosas.
La famosa periodista italiana, Oriana Fallaci, autora de unos polémicos artículos al hilo de los atentados del 11 de Septiembre -en los que planteaba el conflicto de culturas entre su Italia actual y el Islam- en uno ellos, con gran sinceridad nos da una visión del asunto, y escribe:
Nací en un paisaje de iglesias, conventos, cristos, vírgenes y santos... Con todo mi laicismo, con todo mi ateísmo, estoy tan impregnada de la cultura católica que forma parte incluso de mi forma de expresarme. Adiós, gracias a Dios, por Dios, Jesús, Dios mío, Madonna mía, qué Cristo...
...me gusta tanto la música de las campanas... Me encantan también esos cristos y esas vírgenes y esos santos pintados o esculpidos. Incluso tengo la manía de los iconos. Me gustan también los conventos y los monasterios. Me proporcionan un sentido de paz
...el cementerio de mi familia es un cementerio protestante... Y una bisabuela mía era valdense. Una tía abuela, evangélica. Cuando era niña, me llevaba siempre a las funciones de su iglesia en Vía de Benci en Florencia y, Dios mío, cómo me aburría... sólo cantaban salmos, con aquel cura que no era un cura y que sólo leía la Biblia... Nada de ángeles, ni de vírgenes, ni de incienso... Echaba de menos incluso el olor del incienso y me hubiera gustado estar en la vecina basílica de la Santa Cruz donde había todas estas cosas...
A pesar de mi anticlericalismo, me muevo en la capilla como pez en el agua. Y creo que la mayoría de los italianos te confesaría lo mismo.
El problema está ahí, hay una gran mayoría de personas en el llamado mundo cristiano que se mueven en una capilla como un pez en el agua, pero en el fondo de su corazón no creen en Dios, o no creen a Dios, ni para bien, ni para mal.
Así hay muchos pobladores de iglesias y capillas, de domingos o sábados, de misas o cultos, practicantes de ceremonias, actos y saraos de tradición cristiana que, engañándose a si mismos y a las estadísticas, pretenden ser cristianos, pero a los que ese miedo del que habla Monroy, junto con muchas otras evidencias, le gritan su realidad: ¡¡no son nada!! Se lo grita la prueba del algodón que ya Jesús anticipó: por sus frutos los conoceréis.
La diferencia entre éstos y Oriana Fallaci, es que ella ni se engaña a sí misma, ni pretende hacerlo a nadie. Se sabe y confiesa anticlerical y atea, aunque este ateísmo de fe no le impide ser militante y proselitista del cristianismo social y cultural.
Unos y otra comparten de todas formas un cristianismo sin Cristo, ni fe, ni obras, ni teología, en el que se da culto al arte, los edificios, la música, la liturgia, objetos y símbolos, las ceremonias, tradiciones, incluso a la historia, pero de conversión, de fe, de esperanza, y de Cristo, nada de nada.
Pablo Blanco es escritor y estudioso de la Biblia,
reside en Galicia (España).
© P. Blanco, 2001, Madrid