Símbolo Apostólico
Formulación más antigua (150-180):
Creo en el Padre omnipotente, y en Jesucristo, Salvador nuestro, y en el Espíritu Santo Paráclito, en la Santa Iglesia, y en el perdón de los pecados
Formulación usada en la liturgia egipcia a principios del siglo III:
Creo en Dios Padre omnipotente, y en su Hijo unigénito, Nuestro Señor Jesucristo, y en el Espíritu Santo, y en la resurrección de la carne, y en la Santa Iglesia Católica
Forma occidental más antigua del Símbolo Apostólico (s II-III):
Creo en Dios Padre omnipotente; y en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que nació de María Virgen por obra del Espíritu Santo, fue crucificado bajo Poncio Pilato y sepultado, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos, está sentado a la diestra del Padre, desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos; y en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia, el perdón de los pecados y la resurrección de la carne.
Forma occidental más moderna (s. V)
Creo en Dios Padre Omnipotente, creador del cielo y de la tierra;
y en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor
que fue concebido por obra del Espíritu Santo y nació de María Virgen,
padeció bajo Poncio Pilatos, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos,
al tercer día resucitó de entre los muertos,
subió a los cielos, está sentado a la diestra de Dios Padre todopoderoso,
desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos;
creo en el Espíritu Santo,
la Santa Iglesia Católica, la comunión de los Santos,
el perdón de los pecados,
la resurrección de la carne
y la vida eterna.
Fórmula oriental del Símbolo Apostólico
Símbolo niceno (325 a.C):
Creemos en un solo Dios Padre omnipotente, creador de todas las cosas, de las visibles y de las invisibles; y en un solo Señor Jesucristo Hijo de Dios, nacido unigénito del Padre, es decir, de la sustancia del Padre, Dios de Dios, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no hecho, consustancial al Padre, por quien todas las cosas fueron hechas, las que hay en el cielo y las que hay en la tierra, que por nosotros los hombres y por nuestra salvación descendió y se encarnó, se hizo hombre, padeció, y resucitó al tercer día, subió a los cielos, y ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos. Y en el Espíritu Santo.
Símbolo niceno-constantinopolitano (381 a C)
Creemos en un solo Dios, Padre omnipotente, creador del cielo y de la tierra, de todas las cosas visibles o invisibles. Y en un solo Señor Jesucristo, el Hijo unigénito de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero, nacido no hecho, consustancial con el Padre, por quien fueron hechas todas las cosas; que por nosotros los hombres y por nuestra salvación descendió de los cielos y se encarnó por obra del Espíritu Santo y de María Virgen, y se hizo hombre, y fue crucificado por nosotros bajo Poncio Pilato y padeció y fue sepultado y resucitó al tercer día según las Escrituras, y subió a los cielos, y está sentado a la diestra del Padre, y otra vez ha de venir con gloria a juzgar a los vivos y a los muertos; y su reino no tendrá fin. Y en el Espíritu Santo, Señor y vivificante, que procede del Padre, que juntamente con el Padre y el Hijo es adorado y glorificado, que habló por los profetas. En una sola Santa Iglesia Católica y Apostólica. Confesamos un solo bautismo para la remisión de los pecados. Esperamos la resurrección de la carne y la vida del siglo futuro. Amén.
Formulación más antigua (150-180):
Creo en el Padre omnipotente, y en Jesucristo, Salvador nuestro, y en el Espíritu Santo Paráclito, en la Santa Iglesia, y en el perdón de los pecados
Formulación usada en la liturgia egipcia a principios del siglo III:
Creo en Dios Padre omnipotente, y en su Hijo unigénito, Nuestro Señor Jesucristo, y en el Espíritu Santo, y en la resurrección de la carne, y en la Santa Iglesia Católica
Forma occidental más antigua del Símbolo Apostólico (s II-III):
Creo en Dios Padre omnipotente; y en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que nació de María Virgen por obra del Espíritu Santo, fue crucificado bajo Poncio Pilato y sepultado, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos, está sentado a la diestra del Padre, desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos; y en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia, el perdón de los pecados y la resurrección de la carne.
Forma occidental más moderna (s. V)
Creo en Dios Padre Omnipotente, creador del cielo y de la tierra;
y en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor
que fue concebido por obra del Espíritu Santo y nació de María Virgen,
padeció bajo Poncio Pilatos, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos,
al tercer día resucitó de entre los muertos,
subió a los cielos, está sentado a la diestra de Dios Padre todopoderoso,
desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos;
creo en el Espíritu Santo,
la Santa Iglesia Católica, la comunión de los Santos,
el perdón de los pecados,
la resurrección de la carne
y la vida eterna.
Fórmula oriental del Símbolo Apostólico

Símbolo niceno (325 a.C):
Creemos en un solo Dios Padre omnipotente, creador de todas las cosas, de las visibles y de las invisibles; y en un solo Señor Jesucristo Hijo de Dios, nacido unigénito del Padre, es decir, de la sustancia del Padre, Dios de Dios, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no hecho, consustancial al Padre, por quien todas las cosas fueron hechas, las que hay en el cielo y las que hay en la tierra, que por nosotros los hombres y por nuestra salvación descendió y se encarnó, se hizo hombre, padeció, y resucitó al tercer día, subió a los cielos, y ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos. Y en el Espíritu Santo.
Símbolo niceno-constantinopolitano (381 a C)
Creemos en un solo Dios, Padre omnipotente, creador del cielo y de la tierra, de todas las cosas visibles o invisibles. Y en un solo Señor Jesucristo, el Hijo unigénito de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero, nacido no hecho, consustancial con el Padre, por quien fueron hechas todas las cosas; que por nosotros los hombres y por nuestra salvación descendió de los cielos y se encarnó por obra del Espíritu Santo y de María Virgen, y se hizo hombre, y fue crucificado por nosotros bajo Poncio Pilato y padeció y fue sepultado y resucitó al tercer día según las Escrituras, y subió a los cielos, y está sentado a la diestra del Padre, y otra vez ha de venir con gloria a juzgar a los vivos y a los muertos; y su reino no tendrá fin. Y en el Espíritu Santo, Señor y vivificante, que procede del Padre, que juntamente con el Padre y el Hijo es adorado y glorificado, que habló por los profetas. En una sola Santa Iglesia Católica y Apostólica. Confesamos un solo bautismo para la remisión de los pecados. Esperamos la resurrección de la carne y la vida del siglo futuro. Amén.