Crecer en vida rumiando la palabra de Dios

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5 Septiembre 2001
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PRACTICANDO EL LIBRO DE LOS HECHOS
Semana 3--- Los Doce Apóstoles
Sábado --- Leer con oración: Ro 10:10-14; Mt 28:19; Hch 1:8; Sal 88:9
Y tomad […] la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios; orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu (Ef 6:17b-18a)
CRECER EN VIDA RUMIANDO LA PALABRA DE DIOS
Aunque Pedro haya predicado acerca de invocar el nombre del Señor en el día de Pentecostés, y esa haya sido una práctica común entre los cristianos primitivos, el Señor usó a Pablo para enfatizar esa práctica (Ro 10:10-14; 1 Co 1:2; 2 Ti 2:22), y también, el orar-leer la Palabra, es decir, tomar la Palabra con oración (Ef 6:17b-18a). Pablo era apóstol entre los gentiles y todo el libro de los Hechos nos habla de esas dos categorías de apóstoles: apóstoles de los judíos, bajo el liderazgo de Pedro, y los apóstoles para los gentiles, bajo el liderazgo de Pablo.
El Señor ya les había dicho a los discípulos que ellos deberían ir por todo el mundo y predicar el evangelio a toda criatura (Mc 16:15) y así, ser Sus testigos no sólo en Jerusalén, sino también en toda Judea y Samaria y hasta lo último de la tierra (Hch 1:8). El evangelio no es sólo para los judíos, sino para todas las naciones, y tal vez, por no haber practicado eso inmediatamente, el Señor tuvo que buscar otra salida, a través del apóstol Pablo.
La vida siempre busca una salida para expandirse. Cuando una semilla que cae en una grieta de la acera, germina y brota, incluso puede hasta quebrar el cemento y dañar la acera, por que quiere expandirse mediante sus raíces y ramas. El poder de la vida que está en ella es lo que hace esto, es imposible ahogar la vida. El enemigo busca destruir la obra del Espíritu y de la vida en nuestro medio, al levantar celos y envidia de muchos, que usan de todas las formas y maneras para destruirnos. Pero, ¡Alabado sea el Señor! porque nosotros sólo nos preocupamos en invocar el nombre del Señor, orar leer la Palabra, y buscar el crecimiento de vida para llegar a ser el reino y guardar la voluntad eterna de Dios.
Invocar el nombre del Señor es un excelente medio para tocar al Señor en nuestro espíritu y los que no invocan difícilmente estén gozosos. Invocar el nombre del Señor es un mandamiento de Dios (Sal 50:15; Jer 29:12) y es Su deseo (Sal 91:15; Sof 3:9; Zac 13:9). Esa es la manera alegre de beber de la fuente de la salvación de Dios (Is 12:3-4) y la manera disfrutable de deleitarse en Dios (Job 27:10). Así que, el pueblo de Dios debe invocarlo diariamente (Sal 88:9). Esta práctica fue profetizada por Joel (Jl 2:32) con relación al jubileo del Nuevo Testamento.
Además, nosotros debemos rumiar la palabra del Señor. ¿Qué es rumiar? Es comer la palabra de Dios y digerirla nuevamente hasta que sea totalmente absorbida, pues quien tiene esa práctica, ciertamente crecerá en vida. El animal que rumia generalmente tiene pezuña hendida. Levítico 11:3-4 dice: “De entre los animales, todo el que tiene pezuña hendida y que rumia, éste comeréis. Pero de los que rumian o que tienen pezuña, no comeréis éstos: el camello, porque rumia pero no tiene pezuña hendida, lo tendréis por inmundo”. Pezuña hendida significa tener un espíritu de discernimiento, a fin de discernir lo que es del Espíritu y lo que no es. Personas que no rumian la Palabra de Dios no pueden estar en el espíritu y difícilmente pueden discernir la Palabra de Dios, apenas están en la esfera de la mente natural.
Cuando invocamos el nombre del Señor y rumiamos la Palabra de Dios, estamos en el espíritu, obtenemos crecimiento en vida y así podemos tener un espíritu de discernimiento.
Punto Clave: Rumiar para tener discernimiento
Pregunta: ¿Cuál es el principal beneficio de rumiar la Palabra?
Dong Yu Lan
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