¡Corazones Endurecidos en la Casa de Dios!

Bart

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24 Enero 2001
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<CENTER>¡Corazones Endurecidos en la Casa de Dios!

(Hard Hearts in the House of God!)
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Por David Wilkerson


1ro de Septiembre del 1997
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L​
o que voy a decir te puede sorprender – pero yo lo creo con todo mi corazón: Los corazones más endurecidos del mundo no están entre los impíos – ¡sino entre el pueblo de Dios!​

Cuando pensamos en personas de corazones endurecidos, la mayoría de nosotros tiende a pensar en ateos declarados tales como Madalyn Murray O’Hair – la mujer que fue responsable por quitar la oración de las escuelas públicas. Ateos como O’Hair ridiculizan la sola idea de Dios. Cada vez que hacen referencia a cristianos, sus palabras tienen un sonido severo y cortante. Otros ateos hacen alarde de su odio hacia Dios – tales como el intérprete de rock Marilyn Manson, quien hace la Biblia pedazos en medio de su espectáculo en el escenario. Cada vez que oímos mencionar a tales personas, pensamos, “¡Esas son las personas con el corazón más duro en el mundo!” O, pensamos en activistas militantes homosexuales, tales como aquellos que marcharon por la Quinta Avenida en la ciudad de Nueva York hace varias semanas. Muchos de esos homosexuales se mofaban del cristianismo y blasfemaban el nombre de Dios. Un hombre llevaba una pancarta que leía, “Jesús es Homosexual.” Cada vez que oímos hablar de tales personas, pensamos, “Sus corazones se han endurecido por el pecado. ¡Son imposibles de alcanzar!”

O, pensamos en las naciones comunistas que por décadas han perseguido a los cristianos. En Cuba, por ejemplo, sólo a pocas millas de la costa de Florida, el régimen comunista de Fidel Castro cerró todas las iglesias y comenzó a convertir las catedrales en centros de entrenamiento para el comunismo. Los líderes de Cuba se jactaban, “¡Hemos arrasado con toda religión!” Y en ese tiempo muchos cristiano pensaron, “¡Nadie puede tener el corazón más endurecido que estos aborrecedores de Dios!”

Puedo seguir sin parar, describiendo todo tipo de burlones, mofadores, blasfemadores, y los que rechazan a Cristo. Y, ciertamente, cada uno de estos puede ser fielmente descrito como que tiene un corazón endurecido. Pero si quieres descubrir los corazones más duros de todos – aquellos que el Señor más desprecia – tienes que mirar en la casa de Dios. ¡Los corazones más duros se encuentran entre el pueblo de Dios!


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Según la Biblia, la dureza de corazón que
Dios más desprecia tiene que ver con
oír y rechazar su Palabra.
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“El hombre que, al ser reprendido, se vuelve terco, de repente y sin remedio será quebrantado.” (Proverbios 29:1).

La palabra hebrea para “reprendido” en este versículo se refiere a la enseñanza de corrección. Y la palabra para “sin remedio” aquí es “marpe” – la cual significa “sin cura,” “sin ninguna posibilidad de liberación.” Primeramente, este versículo nos dice que la dureza de corazón viene como resultado de rechazar repetidos avisos – de echar a un lado todo cortejo de la verdad. Y, segundo, nos dice que al pasar el tiempo tal dureza es imposible de curar. Así que, ¿quienes son las personas que más a menudo escuchan estos avisos? ¡Supuestamente, ellos son cristianos – aquellos que se sientan en la casa de Dios cada semana escuchando los sermones de reprensión!

La verdadera tragedia es que a pesar de escuchar mensajes ardientes enviados del cielo, muchos cristianos no practican lo que escuchan. Ellos se niegan a permitirle entrada a Dios en ciertas áreas de sus vidas. Y mientras ellos continúan escuchando sin obedecer, comienzan a endurecerse. ¡Al final, serán cortados sin la esperanza de ser curados!

En contraste, existen activistas homosexuales quienes han sido curados de la dureza de corazón. Al principio, maldecían a Cristo y sacudían el puño con ira en la cara de Dios. Pero cuando escucharon el evangelio y sintieron la reprensión pura y amante del Espíritu Santo, sus corazones se derritieron. Ellos se arrepintieron y se volvieron a Jesús, su dureza curada.

Ahora, puedes estar pensando, “Espera un minuto. ¿Estas diciendo que un homosexual radical endurecido por el pecado tiene la esperanza de ser curado de su dureza – pero que un cristiano endurecido no tiene tal esperanza? ¿Cómo puede ser esto?” La diferencia es, que el homosexual no ha escuchado mensaje tras mensaje de reprensión y continuamente se endurecía a ellos. ¡Pero el cristiano, sí!

La vida del hijo de Madalyn Murray O’Hair ilustra esto. Él fue criado, probablemente, en el hogar más ateo en América. Y más tarde trabajó para su madre, haciendo cruzadas contra Dios y la religión. Pero cuando escuchó el evangelio, fue gloriosamente salvo – y después fue ministro, predicando a Cristo en vez de maldecirlo. La dureza de esto hombre también tuvo cura – porque él no se sentó bajo sermones de reprensión y no los rechazó continuamente.

Lo mismo es cierto de muchas personas que vivieron por años bajo el régimen comunista. Cuando la Cortina de Hierro cayó, el evangelio inmediatamente inundó a esos países que una vez fueron comunistas y miles aceptaron a Jesús. Tropas del Ejército Rojo se convertían a diestra y siniestra y hasta generales se convirtieron en poderosos testigos por Cristo. En pocos días, oficiales de gobierno, maestros de escuelas, y hasta el KGB estaban pidiendo Biblias y predicando a Cristo a quienes estaban bajo su influencia.

Nuestro ministerio hizo cruzadas en Polonia antes que se derrumbara el comunismo en ese país. Fue una de las pocas veces que oficiales permitían que alguien entrara y tuviera reuniones religiosas. Cada noche mientras prediqué, literalmente cientos de jóvenes corrían al altar – llorando, con los corazones quebrantados, con hambre de Cristo. A todos les habían lavado el cerebro contra la religión. Pero su dureza tenia cura – porque ellos nunca se habían sentado bajo la continua reprensión ni se habían endurecido a la Palabra de Dios.

En mi experiencia, los corazones más duros – el tipo incurable – siempre ha sido encontrado al alcance de predicaciones ungidas por el Espíritu Santo. Tal dureza no existe en iglesias frías, muertas y formales donde el evangelio ha sido corrompido por generaciones. ¡No – siempre se encuentra donde una palabra pura es predicada desde el púlpito – y rechazada en las bancas!

Puedes preguntar, “Exactamente, ¿qué es un corazón endurecido?” Un corazón endurecido es uno que ha determinado en resistirse a obedecer la Palabra de Dios. Es imposible conmoverlo, esta inmune a las convicciones y advertencias del Espíritu Santo.

Por favor no me malinterprete: el endurecimiento del corazón no es tan solo un asunto de volverse contra Dios, rechazar a Cristo, o negarse a ir a la iglesia. El hecho es, que tu corazón se puede endurecer aun cuando estés en la iglesia cada vez que esta abre sus puertas. Puedes endurecerte mientras escuchas casetes de enseñanzas...cantando alabanzas a Dios...sirviendo como ujier, maestro o miembro del equipo de adoración. Ciertamente, puedes endurecerte tanto hacia la palabra de Dios mientras sirves, ¡que aun si Jesús mismo predica desde el púlpito, volverías oídos sordos hacia él!

Ahora mismo, puedes estar diciéndote a ti mismo, “¡Deténgase ahí! Todo esto suena muy espantoso.” Ten por seguro, que no quiero atemorizar a nadie hasta contristar su corazón. Pero lo cierto es, si regularmente ignoras las advertencias de la palabra de Dios, sería mejor que comiences a asistir a la iglesia más muerta que puedas encontrar. De esa manera no serás juzgado tan severamente como lo serías si continúas sentándote en una iglesia del Espíritu Santo y rechazando la palabra ungida que escuchas. ¡Si sigues haciendo eso, tu corazón se endurecerá más allá de cualquier cura!

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Déjame usar la plomada, y medirte
según el evangelio verdadero
que has escuchado.
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Quiero hacerte un examen, para ver si ya has tomado los primeros pasos hacia la dureza de corazón. Déjame hacerte las siguientes preguntas:

1. ¿Cuántas veces has escuchado mensajes acerca del peligro de descuidar la oración diaria y la lectura de la Biblia?

He escrito muchos mensajes sobre ese tema, sabiendo que tiempos difíciles están a punto de caer sobre nuestra sociedad. Y sin embargo, muchos lectores se niegan a levantar sus Biblias o pasar cinco minutos hablando con su Padre celestial. Amados, si descuidan su habitación secreta en el hogar – si piensan que orar en la iglesia suple todas tus necesidades – nunca sobrevivirás los días difíciles que tenemos por delante. Piénsalo: si no obedeces a la palabra que te sana y te fortalece en los tiempos buenos, ¿cómo encontrarás poder para vencer en los días difíciles que están por venir?

Si has ignorado el llamado del Espíritu Santo para atraerte al lugar secreto para intimidad, entonces has tomado los primeros pasos hacia la dureza de corazón. Puedes llenar todo tu tiempo con buenas obras, bendiciendo a la gente y derramando tu corazón en el servicio cristiano. Pero si descuidas tu tiempo con el Señor – negándote a buscar su rostro u obedecer su palabra – te pondrás débil, temeroso, deprimido, y finalmente serás una presa para el diablo. La única forma de prepararnos para lo que viene, ¡es teniendo un conocimiento personal de tu Padre celestial!

2. ¿Cuántas veces has sido advertido de las terribles consecuencias del chisme?

A veces, mis advertencias sobre el tema del chisme han sido suaves, como lluvia suave – y en otras ocasiones, han sido como trueno. He escrito acerca de cómo el chisme y la murmuración le costaron todo a Israel. Una y otra vez, los israelitas fueron avisados de los peligros de este pecado. Pero persistieron en desobedecer al Señor – ¡y les trajo una vida de miseria en un desierto plagado de serpientes!

Ahora, otra vez déjame usar la plomada en tu vida: ¿Has dicho algo contra un hermano o hermana durante la semana pasada – algo que no era asunto tuyo repetir? O, ¿has escuchado algún chisme acerca de esa persona? Si es así, ¿permitiste que una semilla de duda acerca de él o ella fuera sembrada en tu alma?

Te pregunto – ¿cómo puedes continuar chismoseando, a la luz de las advertencias que has escuchado? ¡La única respuesta es que ya has comenzado camino abajo hacia un corazón endurecido!

3. ¿Cuántas advertencias has escuchado acerca de guardar un pecado secreto? Y, ¿qué dices acerca del pecado que asedia tu corazón – del cual el Espíritu de Dios continuamente te ha hablado? A través de los años, he escrito muchas advertencias acerca del peligro de coquetear con un pecado preferido. Aun así, no tan solo he predicado contra el pecado, sino que he enseñado del poder de resurrección de Dios. He predicado que el Señor tanto nos da poder para vencer a través de su Espíritu como que pone en nuestros corazones el deseo de hacer lo bueno.

Mas sin embargo, conozco personas que se han sentado por años bajo mi enseñanza en la iglesia de Times Square – y ellos aun beben, fuman, maldicen y salen de parranda. Amados, ¡eso es un corazón endurecido! ¿Quién se atreve a sentarse bajo una reprensión amorosa semana tras semana, y aun siga pecando, sin permitir que la convicción penetre? ¡Es alguien que va camino a un corazón endurecido!
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Es posible agradarle escuchar la Palabra de Dios -
agradecer y aprobar lo que es predicado
¡Y llegar a ser incurablemente duro mientras escucha!
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Sinceramente puedes creer que has aceptado un sermón simplemente porque lo has escuchado, pensaste en él e hiciste comentarios sobre él durante la cena del domingo. Sin embargo, puedes hacer todas esas cosas y solamente ser un oidor – ¡y no un hacedor de la Palabra de Dios!

Al pueblo de Israel le encantaba escuchar las poderosas predicas de Ezequiel – pero ellos nunca las obedecieron: “Y vendrá a ti como viene el pueblo, y estarán delante de ti como pueblo mío, y oirán tus palabras, y no las pondrán por obra; antes hacen halagos con sus bocas, y el corazón de ellos anda en pos de su avaricia. Y he aquí que tu eres a ellos como cantor de amores, hermoso de voz…y oirán tus palabras, pero no las pondrán por obra.” (Ezequiel 33:31-32).

Muchas personas en nuestra congregación se han acercado a mi después de algún servicio, me han abrazado y dicen, “Pastor, usted predicó una palabra poderosa.” Pero al alejarse, el Espíritu Santo me susurraba, “¡Ellos no escucharon una sola palabra de lo que dijiste!”

El libro de Hebreos nos da un poderoso aviso: “Por lo cual, como dice el Espíritu Santo: si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones, como en la provocación, en el día de la tentación en el desierto.” (Hebreos 3:7-8). “¿Quiénes fueron los que, habiendo oído, le provocaron?” (Versículo 16). Estos pasajes demuestran claramente que el endurecimiento no esta conectado al ateismo, comunismo o cualquier otro “ismo” – sino más bien, a escuchar y no hacer la Palabra de Dios.

Conozco mucha gente en la iglesia Times Square que son bondadosos, delicados, y sacrificados – ¡y aun así están en peligro de endurecerse! He rogado al Señor por esto, pidiéndole, “Padre, ¿cómo estas personas dedicadas y trabajadoras pueden escuchar sermón tras sermón de reprensión, y nunca cambiar? Ellos vienen a tu casa semana tras semana, adorándote, alabándote – pero no están llegando a la madurez. Lo sé porque los escucho chismoseando, y conozco los otros pecados en sus vidas. A ellos les gusta oír tu Palabra predicada – pero simplemente no la obedecen. Señor, ¿qué los retiene de obedecer tu Palabra?”

Dios me mostró que todo vuelve al momento de su conversión. En primer lugar, ¡esta gente descuidada nunca se convirtió! Como verás, la Biblia habla de dos tipos de conversiones: Primero, esta la conversión que lleva a sanidad y liberación de todo pecado. Este es el tipo que la mayoría de los cristianos han experimentado. Pero también esta la conversión que lleva a dureza y ceguera. Déjame darte una ilustración.

Israel con gusto escuchó la poderosa predicación del profeta Isaías – aun así continuamente justificaban sus pecados, llamando malo a lo bueno y bueno a lo malo. Así que Dios dio instrucciones a Isaías: “…Anda, y di a este pueblo: Oíd bien, y no entendáis; ved por cierto, mas no comprendáis. Engruesa el corazón de este pueblo, y agrava sus oídos, ciega sus ojos, para que no vea con sus ojos, ni oiga con sus oídos, ni su corazón entienda, ni se convierta, y haya en él sanidad.” (Isaías 6:9-10).

Dios sabía que los israelitas no estaban dispuestos a dejar sus pecados asediantes. A ellos les gustaban demasiado sus placeres carnales y sus compañeros impíos. Así que el Señor le dijo a Isaías: “Esta gente nunca va a cambiar su corazón. Y de ahora en adelante, no les diré palabra. En vez de eso Isaías, quiero apresurarlos a su dureza. De esa manera, ¡quizás algunos escuchen antes que sea demasiado tarde!”

Simplemente, Dios estaba haciendo un llamado de entrega total a su pueblo. El estaba diciendo, “Si vas a ser llamado por mi nombre – si tu corazón va a ser convertido – ¡entonces tiene que suceder en una forma que te libera de tus pecados, te sana y libera de toda atadura!”

Doy gracias a Dios por la multitud de cristianos que comenzaron su caminar con Jesús en la forma correcta – amando su verdad y obedeciendo la Palabra de Dios. Ellos sentían tristeza santa por sus pecados, y su arrepentimiento fue sincero. Cuando abandonaron los caminos de la carne, ellos se enamoraron del Señor – y su Palabra fue para ellos como una lámpara. Y hoy se entregan sin reservas obedeciendo su Palabra.

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El segundo tipo de conversión es lo
que el ejercito llama religión de
“agujero de zorros.”
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Este segundo tipo de conversión es lo que le pasa a algunos soldados cuando entran en la guerra. Una vez que escuchan las balas pasarles por el lado y ven las bombas cayendo a su alrededor, miran la muerte a la cara – ¡y rápidamente claman a Dios!

Este es el tipo de conversión que tuvo Faraón. En cierto momento él escuchó siete reprensiones del Espíritu Santo, pero aun no obedecía la orden del Señor que libertara a Israel. Y ahora Dios mando a Moisés a Faraón por octava vez, con este mensaje: “…Jehová el Dios de los hebreos ha dicho así: ¿Hasta cuando no querrás humillarte delante de mí? Deja ir a mi pueblo para que me sirva.” (Éxodo 10:3).

Ya Dios le había avisado a Moisés acerca de cuál sería la reacción de Faraón: “…Entra en la presencia de Faraón; porque he endurecido su corazón…” (Versículo 1). Puedes preguntar, “¿Qué oportunidad tuvo Faraón? Después de todo, el Señor había endurecido su corazón.” ¡No! La redacción aquí puede parecer engañosa. El endurecimiento del corazón de Faraón no sucedió por decreto eterno; más bien, la escritura nos dice en un pasaje anterior: “Pero viendo Faraón que le habían dado reposo, endureció su corazón y no los escuchó, como Jehová lo había dicho.” (8:15).

Cada vez que Faraón se negaba a obedecer la orden del Señor, Dios visitaba a Egipto con una plaga severa. Y cada vez Faraón gritaba, “Esta bien, Señor – haré cualquier cosa que quieras. ¡Solo sácame de este lío!” Pero una vez que era liberado, él siempre volvía a su rebelión.

La Biblia dice lo mismo acerca de los padres de Israel: “Mas ellos y nuestros padres fueron soberbios, y endurecieron su cerviz, y no escucharon tus mandamientos. No quisieron oír, ni se acordaron de tus maravillas que habías hecho con ellos; antes endurecieron su cerviz…” (Nehemías 9:16-17).

Dios siempre sabe lo que hay en el corazón de la persona. Y él sabe cuando alguien oirá pero no obedecerá; escogiendo ir por su propio camino. Él sabía esto de Faraón – porque después de siete reprensiones y plagas de juicio, el corazón de Faraón se endurecía cada vez más.

Ahora una octava plaga estaba a punto de caer sobre los egipcios, y era algo que ellos temían mucho: langostas. A través de la Biblia la langosta significaba ruina y destrucción. En muchos instantes representan la retribución de Dios sobre su pueblo. Ciertamente, el profeta Joel compara a cierto ejercito invasor como un enjambre de langostas: “Y os restituiré los años que comió… la langosta, mi gran ejercito que envié contra vosotros… fuerte es el que ejecuta su orden;…” (Joel 2:25, 11).

Dios no mandaba siempre tales plagas sólo para castigar, sino más bien para efectuar su orden y voluntad divina. Muchos residentes de nuestros ministerios de la Casa Timoteo y la Casa Sara conocen esto de primera mano. Ellos han perdido empleos, finanzas, salud, matrimonios, y familias – todo porque una langosta de alcohol y drogas devoró todo en sus vidas. Más sin embargo, fue a través de tales plagas que estos hombres y mujeres se volvieron a Jesús.

En Egipto, enjambres de langostas descendieron sobre la tierra por la noche, devorando todo a su paso – cosechas, plantíos, nuevo crecimiento, hasta la corteza de los árboles. Cuando estos insectos terminaron, no quedo siquiera una brizna de hierba: “Y subió la langosta sobre toda la tierra de Egipto, y se asentó en todo el país de Egipto en tan gran cantidad como no la hubo antes ni la habrá después; y cubrió la faz de todo el país, y oscureció la tierra; y consumió toda la hierba de la tierra, y todo el fruto de los árboles que había dejado el granizo; no quedo cosa verde en árboles ni en hierba del campo, en toda la tierra de Egipto.” (Éxodo 10:14,15).

El enjambre masivo llenó las casas egipcias. Dondequiera que la gente se volvía, veían langostas – en el suelo, donde se amasaba harina, en la leche, en sus ropas, y en sus camas. Estas langostas movían sus alas con un sonido aterrador y mordían y masticaban todo a su vista. Dentro de pocos días, Egipto estaba en la ruina total.

En este punto, una palabra pequeña pero muy importante aparece en la escritura – la palabra “entonces.” “Entonces Faraón se apresuró a llamar a Moisés y Aarón, y dijo: He pecado contra Jehová vuestro Dios, y contra vosotros.” (Versículo 16).

Faraón confesó su pecado, admitiendo su maldad. Y sonaba como que su arrepentimiento fue sincero y completo. Pero, ¿qué motivaba su arrepentimiento? La escritura lo dice claramente, en las propias palabras de Faraón: “Mas os ruego ahora que perdonéis mi pecado solamente esta vez, y que oréis a Jehová vuestro Dios que quite de mi al menos esta plaga mortal.” (Versículo 17). Faraón estaba diciendo, “Sí, he pecado – y lo siento. Ahora, apresúrate, Moisés y sácame de este lío. Ora a tu Dios por mí. Estoy en problemas, ¡y tengo que recibir alivio!”

Faraón se dio cuenta que estaba a punto de perderlo todo – así que se arrepintió con la esperanza que Dios lo libraría del lío en el cual se había metido. ¡Todo lo que el quería era ser aliviado de su problema!

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¿Qué fue lo primero que te trajo al Señor?
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¿Viniste primero al Señor como lo hizo Faraón – sólo porque querías algo de Dios? ¿Te volviste a él para dejar un hábito de drogas, para que se restaurara tu matrimonio o para ser librado de un problema financiero? Te dijiste a ti mismo, “Si voy a Jesús, quizás él arregla las cosas.”

La verdad es que Cristo obrará milagros para ti. Él hará lo imposible en tu vida. Pero si sólo vienes a él para conseguir algo de él – sólo para ser librado de tus problemas – no crecerás una pulgada en madurez. Por el contrario, ¡sólo aumentarás en dureza!

Vuelve al día de tu conversión. ¿Sucedió después que alguna langosta se comió todo? Tu salud, ¿estaba debilitada en alguna forma? Algún hijo tuyo, ¿estaba en problemas? ¿Terminaste asolado, con la muerte y la ruina sobre ti?

Por favor no me malinterpretes; por supuesto, que Dios quiere salvar a la gente que termina en ruinas. Cuando todo esta perdido, él siempre esta cerca – y él es fiel para librar. Pero, amado, ¡no puedes ir a Jesús sólo para recibir alivio! Debes ir a él porque él es Dios – y porque él merece tu vida, tu adoración y tu obediencia.

Es cosa peligrosa entrar en la casa de Dios y hacer de la adoración algo mecánico. Puedes enseñar, ser ujier, puedes cantar en el coro – y puedes decirte a ti mismo, “Recuerdo bien el día de mi conversión. Hace cinco años, le pedí a Jesús que entrara en mi corazón.” Pero si tu corazón realmente fue convertido en ese tiempo, hoy hubiera evidencia en tu vida.

Puedes estar creciendo espiritualmente – leyendo la Biblia a menudo, llevando todas tus necesidades y problemas a Dios, y pasando tiempos preciosos con él en tu habitación secreta. Y cada vez que escuchaste avisos de langostas, obedecías – porque tú sabes que las órdenes de tu padre salen de su amor por ti.

Ahora mismo puedes estar diciendo, “Si, hermano David – admito que he estado descuidando la palabra de Dios. Y todavía estoy atado por un pecado asediante. ¿Estaré muy endurecido – he ido muy lejos – para recibir el toque sanador del Señor?”

¡Por supuesto que no! Si comienzas a clamar al Señor hoy, en medio de tu necesidad, él te traerá tiempos de refrigerio. Cada vez que traes a él un corazón verdaderamente arrepentido, él no actuará como tu juez, sino como tu mediador e intercesor. Ahora mismo él te dice, “Sólo clama a mí, y yo lo haré por ti. Vendré a ti, supliendo todo lo que necesitas para mantener tu corazón tierno y quebrantado ante mi.”

¿Quieres alcanzar la madurez en Cristo? ¿Quieres que el Señor te siga reprendiendo en amor, guiándote hacia la vida y la santidad? Entonces clama a él hoy. ¡Nada te mantendrá en el camino que él ha trazado para ti como un corazón contrito y quebrantado!



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Usado con permiso por World Challenge, P. O. Box 260, Lindale, TX 75771, USA.

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:latigazo: :chicomalo :muyenojad :Croc: :Investiga
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Re: ¡Corazones Endurecidos en la Casa de Dios!

Excelente....!!!!!!!

Excelente....!!!!!!!

Excelente....!!!!!!!

Excelente....!!!!!!!

:MexicanWa

Hcch.=
 
Re: ¡Corazones Endurecidos en la Casa de Dios!

Muy bueno, Bart.
Solo que puede que algunos piensen que eso afecta sólo a los demás.
¡Que dificil es ver la propia dureza!
Un abrazo en Cristo.
 
Re: ¡Corazones Endurecidos en la Casa de Dios!

Amén y amén
 
Re: ¡Corazones Endurecidos en la Casa de Dios!

Mmmmm, una preguntita inocente...

Estooo... Yo teóricamente tengo el corazón endurecido por el simple hecho de ser ateo/agnóstico/lo que sea?
 
Re: ¡Corazones Endurecidos en la Casa de Dios!

http://www.tscpulpitseries.org/spanish/ts971103.htm

¡Guarda tu afecto por Cristo!
(Guard Your Affection For Christ!)


Por David Wilkerson
3 de noviembre del 1997

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En los primeros tres capítulos de Apocalipsis, el apóstol Juan tuvo una visión maravillosa: él ve a Jesús caminando en medio de las siete iglesias del Nuevo Testamento en Asia. Los ojos de Cristo están encendidos, y está vestido con sus ropas sacerdotales. Está claro que él ha venido a juzgar a las iglesias en justicia.

Pedro escribe: “...el juicio comienza con la casa de Dios...” (I Pe. 4:17). Y ahora, mientras Jesús aparece entre las siete iglesias, él comienza a juzgarlas de acuerdo a lo bueno y lo malo que él observa. Estos juicios aparecen en Apocalipsis 2 y 3 -- ambos capítulos esta en letra roja, indicando que cada palabra sale directamente de los labios de Jesús.

Ahora bien, estas siete iglesias eran verdaderas congregaciones, en localidades reales--las iglesias de Efeso, Esmirna, Laodicea, y demás. Sin embargo, Juan escucha la voz de Dios no sólo hablándole a estas iglesias en particular, sino a la iglesia universal--en efecto, a cada creyente que busca el pronto regreso de Jesús.

Jesús comienza sus juicios enumerando las cosas buenas de la iglesia que lo han bendecido. Y él elogia a cada iglesia sobre esas cosas. Pero él también ve algunas cosas que lo entristecen profundamente--y él le hace una advertencia a cada iglesia.

Su primer mensaje es dirigido a los cristianos en Efeso--una iglesia fundada en las enseñanzas santas del apóstol Pablo. El juicio de Jesús es: “...has dejado tu primer amor.” (Ap. 2:4).

Cuando Jesús usa las palabras “primer amor” aquí, él no se refiere al amor inmaduro que experimentamos cuando primero somos salvos. Más bien, él se refiere al amor exclusivo. Él está diciendo: “Una vez ocupé primer lugar en tu corazón. Pero ahora has perdido la exclusividad de tu amor por mí. ¡Has permitido que otras cosas ocupen mi lugar!”

Es significativo que de todos los pecados que Jesús enumera en estas siete iglesias -- adulterio, codicia, tibieza, falsa doctrina, la autoridad de Jezabel, adoración muerta, ceguedad espiritual -- el primer pecado que él nombra es el que más le entristece: una pérdida de afecto hacia él. Nuestro Dios es un amante celoso -- ¡y él no permite que nada esté ante nuestro amor por él!
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Yo creo que de las siete iglesias,
¡los cristianos en Efeso hirieron más a Jesús!

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David escribe: “Aún el hombre de mi paz, en quien yo confiaba, el que de mi pan comía, alzó contra mí el calcañar.” (Sal. 41:9). Me identifico con las palabras de David. Las personas en mi vida que pueden herirme más fácilmente son aquellos que me aman. Mis medio-amigos no pueden herirme, ni mis enemigos. Pero aquellos que dicen estar más cerca de mi corazón pueden herirme profundamente.

Ahora, estos cristianos en Efeso habían caminado muy cerca de Jesús. Mientras leo la carta de Pablo a los efesios, me maravillo del evangelio que estas personas escuchaban y vivían. En efecto, Pablo los elogia a menudo. Él se dirige a ellos como “...los fieles en Cristo Jesús... benditos... con toda bendición espiritual en lugares celestiales en Cristo... escogidos... antes de la fundación del mundo... predestinados... adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad.” (Ef. 1:1-5).

Pablo añade que ellos son un pueblo perdonado, teniendo la revelación del misterio de Cristo y “...sellados con el Espíritu Santo de la promesa.” (verso 13). Más adelante, él ora que ellos obtengan “...espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él, alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis... la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos...” (versos 17-19).

Estos cristianos habían sido vivificados: “nos dió vida juntamente con Cristo... con él nos resucitó, y así mismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús.” (2:5-6). Pablo les llama “...hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, ...hechos cercanos por la sangre de Cristo.” (versos 10, 13). Él dijo que por la gracia de Dios, ellos están: “...creciendo para ser un templo santo en el Señor... en el Espíritu.” (versos 21-22).

¡Qué descripción de un pueblo bendito y santo! Y ahora, en el libro de Apocalipsis, Jesús también elogia a los cristianos de Efeso. Él les dice: “Yo conozco tus obras, y tu... paciencia...” (Ap. 2:2). En otras palabras: “Yo conozco todas las cosas buenas que están tomando lugar en sus vidas. Pacientemente has trabajado para mí sin quejarte. Y harás cualquier cosa por los demás. Eres diligente en tus buenas obras--¡y eso es muy loable!”

Jesús continúa elogiándolos, tomando en cuenta “... no puedes soportar a los malos... ” (mismo verso). En esencia él está diciendo: “¡Tú odias el pecado con pasión! No lo toleras-- en tu vida, en tu hogar o en tu iglesia. Tienes buenas normas morales. ¡Y eso también es loable!”

“...y has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos.” (mismo verso). Jesús está diciendo: “Estás arraigado y plantado en sana doctrina. Y por lo tanto, no has sido sacudido por las últimas enseñanzas carnales. Puedes juzgar correctamente los maestros y profetas falsos. Y los expones como mentirosos, para beneficio de todos los que están entre ustedes. ¡Los elogio por esto también!”

“...aborreces las obras de los nicolaítas, las cuales yo también aborrezco.” (verso 6). En otras palabras: “Rechazas el antinomianismo--la doctrina que declara que simplemente teniendo fe le permite al hombre hacer lo que le plazca. Ciertamente, odias toda doctrina que cree que Dios no mira las obras de la carne. Fielmente, estás en contra del estilo de vida impuro y te aferras a la justicia. ¡Esto también es altamente loable!”

Es evidente en este pasaje que los efesios no eran un grupo de novatos o santos tibios. No, Jesús está examinando el corazón de un pueblo que está bien establecido en la verdad del evangelio--y quienes se esfuerzan por demostrarlo en sus vidas, sacrificándose, trabajando y defendiendo la verdad.

Sin embargo, Jesús nota otra cosa en los corazones de los efesios--algo que él nota está profundamente mal. Él dice: “Veo tus obras--tu odio hacia el pecado, tu amor por la verdad, tu valentía justa. Sin embargo, en todas tus obras, has permitido que tu primer amor se marchite. ¡Tu afecto por mí esta muriendo!”

“Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor.” (verso 4). Amado, he leído y releído este verso--y he concluido que su seriedad no se puede pasar por alto. Las palabras “tengo contra ti”--indicando algo que no puede ser tomado ligeramente. ¡La misma traducción aparece en el texto griego!

Ahora bien, me gustaría pensar que soy un cristiano tipo efesio, alguien que es un obrero fiel. Quiero creer que mi sufrimiento es por Jesús, que mis obras son para glorificarle a él, que vivo una vida santa, que estoy sentado en lugares celestiales con él.

Pero cuando leo sobre Jesús caminando entre creyentes tan bien enseñados como los efesios y diciéndoles a ellos: “tengo contra ti”--¡siento un quebrantamiento en el alma! Tengo que preguntarle a mi Señor: “Jesús, ¿tienes algo contra mí? También, ¿he perdido mi afecto por ti?”
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La advertencia de Cristo no es sólo para cristianos
de una era pasada-- ¡sino para nosotros hoy!

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Yo creo que esta advertencia a los efesios es dirigida a mí personalmente--¡tanto como para cada cristiano que vive en estos últimos días! Sencillamente, el Señor nos esta diciendo: “no es suficiente que te intereses por los demás, que seas dadivoso, un siervo diligente que se entristece por el pecado y predica la verdad. No es suficiente que pongas en alto la moral, que soportes sufrimiento por mí, o hasta que seas quemado en una hoguera por tu fe. Todo esto es parte de tomar tu cruz.

Puedes hacer todas estas cosas en mi nombre. Pero si en el proceso de realizar estas cosas tu afecto hacia mí no aumenta--si no me estoy convirtiendo cada día más y más y el gran deleite de tu corazón--¡entonces has dejado tu primer amor! Si tu afecto por mí no es un asunto de gran interés para ti, ¡entonces tengo algo contra ti!”

Considera las palabras de David: “¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra” (Sal. 73:25). Estas son palabras fuertes, profundas--sin embargo David no está diciendo: “No tengo amor humano.” Él sabe que Dios ha bendecido el amor humano. Más bien, David está diciendo: “No hay nadie que yo ame tan exclusivamente en mi corazón como yo amo al Señor. ¡Lo deseo a él sobre todos los demás!”

David también escribió: “Dios,...mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, en tierra seca y árida donde no hay aguas.” (63:1). “Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, oh Dios, el alma mía. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo...” (42:1-2).

David dice: “Tengo una sed profunda por el Señor, de la misma forma que un ciervo después que ha sido perseguido. ¡Un ciervo ira más allá del punto de agotamiento hasta encontrar el agua que busca!”

Igualmente, Jesús le está diciendo a los cristianos efesios: “Tú no me buscas como el ciervo. No soy el objeto principal de tu deseo. Estarás dispuesto hacer cosas para mí--¡pero ya no estoy en el centro de corazón!”
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¡Por años los cristianos han ojeado
ligeramente este pasaje en Apocalipsis!

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Quizás algunos creyentes respondan: “¿Qué tiene de serio este asunto? Quizás mis sentimientos por el Señor no son tan intensos como cuando era más joven. Y quizás me he descuidado en mi afecto hacia él. Pero, ¿y qué? Jesús sabe que aún lo amo.”

¡No! Jesús toma muy en serio cualquier falta de afecto. Ciertamente, él dice que tal falta constituye una caída: “Recuerda, por tanto, de donde has caído, y arrepiéntete...” (Ap. 2:5).

Quizás respondas: “Puedo comprender como un acto de adulterio sea una caída. Y puedo ver como caer nuevamente en las drogas y alcohol es una caída. Pero ¿cómo es que perdiendo un amor intenso hacia Cristo sea una caída?”

Cuando Jesús advierte: “...arrepiéntete, y haz las primeras obras...” (mismo verso), él está diciendo: “Piensa como eras cuando primero te salvé. ¡Te regocijaste porque vine a morar en tu corazón! No podías esperar hasta que llegara el domingo para ir a la iglesia, sólo para decirle a los demás cuanto me amabas. Y pasabas todo tu tiempo libre escudriñando mi Palabra, aprendiendo sobre mi amor por ti. Nunca consideraste la oración como una carga, porque yo significaba todo para ti. Me amabas más que a la vida misma.

“Pero ahora te has alejado de todo eso. Me dedicas poco de tu tiempo ahora, tan poca de tu atención. Te has enfriado hacia mí. ¡Otra cosa tiene tu corazón!”

Jesús le atribuye una seria advertencia a este verso: “...arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido” (mismo verso). Por muchos años los teólogos han tratado de suavizar esta advertencia, queriendo que signifique algo diferente. ¡Pero no puede ser suavizada! Significa exactamente lo que dice. Jesús nos está diciendo:
Si tú dices tener el fuego de Dios, y sin embargo yo no soy el deleite de tu corazón-- ¡quitaré de ti la luz que tienes! No importa las buenas obras que haces para mí, nunca más serás mi testigo. Simplemente, no reconoceré absolutamente nada de lo que haces--¡porque has perdido tu amor por mí!”

Existen varias señales y evidencias de un amor moribundo por Cristo. Quiero enumerar tres de ellas para ti. Creo que podrás medir tu amor por Jesús al examinar estas tres cosas:
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1. ¡Tu amor por Cristo está muriendo si
pasas más tiempo en las cosas de este
mundo y menos tiempo en su presencia!

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¿Qué tiene control de tu corazón ahora mismo? Tu alma siente anhelo por Jesús, o ¿por las cosas de este mundo?

No hace mucho tiempo, recibí una angustiante carta de una mujer que está en nuestra lista de correo. Ella escribió: “Una vez mi esposo ardía por Dios. Por años el se entregó fielmente a la obra del Señor. Pero hoy el está envuelto en su nuevo pasatiempo-- ¡caballos! Él ha comprado varios, y está completamente consumido con ellos. Ahora, en vez de estar en la Palabra de Dios, él pasa todo su tiempo libre leyendo sobre como criar caballos. Ya él no tiene tiempo para el Señor o para mí. ¡Me preocupo por él porque está tan frió!”

Claro, no hay nada malo en tener caballos o tener interés en ellos. Pero Jesús dijo una parábola sobre este mismo tipo de pasatiempo. Un hombre rico envió su siervo a invitar a todos sus amigos a una gran cena. Pero, las Escrituras dicen que los amigos de este hombre “Y todos a una comenzaron a excusarse.” (Lc. 14:18).

Un amigo le dijo al siervo: “Acabo de comprar una tierra que no he visto, y tengo que inspeccionarla. Favor de decirle al maestro que no podré ir.” Él otro amigo le dijo al siervo: “Compre una yunta de bueyes, y no he tenido tiempo de tratarlos. Díle al maestro que no podré ir, porque tengo que ir al campo para arar con ellos.” Mas otro amigo le dijo al siervo: “Acabo de casarme, y voy a mi luna de miel, no tengo tiempo para ir a la cena.”

Este hombre había invitado a todos sus amigos para que disfrutaran de un tiempo íntimo en su compañía. Y él había hecho todos los arreglos para su comodidad y conveniencia. La mesa estaba puesta, y todo estaba preparado. Pero nadie fue. Simplemente, todos estaban muy ocupados o distraídos.

Sin embargo, cada persona tenía una razón buena y legítima por no asistir. Después de todo, ellos no estaban evitando a su amigo para ir a una fiesta o bares. Por el contrario, la Biblia elogia todas las cosas que estas personas estaban haciendo. Comprar y vender puede proveer seguridad para la familia. Y probar una compra grande es una buena práctica de negocios. Finalmente, el matrimonio es una bendición que las escrituras fomenta.

Sin embargo, ¿cómo reaccionó este hombre rico? La Escritura dicen: “Dijo el señor al siervo: Ve por los caminos y por los vallados, y fuérzalos a entrar, para que se llene mi casa. Porque os digo que ninguno de aquellos hombres que fueron convidados, gustará mi cena.” (versos 23-24).

Jesús está haciendo un punto muy importante en esta parábola: ¡Cada una de estas cosas buenas y legítimas se convierten en pecado cuando toman prioridad sobre el Señor!

Déjame darte un ejemplo. Una actividad favorita para muchos cristianos después del servicio es ir al restaurante con sus amigos. Pueden sentarse y hablar por horas sobre las cosas de Dios comiéndose un emparedado y una taza de café. Y una vez salen del restaurante, pasan otra media hora hablando en el lugar de estacionamiento antes de irse. Es un tiempo de maravilloso compañerismo para todos. Sin embargo, cuando le preguntan, ¡muchos de estos mismos cristianos dicen no tener tiempo para buscar del Señor!

Durante mis primeros años en el ministerio, tuve varios amigos que yo admiraba por sus vidas devotas a la oración. Pasaban horas sobre sus rostros en la presencia de Dios--y sus sermones lo demostraban. ¡Predicaban con fuego, unción, vida!

Más tarde algunos de estos hombres fueron al seminario, buscando un conocimiento más profundo de la Biblia. Intensificaron sus estudios en hebreo y griego, tratando de conocer mejor las escrituras. Y sus estudios exigían que ellos leyeran muchos textos fuera de la Biblia.

Al final, no obstante, muchos de estos hombres perdieron su fuego por Jesús. ¿Por qué? Pasaron tanto tiempo leyendo cosas legítimas--literatura, comentarios, libros de textos--que descuidaron sus estudios de la Palabra de Dios. ¡Su búsqueda por conocimiento les robó su afecto por Cristo!

¡Cualquier cosa “buena” o “legítima” se convierte en pecado cuando toma prioridad sobre el Señor!
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2. Puedes medir tu amor por Cristo
por cuan profundamente eres afectado
por cualquier cosa que roba la calidad
de tu tiempo a solas con él.

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Si tú puedes pasar tu vida cotidiana enfrentando todo tipo de interrupciones y demandas, y no obstante no puedes estar diez minutos en la presencia de Dios--¡tu amor está muriendo!

Piénsalo: Si amas a alguien exclusivamente sobre todos los demás, tú harás que esa persona se sienta como la más importante en la tierra. Todo lo demás es nada en comparación a esta persona.

¿No es esta la forma como amabas a tu cónyuge, cuando se pretendían? Si ella llamaba por teléfono mientras estabas ocupado haciendo algo, dejabas todo para hablar con ella. Y si alguien interrumpía tu tiempo a solas, ¡te resentías! Tu único deseo era desarrollar el amor entre ustedes. Todo lo demás tomaba segundo lugar.

Sin embargo, muchos cristianos hoy pasan semanas, hasta meses, sin pasar tiempo con Jesús. Él siempre está en segundo plano. Pueden testificar: “Amo a Jesús con todo mi corazón”--pero ¿cómo puede ser cierto, cuando lo abandonan por días sin fin?

En Cantar de los Cantares, la novia no podía dormir porque su amado “...Pero mi amado se había ido...” (Cnt. 5:6). Esta mujer se levantó a la media noche, diciendo: “...Y tras su hablar salió mi alma. Lo busqué, y no lo hallé; Lo llamé, y no me respondió.” (mismo verso). Así que ella rápidamente corrió a las calles, buscando a su amado por todas partes, y gritando: “¿Has visto a mi amado?”

¿Por qué era esto un asunto tan importante para ella? Ella dijo que era porque: “...tal es mi amado, tal es mi amigo...” (verso 16). “...que estoy enferma de amor [desmayando con deseos de él].” (verso 8). ¡Ella no podía estar sin su amado!

Conozco una pareja que tiene serios problemas maritales. El esposo me dijo: “Mi esposa nunca me ha hecho sentir como que soy importante para ella. ¡Yo tomo segundo lugar a todos los demás en su vida!”

Este hombre tiene que viajar mucho en su trabajo. Una vez, cuando él llamó a su esposa mientras estaba de viaje, ella le dijo que estaba planeando una cena romántica para su regreso. Estarían solos ellos dos, sería un tiempo de romance e intimidad. Por muchos días el esposo esperaba con ansia esa noche especial. Y finalmente, cuando él entró al hogar, todo era como ella le había prometido: Ella vestía el vestido favorito de él. Y ella había preparado la comida favorita de él.

No obstante, después de diez minutos en la cena, sonó el teléfono. El hombre tocó la mano de su esposa y le dijo: “Déjalo que suene. Yo ansiaba tanto este tiempo contigo.”

Ella contestó: “No, puede ser importante,” y rápidamente se levantó a contestar el teléfono. Él le rogó: “¡Por favor! Disfrutemos de este tiempo juntos aunque sea esta vez.” Ella le aseguró: “Sólo tomare un minuto.”

Media hora después, ella regresó y anunció: “Era mamá. Ella está deprimida, así que la invité. Ella necesita estar con gente esta noche.”

Este hombre se sentía completamente aislado de la vida de su mujer. Siempre había alguien, o alguno tipo de interrupción, que parecía más importante para ella que él. Él me dijo: “Ella se pasa horas hablando por teléfono con sus amistades o aconsejando gente. Sin embargo, cada vez que le pido un poco de tiempo, ella no tiene tiempo para mí. ¡Esto no puede ser amor!”

Te pregunto--¿cómo se siente Jesús cuando el pone la mesa, ansiosamente espera tu compañía, y sin embargo no apareces? La Biblia nos llama su novia, su amada, su único gran amor; dice que fuimos creados para tener confraternización con él. Así que, ¿qué clase de rechazo debe sentir él cuando continuamente ponemos a otros antes que él?
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3. ¡Tu amor por Cristo está muriendo
cuando te entregas a un pecado que te domina!

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No me refiero a cristianos que aun están luchando con su pecado--quienes aun no están libres de él y continúan odiando ese pecado. Tales creyentes claman a Dios fielmente, creyendo al Espíritu Santo por la autoridad para obtener la victoria sobre sus hábitos.

No, me refiero más bien, a aquellos que creen que pueden continuar siendo un testigo para Cristo mientras llevan el pecado en su seno. Se han dado por vencidos en la guerra espiritual con su codicia--¡se han rendido completamente a él!

Recientemente, recibí una triste carta de un pastor. Su esposa había observado como sus relaciones empeoraban y su ministerio fallaba. Finalmente, un día mientras ella limpiaba, ella encontró unos videos pornográficos. Ella confrontó a su esposo con ellos y los botó.

Pero este hombre salió más tarde y los sacó de la basura. ¡Él admitió que no podía deshacerse de ello! Ahora el me escribía, diciendo: “Hno. David, por favor ore por mí. Dejé el ministerio y estoy enseñando en la escuela--pero ninguno de los maestros compañeros míos me respetan.”

¿Por qué es que este hombre no recibe respeto? ¡Es porque su candelero ha sido quitado! Él no podía ser un testigo para Cristo en el trabajo--porque el Señor ya no estaba con él. No importa cuantas lágrimas el derrame o cuantas confesiones haga, él permanecerá entre los vivos como muerto mientras él continúe en su pecado.

Sin embargo, cuán diferente fue cuando un joven se acerco a mí, llorando y confesando: “Pastor David, ¡caí en pecado! Me endrogué y casi tuve una sobredosis. Pero mientras estaba a la orilla del infierno, vi que mi pecado le hacia daño a Jesús. ¡No puedo hacerle esto más a Él!” Mientras oraba por él, él clamó con gran tristeza: “Señor, ¡siento mucho haberte hecho daño!”

El candelero de ese joven no le será quitado. ¡Su luz brillará de nuevo! Verás, Jesús promete en este mismo pasaje, “...arrepiéntete, y haz las primeras obras... Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios.” (Ap. 2:5,7). ¡Dios le promete el paraíso a todos los que se arrepienten!

¿Es tu amor por Jesús exclusivo? ¿Tomas tiempo regularmente para estar con él? ¿O has dejado que otras cosas entren en tu corazón, tomando tus pensamientos y afectos?

Jesús te está pidiendo ahora mismo que te arrepientas y empieces de nuevo. Él quiere que te detengas y te des cuenta: “Espera un minuto--yo veo como esta cosa a entrado a mi vida. ¡Y está robando mi amor exclusivo para Jesús! No puedo permitir que esto continúe. Tengo que volver a mi afecto por Él. Señor, ¡perdóname! ¡Enciende mi candelero de nuevo!”

Regresa a tu primer amor hoy. ¡Pídele gracia y fortaleza a él para comenzar otra vez a guardar tu afecto por Cristo!

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Usado con permiso por World Challenge, P. O. Box 260, Lindale, TX 75771, USA.

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