Los cristianos sabemos que el testimonio de un hombre que confiesa a Jesucristo, debe escucharse con reverencia y temor, pues la Gloria es a Nuestro Señor Jesucristo, por causa que es El Mismo Señor, quién dará Testimonio del hermano ante Su Padre y confesará su nombre, de acuerdo a Su Justa y Perfecta Voluntad. ¡a Al Señor sea toda la Gloria¡
El testimonio:
¿POR Qué NO SIGO SIENDO CATÓLICO?
Durante años serví entusiasta a roma. Estaba, pues, plenamente convencido de que la iglesia romano católica era la única y verdadera iglesia, fuera de la cual no había salvación
En la constitución sobre la iglesia del concilio vaticano II ase enseña claramente que la iglesia católica es necesaria para la salvación (Nº14): " Por lo cual no podrán salvarse quienes, sabiendo que la iglesia católica fue instituida por Jesucristo como necesaria, desdeñan entrar o no quieren permanecer en ella".
Este veredicto de la necesidad de pertenecer a Roma para salvarse, en cierta manera se suaviza en el "decreto sobre ecumenismo"; con los ojos puestos en los cristianos no católicos romanos.
Pero lo que más profundamente me paró y enajenó de esta tesis "infalible" fue el convencimiento de que la iglesia, que afirma ser la puerta de la salvación, no tiene respuesta convincente alguna a la necesidad más profunda del hombre: La necesidad del reposo y la paz del corazón, la necesidad de perdón y reconciliación.
El Señor me ha hecho ver que mi vida se levantaba sobre un sistema de autojustificación, de tal manera que mi actuación como sacerdote estaba fuera de la Gracia. (Revise usted Rom.5.4).
FE EN LA TRADICIÓN
Mi vida era un producto de la tradición romana, resultado de una especie de catolicismo popular. No era un teólogo de importancia que se me saludase con reverencia al pasar; no, yo era un hombre que se encontraba entre la gente sencilla como en su propia casa. Tenía aversión a toda especulación teológica o filosófica, pero inclinado a hacer el mayor bien posible al mayor numero de personas.
En eso a veces también fracasé, pero la miseria del hombre y la llamada a un evangelio social encontraban en mí, un fiel servidor. Un indómito activista se apoderó de mí, y a la larga completamente vacío y hambriento espiritualmente.
Después de diez años de ministerio estaba totalmente encallado espiritualmente. No podía seguir eludiendo el fiasco de mí ministerio sacerdotal, sobre todo en el momento que tenía que enfrentarme al dolor y desesperación de las gentes. Para eso no tenía respuesta alguna. Es triste. Tenía que dejar a la gente en la inseguridad de lo que le esperaba después de esta vida. A las personas que estaban gravemente enfermas no podía darles el consuelo de la Palabra de Dios. A las personas que se sentían culpables por sus errores no podía mostrarles el perdón de Dios y la reconciliación en Jesucristo.
A nuestra juventud no podía indicarles el Seguro Fundamento del Evangelio de la Gracia de Dios. En todo esto se manifestaba mi propia impotencia, y también que toda la dogmática de roma pasaba de la necesidad esencial del corazón y del alma de los hombres.
Mi vida no se basaba sobre el Fundamento de los Apóstoles y Profetas, sino sobre arenas movedizas de lo que nosotros habíamos aprendido durante el periodo de nuestra formación filosófica y teológica.
AL FIN EN CRISTO
Después de varios años de odisea espiritual en los que las dudas de fe y la inseguridad espiritual me pudieron arruinar totalmente, Dios comenzó Su Obra Salvadora y Libertadora en mí.
Librándome de Roma y su doctrina, y uniéndome a Su Hijo y Su Palabra. Yo aprendía a conocer Al Cristo de Las Escrituras. Por la fe y la lectura de La Palabra me fue permitido encontrar a Jesucristo, mi Salvador.
Aprendí a verme a mi mismo como lo que soy realmente: Un ignorante y total pecador, incapaz de hacer algo bueno e inclinado a todo mal. Nada en mí era bueno ante Dios. Nada de todo mi celo religioso podía complacer a Dios.
Yo como Adán tuve que salir desnudo de entre mis malezas eclesiales y tembloroso confesar "estoy desnudo". Mi devoción y cumplimiento fiel del ministerio en manera alguna podía ser un "delantal" para cubrir mi iniquidad. Nada de todo lo que me había gloriado como sacerdote de la iglesia católica, era valioso ante Dios. Antes por el contrario todo era "basura. Así lo dice Pablo en la carta a los Filipenses.
Nada de lo que he procurado cambiar o mejorar por mis propias fuerzas o humanas emociones, pude ofrecérselo a Dios como algo aceptable. "Todas nuestras justicias como trapo de inmundicia" (Revise usted Is. 64:6).
Pero por la Palabra de Dios pude descubrir que Jesucristo es mí justicia, que Su Justicia por Gracia me es dada a mí mediante la fe.
Desde esta seguridad en la fe puedo testificar con Pablo: "Pero cuantas cosas eran para mi ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo" (Revise usted Fil. 3:7).
LOCURA PARA EL MUNDO
Alguna vez aconteció que alguien me hizo esta observación: "Toon, has estudiado tantos años y , ¿Para qué?". Entonces pensé: ¿Puedes ver, tal vez, el Reino que pende de la cruz de Cristo? ; a los ojos del mundo es locura, pero para nosotros los redimidos es poder de Dios. (Revise usted Cor.1:18)
Para mi no se trata de optar por uno u otro sistema eclesial, sino de dar testimonio del Evangelio de la Gracia de Dios.
Ese Evangelio no lo encontré en la iglesia romano -católica, la cual afirma ser "la protectora de la verdad". Una iglesia que respeta menos la certeza del Evangelio que su propia tradición jamás puede tener el sello de la verdad.
Por eso yo manifiesto, en base a la Palabra de Dios en las Escrituras, que la iglesia romano católica no es "una, santa, católica y apostólica".
Toon Vanhuysse
Ex - sacerdote romano católico
-------------------------------------------
"A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de Mi Padre que está en los cielos" (Ver Mt. 10:32-33; Lc. 12:8)
En Cristo
Rogelio
Ref:
Citado con permiso de los editores, de la revista de la Fundación Editorial "In de Rechte Straat" (En la calle Recta). Año XXII Número correspondiente a Mayo -Junio 1991.
El testimonio:
¿POR Qué NO SIGO SIENDO CATÓLICO?
Durante años serví entusiasta a roma. Estaba, pues, plenamente convencido de que la iglesia romano católica era la única y verdadera iglesia, fuera de la cual no había salvación
En la constitución sobre la iglesia del concilio vaticano II ase enseña claramente que la iglesia católica es necesaria para la salvación (Nº14): " Por lo cual no podrán salvarse quienes, sabiendo que la iglesia católica fue instituida por Jesucristo como necesaria, desdeñan entrar o no quieren permanecer en ella".
Este veredicto de la necesidad de pertenecer a Roma para salvarse, en cierta manera se suaviza en el "decreto sobre ecumenismo"; con los ojos puestos en los cristianos no católicos romanos.
Pero lo que más profundamente me paró y enajenó de esta tesis "infalible" fue el convencimiento de que la iglesia, que afirma ser la puerta de la salvación, no tiene respuesta convincente alguna a la necesidad más profunda del hombre: La necesidad del reposo y la paz del corazón, la necesidad de perdón y reconciliación.
El Señor me ha hecho ver que mi vida se levantaba sobre un sistema de autojustificación, de tal manera que mi actuación como sacerdote estaba fuera de la Gracia. (Revise usted Rom.5.4).
FE EN LA TRADICIÓN
Mi vida era un producto de la tradición romana, resultado de una especie de catolicismo popular. No era un teólogo de importancia que se me saludase con reverencia al pasar; no, yo era un hombre que se encontraba entre la gente sencilla como en su propia casa. Tenía aversión a toda especulación teológica o filosófica, pero inclinado a hacer el mayor bien posible al mayor numero de personas.
En eso a veces también fracasé, pero la miseria del hombre y la llamada a un evangelio social encontraban en mí, un fiel servidor. Un indómito activista se apoderó de mí, y a la larga completamente vacío y hambriento espiritualmente.
Después de diez años de ministerio estaba totalmente encallado espiritualmente. No podía seguir eludiendo el fiasco de mí ministerio sacerdotal, sobre todo en el momento que tenía que enfrentarme al dolor y desesperación de las gentes. Para eso no tenía respuesta alguna. Es triste. Tenía que dejar a la gente en la inseguridad de lo que le esperaba después de esta vida. A las personas que estaban gravemente enfermas no podía darles el consuelo de la Palabra de Dios. A las personas que se sentían culpables por sus errores no podía mostrarles el perdón de Dios y la reconciliación en Jesucristo.
A nuestra juventud no podía indicarles el Seguro Fundamento del Evangelio de la Gracia de Dios. En todo esto se manifestaba mi propia impotencia, y también que toda la dogmática de roma pasaba de la necesidad esencial del corazón y del alma de los hombres.
Mi vida no se basaba sobre el Fundamento de los Apóstoles y Profetas, sino sobre arenas movedizas de lo que nosotros habíamos aprendido durante el periodo de nuestra formación filosófica y teológica.
AL FIN EN CRISTO
Después de varios años de odisea espiritual en los que las dudas de fe y la inseguridad espiritual me pudieron arruinar totalmente, Dios comenzó Su Obra Salvadora y Libertadora en mí.
Librándome de Roma y su doctrina, y uniéndome a Su Hijo y Su Palabra. Yo aprendía a conocer Al Cristo de Las Escrituras. Por la fe y la lectura de La Palabra me fue permitido encontrar a Jesucristo, mi Salvador.
Aprendí a verme a mi mismo como lo que soy realmente: Un ignorante y total pecador, incapaz de hacer algo bueno e inclinado a todo mal. Nada en mí era bueno ante Dios. Nada de todo mi celo religioso podía complacer a Dios.
Yo como Adán tuve que salir desnudo de entre mis malezas eclesiales y tembloroso confesar "estoy desnudo". Mi devoción y cumplimiento fiel del ministerio en manera alguna podía ser un "delantal" para cubrir mi iniquidad. Nada de todo lo que me había gloriado como sacerdote de la iglesia católica, era valioso ante Dios. Antes por el contrario todo era "basura. Así lo dice Pablo en la carta a los Filipenses.
Nada de lo que he procurado cambiar o mejorar por mis propias fuerzas o humanas emociones, pude ofrecérselo a Dios como algo aceptable. "Todas nuestras justicias como trapo de inmundicia" (Revise usted Is. 64:6).
Pero por la Palabra de Dios pude descubrir que Jesucristo es mí justicia, que Su Justicia por Gracia me es dada a mí mediante la fe.
Desde esta seguridad en la fe puedo testificar con Pablo: "Pero cuantas cosas eran para mi ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo" (Revise usted Fil. 3:7).
LOCURA PARA EL MUNDO
Alguna vez aconteció que alguien me hizo esta observación: "Toon, has estudiado tantos años y , ¿Para qué?". Entonces pensé: ¿Puedes ver, tal vez, el Reino que pende de la cruz de Cristo? ; a los ojos del mundo es locura, pero para nosotros los redimidos es poder de Dios. (Revise usted Cor.1:18)
Para mi no se trata de optar por uno u otro sistema eclesial, sino de dar testimonio del Evangelio de la Gracia de Dios.
Ese Evangelio no lo encontré en la iglesia romano -católica, la cual afirma ser "la protectora de la verdad". Una iglesia que respeta menos la certeza del Evangelio que su propia tradición jamás puede tener el sello de la verdad.
Por eso yo manifiesto, en base a la Palabra de Dios en las Escrituras, que la iglesia romano católica no es "una, santa, católica y apostólica".
Toon Vanhuysse
Ex - sacerdote romano católico
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"A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de Mi Padre que está en los cielos" (Ver Mt. 10:32-33; Lc. 12:8)
En Cristo
Rogelio
Ref:
Citado con permiso de los editores, de la revista de la Fundación Editorial "In de Rechte Straat" (En la calle Recta). Año XXII Número correspondiente a Mayo -Junio 1991.