Considera A Los Demás Como Superiores A Ti
by Aaron Vázquez - December 2, 2020TwitterGmailWhatsAppCopy Link
Considerando esta premisa, Pablo estimula a los creyentes de la ciudad de Filipos, así como también a nosotros a derribar toda rivalidad y vanagloria de nuestro corazón, seguido de ello a escuchar el corazón de las personas. Debemos estimarnos entre nosotros mismos con actitud de humildad como miembros de nuestra familia, de una congregación, incluso de un grupo de amistad y desde luego de la iglesia del SEÑOR. En este aspecto, es fundamental que aprender a “ser prontos para escuchar, tardos para hablar”, con ello es importante mostrar empatía, es decir, ponernos en el zapato del otro. A partir de aquí podrá darse un diálogo, una comunicación entendible que culminará en un buen resultado.
Quizá tu hermano en la fe, o la persona que acude a ti, sólo quiera expresar su frustración, desgracia o alegría, por lo que lo correcto será considerarla como superior a ti, dándole ese lugar, ese respeto. Te invito a pensar en esto: siendo honestos, todas las personas tienen un talento, algo que hacen de forma excelente, algunos hasta sorprendente; muchos hacen cosas mejor de las que nosotros pudiéramos hacer, ¿estás de acuerdo conmigo?, admítelo. Sabes, Dios nos creó cada uno de nosotros con capacidades y talentos extraordinarios. Ese sólo hecho debe ser suficiente para considerar a los demás como superiores a nosotros mismos.
Cada persona, por más insignificante que pudiera parecer ante una mirada egoísta, tiene capacidades mucho mejores que uno mismo. Reconoce las capacidades y virtudes de las personas que te rodean o con quienes convives frecuentemente. ¡Vamos, mira a los demás como superiores a ti mismo!
“No mires por lo tuyo propio, mira por los intereses de los demás”. Este es un principio importantísimo a entender y llevar a cabo. Nuestro testimonio como creyentes en el Hijo de Dios se vuelve eficiente y efectivo cuando lo que hacemos, lo hacemos pensando en el otro o en el beneficio de los demás. ¿Por qué? Por un principio eterno básico, debemos entender que los mandamientos que Dios el Padre entregó, los cuales el Hijo replicó, siguen vigentes, y que hay que guardarlos y cumplirlos, no para ser salvos, sino por el hecho de que hemos sido salvos. El mismo cordero de Dios lo dijo: “el que haga uno de esos mandamientos muy pequeños y así le enseñe a los demás, será llamado grande en el Reino de los cielos, pero el que no lo haga ni lo enseñe a los demás, será llamado pequeño en el reino de los cielos”. (Mateo 5:19).
Créeme, no vale la pena tratar de impresionar a alguien o satisfacerse a sí mismo o misma afectando su relación con los demás. Piense en esto: la ambición puede arruinar a una congregación, pero la humildad genuina puede edificarla. Tratemos a todos con respeto y amabilidad.
Escrito por Ps. Aaron Vázquez | Cristo La Roca Tívoli