Consenso Católico-Luterano

Malcom

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23 Marzo 1999
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Bendiciones

Lo que sigue me ha llegado por correo es una obra por Benedicto L. Alonso Díez, Apdo. 2389, 46080 Valencia, España.
Agradezco sus comentarios.


Consenso Católico-Luterano


El pasado 31 de Octubre de 1999, Fiesta de la Reforma, católicos y algunos luteranos firmaron en Augsburgo, Alemania una "Declaración Común Sobre La Doctrina De La Justificación", levantado a la vez las condenaciones recíprocas pronuciadas en la época de la Reforma Protestante del Siglo XVI.
No es sino haciendo abstracción de las divergencias doctrinales fundamentales que permanecen, o por restricción mental, que tal documento ha podido ser firmado.
La doctrina bíblia de "La Justificación Por Gracia, y a Través De La Fe", (Romanos 3:21-30) fue una de las causas principales de la ruptura de los Reformadores con Roma.
El Catolicismo Romano tiene un doble lenguaje al declarar hoy, que la justificación se obtiene por la fe, pero enseñando por otra parte la necesidad de las buenas obras, sufrimientos, méritos de los santos fallecidos, y de hacer penitencia para asegurar el perdón de los pecados.
Este aparente o pretendido "Consenso", me parece a mí una añagaza, un anzuelo y voy a precisar el por que:

1. ¿Por qué Roma no ha abolido la repetición no cruenta o sangrante (denominada misa o eucaristía) del sacrificio de Cristo, ya que esta práctica atenta a la justificación por la fe y el sacrificio único de Cristo sobre la cruz?
No lo ha hecho, pues por doquier se realiza un culto católico-romano, se ofrece bajo la forma de hostias, un "imaginario Cristo" en sacrificio para la expiación de los pecados de los vivos y los muertos. ¿No dice la Biblia formalmente que un sacrificio no sangrante no puede procuar el perdon (Hebreos 9:22) y que Cristo se ofreció "...una sola vez por todos obteniendo plena y eterna redención de nuestros pecados por su único sacrificio...", (Hebreos 9:25-28; 10:10)?
Así que toda pretendida repetición del sacrificio de Cristo rebaja el valor y la realidad de Su muerte expiatoria.
2. Y sobre el "purgatorio", falsa doctrina romanista que los fieles deben sufrir par expiar la pena temporal de sus pecados, siguen que erre en lo mismo.
En consecuencia, esta herética enseñanza romanista atenta a la justificacion por la fe en Cristo que expíó todos nuestros pecados sobre la cruz.
La Biblia dice que Cristo sufrió por nosotros (1 Pedro 2:21; 3:18) y que Su sangre nos purifica de todo pecado, 1 Juan 1:7.
Y me pregunto: ¿Cómo considerar como insuficientes Sus sufrimientos, creyendo que ha fallado Cristo, por lo que debemos añadir nuestras aportaciones: obras, limosnas y sufrimientos, para salir del fuego purificador de "un imaginario purgatorio"?
3. ¿Es que Roma ha renunciado a la doctrina antibíblica del "Tesoro de la Iglesia", constituido según ella, por los méritos del María y los santos, que habiendo trabajado en su propia salvación, habrían cooperado a la vez en la salvación de sus hermanos, los humanos?
No, no han renunciado por lo que esta doctrina atenta a la justificación por la fe en Cristo cuyos solo méritos ofrecen una salvación perfecta a cualquiera que se arrepienta y crea de verdad. La Biblia dice que "...somos justificados gratuitamente por la gracia, por medio de la redención que es en Cristo Jesús..." (Romanos 3:24). Entonces "...si es por gracia, no es por obras..." (Romanos 11:6).
4. ¿Es que Roma ha renunciado a las "indulgencias" que se pueden ganar por nuestras obras?
¡No! Al contrario, pues el papa actual ha anunciado que en el año 2.000 se podrán ganar importantes indulgencias parciales y plenarias, por el solo hecho de abstenerse de consumiciones no necesarias, como cigarrillos, alcohol o practicando el ayuno o las buenas obras o yendo en peregrinacion, etc.

Pero: ¿Qué dice Dios en la Biblia? "...concluímos pues, que el hombre es justificado por la fe sin las obras de la ley..." (Romanos 3:28). Véase Efesios 2:8, 9.
En consecuencia, del lado católico romano, no hay abandono ni de la doctrina, ni de las prácticas incompatibles con la enseñanza bíblica.
Por otro lado, los luteranos, ¿han renegado de lo que fue el origen de la Reforma Protestante? ¡Yo lo descarto como poco probable!
Entonces ¿no será que este pretendido consenso, constituya un "acomodo aparente", destinado al gran público, para hacer avanzar cueste lo que cueste un aberrante ecumenismo?
Sinceramente, no cabe un acuerdo honesto, allí donde subsisten tales divergencias entre lo que enseña Roma y lo que declaran Las Sagradas Escrituras.
Muchos luteranos se han opuesto en vano a este amañado consenso, que se nos presenta como un acto más de confusión religiosa.
 
Hermanos:

Desde mi punto de vista, la impresión que me dejó la lectura del acuerdo católico-luterano sobre el tema de la justificación,
es que se avanza en una mutua comprensión de las respectivas posturas, removiendo falsas antinomias que provienen principalmente de una equivocada interpretación de la doctrina de la otra parte.

Malcom, espero que antes de enviar este mensaje hayas leído dicho acuerdo, porque no se debería opinar de algo sin conocer de qué se está hablando.

Sino se cae en prejuicios que llevan al ataque de todo aquello que nos quita una falsa seguridad.

Por tu parte, muestras un gran desconocimiento de la doctrina católica, cuando afirmas que el sacrificio eucarístico es una repetición del sacrificio de Cristo, esto no es lo que enseña la ICR

La Iglesia Católica sostiene que el Sacrificio Eucarístico (Misa) ACTUALIZA Y HACE PRESENTE EL UNICO SACRIFICIO DE CRISTO,
no lo repite


Tampoco enseña que la justificación se logra por obras, sino que las obras son el fruto necesario de la Justificación por la Gracia de Dios que se recibe en el Bautismo, ya que la Escritura (en la Carta de Santiago Apostol) dice que la fe sin obras está muerta .

Para que todos puedan conocer este acuerdo y así formarse una opinión desprejuiciada del mismo, lo trancribo a continuación.

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DECLARACION CONJUNTA SOBRE LA DOCTRINA DE LA JUSTIFICACION
(Propuesta definitiva)
FEDERACION LUTERANA MUNDIAL - CONSEJO PONTIFICIO PARA LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS


Preámbulo
1. La doctrina de la justificación tuvo una importancia capital para la reforma luterana del siglo XVI. De hecho, sería el «artículo primero y principal» (1), a la vez «rector y juez de las demás doctrinas cristianas» (2). La versión entonces fue sostenida y defendida en particular por su singular apreciación contra la teología y la iglesia católicas romanas de la época que, a su vez, sostenían y defendían una doctrina de la justificación de otra índole. Desde la perspectiva de la Reforma, la justificación era la raíz de todos los conflictos, y tanto en las Confesiones luteranas (3) como en el Concilio de Trento de la Iglesia católica romana hubo condenas de una y otra doctrinas. Esta últimas siguen vigentes, provocando divisiones dentro de la Iglesia.
2. Para la tradición luterana, la doctrina de la justificación conserva esa condición particular. De ahí que desde un principio, ocupara un lugar preponderante en el diálogo oficial luterano-católico romano.
3. Al respecto, les remitimos a los informes «The Gospel and the Church» (1972) (4) y «Church and Justification» (1994) (5) de la Comisión luterano-católica romana; «Justificación by Faith» (1983) (6) del Diálogo luterano-católico romano de los Estados Unidos y «The Condemnations of the Reformation Era - Do They Still Divide?» (1986) (7) del Grupo de trabajo ecuménico de teólogos protestantes y católicos de Alemania. Las iglesias han acogido oficialmente algunos de estos informes de los diálogos; ejemplo importante de esta acogida es la respuesta vinculante que en 1994 dio la Iglesia Evangélica Unida de Alemania al estudio «Condemnations» al más alto nivel posible de reconocimiento eclesiástico, junto con las demás iglesias de la Iglesia evangélica de Alemania (8).
4. Respecto a los debates sobre la doctrina de la justificación, tanto enfoques y conclusiones de los informes de los diálogos como las respuestas trasuntan un alto grado de acuerdo. Por lo tanto, ha llegado la hora de hacer acopio de los resultados de los diálogos sobre esta doctrina y resumirlos para informar a nuestras iglesias acerca de los mismos a efectos de que puedan tomar las consiguientes decisiones vinculantes.
5. Una de las finalidades de la presente Declaración conjunta es demostrar que a partir de este diálogo, las iglesias luterana y católica romana (9) se encuentran en posición de articular una interpretación común de nuestra justificación por la gracia de Dios mediante la fe en Cristo. Cabe señalar que no engloba todo lo que una y otra iglesia enseñan acerca de la justificación, limitándose a recoger el consenso sobre las verdades básicas de dicha doctrina y demostrando que las diferencias subsistentes en cuanto a su explicación, ya no dan lugar a condenas doctrinales.
6. Nuestra declaración no es un planteamiento nuevo o independiente de los informes de los diálogos y demás documentos publicados hasta la fecha; tampoco los sustituye. Más bien, tal y como lo demuestra la lista de fuentes que figura en el anexo, se nutre de los mismos y de los argumentos expuestos en ellos.
7. Al igual que los diálogos en sí, la presente Declaración conjunta se funda en la convicción de que al superar las cuestiones controvertidas y las condenas doctrinales de otrora, las iglesias no toman estas últimas a la ligera y reniegan su propio pasado. Por el contrario, la declaración está impregnada de la convicción de que en sus respectivas historias, nuestras iglesias han llegado a nuevos puntos de vista. Hubo hechos que no solo abrieron el camino sino que también exigieron que las iglesias examinaran con nuevos ojos aquellas condenas y cuestiones que eran fuente de división.

1. EL MENSAJE BIBLICO DE LA JUSTIFICACION

8. Nuestra escucha común de la palabra de Dios en las Escrituras ha dado lugar a nuevos enfoques. Juntos oímos lo que dice el Evangelio: «De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito para que todo aquel que en él cree no se pierda sino que tenga vida eterna» (San Juan 3, 16). Esta buena nueva se plantea de diversas maneras en las Sagradas Escrituras. En el Antiguo Testamento escuchamos la palabra de Dios acerca del pecado (Sal 51, 1-1; Dn 9, 5 y ss; Ec 8, 9 y ss; Esd 9;6 y ss) y la desobediencia humanos (Gn 3, 1-19 y Neh 9, 16-26), así como la «justicia» (Is 46, 13; 51, 5-8; 56, 1; cf. 53, 11; Jer 9, 24) y el «juicio» de Dios (Ec 12, 14; Sal 9,5 y ss; y 76, 7-9).
9. En el Nuevo Testamento se alude de diversas maneras a la «justicia» y la «justificación» en los escritos de San Mateo (5,10; 6, 33 y 21, 32), San Juan (16, 8-11); Hebreos (5, 1-3 y 10, 37-38), y Santiago (2, 14-26) (10). En las epístolas de San Pablo también se describe de varias maneras el don de la salvación, entre ellas: «Estad pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres» (Gá 5, 1-13, cf. Ro 5, 11); «tenemos paz para con Dios» (Ro 6, 11-23) y «santificados en Cristo Jesús» (1 Co 1, 2 y 1, 31; 2 Co 1, 1). A la cabeza de todas ellas está la «justificación» del pecado de los seres humanos por la gracia de Dios por medio de la fe (Ro 3, 23-25) que cobró singular relevancia en el período de la Reforma.
10. San Pablo asevera que el Evangelio es poder de Dios para la salvación de quien ha sucumbido al pecado; mensaje que proclama que «la justicia de Dios se revela por fe y para fe» (Ro 1, 16-17) y ello concede la «justificación» (Ro 3, 21-31). Proclama a Jesucristo «nuestra justificación» (1 Co 1, 30) atribuyendo al Señor resucitado lo que Jeremías proclama de Dios mismo (23, 6). En la muerte y resurrección de Cristo están arraigadas todas las dimensiones de su labor redentora porque él es «Señor nuestro, el cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación» (Ro 4, 25). Todo ser humano tiene necesidad de la justicia de Dios «por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios» (Ro 1, 18; 2, 23 3, 22; 11, 32 y Gá 3, 22). En Gálatas 3, 6 y Romanos 4, 3-9, San Pablo entiende que la fe de Abraham (Gn 15, 6) es fe en un Dios que justifica al pecador y recurre al testimonio del Antiguo Testamento para apuntalar su prédica de que la justicia le será reconocida a todo aquel que, como Abraham, crea en la promesa de Dios. «Mas el justo por la fe vivirá» (Ro 1, 17 y Hab 2, 4, cf. Gá 3, 11). En las epístolas de San Pablo, la justicia de Dios también es poder para aquellos que tienen fe (Ro 1, 17 y 2 Co 5, 21). Él hace de Cristo justicia de Dios para el creyente (2 Co 5, 21). La justificación nos llega a través de Cristo Jesús «a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre» (Ro 3, 2, véase 3, 21-28). «Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios. No por obras...» (Ef 2, 8-9).
11. La justificación es perdón de los pecados (cf. Ro 3, 23-25; Hechos 13, 39 y San Lucas 18, 14), liberación del dominio del pecado y la muerte (Ro 5, 12-21) y de la maldición de la ley (Gá 3, 10-14) y aceptación de la comunión con Dios: ya pero no todavía plenamente en el reino de Dios a venir (Ro 5, 12). Ella nos une a Cristo, a su muerte y resurrección (Ro 6, 5). Se opera cuando acogemos al Espíritu Santo en el bautismo, incorporándonos al cuerpo que es uno (Ro 8, 1-2 y 9-11; y 1 Co 12, 12-13). Todo ello proviene solo de Dios, por la gloria de Cristo y por gracia mediante la fe en «el Evangelio del Hijo de Dios» (Ro 1, 1-3).
12. Los justos viven por la fe que dimana de la palabra de Cristo (Ro 10, 17) y que obra por el amor (Gá 5, 6), que es fruto del Espíritu (Gá 5, 22) pero como los justos son asediados desde dentro y desde fuera por poderes y deseos (Ro 8, 35-39 y Gá 5, 16-21) y sucumben al pecado (1 Jn 1, 8 y 10) deben escuchar una y otra vez las promesas de Dios y confesar sus pecados (1 Jn 1, 9), participar en el cuerpo y en la sangre de Cristo y ser exhortados a vivir con justicia, conforme a la voluntad de Dios. De ahí que el Apóstol diga a los justos «...ocupaos en vuestra salvación por temor y temblor, porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad» (Flp 2, 12-13). Pero ello no invalida la buena nueva: «Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús» (Ro 8, 1) y en quienes Cristo vive (Gá 2, 20). Por la justicia de Cristo «vino a todos los hombres la justificación que produce vida» (Ro 5, 18).
2. LA DOCTRINA DE LA JUSTIFICACION EN CUANTO PROBLEMA ECUMENICO

13. En el siglo XVI, las divergencias en cuanto a la interpretación y aplicación del mensaje bíblico de la justificación no solo fueron la causa principal de la división de la iglesia occidental, también dieron lugar a las condenas doctrinales. Por lo tanto, una interpretación común de la justificación es indispensable para acabar con esa división. Mediante el enfoque apropiado de estudios bíblicos recientes y recurriendo a métodos modernos de investigación sobre la historia de la teología y los dogmas, el diálogo ecuménico entablado después del Concilio Vaticano II ha permitido llegar a una convergencia notable respecto a la justificación, cuyo fruto es la presente Declaración conjunta que recoge el consenso sobre los planteamientos básicos de la doctrina de la justificación. A la luz de dicho consenso, las respectivas condenas doctrinales del siglo XVI ya no se aplican a los interlocutores de nuestros días.
3. LA INTERPRETACION COMUN DE LA JUSTIFICACION

14. Las iglesias luterana y católica romana han escuchado juntas la buena nueva proclamada en la Sagradas Escrituras. Esta escucha común, junto con las conversaciones teológicas mantenidas en estos últimos años, forjaron una interpretación de la justificación que ambas comparten. Dicha interpretación engloba un consenso sobre los planteamientos básicos que, aun cuando difieran, las explicaciones de las respectivas declaraciones no contradicen.
15. En la fe, juntos tenemos la convicción de que la justificación es obra del Dios trino. El Padre envió a su Hijo al mundo para salvar a los pecadores. Fundamento y postulado de la justificación es la encarnación, muerte y resurrección de Cristo. Por lo tanto, la justificación significa que Cristo es justicia nuestra, en la cual compartimos mediante el Espíritu Santo, conforme con la voluntad del Padre. Juntos confesamos: «Sólo por gracia mediante la fe en Cristo y su obra salvífica y no por algún mérito nuestro, somos aceptados por Dios y recibimos el Espíritu Santo que renueva nuestros corazones, capacitándonos y llamándonos a buenas obras» (11).
16. Todos los seres humanos somos llamados por Dios a la salvación en Cristo. Sólo a través de Él somos justificados cuando recibimos esta salvación en fe. La fe es en sí don de Dios mediante el Espíritu Santo que opera en palabra y sacramento en la comunidad de creyente y que, a la vez, les conduce a la renovación de su vida que Dios habrá de consumar en la vida eterna.
17. También compartimos la convicción de que el mensaje de la justificación nos orienta sobre todo hacia el corazón del testimonio del Nuevo Testamento sobre la acción redentora de Dios en Cristo: nos dice que en cuanto pecadores nuestra nueva vida obedece únicamente al perdón y la misericordia renovadora que de Dios imparte como un don y nosotros recibimos en la fe y nunca por mérito propio cualquiera que éste sea.
18. Por consiguiente, la doctrina de la justificación que recoge y explica este mensaje es algo más que un elemento de la doctrina cristiana y establece un vínculo esencial entre todos los postulados de la fe que han de considerarse internamente relacionados entre sí. Constituye un criterio indispensable que sirve constantemente para orientar hacia Cristo el magisterio y la práctica de nuestras iglesias. Cuando los luteranos resaltan el significado sin parangón de este criterio, no niegan la interrelación y el significado de todos los postulados de la fe. Cuando los católicos se ven ligados por varios criterios, tampoco niegan la función peculiar del mensaje de la justificación. Luteranos y católicos compartimos la meta de confesar a Cristo en quien debemos creer primordialmente por ser el solo mediador (1 Ti 2, 5-6) a través de quien Dios se da a sí mismo en el Espíritu Santo y prodiga sus dones renovadores.
4. EXPLICACION DE LA INTERPRETACION COMUN DE LA JUSTIFICACION
4.a. La impotencia y el pecado humanos respecto a la justificación

19. Juntos confesamos que en lo que atañe a su salvación, el ser humano depende enteramente de la gracia redentora de Dios. La libertad de la cual dispone respecto a las personas y a las cosas de este mundo no es tal respecto a la salvación porque por ser pecador depende del juicio de Dios y es incapaz de volverse hacia él en busca de redención, de merecer su justificación ante Dios o de acceder a la salvación por sus propios medios. La justificación es obra de la sola gracia de Dios. Puesto que católicos y luteranos lo confesamos juntos, es válido decir que:
20. Cuando los católicos afirman que el ser humano «coopera», aceptando la acción justificadora de Dios, consideran que esa aceptación personal es en sí un fruto de la gracia y no una acción que dimana de la innata capacidad humana.
21. Según la enseñanza luterana, el ser humano es incapaz de contribuir a su salvación porque en cuanto pecador se opone activamente a Dios y a su acción redentora. Los luteranos no niegan que una persona pueda rechazar la obra de la gracia, pero aseveran que sólo puede recibir la justificación 'pasivamente', lo que excluye toda posibilidad de contribuir a la propia justificación de negar que el creyente participa plena y personalmente en su fe, que se realiza por la Palabra de Dios.

4.b. La justificación en cuanto perdón del pecado y fuente de justicia

22. Juntos confesamos que la gracia de Dios perdona el pecado del ser humano y, a la vez, lo libera del poder avasallador del pecado, confiriéndole el don de una nueva vida en Cristo. Cuando los seres humanos comparten en Cristo por fe, Dios ya no les imputa sus pecados y mediante el Espíritu Santo les transmite un amor activo. Estos dos elementos del obrar de la gracia de Dios no han de separarse porque los seres humanos están unidos por la fe en Cristo que personifica nuestra justificación (1 Co 1, 30), perdón del pecado y presencia redentora de Dios. Puesto que católicos y luteranos lo confesamos juntos, es válido decir que:
23. Cuando los luteranos ponen el énfasis en que la justicia de Cristo es justicia nuestra, por ello entienden insistir sobre todo en que la justicia ante Dios en Cristo le es garantizada al pecador mediante la declaración de perdón y tan sólo en la unión con Cristo su vida es renovada. Cuando subrayan que la gracia de Dios es amor redentor («el favor de Dios») (12) no por ello niegan la renovación de la vida del cristiano. Más bien quieren decir que la justificación está exenta de la cooperación humana y no depende de los efectos renovadores de vida que surte la gracia en el ser humano.
24. Cuando los católicos hacen hincapié en la renovación de la persona desde dentro al aceptar la gracia impartida al creyente como un don (13), quieren insistir en que la gracia del perdón de Dios siempre conlleva un don de vida nueva que en el Espíritu Santo, se convierte en verdadero amor activo. Por lo tanto, no niegan que el don de la gracia de Dios en la justificación sea independiente de la cooperación humana.

4.c. Justificación por fe y por gracia

25. Juntos confesamos que el pecador es justificado por la fe en la acción salvífica de Dios en Cristo. Por obra del Espíritu Santo en el bautismo, se le concede el don de salvación que sienta las bases de la vida cristiana en su conjunto. Confían en la promesa de la gracia divina por la fe justificadora que es esperanza en Dios y amor por él. Dicha fe es activa en el amor y, entonces, el cristiano no puede ni debe quedarse sin obras, pero todo lo que en el ser humano antecede o sucede al libre don de la fe no es motivo de justificación ni la merece.
26. Según la interpretación luterana, el pecador es justificado sólo por la fe ('sola fide'). Por fe pone su plena confianza en el Creador y Redentor con quien vive en comunión. Dios mismo insufla esa fe, generando tal confianza en su palabra creativa. Porque la obra de Dios es una nueva creación, incide en todas las dimensiones del ser humano, conduciéndolo a una vida de amor y esperanza. En la doctrina de la «justificación por la sola fe» se hace una distinción entre la justificación propiamente dicha y la renovación de la vida que forzosamente proviene de la justificación, sin la cual no existe la fe, pero ello no significa que se separen una y otra. Por consiguiente, se da el fundamento de la renovación de la vida que proviene del amor que Dios otorga al ser humano en la justificación. Justificación y renovación son una en Cristo quien está presente en la fe.
27. En la interpretación católica también se considera que la fe es fundamental en la justificación. Porque sin fe no puede haber justificación. El ser humano es justificado mediante el bautismo en cuanto oyente y creyente de la palabra. La justificación del pecador es perdón de los pecados y volverse justo por la gracia justificadora que nos hace hijos de Dios. En la justificación, el justo recibe de Cristo la fe, la esperanza y el amor, que lo incorporan a la comunión con él (14). Esta nueva relación personal con Dios se funda totalmente en la gracia y depende constantemente de la obra salvífica y creativa de Dios misericordioso que es fiel a sí mismo para que se pueda confiar en él. De ahí que la gracia justificadora no sea nunca una posesión humana a la que se puede apelar ante Dios. La enseñanza católica pone el énfasis en la renovación de la vida por la gracia justificadora; esta renovación en la fe, la esperanza y el amor siempre depende de la gracia insondable de Dios y no contribuye en nada a la justificación de la cual se podría hacer alarde ante Él (Ro 3, 27).

4.d. El pecador justificado

28. Juntos confesamos que en el bautismo, el Espíritu Santo nos hace uno en Cristo, justifica y renueva verdaderamente al ser humano, pero el justificado, a lo largo de toda su vida, debe acudir constantemente a la gracia incondicional y justificadora de Dios. Por estar expuesto, también constantemente, al poder del pecado y a sus ataques apremiantes (cf. Ro 6, 12-14), el ser humano no está eximido de luchar durante toda su vida con la oposición a Dios y la codicia egoísta del viejo Adán (cf. Gá 5, 16 y Ro 7, 7-10). Asimismo, el justificado debe pedir perdón a Dios todos los días, como en el Padrenuestro (Mt 6, 12 y 1 Jn 1, 9), y es el llamado incesantemente a la conversión y la penitencia, y perdonado una y otra vez.
29. Los luteranos entienden que ser cristiano es ser «al mismo tiempo justo y pecador». El creyente es plenamente justo porque Dios le perdona sus pecados mediante la Palabra y el Sacramento, y le concede la justicia de Cristo que él hace suya en la fe. En Cristo, el creyente se vuelve justo ante Dios pero viéndose a sí mismo, reconoce que también sigue siendo totalmente pecador; el pecado sigue viviendo en él (1 Jn 1, 8 y Ro 7, 17-20), porque se torna una y otra vez hacia falsos dioses y no ama a Dios con ese amor íntegro que debería profesar a su Creador (Dt 6, 5 y Mt 22, 36-40). Esta oposición a Dios es en sí un verdadero pecado pero su poder avasallador se quebranta por mérito de Cristo y ya no domina al cristiano porque es dominado por Cristo a quien el justificado está unido por la fe. En esta vida, entonces, el cristiano puede llevar una existencia medianamente justa. A pesar del pecado, el cristiano ya no está separado de Dios porque renace en el diario retorno al bautismo, y a quien ha renacido por el bautismo y el Espíritu Santo, se le perdona ese pecado. De ahí que el pecado ya no conduzca a la condenación y la muerte eterna (15). Por lo tanto, cuando los luteranos dicen que el justificado es también pecador y que su oposición a Dios es un pecado en sí, no niegan que, a pesar de ese pecado, no sean separados de Dios y que dicho pecado sea un pecado «dominado». En estas afirmaciones coinciden con los católicos romanos, a pesar de la diferencia de interpretación del pecado en el justificado.
30. Los católicos mantienen que la gracia impartida por Jesucristo en el bautismo lava de todo aquello que es pecado «propiamente dicho» y que es pasible de «condenación» (Ro 8, 1) (16). Pero de todos modos, en el ser humano queda una propensión (concupiscencia) que proviene del pecado y compele al pecado. Dado que según la convicción católica, el pecado siempre entraña un elemento personal y dado que este elemento no interviene en dicha propensión, los católicos no la consideran pecado propiamente dicho. Por lo tanto, no niegan que esta propensión no corresponda al designio inicial de Dios para la humanidad ni que esté en contradicción con Él y sea un enemigo que hay que combatir a lo largo de toda la vida. Agradecidos por la redención en Cristo, subrayan que esta propensión que se opone a Dios no merece el castigo de la muerte eterna ni aparta de Dios al justificado. Ahora bien, una vez que el ser humano se aparta de Dios por voluntad propia, no basta con que vuelva a observar los mandamientos ya que debe recibir perdón y paz en el Sacramento de la Reconciliación mediante la palabra de perdón que le es dado en virtud de la labor reconciliadora de Dios en Cristo.

4.e. Ley y Evangelio

31. Juntos confesamos que el ser humano es justificado por la fe en el Evangelio «sin las obras de la Ley» (Ro 3, 28). Cristo cumplió con ella y, por su muerte y resurrección, la superó cuanto medio de salvación. Asimismo, confesamos que los mandamientos de Dios conservan toda su validez para el justificado y que Cristo, mediante su magisterio y ejemplo, expresó la voluntad de Dios que también es norma de conducta para el justificado.
32. Los luteranos declaran que para comprender la justificación es preciso hacer una distinción y establecer un orden entre ley y Evangelio. En teología, ley significa demanda y acusación. Por ser pecadores, a lo largo de la vida de todos los seres humanos, cristianos incluidos, pesa esta acusación que revela su pecado para que mediante la fe en el Evangelio se encomienden sin reservas a la misericordia de Dios en Cristo que es la única que los justifica.
33. Puesto que la ley en cuanto medio de salvación fue cumplida y superada a través del Evangelio, los católicos pueden decir que Cristo no es un «legislador» como lo fue Moisés. Cuando los católicos hacen hincapié en que el justo está obligado a observar los mandamientos de Dios, no por ello niegan que mediante Jesucristo, Dios ha prometido misericordiosamente a sus hijos, la gracia de la vida eterna (18).

4. f Certeza de salvación

34. Juntos confesamos que el creyente puede confiar en la misericordia y en las promesas de Dios. A pesar de su propia flaqueza y de las múltiples amenazas que acechan su fe, en virtud de la muerte y resurrección de Cristo puede edificar a partir de la promesa efectiva de la gracia de Dios en la Palabra y el Sacramento y estar seguros de esta gracia.
35. Los reformadores pusieron un énfasis particular en ello: en medio de la tentación, el creyente no debería mirarse a sí mismo sino contemplar únicamente a Cristo y confiar tan sólo en Él. Al confiar en la promesa de Dios, tiene la certeza de su salvación que nunca tendrá mirándose a sí mismo.
36. Los católicos pueden compartir la preocupación de los reformadores por arraigar la fe en la realidad objetiva de la promesa de Cristo, prescindiendo de la propia experiencia y confiando sólo en la Palabra de perdón de Cristo (cf. Mt 16, 19 y 18, 18). Con el Concilio Vaticano II, los católicos declaran: Tener fe es encomendarse plenamente a Dios (19) que nos libera de la oscuridad del pecado y la muerte y nos despierta a la vida eterna (20). Al respecto, cabe señalar que no se puede creer en Dios y, a la vez, considerar que la divina promesa es indigna de confianza. Nadie puede dudar de la misericordia de Dios ni del mérito de Cristo. No obstante, todo ser humano puede interrogarse acerca de su salvación, al constatar sus flaquezas e imperfecciones. Ahora bien, reconociendo sus propios defectos puede tener la certeza de que Dios ha previsto su salvación.

4.g. Las buenas obras del justificado

37. Juntos confesamos que las buenas obras, una vida cristiana de fe, esperanza y amor, surgen después de la justificación y son fruto de ella. Cuando el justificado vive en Cristo y actúa en la gracia que le fue concedida, en términos bíblicos, produce buen fruto. Dado que el cristiano lucha contra el pecado toda su vida, esta consecuencia de la justificación también es para él un deber que debe cumplir. Por consiguiente, tanto Jesús como los escritos apostólicos amonestan al cristiano a producir las obras del amor.
38. Según la interpretación católica, las buenas obras, posibilitadas por obra y gracia del Espíritu Santo, contribuyen a crecer en gracia para que la justicia de Dios sea preservada y se ahonde la comunión en Cristo. Cuando los católicos afirman el carácter «meritorio» de las buenas obras, por ello entienden que, conforme al testimonio bíblico, se les promete una recompensa en el cielo. Su intención no es cuestionar la índole de esas obras en cuanto don, ni mucho menos negar que la justificación siempre es un don inmerecido de la gracia, sino poner el énfasis en la responsabilidad del ser humano por sus actos.
39. Los luteranos también sustentan el concepto de preservar la gracia y de crecer en gracia y fe, haciendo hincapié en que la justicia en canto ser aceptado por Dios y compartir la justicia de Cristo es siempre completa. Asimismo, declaran que puede haber crecimiento por su incidencia en la vida cristiana. Cuando consideran que las buenas obras del cristiano son frutos y señales de la justificación y no de los propios «méritos», también entienden por ellos que, conforme al Nuevo Testamento, la vida eterna es una «recompensa» inmerecida en el sentido del cumplimiento de la promesa de Dios al creyente.

5. SIGNIFICADO Y ALCANCE DEL CONSENSO LOGRADO

40. La interpretación de la doctrina de la justificación expuesta en la presente declaración demuestra que entre luteranos y católicos hay consenso respecto a los postulados fundamentales de dicha doctrina. A la luz de este consenso, las diferencias restantes de lenguaje, elaboración teológica y énfasis, descritas en los párrafos 18 a 39, son aceptables. Por lo tanto, las diferencias de las explicaciones luterana y católica de la justificación están abiertas unas a otras y no desbarata el consenso relativo a los postulados fundamentales.
41. De ahí que las condenas doctrinales del siglo XVI, por lo menos en lo que atañe a la doctrina de la justificación, se vean con nuevos ojos: las condenas del Concilio de Trento no se aplican al magisterio de las iglesias luteranas expuesto en la presente declaración y, la condenas de las Confesiones Luteranas, no se aplican al magisterio de la Iglesia Católica Romana, expuesto en la presente declaración.
42. Ello no quita seriedad alguna a las condenas relativas a la doctrina de la justificación. Algunas distaban de ser simples futilidades y siguen siendo para nosotros «advertencias saludables» a las cuales debemos atender en nuestro magisterio y práctica (21).
43. Nuestro consenso respecto a los postulados fundamentales de la doctrina de la justificación debe llegar a influir en la vida y el magisterio de nuestras iglesias. Allí se comprobará. Al respecto subsisten cuestiones de mayor o menor importancia que requieren ulterior aclaración, entre ellas, temas tales como: la relación entre la Palabra de Dios y la doctrina de la iglesia, eclesiología, autoridad de la iglesia, ministerio, los sacramentos y la relación entre justificación y ética social. Estamos convencidos de que el consenso que hemos alcanzado sienta sólidas bases para esta aclaración. Las iglesias luteranas y la Iglesia Católica Romana seguirán bregando juntas por profundizar esta interpretación común de la justificación y hacerla fructificar en la vida y el magisterio de las iglesias.
44. Damos gracias al Señor por este paso decisivo en el camino de superar la división de la iglesia. Pedimos al Espíritu Santo que nos siga conduciendo hacia esa unidad visible que es voluntad de Cristo.


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1. Artículos de Esmascalda, II, 1; Libro de concordia, 292.
2. «Rector et judex super omnia genera doctrinarum» Weimar Edition of Luther's Works (WA), 39, I, 205.
3. Cabe señalar que las confesiones vinculantes de algunas iglesias luteranas sólo abarcan la Confesión de Ausburgo y el Catecismo menor de Lutero, textos que no contienen condenas acerca de la justificación en relación con la Iglesia católica romana.
4. «Report of the Joint Lutheran-Roman Catholic Sutdy Comission», publicado en «Growth in Agreement» (Nueva York; Ginebra, 1984) - pp. 168-189.
5. Publicado por la Federación Luterana Mundial (Ginebra, 1994).
6. «Lutheran and Catholics in Dialogue VII» (Minneapolis, 1985).
7. Minneapolis, 1990.
8. Gemeinsame Stellungnahme der Arnoldshainer Konferenz, der Vereinigten Kirche und des Deutschen Nationalkomitees des Lutherischen Weltbundes zum Dokument "Lehrverurteilungen-kirchentrennend" Ökumenische Rundschau 44 (1995) : 99-102; including the position papers wich underlie this resolution, cf. Lehrverurteilungen im Gespräch, Die ersten offiziellen Stellungnahmen aus den evangelischen Kirchen in Deutschland (Göttingen: Vandenhoeck & Ruprecht, 1993).
9. En la presente declaración la palabra «iglesia» se utiliza para reflejar las propias interpretaciones de las iglesias participantes sin que se pretenda resolver ninguna de las cuestiones eclesiológicas relativas a dicho término.
10. Cf. «Malta Report» paras. 26-30 «Justification by Faith», paras. 122-147. At the request of the Us dialogue on justification, the non-Pauline New Testament texts were addressed in «Righteousness in the New Testament», by John Reumann, with responses by Joseph A. Fitzmyer and Jerome D. Quinn (Philadelphia; New York, 1982), pp. 124-180. The results of this study were summarized in the dialogue report «Justification by Faith» in paras. 139-142.
11. «All Under One Christ» p. 14 in «Growth in Agreement», 241-247.
12. Cf. WA 8:106; American Edition 32:227.
13. Cf. DS 1528
14. Cf. DS 1530
15. Cf. Apology II: 38-45, Libro de concordia, 105f.
16. Cf. DS 1515
17. Cf. DS 1515
18. Cf. DS 1515
19. Cf. 1545
20. Cf. DV 5.
21. Cf. DV 4.
22. «Condemnations of the Reformation Era», 27.

Nota del traductor: se dejaron en inglés o alemán las notas al pie de página y los documentos de referencia que no se han publicado en español.

- - - - - - - - - - - - - - - - - APÉNDICES
UN DOCUMENTO HISTÓRICO
«Podemos alegrarnos por este importante logro ecuménico». Con estas palabras Juan Pablo II comentó el 28 de junio la «Declaración conjunta sobre la doctrina de la justificación» firmada por la Santa Sede y la Federación Luterana Mundial. Se trata de un documento que quiere poner fin a condenas históricas entre las dos confesiones cristianas.
El pontífice reconoció que, «si bien la Declaración no resuelve todas las cuestiones relativas a la doctrina de la justificación, expresa un consenso en verdades fundamentales de tal doctrina».


ACLARACIONES DE LA SANTA SEDE A LA DECLARACION CONJUNTA
Al presentar el 25 de junio en la Sala de Prensa de la Santa Sede la «Declaración conjunta sobre la doctrina de la justificación», el cardenal Edward I. Cassidy, prefecto del Consejo Pontificio para la Unidad de los Cristianos, ilustró algunas cuestiones del documento que todavía tienen que aclararse para que alcance el acuerdo total por parte de la Santa Sede.
El cardenal puso en evidencia que este documento, «sin lugar a dudas, debe ser entendido como un eminente resultado del movimiento ecuménico y como un hito en el camino hacia el restablecimiento de la plena unidad visible entre los discípulos del único Señor y Salvador Jesucristo».
El purpurado reveló que por parte católica, el proyecto ha sido examinado principalmente por la Congregación para la Doctrina de la Fe y el Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos. Asimismo, aseguró que la Santa Sede ha recibido una considerable ayuda de los comentarios ofrecidos por varias Conferencias Episcopales de países en los que un significativo número de luteranos y católicos viven juntos.
Los límites de la declaración
Cassidy explicó que «Al mismo tiempo, la declaración común tiene sus límites. Constituye un importante progreso, pero no pretende resolver todas las cuestiones que luteranos y católicos deben afrontar juntos en el camino que han emprendido para superar su separación y llegar a la plena unidad visible».
«La Iglesia católica cree que no se puede hablar aún de un consenso tal que elimine toda diferencia entre católicos y luteranos en la comprensión de la justificación».
«Las dificultades principales son las relativas al párrafo 4.4 de la declaración común, sobre la persona justificada como pecadora. (...) La explicación luterana parece en contradicción con la comprensión católica del bautismo, que borra todo lo que puede ser propiamente definido como pecado».
«Uno de los puntos más debatidos de la declaración común se refiere a la cuestión tratada en el n. 18, relativa al modo según el cual los luteranos comprenden la justificación, que para ellos constituye el criterio sobre el que se basa la vida y la praxis de la Iglesia (...). También para los católicos, la doctrina de la justificación es 'un criterio indispensable que constantemente orienta hacia Cristo toda la enseñanza y la praxis de nuestras Iglesias'. Los católicos, sin embargo, 'se sienten vinculados por múltiples criterios' y la Nota enumera estos últimos».
«Con satisfacción, la Iglesia Católica ha puesto en evidencia que el n. 21 (...) declara que el hombre puede rechazar la gracia; pero hay que afirmar también que, junto a la libertad de rechazar, existe en la persona justificada una nueva capacidad para adherirse a
la voluntad divina, una capacidad que --justamente-- se define como 'cooperatio'. Teniendo en cuenta este modo de comprender, y notando también que en el n. 17 luteranos y católicos expresan la convicción común de que la nueva vida proviene de la misericordia divina, y no de un mérito nuestro de cualquier tipo, no se ve bien cómo el término 'mere passive' pueda ser usado a este propósito por los luteranos».
«La Iglesia católica mantiene también, junto con los Luteranos, que las buenas obras de la persona justificada son siempre fruto de la gracia. Al mismo tiempo, y sin disminuir mínimamente la total iniciativa divina, ésta (la Iglesia) las considera fruto del hombre justificado e interiormente transformado. Por lo tanto, se puede afirmar que la vida eterna es, al mismo tiempo, gracia y recompensa dada por Dios por las buenas obras y los méritos».
«Sería especialmente deseable proceder a una reflexión más profunda sobre el fundamento bíblico que constituye, tanto para los luteranos como para los católicos, la base común de la doctrina de la justificación».
«El acto formal de la firma de la declaración común está fijado para el próximo otoño, en una fecha que todavía no se ha establecido y en el marco de las celebraciones por el consenso alcanzado».







_______________
Ev. San Mateo cap. 28,18-20
Acercándose, Jesús les dijo: "Yo he recibido todo poder en el cielo y en la tierra.
Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos
en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo,
y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado. Y yo estaré
siempre con ustedes hasta el fin del mundo".

Juan Manuel
 
El tal Benedicto ha demostrado no conocer la doctrina católica sobre la Eucaristía. Es algo tan común entre muchos apologetas protestantes (generalmente sólo los malos) que ya aburre. Precisamente el carácter eterno del sacrificio de Cristo hace que los beneficios de ese sacrificio puedan ser hechos presentes en cada Eucaristía. Y no hace falta recordar la clara relación entre la institución del Nuevo Pacto a través de la consagración del pan y del vino, con el propio sacrificio de Cristo en la cruz.
Tampoco parece conocer mucho el tal Benedicto las BASES BÍBLICAS de la doctrinas del purgatorio y el tesoro de méritos. Pero eso daría para muchos epígrafes.

Saludos cordiales
 
Gracias Juan Manuel por el escrito, lo leeré, pero por hoy quiero referirme a la frase de Santiago que mencionas “la fe sin obras está muerta”.


En el capitulo 2:14 Santiago empieza diciendo sobre esto “Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle?”

Santiago da a entender que la fe de esta persona en particular no es una fe genuina en Cristo Jesús, de echo su fe esta vacía, Santiago dice en el versículo 19 refiriéndose al hombre vano:
“Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan.”
Osea que este hombre CREE pero con una fe vana, falsa. Y las justificaciones de Abraham y de Rahab mensionadas en los versiculos siguintes NO fueron para salvacion.

Ahora te pregunto ¿Todo el que dira Señor, Señor, entrara en el reino de Dios? ¿Hay o no hay fe falsa, engañosa e hipocrita?

Claramente afirma Pablo respecto a la salvacion en Efecios 2:8-9 “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.”

Santiago no esta sugiriendo que por medio de las obras ellos pueden obtener la paz con Dios, sino lo contrario, enseña que las obras fluyen en un corazon regenerado que ha recibido el don de la fe, si uno que se dice “yo soy salvo” (que tiene fe) y no muestra sus obras algo anda mal en el y mira que hay quienes viven engañados y engañando.

Bendiciones
 
Oye Malcom, ¿porqué Santiago dice que las obras también justifican? ¿qué significado tiene el verbo justificar en esa epístola?
 
Luis, como complemento a mi mensaje anterior

Dice Santiago en el ver. 21 ¿No fue justificado por las obras Abraham... y el ver. 25 “Asimismo también Rahab la ramera, ¿no fue justificada por obras...

Ciertamente la justificación de fe y obras aquí no implica salvación de vida o al menos que Abraham hubiera sido salvo hasta este momento ¿quién creerá eso? , de Rahab ya era salva porque primero creyó por Fe según su historia y Hebreos 11:31 después vinieron sus obras como todo creyente.
Para complementar mas podríamos hablar de las pruebas que Dios nos manda para probar nuestra fe como la probo con ellos.

Saludos
 
malcon, imaginate cuanto tiempo les llevo a los catolicos ir entendiendo a Lutero,mientras que atras han dejado el dolor de millones que por poner solo su fe en cristo paresieron poe la ICR, me parese greacioso y a la misma ves satico, esa firma lutero- romano donde llegan los catolicos no los protestantes a entender que la salvacion es por gracia sin nesecidad de las obras.
atte;julio
 
¿En qué consiste esa justificación de la que habla Santiago, Malcom?
 
Consiste en hacer justo al justo

Lo explicare con un ejemplo

Supongamos que un Juez condena a un malhechor, esto no significa averlo echo malvado (pues ya era malvado), en Santiago es igual se esta declarando justo al justo, Dios da justificación por las obras al justo que ya era justo. ¿No era justo Abraham antes de haber sido probado por Dios? Si., pues de la misma manera nosotros somos justos delante de Dios por estar en Cristo y cuando nos manda pruebas para probar nuestra fe y las cumplimos somos justificados por las obras como justos.

¿Tu concepto cual es Luis?

Saludos
 
malcon que linda exposicion y defensa de la fe por gracia hicistes,asidebe ser, ningun vesiculo de la biblia debe opacar o contradecir la salvacion por gracia solamente,adelante.
atte;julio
 
MALCOM: Creo que ha sido muy bueno que abrieras este epígrafe,
aunque yo me sumo algo tardíamente. También ha sido conveniente
la reproducción de la Declaración Conjunta que nos aportara Juan
Manuel, y espero que ya se haya dado cuenta que el responsable de la
afirmación sobre el sacrificio eucarístico como repetición del único de
Cristo, no fuiste tú sino Alonso Díez.
Una lectura no detenida del documento, me da la impresión favorable
de que es bastante bueno, pero no es algo a lo que los cristianos
evangélicos pudiéramos adherir a conciencia. Aunque los párrafos
cuestionables que hallé son pocos (puede haber más), éstos son los que
contienen las palabras "bautismo" y "sacramento". Este último es un
término no bíblico al que hacemos poco caso, pues nosotros observamos las dos ordenanzas de nuestro Señor: el bautismo de los
creyentes en agua por inmersión, y la Cena del Señor como Su memorial, en comunión con su cuerpo y con su sangre, representados
en el un pan y la copa (conteniendo vino). En cuanto al bautismo, se
advierte la forma como se le relaciona con la recepción del Espíritu
Santo, la salvación, la justificación, y la renovación o renacimiento
espiritual. Esto para nosotros es inaceptable. Para beneficiar al
forista con la brevedad, extraigo estas frases polémicas con su número
de artículo:
12) " Se opera cuando acogemos al Espíritu Santo en el bautismo, incorporándonos al cuerpo que es uno (Ro 8, 1-2 y 9-11; y 1 Co 12, 12-13). "
16) "La fe es en sí don de Dios mediante el Espíritu Santo que opera en palabra y sacramento en la comunidad de creyente..."
25) "Por obra del Espíritu Santo en el bautismo, se le concede el don de salvación que sienta las bases de la vida cristiana en su conjunto".
27) " En la interpretación católica también se considera que la fe es fundamental en la justificación. Porque sin fe no puede haber justificación. El ser humano es justificado mediante el bautismo en cuanto oyente y creyente de la palabra."
28) "Juntos confesamos que en el bautismo, el Espíritu Santo nos hace uno en Cristo, justifica y renueva verdaderamente al ser humano, ..."
29) "El creyente es plenamente justo porque Dios le perdona sus pecados mediante la Palabra y el Sacramento..." ". A pesar del pecado, el cristiano ya no está separado de Dios porque renace en el diario retorno al bautismo, y a quien ha renacido por el bautismo y el Espíritu Santo, se le perdona ese pecado."
Aunque en el 27) se da la interpretación católica, en otros apartados se declara la luterana y en otros es un acuerdo conjunto.
Los cristianos evangélicos no estamos de acuerdo con eso, tomando en cuenta que el bautismo del que se habla no es el bíblico y que fuese aplicado a quien acaba de convertirse (el etíope, p.ej.), sino que ambas confesiones bautizan a los párvulos inocentes que ni tienen cómo creer un evangelio que no entienden todavía.
Quizá todo ésto pueda servir para que testifiquemos a los luteranos, a fin de que no se queden a medio camino con una reforma que si bien mejoró bastante las cosas, no satisface "todo el consejo de Dios".
De todos modos, el "ecumenismo" tiene su éxito asegurado por más que nosotros nos opongamos, porque es menester que se forme la Anti-iglesia no bien la Iglesia del Señor sea arrebatada. La Laodicea vomitada seguirá al Anticristo guiada por el "falso profeta".
El Señor siga dándonos abundante gracia mientras le esperamos.
Ricardo.
 
Malcom, lo que yo veo es que Santiago no diferencia la justificación que es por la fe de la que es por las obras.
Dice:
Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras, Y NO SOLAMENTE POR LA FE

Bien, se podrán dar muchas explicaciones y muchas interpretaciones más o menos interesantes, pero lo cierto es que la fe sin obras no justifica. De la misma forma, obras sin fe, tampoco justifican. Y ahí es donde se unen las palabras de Pablo y las de Santiago. Pablo no está diciendo que las obras no valgan para nada y Santiago no dice que las obras sin fe sirvan para salvación. El problema está en aquellos que quieren poner el énfasis EXCLUSIVAMENTE en la fe como elemento de justificación, pasando por alto lo que enseña la Palabra de Dios en Santiago. Y eso no puede ser. Las obras JUSTIFICAN.
Ahora bien, si la gracia de Dios es indispensable para tener la fe que nos justifica, ¿es necesaria esa gracia para realizar las obras que también nos justifican? Sin duda. Sin la gracia de Dios no podemos hacer las obras de Dios. Él es el que produce en nosotros tanto el querer como el hacer, de forma que no podemos gloriarnos en nuestras buenas obras porque sabemos que son la acción de su Espíritu Santo en nuestras vidas.

En otro momento podemos analizar la importancia de las obras en el juicio final.

Bendiciones
 
la salvacion por gracia no necesita ninguna obra, es una blasfemia al sacrificio de cristo tal argumento,de que la salvacion necesita obras,romanos4:1 ¿Qué, pues, diremos que halló Abraham, nuestro padre según la carne? 2 Porque si Abraham
fue justificado por las obras, tiene de qué gloriarse, pero no para con Dios. 3 Porque ¿qué dice la
Escritura? Creyó Abraham a Dios, y le fue contado por justicia. 4 Pero al que obra, no se le
cuenta el salario como gracia, sino como deuda; 5 mas al que no obra, sino cree en aquel que
justifica al impío, su fe le es contada por justicia. 6 Como también David habla de la
bienaventuranza del hombre a quien Dios atribuye justicia sin obras.
Tambien romanos3:26 con la mira
de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de
la fe de Jesús.

27 ¿Dónde, pues, está la jactancia? Queda excluida. ¿Por cuál ley? ¿Por la de las obras? No, sino
por la ley de la fe. 28 Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley.
si ya fui justificado por gracia, de que tengo que volver a serlo? Asi que los que interpretan santiago por lo regular son sectas, que no conocen la salvacion solo por fe.romanos 11:5 Así también aun en
este tiempo ha quedado un remanente escogido por gracia. 6 Y si por gracia, ya no es por obras;
de otra manera la gracia ya no es gracia. Y si por obras, ya no es gracia; de otra manera la obra
ya no es obra.
cual es la necesedad de cuestionar siempre la salvacion solo por gracia,por mi poca experiencia siempre son los lideres que han convertido sus denominaciones en sectas como los testigos de jehova o la Icr,etc .
mi comentario no representa los intereses de ningun grupo religioso.
atte; julio
 
Julio, te recuerdo que la misma gracia de Dios por la que recibimos la fe es la gracia por la que somos capacitados para realizar las obras que Dios ha preparado de antemano para que andemos en ellas.
De todas formas, ¿qué hacemos con el libro de Santiago? ¿lo arrancamos de la Biblia?
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Interesante la doctrina católica, el "sacrificio eterno" se "actualiza"??????????? Y cómo se come eso???

Luis tiene razón, hay desconocimiento de las "bases bíblicas" del purgatorio, de hecho, NO LAS HAY.
 
Luis,exactamente Santiago esta hablando de la capacidad que tenemos de dar fruto de nuestra fe salvadora,sin contradecir a Pablo salvos sin necesidad de obras, en otras palabras si somos arboles de Dios ya,por gracia solo hace falta que se manifieste el fruto,y no al reves como la mayoria de sectas interpretan santiago, el fruto no hace al arbol,no es por las obras que somos hijos,las buenas obras solo manifiestan lo que ya somos, como dice el texto que citastes de efesios 2:4-10
4 Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, 5 aun
estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois
salvos), 6 y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales
con Cristo Jesús, 7 para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su
bondad para con nosotros en Cristo Jesús. 8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y
esto no de vosotros, pues es don de Dios; 9 no por obras, para que nadie se gloríe. 10 Porque
somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de
antemano para que anduviésemos en ellas.
atte;julio
 
Sí, Horacio. Se actualiza. Sus beneficios se hacen presentes. El sacrificio de Cristo tuvo lugar en un momento de la historia pero extendió su eficacia para atrás y lo sigue haciendo hacia adelante. Ese es el sentido que se le da en la Eucaristía católica y no, como algunos creen falsamante que la ICR enseña, es que se esté crucificando a Cristo en cada misa.
Lo otro mejor lo dejamos porque es tema para un epígrafe propio.


Julio, yo creo que la polémica histórica "fe y obras" es innecesaria. Una vez todos de acuerdo en que tanto la fe como las buenas obras son producidas en el creyente por la gracia de Dios, no creo que haya que discutir demasiado sobre el tema. El catolicismo pone mucho más énfasis en la colaboración de la persona con la gracia santificante lo cual se trasluce en una importancia mayor de las obras en la teología católica, mientras que el protestantismo cree más en una gracia que se recibe sin que el sujeto participe activamente en esa recepción. De esa forma se pone más énfasis en la acción de Dios que en lo que hace el hombre. Pero no creo que ambos énfasis hayan de ser necesariamente contradictorios y eso es lo que ha quedado demostrado en el documento católico-luterano.

Bendiciones a todos
 
De acuerdo hnos. Ricardo y Julio

Luis, Santiago nos da un ejemplo muy claro de una fe muerta en el Cap.2:16 en ese sentido del que habla Santiago como todo el cap. no esta implicando fe y obras para obtener salvación ni para perdición por tener una fe muerta en ciertas circunstancias de la vida. Sobre 2:14,19 habla de personas que tienen fe falsa, ellos solo creen, bien dice el ver. 14 “si alguno dice que tiene fe”
Luis el versículo 24 que citas esta en el contexto de la prueba que paso Abraham, y repito Abraham no gano su salvación por eso el ya era salvo el solo fue justificado porque su fe actúo junto con su obra en una prueba de tantas que nos manda Dios. Justicia la Justo para testimonio de los demás y gloria a Dios.
La salvación es sin obras, ya lo explicó bien Julio, pero el que no hace buenas obras justificándose por la sola fe entonces debería dudar de su salvación y lo contrario es igual de malo el querer ganarse el cielo con obras si una fe verdadera. La Fe salvadora es primero por Gracia y después vienen las obras como consecuencia las cuales deben ser echas con fe, si no ¿de que aprovecha?


Bendiciones
 
Luis, me puedes explicar cómo algo eterno como el sacrificio de Cristo, y con alcances eternos se puede actualizar??????? O sea, que si no se hicieran más misas se "desactualizaría" o perdería su efecto?????

Tienes razón, lo otro es otro tema.