Es increíble el comportamiento propio - ¡y creo que no soy yo
solo! - Dios me ha creado para el gozo de una sublime bienaventuranza en la
dicha sin fin del cielo. Y casi siempre estoy olvidado de esta maravillosa
realidad. No es que debamos pensar en el cielo para que esto sirva de
alienación de la realidad de esta vida. Sí; en este mundo las alegrías
verdaderas están puestas con cuentagotas. Vamos a alegrarnos en medio de la
lucha y el trabajo con el gozo futuro, del mismo modo que nos alegramos
pensando en la vacaciones cuando el trabajo nos molesta.
Con eso de que "ni el ojo vio, ni el oído oyó" de San Pablo,
como lo advertimos inimaginable, nos cuesta mucho pensar en el cielo.
Aunque nuestro amor a Dios ha de ser puro, por ser quien es, conviene de vez
en cuando pensar en el cielo. Al fin y al cabo ha de ser nuestra morada
permanente. Así lo esperamos.
Yo lo imagino como un océano de gozo. Y el alma en él, perdida como la
esponja en el mar. Empapada por todas las partes de la dicha de Dios. Jamás
podremos agotar este océano de felicidad, porque es infinito, por ser Dios
mismo quien nos da tal placer y alegría.
Seremos allí el mismo gozo; por dentro y por fuera de nuestra alma. ¿Qué nos
importará entonces haber sufrido mucho o poco?
Si deseas alguna aclaración o consulta sobre esta cuña puedes escribir a
[email protected] Gracias. No entro en debates. Sí, en diálogo.
solo! - Dios me ha creado para el gozo de una sublime bienaventuranza en la
dicha sin fin del cielo. Y casi siempre estoy olvidado de esta maravillosa
realidad. No es que debamos pensar en el cielo para que esto sirva de
alienación de la realidad de esta vida. Sí; en este mundo las alegrías
verdaderas están puestas con cuentagotas. Vamos a alegrarnos en medio de la
lucha y el trabajo con el gozo futuro, del mismo modo que nos alegramos
pensando en la vacaciones cuando el trabajo nos molesta.
Con eso de que "ni el ojo vio, ni el oído oyó" de San Pablo,
como lo advertimos inimaginable, nos cuesta mucho pensar en el cielo.
Aunque nuestro amor a Dios ha de ser puro, por ser quien es, conviene de vez
en cuando pensar en el cielo. Al fin y al cabo ha de ser nuestra morada
permanente. Así lo esperamos.
Yo lo imagino como un océano de gozo. Y el alma en él, perdida como la
esponja en el mar. Empapada por todas las partes de la dicha de Dios. Jamás
podremos agotar este océano de felicidad, porque es infinito, por ser Dios
mismo quien nos da tal placer y alegría.
Seremos allí el mismo gozo; por dentro y por fuera de nuestra alma. ¿Qué nos
importará entonces haber sufrido mucho o poco?
Si deseas alguna aclaración o consulta sobre esta cuña puedes escribir a
[email protected] Gracias. No entro en debates. Sí, en diálogo.