Porque Jesús lo dijo
El uso de la palabra"uncion" en el epigrafe es vago y no especifico. No estoy seguro del todo a que te refieres. Voy a asumir que te refieres en el contexto del Nuevo Testamento ya que no hay correlacion moderna con el termino que se uso en el Antiguo Testamento como "uncion".
La biblia es nuestro pratron en cuanto a como discernir si el llamamiento se ajusta a los requerimentos de la palabra de Cristo a traves de sus Apostoles.
Hay un sentido en el que los cristianos de hoy son "ungidos". Por medio de Jesucristo, los creyentes reciben
“la unción del Santo” (1 Juan 2:20). Esta unción no se expresa en una ceremonia externa, sino a través de la participación en el don del Espíritu Santo (Romanos 8:11). En el momento de la salvación, los creyentes son habitados por el Espíritu Santo y unidos a Cristo, el Ungido. Como resultado, participamos de Su unción (2 Corintios 1:21–22).
En la iglesia de Cristo hacemos mencion al "llamado de Dios" al ministerio. No hay duda de que la predicación es un llamado noble e importante para Dios (1 Timoteo 3:1-7; Santiago 3:1; Efesios 4:11-16). La predicación no es simplemente un pasatiempo en el culto de adoración, ni es el compartir experiencias personales, por muy emotivas que sean. Tampoco es una “charla” bien organizada, diseñada para dar una serie de pasos hacia una vida mejor. La predicación, como registra el apóstol Pablo, es el vehículo por el cual se transmite la verdad vivificante del evangelio de Jesucristo. Las palabras del predicador deben ser fieles a la Palabra de Dios, que es
“poder de salvación para todo aquel que cree” (Romanos 1:16). La admonición de Pablo al joven pastor Timoteo enfatiza la prioridad de la predicación:
“En la presencia de Dios y de Cristo Jesús… te encargo que prediques la palabra” (2 Timoteo 4:1-2). Así que no hay duda de que la predicación de la Palabra es de importancia primordial para Dios. Cualquiera que esté considerando ingresar al ministerio como predicador también debe considerar la Palabra de Dios como la prioridad número uno.
Pero, ¿cómo puede uno estar seguro de que está llamado a predicar? Primero están los indicadores subjetivos. Si un hombre tiene un deseo ardiente dentro de él de predicar, un deseo que no se puede negar, eso es una buena indicación de un “llamado” de Dios. El apóstol Pablo y el profeta Jeremías del Antiguo Testamento experimentaron el mismo deseo de comunicar la Palabra de Dios. Pablo dijo:
“Pero cuando anuncio el evangelio, no puedo gloriarme, porque me veo obligado a hacerlo. ¡Ay de mí si no anunciara el evangelio!” (1 Corintios 9:16). Ser “obligado” a predicar significa ser impulsado hacia adelante por una compulsión irresistible e innegable de hacerlo. Jeremías describió la compulsión como un “
fuego ardiente” (Jeremías 20:8-9) que no se podía sofocar. Tratar de contenerlo lo cansaba.
En segundo lugar, hay indicadores objetivos del llamado de Dios a predicar. Si la respuesta a los primeros esfuerzos de predicación es positiva, esto es una buena indicación de que el predicador potencial tiene el don de didáctica, el don de enseñar, proveniente del Espíritu Santo (Efesios 4:11). Todo predicador debe ser, ante todo, un maestro de la Palabra de Dios, transmitiéndola de manera clara y concisa y aplicándola personalmente a los oyentes. Los líderes de la iglesia son, por lo general, los mejores para determinar si un hombre tiene este don. Tambien es importante que los lideres exhorten al prospecto a buscar la capacitacion y el discipulado que se requiere para realizar esta obra de manera integra. Si están de acuerdo en que lo tiene, el predicador potencial debe ser examinado por los líderes en cuanto a su carácter, como se describe en los requisitos para los ancianos en 1 Timoteo 3 y Tito 1. Estas dos afirmaciones de la iglesia son otra indicación del llamado de Dios.
Por último, todo el proceso debe estar bañado de oración en cada paso del camino. Si Dios verdaderamente está llamando a un hombre a predicar, lo confirmará de muchas maneras. Si sientes que estás siendo llamado a predicar, busca el rostro de Dios y pídele que se abran puertas para más oportunidades y más confirmaciones, tanto internas como externas. Pide también que se cierren puertas si no es Su voluntad continuar. Ten ánimo en el hecho de que Dios tiene el control soberano de todas las cosas y hará que “todas las cosas ayuden al bien de quienes lo aman, quienes han sido llamados de acuerdo con Su propósito” (Romanos 8:28). Si Él te ha llamado a predicar, ese llamado no será rechazado.
Saludos