Hola amigos:
Soy Israel y me da mucho gusto poder compartirles una reflexión que escribí hace tiempo. Esto que narro es un acontecimiento real, es veridico, es algo que le ocurrió a un amigo y que me contó..y que pues me hizo pensar en qué es lo que yo hubiera hecho en una situación similar... pero luego pensé...¿Qué es lo que a Dios le hubiera gustado que yo hubiera hecho, si estuviera en la misma situación?...
Así que me puse a encontrar la respuesta a la duda en la Biblia. Lo cual se los comparto con mucho cariño, esperando que sea de bendición para ustedes como lo es ahora para mi, ya que al primero que se lo dirijí cuando lo escribí fue a mi mismo.
Dios los bendiga.
atte.
Israel.
"¿Cómo lees?"
Tengo un amigo que me escribió un correo electrónico contándome de una situación que le había tocado vivir en una fiesta. Este amigo estaba muy triste, se notaba en cada una de sus palabras que su corazón estaba muy adolorido, ya que lo que había experimentado acerca de lo que es verdaderamente amar al prójimo, él y ninguno de los que estaban en aquella fiesta lo habían practicado.
Mi amigo en su correo electrónico me relató que mientras él y sus “amigos”, o mejor dicho sus compañeros en la parranda, se encontraban en una fiesta de pronto notaron a un muchacho tirado en el suelo completamente inmóvil, desmayado. Este muchacho se encontraba tumbado quizás en un rincón de la casa, o en algún lugar similar ya que en aquella carta me narra que la gente pasaba y pasaba alrededor de él ignorándolo.
Quizás uno se podría aventurar a imaginar aquella escena, en donde están presentes vicios como el consumo de alcohol, del cigarro y las drogas y que de pronto notar a un joven o jovencita desmayados en un sillón o en el suelo es algo “normal”, enfatizo, que si esto es “lo normal”, qué vergonzoso y doloroso es saber lo bajo que han quedado los límites. Qué triste es saber que jóvenes pasaban alrededor de él y no se condolían, ni hacían el esfuerzo para auxiliar a aquél joven, que si en un supuesto caso estaba completamente emborrachado, lo mejor hubiera sido haberlo llevado a su casa en un taxi, en donde iba a estar seguro y no se expondría a que quizás le robaran sus pertenencias, o en el peor de los casos hasta ser abusado sexualmente.
Pero no, no se preocupaban en saber si aquel joven necesitaba ayuda. Qué triste saber que los jóvenes demuestren lo endurecido que ya está su corazón, y que no les duela mirar a alguien en esta situación en la que un joven esta tirado en el suelo, en medio de una fiesta, habiendo jóvenes a su alrededor que caminaban esquivándolo y quizás pensando en sus corazones y murmurando entre ellos que “aquél joven se buscó esa situación”, y diciendo, “yo porque lo voy a ayudar, si es su bronca”, o “a mí qué me importa, yo estoy bien para qué me meto en problemas batallando con este”. Y si es así como también nosotros pensamos, si algunos están pensando: “pues claro, que sufra para que aprenda”, déjame decirte que no estás actuando o pensando cómo es grato al Señor.
Veamos nuevamente lo que dice a palabra de Dios:
Lucas 10: 25-37
25 Y he aquí un intérprete de la ley se levantó y dijo, para probarle: Maestro, ¿haciendo qué cosa heredaré la vida eterna?
26 Él le dijo: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees?
27 Aquél, respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu próximo como a ti mismo.
28 Y le dijo: Bien has respondido; haz esto y vivirás.
29 Pero él, queriendo justificarse a sí mismo dijo a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo?
30 Respondiendo Jesús, dijo: Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron; e hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto.
31 Aconteció que descendió un sacerdote por aquél camino, y viéndole, pasó de largo.
32 Asimismo un levita, llegando cerca de aquél lugar, y viéndole pasó de largo.
33 Pero un samaritano, que iba de camino, vino cerca de él, y viéndole, fue movido a misericordia;
34 y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole en su cabalgadura, lo llevó al mesón, y cuidó de él.
35 Otro día al partir, sacó dos denarios, y los dio al mesonero, y le dijo: Cuídamele; y todo lo que gastes de más, yo te lo pagaré cuando regrese.
36 ¿Quién, pues, te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones?
37 Él dijo: El que usó de misericordia con él. Entonces Jesús le dijo: Ve, y haz tú lo mismo.
En la Palabra de Dios Jesús plantea una situación muy similar a la que les voy aterminar de narrar. Pero primero terminemos de observar lo que Jesús nos cuenta en su parabola; vemos que en ella un hombre que descendía de Jerusalén a Jericó había sido asaltado por unos ladrones, los cuales le despojaron; e hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto. Estos ladrones seguramente aprovechando la superioridad numérica propinaron una terrible golpiza a aquél pobre hombre. No fueron sólo unas patadas o unos cuentos puñetazos, sino que usaron la violencia contra aquél hombre a tal grado que lo habían dejado medio muerto.
Luego dice que un sacerdote que descendía por aquél camino viéndole, pasó de largo, y que de igual manera luego descendió un levita, llegando cerca de aquél lugar, y viéndole pasó de largo. Tanto el sacerdote como el levita seguramente conocían la ley, conocían la palabra de Dios, o mejor dicho, como seguramente muchos religiosos de aquél entonces, ellos decían conocerla. Pero ¿hacían lo que decía la palabra?
Antes de continuar estudiando lo que la palabra de Dios nos dice, terminaré de narrar la anécdota que me refirió mi amigo.
Resulta que después de un largo rato mi amigo notó que aquél muchacho que estaba tirado seguía sin moverse. Finalmente algo preocupado, o quizá sólo por curiosidad se acercó hasta el joven desmayado y cuando estuvo lo suficiente mente cerca como para mirar su rostro, notó que aquél muchacho tenía fuertes hematomas y raspaduras en su rostro y manos, además habían rastros de sangre seca en la cabeza, sus fosas nasales, labios y hasta en la ropa; también había notado que tenía un brazo roto. Entonces finalmente mi amigo preguntó a la persona más próxima a él, otro joven alcoholizado que estaba parado a quizá medio metro, que si conocían a este joven desfallecido y que qué era lo que le había pasado. El que estaba en pie le respondió que su “amigo”, mientras se encontraba en su borrachera para su mala fortuna se había encontrado con unos sujetos que lo habían golpeado en la calle y que posteriormente habían huido. Mi amigo entonces le preguntó que porqué no lo habían llevado a un hospital, pues se veía grave la condición de aquél pobre joven, a lo que le respondieron que “después que terminara la fiesta lo llevarían”. Mi amigo volvió a insistir sólo una vez más, y tras la negativa se dio la vuelta, y regreso a un lado de aquellos que igualmente habían notado al joven tirado y que continuaron conviviendo en aquella fiesta.
Quizás algunos moverán la cabeza en forma reprobatoria, y pensarán que aquello fue una actitud egoísta, irresponsable, indigna, una actitud que demuestra una falta total de sensibilidad y de compromiso, una falta total de amor al prójimo.
Regresemos a la que la palabra de Dios nos dice nuevamente. En esta parábola que surge como respuesta por parte de Jesús, a un intérprete de la ley que le preguntaba en un principio para probarle:
Maestro, ¿haciendo qué cosa heredaré la vida eterna?
Noten que Jesús no le da la respuesta, sino que le contesta:
¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees?
Este par de preguntas que Jesús le hace al intérprete de la ley ponen al descubierto que aquél que se dice “conocedor de la ley” en realidad no está entendiendo lo que está leyendo. Hay un dicho mundano que dice: “Tener la respuesta, no significa conocer la verdad”. Aquél interprete de la ley contesta al par de preguntas que Jesús le había hecho con la respuesta correcta diciendo:
Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu próximo como a ti mismo.
Entonces Jesús le contesta:
Bien has respondido; haz esto y vivirás.
Es decir, Jesús le hace ver a este intérprete de la ley que aquél que heredará la vida eterna no es el que memorice los textos o que los interprete solamente, sino aquél que HAGA lo que la palabra dice que debemos hacer. Recordando que la Salvación es por GRACIA (Favor inmerecido).
Romanos 6:23
Porque la paga del pecado es muerte, más la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.
Es por eso que el Señor dice en:
Juan 5: 24 De cierto, de cierto os digo: el que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida.
Y no me mal interpreten, no digo que está mal memorizar la palabra, de hecho hay que procurar hacerlo, porque como dice la palabra de Dios
Salmo 119:105
Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino.
Más sin embargo Jesús puntualiza diciendo: HAZ ESTO Y VIVIRÁS.
Alguien que “oye la palabra” pero que sobre todo verdaderamente “CREE” EN DIOS, como dice la palabra: “CREE AL QUE ME ENVIÓ”, además de tener la completa certeza de que nuestro Señor Jesucristo murió en la cruz, fue sepultado y resucitó al tercer día para el perdón de nuestros pecados, también HACE LO QUE DIOS HA PEDIDO QUE HAGAMOS.
Juan 15:12-14
12 Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado.
13 Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos.
14 Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando.
A veces pensamos que cumplimos con congregarnos, y escuchar la palabra y leer un par de versículos. Y aunque es verdad que la Salvación es eterna y no se pierde, esto no quiere decir que no debemos ya ahora no hacer el bien, todo lo contrario debemos seguir haciendo el bien; no para salvación pues nuestro Señor Jesucristo ya hizo la mayor de todas las obras, "para que todo aquél que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna”; sino que debemos esforzarnos y ponernos en las manos de Dios haciendo buenas obras para: "honrar y glorificar a Dios".
Juan 15:8
En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos.
Leamos lo que dice la Palabra en:
Santiago 1: 21-25
21 Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cuál puede salvar vuestras almas.
22 Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos.
23 Porque si alguno es oidor de la palabra, pero no hacedor de ella, este es semejante al hombre que considera en el espejo su rostro natural.
24 porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era.
25 Más el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace.
Nuevamente, entonces el Señor le ha dicho al intérprete de la ley: HAZ esto y vivirás.
Y luego dice la palabra que aquél intérprete de la ley “queriendo justificarse a sí mismo dijo a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo?”.
Mientras les narraba la experiencia que mi amigo me había contado, les comenté también acerca de los pensamientos y comentarios que quizás muchos de los jóvenes que estaban en aquella fiesta hacían para justificarse a sí mismos, para no haber ido a auxiliar a aquél pobre muchacho. Frases interrogativas como: “¿Y yo porque lo voy a ayudar, si es su bronca?”, o “¿Y a mí que me importa, yo estoy bien para qué me meto en problemas batallando con este?”.
El intérprete de la ley no es que NO supiera quién es el prójimo, porque dice la palabra que él: “queriendo justificarse a sí mismo dijo a Jesús: “¿Y quién es mi prójimo?”.
¿Cómo sabemos que el intérprete no estaba siendo sincero en su pregunta? Lo sabemos porque Jesús conoce el pensamiento que hay en el corazón de los hombres.
Juan 2:24,25
24 Pero Jesús mismo no se fiaba de ellos, porque conocía a todos,
25 y no tenía necesidad de que nadie le diese testimonio del hombre, pues él sabía lo que había en el hombre.
Lucas 5:21,22
21 Entonces los escribas y los fariseos comenzaron a cavilar, diciendo: ¿Quién es este que habla blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Dios?
22 Jesús entonces, conociendo los pensamientos de ellos, respondiendo les dijo: ¿Qué caviláis en vuestros corazones?
El intérprete lo que estaba haciendo era poner escusas para justificar que quizás nunca había ayudado a su prójimo, a sabiendas que debía hacerlo porque Dios lo manda, por amor y no por que "se esta comprando un boleto". Además fue el mismo interprete el que respondió en forma correcta la pregunta que Jesús le hizo con el primero y más grande de todos los mandamientos, junto al segundo que es similar: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu próximo como a ti mismo.
Aún así el Señor nos da ejemplo de enorme paciencia y misericordia, y responde al intérprete de la ley aquella pregunta cobarde que en realidad buscaba rehuir de la responsabilidad con Dios y el prójimo.
Lucas 10: 30-35
30 Respondiendo Jesús, dijo: Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron; e hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto.
31 Aconteció que descendió un sacerdote por aquél camino, y viéndole, pasó de largo.
32 Asimismo un levita, llegando cerca de aquél lugar, y viéndole pasó de largo.
33 Pero un samaritano, que iba de camino, vino cerca de él, y viéndole, fue movido a misericordia;
34 y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole en su cabalgadura, lo llevó al mesón, y cuidó de él.
35 Otro día al partir, sacó dos denarios, y los dio al mesonero, y le dijo: Cuídamele; y todo lo que gastes de más, yo te lo pagaré cuando regrese.
36 ¿Quién, pues, te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones?
37 Él dijo: El que usó de misericordia con él. Entonces Jesús le dijo: Ve, y haz tú lo mismo.
Al referir Jesús esta parábola del buen Samaritano, donde se nos enseña quién es el que ama al prójimo, es decir: Quién es el que hace lo que Dios pide que hagamos diciéndole: Ve, y haz tú lo mismo.
También se nos instruye acerca de no “ juzgar a los demás”, ya que no fue ni el sacerdote, ni el levita los que ayudaron al hombre que venía de Jerusalén bajando a Jericó, y que seguro ya habían leído la palabra de Dios, recordando que los levitas conocían la ley, ya que eran a los que por heredad Dios los había apartado para sí mismo, y de quienes uno esperaría por consiguiente que por lo menos de alguno de ellos viniera el ejemplo de lo que es “amar al prójimo”;ya que ellos vieron al hombre medio muerto y pasaron de largo.
Quizás en sus mentes ellos también pensaron cosas como:
“este seguro se lo buscó”, o “¿Y yo por qué lo voy a ayudar?, es su bronca, su problema”, o “¿a mí que me importa, yo estoy bien con Dios, para qué me meto en problemas batallando con este?”
A lo mejor hasta pensaron que era “normal” que aquél estando borracho se había caído, o quedado dormido ¿no creen?
Pero un habitante de Samaria, era el que verdaderamente había hecho lo que Dios pide: tener misericordia, "amar al prójimo".
Además el sacerdote y el levita, hicieron distinción de a quien ayudar, o mejor dicho, de a quién no ayudar y se comportaron como aquél juez de malos pensamientos:
Santiago 2:4,8-9
4 ¿No hacéis distinciones entre vosotros mismos, y venís a ser jueces con malos pensamientos?
8 Si en verdad cumplís la ley real, conforme a la escritura: Amarás a tu prójimo como a ti mismo, bien hacéis;
9 pero si hacéis acepción de personas, cometéis pecado, y quedáis convictos por la ley como trasgresores.
Qué terrible es saber que los jóvenes de aquella fiesta a la que asistió mi amigo, incluyéndolo a él, aunque él ahora ya se ha arrepentido de haber actuado de esa manera, y que seguro Dios lo ha perdonado de su pecado, si ya lo ha confesado con verdadero arrepentimiento y no sólo con remordimiento; son jóvenes que no tienen misericordia ni amor al prójimo, y que serán los que conformen nuestras futuras generaciones, y que serán nuestros abogados de corazón duro, o nuestros médicos sin sentimientos nobles, y nuestros servidores públicos de justificaciones cobardes....pero ¿y yo cómo me estoy comportando?
Por ultimo aclaro, no estoy diciendo que ahora vayas a fiestas donde hay consumo de alcohol o hasta drogas, no tienes que ahora ponerte a buscar a "aquél joven o jovencita" en problemas de adicciones dentro de las fiestas, estando tu, si TU como uno más que disfruta de aquel ambiente que a OTROS esta destruyendo, en el mismo ambiente que a tu PROJIMO esta destruyendo. No vayas querido joven o jovencita, amigo a pretender ir a dar "Buen Testimonio" en un lugar donde No estas dando buen testimonio. Te invito, como un consejo a hacerlo, si te sientes movido a hacerlo, cuando veas a aquél joven en problemas de alcoholismo o drogadicción un poco más en sus cinco sentidos, cuando este más lucido...ya sea en el colegio, o en el mercado, o cuando los miras por la mañana o por la tarde. Es un consejo, y no vayas con tus propias fuerzas como si pudieras hacerlo por ti mismo pues NADA podemos hacer sin Jesucristo.
Juan 15:5
Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mi, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mi nada podeis hacer.
Aquél interprete de la ley “Tenía la respuesta, pero no la conocía”.
Finalmente dejo un par de preguntas que nos deja nuestro Señor Jesucristo y que me hago yo mismo:
Lucas 10: 26
26 Él le dijo: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees?
Soy Israel y me da mucho gusto poder compartirles una reflexión que escribí hace tiempo. Esto que narro es un acontecimiento real, es veridico, es algo que le ocurrió a un amigo y que me contó..y que pues me hizo pensar en qué es lo que yo hubiera hecho en una situación similar... pero luego pensé...¿Qué es lo que a Dios le hubiera gustado que yo hubiera hecho, si estuviera en la misma situación?...
Así que me puse a encontrar la respuesta a la duda en la Biblia. Lo cual se los comparto con mucho cariño, esperando que sea de bendición para ustedes como lo es ahora para mi, ya que al primero que se lo dirijí cuando lo escribí fue a mi mismo.
Dios los bendiga.
atte.
Israel.
"¿Cómo lees?"
Tengo un amigo que me escribió un correo electrónico contándome de una situación que le había tocado vivir en una fiesta. Este amigo estaba muy triste, se notaba en cada una de sus palabras que su corazón estaba muy adolorido, ya que lo que había experimentado acerca de lo que es verdaderamente amar al prójimo, él y ninguno de los que estaban en aquella fiesta lo habían practicado.
Mi amigo en su correo electrónico me relató que mientras él y sus “amigos”, o mejor dicho sus compañeros en la parranda, se encontraban en una fiesta de pronto notaron a un muchacho tirado en el suelo completamente inmóvil, desmayado. Este muchacho se encontraba tumbado quizás en un rincón de la casa, o en algún lugar similar ya que en aquella carta me narra que la gente pasaba y pasaba alrededor de él ignorándolo.
Quizás uno se podría aventurar a imaginar aquella escena, en donde están presentes vicios como el consumo de alcohol, del cigarro y las drogas y que de pronto notar a un joven o jovencita desmayados en un sillón o en el suelo es algo “normal”, enfatizo, que si esto es “lo normal”, qué vergonzoso y doloroso es saber lo bajo que han quedado los límites. Qué triste es saber que jóvenes pasaban alrededor de él y no se condolían, ni hacían el esfuerzo para auxiliar a aquél joven, que si en un supuesto caso estaba completamente emborrachado, lo mejor hubiera sido haberlo llevado a su casa en un taxi, en donde iba a estar seguro y no se expondría a que quizás le robaran sus pertenencias, o en el peor de los casos hasta ser abusado sexualmente.
Pero no, no se preocupaban en saber si aquel joven necesitaba ayuda. Qué triste saber que los jóvenes demuestren lo endurecido que ya está su corazón, y que no les duela mirar a alguien en esta situación en la que un joven esta tirado en el suelo, en medio de una fiesta, habiendo jóvenes a su alrededor que caminaban esquivándolo y quizás pensando en sus corazones y murmurando entre ellos que “aquél joven se buscó esa situación”, y diciendo, “yo porque lo voy a ayudar, si es su bronca”, o “a mí qué me importa, yo estoy bien para qué me meto en problemas batallando con este”. Y si es así como también nosotros pensamos, si algunos están pensando: “pues claro, que sufra para que aprenda”, déjame decirte que no estás actuando o pensando cómo es grato al Señor.
Veamos nuevamente lo que dice a palabra de Dios:
Lucas 10: 25-37
25 Y he aquí un intérprete de la ley se levantó y dijo, para probarle: Maestro, ¿haciendo qué cosa heredaré la vida eterna?
26 Él le dijo: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees?
27 Aquél, respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu próximo como a ti mismo.
28 Y le dijo: Bien has respondido; haz esto y vivirás.
29 Pero él, queriendo justificarse a sí mismo dijo a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo?
30 Respondiendo Jesús, dijo: Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron; e hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto.
31 Aconteció que descendió un sacerdote por aquél camino, y viéndole, pasó de largo.
32 Asimismo un levita, llegando cerca de aquél lugar, y viéndole pasó de largo.
33 Pero un samaritano, que iba de camino, vino cerca de él, y viéndole, fue movido a misericordia;
34 y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole en su cabalgadura, lo llevó al mesón, y cuidó de él.
35 Otro día al partir, sacó dos denarios, y los dio al mesonero, y le dijo: Cuídamele; y todo lo que gastes de más, yo te lo pagaré cuando regrese.
36 ¿Quién, pues, te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones?
37 Él dijo: El que usó de misericordia con él. Entonces Jesús le dijo: Ve, y haz tú lo mismo.
En la Palabra de Dios Jesús plantea una situación muy similar a la que les voy aterminar de narrar. Pero primero terminemos de observar lo que Jesús nos cuenta en su parabola; vemos que en ella un hombre que descendía de Jerusalén a Jericó había sido asaltado por unos ladrones, los cuales le despojaron; e hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto. Estos ladrones seguramente aprovechando la superioridad numérica propinaron una terrible golpiza a aquél pobre hombre. No fueron sólo unas patadas o unos cuentos puñetazos, sino que usaron la violencia contra aquél hombre a tal grado que lo habían dejado medio muerto.
Luego dice que un sacerdote que descendía por aquél camino viéndole, pasó de largo, y que de igual manera luego descendió un levita, llegando cerca de aquél lugar, y viéndole pasó de largo. Tanto el sacerdote como el levita seguramente conocían la ley, conocían la palabra de Dios, o mejor dicho, como seguramente muchos religiosos de aquél entonces, ellos decían conocerla. Pero ¿hacían lo que decía la palabra?
Antes de continuar estudiando lo que la palabra de Dios nos dice, terminaré de narrar la anécdota que me refirió mi amigo.
Resulta que después de un largo rato mi amigo notó que aquél muchacho que estaba tirado seguía sin moverse. Finalmente algo preocupado, o quizá sólo por curiosidad se acercó hasta el joven desmayado y cuando estuvo lo suficiente mente cerca como para mirar su rostro, notó que aquél muchacho tenía fuertes hematomas y raspaduras en su rostro y manos, además habían rastros de sangre seca en la cabeza, sus fosas nasales, labios y hasta en la ropa; también había notado que tenía un brazo roto. Entonces finalmente mi amigo preguntó a la persona más próxima a él, otro joven alcoholizado que estaba parado a quizá medio metro, que si conocían a este joven desfallecido y que qué era lo que le había pasado. El que estaba en pie le respondió que su “amigo”, mientras se encontraba en su borrachera para su mala fortuna se había encontrado con unos sujetos que lo habían golpeado en la calle y que posteriormente habían huido. Mi amigo entonces le preguntó que porqué no lo habían llevado a un hospital, pues se veía grave la condición de aquél pobre joven, a lo que le respondieron que “después que terminara la fiesta lo llevarían”. Mi amigo volvió a insistir sólo una vez más, y tras la negativa se dio la vuelta, y regreso a un lado de aquellos que igualmente habían notado al joven tirado y que continuaron conviviendo en aquella fiesta.
Quizás algunos moverán la cabeza en forma reprobatoria, y pensarán que aquello fue una actitud egoísta, irresponsable, indigna, una actitud que demuestra una falta total de sensibilidad y de compromiso, una falta total de amor al prójimo.
Regresemos a la que la palabra de Dios nos dice nuevamente. En esta parábola que surge como respuesta por parte de Jesús, a un intérprete de la ley que le preguntaba en un principio para probarle:
Maestro, ¿haciendo qué cosa heredaré la vida eterna?
Noten que Jesús no le da la respuesta, sino que le contesta:
¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees?
Este par de preguntas que Jesús le hace al intérprete de la ley ponen al descubierto que aquél que se dice “conocedor de la ley” en realidad no está entendiendo lo que está leyendo. Hay un dicho mundano que dice: “Tener la respuesta, no significa conocer la verdad”. Aquél interprete de la ley contesta al par de preguntas que Jesús le había hecho con la respuesta correcta diciendo:
Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu próximo como a ti mismo.
Entonces Jesús le contesta:
Bien has respondido; haz esto y vivirás.
Es decir, Jesús le hace ver a este intérprete de la ley que aquél que heredará la vida eterna no es el que memorice los textos o que los interprete solamente, sino aquél que HAGA lo que la palabra dice que debemos hacer. Recordando que la Salvación es por GRACIA (Favor inmerecido).
Romanos 6:23
Porque la paga del pecado es muerte, más la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.
Es por eso que el Señor dice en:
Juan 5: 24 De cierto, de cierto os digo: el que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida.
Y no me mal interpreten, no digo que está mal memorizar la palabra, de hecho hay que procurar hacerlo, porque como dice la palabra de Dios
Salmo 119:105
Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino.
Más sin embargo Jesús puntualiza diciendo: HAZ ESTO Y VIVIRÁS.
Alguien que “oye la palabra” pero que sobre todo verdaderamente “CREE” EN DIOS, como dice la palabra: “CREE AL QUE ME ENVIÓ”, además de tener la completa certeza de que nuestro Señor Jesucristo murió en la cruz, fue sepultado y resucitó al tercer día para el perdón de nuestros pecados, también HACE LO QUE DIOS HA PEDIDO QUE HAGAMOS.
Juan 15:12-14
12 Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado.
13 Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos.
14 Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando.
A veces pensamos que cumplimos con congregarnos, y escuchar la palabra y leer un par de versículos. Y aunque es verdad que la Salvación es eterna y no se pierde, esto no quiere decir que no debemos ya ahora no hacer el bien, todo lo contrario debemos seguir haciendo el bien; no para salvación pues nuestro Señor Jesucristo ya hizo la mayor de todas las obras, "para que todo aquél que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna”; sino que debemos esforzarnos y ponernos en las manos de Dios haciendo buenas obras para: "honrar y glorificar a Dios".
Juan 15:8
En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos.
Leamos lo que dice la Palabra en:
Santiago 1: 21-25
21 Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cuál puede salvar vuestras almas.
22 Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos.
23 Porque si alguno es oidor de la palabra, pero no hacedor de ella, este es semejante al hombre que considera en el espejo su rostro natural.
24 porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era.
25 Más el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace.
Nuevamente, entonces el Señor le ha dicho al intérprete de la ley: HAZ esto y vivirás.
Y luego dice la palabra que aquél intérprete de la ley “queriendo justificarse a sí mismo dijo a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo?”.
Mientras les narraba la experiencia que mi amigo me había contado, les comenté también acerca de los pensamientos y comentarios que quizás muchos de los jóvenes que estaban en aquella fiesta hacían para justificarse a sí mismos, para no haber ido a auxiliar a aquél pobre muchacho. Frases interrogativas como: “¿Y yo porque lo voy a ayudar, si es su bronca?”, o “¿Y a mí que me importa, yo estoy bien para qué me meto en problemas batallando con este?”.
El intérprete de la ley no es que NO supiera quién es el prójimo, porque dice la palabra que él: “queriendo justificarse a sí mismo dijo a Jesús: “¿Y quién es mi prójimo?”.
¿Cómo sabemos que el intérprete no estaba siendo sincero en su pregunta? Lo sabemos porque Jesús conoce el pensamiento que hay en el corazón de los hombres.
Juan 2:24,25
24 Pero Jesús mismo no se fiaba de ellos, porque conocía a todos,
25 y no tenía necesidad de que nadie le diese testimonio del hombre, pues él sabía lo que había en el hombre.
Lucas 5:21,22
21 Entonces los escribas y los fariseos comenzaron a cavilar, diciendo: ¿Quién es este que habla blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Dios?
22 Jesús entonces, conociendo los pensamientos de ellos, respondiendo les dijo: ¿Qué caviláis en vuestros corazones?
El intérprete lo que estaba haciendo era poner escusas para justificar que quizás nunca había ayudado a su prójimo, a sabiendas que debía hacerlo porque Dios lo manda, por amor y no por que "se esta comprando un boleto". Además fue el mismo interprete el que respondió en forma correcta la pregunta que Jesús le hizo con el primero y más grande de todos los mandamientos, junto al segundo que es similar: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu próximo como a ti mismo.
Aún así el Señor nos da ejemplo de enorme paciencia y misericordia, y responde al intérprete de la ley aquella pregunta cobarde que en realidad buscaba rehuir de la responsabilidad con Dios y el prójimo.
Lucas 10: 30-35
30 Respondiendo Jesús, dijo: Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron; e hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto.
31 Aconteció que descendió un sacerdote por aquél camino, y viéndole, pasó de largo.
32 Asimismo un levita, llegando cerca de aquél lugar, y viéndole pasó de largo.
33 Pero un samaritano, que iba de camino, vino cerca de él, y viéndole, fue movido a misericordia;
34 y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole en su cabalgadura, lo llevó al mesón, y cuidó de él.
35 Otro día al partir, sacó dos denarios, y los dio al mesonero, y le dijo: Cuídamele; y todo lo que gastes de más, yo te lo pagaré cuando regrese.
36 ¿Quién, pues, te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones?
37 Él dijo: El que usó de misericordia con él. Entonces Jesús le dijo: Ve, y haz tú lo mismo.
Al referir Jesús esta parábola del buen Samaritano, donde se nos enseña quién es el que ama al prójimo, es decir: Quién es el que hace lo que Dios pide que hagamos diciéndole: Ve, y haz tú lo mismo.
También se nos instruye acerca de no “ juzgar a los demás”, ya que no fue ni el sacerdote, ni el levita los que ayudaron al hombre que venía de Jerusalén bajando a Jericó, y que seguro ya habían leído la palabra de Dios, recordando que los levitas conocían la ley, ya que eran a los que por heredad Dios los había apartado para sí mismo, y de quienes uno esperaría por consiguiente que por lo menos de alguno de ellos viniera el ejemplo de lo que es “amar al prójimo”;ya que ellos vieron al hombre medio muerto y pasaron de largo.
Quizás en sus mentes ellos también pensaron cosas como:
“este seguro se lo buscó”, o “¿Y yo por qué lo voy a ayudar?, es su bronca, su problema”, o “¿a mí que me importa, yo estoy bien con Dios, para qué me meto en problemas batallando con este?”
A lo mejor hasta pensaron que era “normal” que aquél estando borracho se había caído, o quedado dormido ¿no creen?
Pero un habitante de Samaria, era el que verdaderamente había hecho lo que Dios pide: tener misericordia, "amar al prójimo".
Además el sacerdote y el levita, hicieron distinción de a quien ayudar, o mejor dicho, de a quién no ayudar y se comportaron como aquél juez de malos pensamientos:
Santiago 2:4,8-9
4 ¿No hacéis distinciones entre vosotros mismos, y venís a ser jueces con malos pensamientos?
8 Si en verdad cumplís la ley real, conforme a la escritura: Amarás a tu prójimo como a ti mismo, bien hacéis;
9 pero si hacéis acepción de personas, cometéis pecado, y quedáis convictos por la ley como trasgresores.
Qué terrible es saber que los jóvenes de aquella fiesta a la que asistió mi amigo, incluyéndolo a él, aunque él ahora ya se ha arrepentido de haber actuado de esa manera, y que seguro Dios lo ha perdonado de su pecado, si ya lo ha confesado con verdadero arrepentimiento y no sólo con remordimiento; son jóvenes que no tienen misericordia ni amor al prójimo, y que serán los que conformen nuestras futuras generaciones, y que serán nuestros abogados de corazón duro, o nuestros médicos sin sentimientos nobles, y nuestros servidores públicos de justificaciones cobardes....pero ¿y yo cómo me estoy comportando?
Por ultimo aclaro, no estoy diciendo que ahora vayas a fiestas donde hay consumo de alcohol o hasta drogas, no tienes que ahora ponerte a buscar a "aquél joven o jovencita" en problemas de adicciones dentro de las fiestas, estando tu, si TU como uno más que disfruta de aquel ambiente que a OTROS esta destruyendo, en el mismo ambiente que a tu PROJIMO esta destruyendo. No vayas querido joven o jovencita, amigo a pretender ir a dar "Buen Testimonio" en un lugar donde No estas dando buen testimonio. Te invito, como un consejo a hacerlo, si te sientes movido a hacerlo, cuando veas a aquél joven en problemas de alcoholismo o drogadicción un poco más en sus cinco sentidos, cuando este más lucido...ya sea en el colegio, o en el mercado, o cuando los miras por la mañana o por la tarde. Es un consejo, y no vayas con tus propias fuerzas como si pudieras hacerlo por ti mismo pues NADA podemos hacer sin Jesucristo.
Juan 15:5
Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mi, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mi nada podeis hacer.
Aquél interprete de la ley “Tenía la respuesta, pero no la conocía”.
Finalmente dejo un par de preguntas que nos deja nuestro Señor Jesucristo y que me hago yo mismo:
Lucas 10: 26
26 Él le dijo: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees?