En la instrucción de la beatificación de San Francisco de Sales, declaró como testigo una de las religiosas que le conoció en el primer monasterio de la Visitación de Annecy. Refirió que en una ocasión llevaron ante el obispo de Ginebra (Monseñor Carlos Augusto de Sales, sobrino y sucesor de San Francisco en la sede episcopal) a un hombre joven que, desde hacía cinco años, estaba poseído por el demonio, con el fin de practicarle un exorcismo. Los interrogatorios al poseso se hicieron junto a los restos mortales de San Francisco. Durante una de las sesiones, el demonio exclamó lleno de furia: "¿Por qué he de salir?". Estaba presente una religiosa de las Madres de la Visitación, que al oírle, asustada quizá por el furor demoníaco de la exclamación, invocó a la Virgen: "¡Santa Madre de Dios, rogad por nosotros...". Al oír esas palabras -prosiguió la monja en su declaración- el demonio gritó más fuerte: "¡María, María! ¡Para mí no hay María! ¡No pronunciéis ese nombre, que me hace estremecer! ¡Si hubiera una María para mí, como la que hay para vosotros, yo no sería lo que soy! Pero para mí no hay María". Sobrecogidos por la escena, algunos de los que estaban presentes rompieron a llorar. El demonio continuó: "¡Si yo tuviese un instante de los muchos que vosotros perdéis…! ¡Un solo instante y una María, y yo no sería un demonio!". (Tomado de Federico Suárez, "La pasión de Nuestro Señor Jesucristo", pág. 219-221).
PALABRAS DE LA VIRGEN MARIA A PEDRO REGIS EN SUS APARICIONES EN BRAZIL
Al alma que rece Mi Rosario todos los días con amor, Yo Misma la llevaré y la colocaré en la primera fila, más próxima, junto del trono de la Santísima Trinidad en el Cielo, para que ahí reciba un mayor gozo y una mayor participación de la felicidad infinita que los bienaventurados tienen en el Cielo.
Al alma que rece y ame Mi Rosario verdaderamente, Yo la llevaré y la colocaré en el lugar que dejaron vacío los ángeles malos al rebelarse contra Dios y después cuando cayeron del Cielo. Sí, Mis hijos que más amaren Mi Rosario, Yo os colocaré en el lugar de los ángeles decaídos para llenar aquellas moradas que aquellos ángeles malvados dejaron vacío. Esos hijos Míos que recen Mi Rosario y lo amen tiernamente, esos hijos Míos... Yo misma, os colocaré lo más junto posible de Mi trono en el Cielo donde Yo les daré un sorbo singular de conocimiento de Mis misterios, de los misterios divinos y de Mi amor que no daré a las otras almas que no fueren tan devotas de Mi Rosario.
Yo os digo hijos Míos, el desdén, el desprecio por el Santo Rosario, es una señal clara de condenación eterna; en cuanto que el amor, la devoción a Mi Sacratísimo Rosario, es señal clara de salvación eterna. La devoción a Mi Rosario, el Señor solo la da y solo la conserva en aquellos a quien Él quiere salvar y a quien Él ama con un amor de predilección.
PALABRAS DE LA VIRGEN MARIA A PEDRO REGIS EN SUS APARICIONES EN BRAZIL
Al alma que rece Mi Rosario todos los días con amor, Yo Misma la llevaré y la colocaré en la primera fila, más próxima, junto del trono de la Santísima Trinidad en el Cielo, para que ahí reciba un mayor gozo y una mayor participación de la felicidad infinita que los bienaventurados tienen en el Cielo.
Al alma que rece y ame Mi Rosario verdaderamente, Yo la llevaré y la colocaré en el lugar que dejaron vacío los ángeles malos al rebelarse contra Dios y después cuando cayeron del Cielo. Sí, Mis hijos que más amaren Mi Rosario, Yo os colocaré en el lugar de los ángeles decaídos para llenar aquellas moradas que aquellos ángeles malvados dejaron vacío. Esos hijos Míos que recen Mi Rosario y lo amen tiernamente, esos hijos Míos... Yo misma, os colocaré lo más junto posible de Mi trono en el Cielo donde Yo les daré un sorbo singular de conocimiento de Mis misterios, de los misterios divinos y de Mi amor que no daré a las otras almas que no fueren tan devotas de Mi Rosario.
Yo os digo hijos Míos, el desdén, el desprecio por el Santo Rosario, es una señal clara de condenación eterna; en cuanto que el amor, la devoción a Mi Sacratísimo Rosario, es señal clara de salvación eterna. La devoción a Mi Rosario, el Señor solo la da y solo la conserva en aquellos a quien Él quiere salvar y a quien Él ama con un amor de predilección.