Así es, Ricardo. Gracias por su aporte.
La diferencia entre "ahorrar" y "acumular", en mi opinión, es que el ahorro tiene un objetivo claro: es finalmente un gasto diferido.
La persona ahorrativa se dice a sí misma "No gasto hoy en X porque pienso reunir lo suficiente para gastarlo mañana en Y".
En cambio, el mero acúmulo no tiene objetivos: obedece a una adicción, o a una falsa creencia de que el dinero acumulado me dará protección o paz.
Por eso, para evitar la avaricia, supongo que hay que ponernos metas financieras claras para cada "partida" de dinero que ahorremos. Por ejemplo, voy a ahorrar esta cantidad de dólares para la educación de mis hijos / el viaje a Tierra Santa / mi retiro y vejez por 20 años. Todo lo que no pueda asignar a una meta clara (y compatible con la vida en el espíritu), es mejor gastarlo para mi satisfacción presente y para el servicio a los demás. Ahí es cuando viene entonces el siguiente problema:
¿Cómo distinguir entre comprar un bien para producirme un placer lícito, de un bien que me impide servir a los demás?
Por ejemplo:
Supongamos que tengo un automóvil modesto pero en muy buenas condiciones que resuelve mi necesidad de transporte.
Hay cientos de niños que no tienen ni una bicicleta y tienen que recorrer largas distancias entre el barro de la calle para llegar a su escuela.
¿Sigo el ejemplo de Jesucristo si me compro un automóvil con mayores comodidades, prestaciones de motor, estética, acabados, etc. o bien debería invertir esa cantidad en comprar bicicletas para esos niños?