¿Qué está pasando en la Iglesia Católica?
¿Por qué tantos escándalos?
Esta información la obtuve el día de hoy en la siguiente dirección: http://www.diariodemonterrey.com/nota.asp?id=18771
El patio trasero de la Iglesia
por Jason Barry • Chicago Tribune
Las recientes denuncias de pedofilia, homosexualismo y abuso sexual contra monjas han puesto a la Curia Romana en crisis, ante la cual se ha mostrado poco diestra en manejar este problema que cimbra a la Iglesia desde sus cimientos
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Algunos reportajes periodísticos acerca de curas africanos que abusan sexualmente de las monjas han puesto en evidencia una vez más la falta de habilidad de la jerarquía del Vaticano para manejar un problema que ha sacudido a la Iglesia moderna hasta sus cimientos. Y no es una sorpresa: hermanas de cinco órdenes religiosas han enviado documentos detallados a las autoridades del Vaticano, quienes los han ignorado durante años.
El 16 de marzo, el National Catholic Reporter, una publicación semanal independiente con sede en la ciudad de Kansas, publicó una larga investigación que se sirvió de los reportes de las hermanas para escudriñar un patrón en África del sub Sahara de mujeres relegadas a papeles “subordinados culturalmente a los hombres”.
Otro factor en el abuso, según el Reporter, es que en “los países devastados por el VIH y el sida, las monjas jóvenes son vistas por los curas como blancos seguros para la actividad sexual”. Los curas que embarazaron monjas, según se reportó, las obligaron a abortar. En un caso, un cura presidió el funeral de una hermana que había embarazado, y que murió al tener un aborto.
Otras agencias de noticias rápidamente obtuvieron copias de los documentos y empezaron a darle seguimiento a los reportes. Los escándalos sexuales en la Iglesia, que alguna vez fueron inimaginables, ya no son raros.
El gran número de casos de pedofilia que involucra a curas llamó fuertemente la atención de los medios en los ’90. Reportes más recientes sobre curas con sida han magnificado las preguntas sobre el celibato y el secreto institucional.
Nuevas organizaciones tienden a separar estos asuntos del papa Juan Pablo II. El papa, que se desempeñó tan brillantemente en el escenario geopolítico durante la caída del comunismo, no puede ser responsable de cada cura. La Iglesia es humana después de todo.
Sin embargo, el estilo de gobernar del papa Juan Pablo II está en discusión.
El papa no tolera desacuerdos en los asuntos internos. Los teólogos que cuestionan las enseñanzas de la Iglesia antigua sobre sexualidad son habitualmente forzados a callar. Según el proceso de protección global del papa Juan Pablo II, ningún cura que alguna vez haya cuestionado la oposición de la Iglesia al control natal puede tener la esperanza de convertirse en arzobispo.
El papa, que insiste en la obediencia incuestionable, ha perdido el control de un problema que despedaza el corazón del catolicismo: la cultura clerical misma.
En 1997, The Hartford Courant reportó que nueve exmiembros de la Legión de Cristo, una orden religiosa que empezó en México, habían acusado al fundador, el padre Maciel Degollado, de haber abusado sexualmente de ellos cuando eran seminaristas en Roma en los años 50 y 60. Los acusadores, ocho mexicanos y un español, afirmaron que el acoso por parte de Maciel los había traumatizado. El padre Maciel, a quien el papa ha señalado como un “modelo en su papel para la juventud católica”, se negó a ser entrevistado. Rechazó las acusaciones después de que The Courant publicara su reportaje.
El Vaticano nunca respondió a las repetidas peticiones de un informe. Una estación televisora de la ciudad de México trasmitió subsecuentemente un documental en el cual los exlegionarios contaban sus historias. Periodistas en España e Italia plantearon más preguntas sobre la orden religiosa insustancial de Maciel.
En 1998, la respuesta del papa fue el nombramiento de Maciel como sínodo de los obispos. ¿Qué explica ese comportamiento institucional?
Cada una de estas historias, ya sea en África, Roma, México o Estados Unidos, refleja una estructura de poder calcificada. El papa Juan Pablo II ha fracasado al enfrentar la magnitud de estos escándalos. Los obispos que le sirven y los intelectuales católicos ortodoxos, que elogian la represión drástica contra los teólogos que cuestionan a la Iglesia, tienen muy poco que decir cuando un escándalo brota.
Católicos anticatólicos
Actualmente, es de rigor para el autor de los ataques contra la Iglesia clamar que es un católico de buena reputación, dice el encolerizado Ralph McInemy, académico de Notre Dame y novelista en un ensayo reciente. "Vivimos en la era de los católicos anticatólicos".
McInemy culpa la cultura popular que abrazó la revolución sexual y a intelectuales católicos en desacuerdo con la encíclica sobre control natal del Papa Pablo VI. Es elogiado por los teólogos liberales. Sin embargo, la decadencia en la cultura clerical no es producto de sus críticos.
El sacerdocio estadounidense está envejeciendo, mientras que el número de seminaristas ha caído 75 por ciento en la última generación. Numerosos estudios muestran que la oposición a la regla del celibato es la razón de la disminución del número de curas y la proporción desequilibrada de homosexuales en el sacerdocio.
Aunque Juan Pablo II sabe de una crisis en la vocación en Europa y Estados Unidos, ha señalado los colegios de seminaristas repletos en el Tercer Mundo como una señal de renovación. Los reportes de monjas violadas en África por curas podría o no ser un ejemplo extremo. Sin embargo, el Vaticano dañó su credibilidad al valorar el problema.
El 18 de febrero de 1995, la hermana Maura O’Donohue, de las Misioneras Médicas de María, le dio información detallada al cardenal Eduardo Martínez, prefecto de la Congregación Vaticana para la Vida Religiosa. Su memorando citó “abusos propagados” de monjas africanas. Las monjas que se embarazaron a menudo fueron forzadas a salir de sus órdenes. Los curas fueron transferidos habitualmente.
En respuesta a las preguntas de los medios, el vocero del Vaticano, Joaquín Navarro Valls, emitió una curiosa declaración.
“Se está trabajando tanto en el entrenamiento de la gente como en la resolución de casos individuales”, afirmó. “Las pocas situaciones negativas no pueden hacer que uno olvide la fe heroica frecuente de la gran mayoría de monjes, monjas y curas”.
Ciertamente existe una fe heroica entre muchas de las monjas y curas, sin embargo, la fe heroica parece faltar en la Curia Romana. ¿Por qué fueron ignorados los reportes de las monjas durante seis años? Que las hermanas filtren documentos de la Iglesia delicados a los medios es en sí mismo una denuncia moral de los trabajos internos del Vaticano.
La segregación sexual es la piedra angular de la forma de gobernar eclesiástica, un sistema sentado en la autoridad de hombres solteros. Cada nueva revelación de los medios expone otra capa en la colmena del secreto sexual, otro encubrimiento.
Los encubrimientos no son nuevos para el reverendo Thomas P. Doyle, cura dominico y capitán de la fuerza armada de Estados Unidos. Doyle, de 56 años, capellán en la base de Tinker, Okla, ha abordado durante mucho tiempo las tácticas de encubrimiento por parte de la jerarquía, primero como miembro, y ahora como soplón. Doyle da testimonio en los tribunales del lado de las víctimas del clero. Su odisea es una señal de la crisis de la Iglesia, escrito con detalle.
En 1970, con una maestría en teología del Instituto Aquinas en Duduque, Iowa, y un título en ley canónica en la Universidad Católica, Doyle trabajaba en la arquediócesis de Chicago asistiendo católicos con anulaciones matrimoniales. En 1988, el arzobispo Pio Laghi, embajador del papa, le pidió que se uniera al grupo de embajadores en Washington como abogado canónico –un puesto vía rápida hacia el cuerpo diplomático del Vaticano y para convertirse en arzobispo.
En 1985, Doyle se involucró en el caso de un cura de Louisiana que había molestado a una gran cantidad de niños. Mientras salían a flote casos similares en otros estados, Doyle se dio cuenta de que los arzobispos no tenían idea de la magnitud de lo que se estaba desarrollando. Se unió con un cura psiquiátrico y un fiscal de defensa penal para escribir un reporte que fue enviado a cada arzobispo estadounidense, en donde se explicaba algunas cuestiones médicas, morales, legales y sobre los medios de comunicación inminentes.
Los oídos sordos del Arzobispado
Los arzobispos ignoraron el reporte. En 1986, en una conferencia de abogados canónicos en New Jersey, Doyle dijo que la pedofilia es el “problema más grande que hemos enfrentado en la Iglesia durante siglos”.
Pronto se dio cuenta de que era una personan non grata en la embajada. Se convirtió en un paria por haberle dicho la verdad al poder. Obstaculizado del liderazgo, su carrera fue bloqueada; Doyle y su clero se cambiaron al ejército.
“Estas hermanas valerosas realizaron su reporte y el Vaticano lo enterró”, afirmó de las noticias provenientes de África. “La maldita justificación del Vaticano fue: investigaremos, pero queremos evitar cualquier escándalo”. Es una vieja táctica, pero la han utilizado muchas veces. Así que ahora están implementando el control de daños.
“No tenemos una división de poderes en la Iglesia católica, como en Estados Unidos con su brazo de ejecutivos y legisladores y sus cortes”, expresó Doyle. “El sistema legal de la Iglesia nació en la Edad Media, cuando la monarquía era la única forma de gobierno”.
Sin una manera de control y balance, continuó, “ciertamente tienes el potencial para la corrupción, y de hecho hay corrupción. El asunto del celibato es un problema grande, y no quieren levantar la tapa".

¿Por qué tantos escándalos?
Esta información la obtuve el día de hoy en la siguiente dirección: http://www.diariodemonterrey.com/nota.asp?id=18771
El patio trasero de la Iglesia
por Jason Barry • Chicago Tribune
Las recientes denuncias de pedofilia, homosexualismo y abuso sexual contra monjas han puesto a la Curia Romana en crisis, ante la cual se ha mostrado poco diestra en manejar este problema que cimbra a la Iglesia desde sus cimientos
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Algunos reportajes periodísticos acerca de curas africanos que abusan sexualmente de las monjas han puesto en evidencia una vez más la falta de habilidad de la jerarquía del Vaticano para manejar un problema que ha sacudido a la Iglesia moderna hasta sus cimientos. Y no es una sorpresa: hermanas de cinco órdenes religiosas han enviado documentos detallados a las autoridades del Vaticano, quienes los han ignorado durante años.
El 16 de marzo, el National Catholic Reporter, una publicación semanal independiente con sede en la ciudad de Kansas, publicó una larga investigación que se sirvió de los reportes de las hermanas para escudriñar un patrón en África del sub Sahara de mujeres relegadas a papeles “subordinados culturalmente a los hombres”.
Otro factor en el abuso, según el Reporter, es que en “los países devastados por el VIH y el sida, las monjas jóvenes son vistas por los curas como blancos seguros para la actividad sexual”. Los curas que embarazaron monjas, según se reportó, las obligaron a abortar. En un caso, un cura presidió el funeral de una hermana que había embarazado, y que murió al tener un aborto.
Otras agencias de noticias rápidamente obtuvieron copias de los documentos y empezaron a darle seguimiento a los reportes. Los escándalos sexuales en la Iglesia, que alguna vez fueron inimaginables, ya no son raros.
El gran número de casos de pedofilia que involucra a curas llamó fuertemente la atención de los medios en los ’90. Reportes más recientes sobre curas con sida han magnificado las preguntas sobre el celibato y el secreto institucional.
Nuevas organizaciones tienden a separar estos asuntos del papa Juan Pablo II. El papa, que se desempeñó tan brillantemente en el escenario geopolítico durante la caída del comunismo, no puede ser responsable de cada cura. La Iglesia es humana después de todo.
Sin embargo, el estilo de gobernar del papa Juan Pablo II está en discusión.
El papa no tolera desacuerdos en los asuntos internos. Los teólogos que cuestionan las enseñanzas de la Iglesia antigua sobre sexualidad son habitualmente forzados a callar. Según el proceso de protección global del papa Juan Pablo II, ningún cura que alguna vez haya cuestionado la oposición de la Iglesia al control natal puede tener la esperanza de convertirse en arzobispo.
El papa, que insiste en la obediencia incuestionable, ha perdido el control de un problema que despedaza el corazón del catolicismo: la cultura clerical misma.
En 1997, The Hartford Courant reportó que nueve exmiembros de la Legión de Cristo, una orden religiosa que empezó en México, habían acusado al fundador, el padre Maciel Degollado, de haber abusado sexualmente de ellos cuando eran seminaristas en Roma en los años 50 y 60. Los acusadores, ocho mexicanos y un español, afirmaron que el acoso por parte de Maciel los había traumatizado. El padre Maciel, a quien el papa ha señalado como un “modelo en su papel para la juventud católica”, se negó a ser entrevistado. Rechazó las acusaciones después de que The Courant publicara su reportaje.
El Vaticano nunca respondió a las repetidas peticiones de un informe. Una estación televisora de la ciudad de México trasmitió subsecuentemente un documental en el cual los exlegionarios contaban sus historias. Periodistas en España e Italia plantearon más preguntas sobre la orden religiosa insustancial de Maciel.
En 1998, la respuesta del papa fue el nombramiento de Maciel como sínodo de los obispos. ¿Qué explica ese comportamiento institucional?
Cada una de estas historias, ya sea en África, Roma, México o Estados Unidos, refleja una estructura de poder calcificada. El papa Juan Pablo II ha fracasado al enfrentar la magnitud de estos escándalos. Los obispos que le sirven y los intelectuales católicos ortodoxos, que elogian la represión drástica contra los teólogos que cuestionan a la Iglesia, tienen muy poco que decir cuando un escándalo brota.
Católicos anticatólicos
Actualmente, es de rigor para el autor de los ataques contra la Iglesia clamar que es un católico de buena reputación, dice el encolerizado Ralph McInemy, académico de Notre Dame y novelista en un ensayo reciente. "Vivimos en la era de los católicos anticatólicos".
McInemy culpa la cultura popular que abrazó la revolución sexual y a intelectuales católicos en desacuerdo con la encíclica sobre control natal del Papa Pablo VI. Es elogiado por los teólogos liberales. Sin embargo, la decadencia en la cultura clerical no es producto de sus críticos.
El sacerdocio estadounidense está envejeciendo, mientras que el número de seminaristas ha caído 75 por ciento en la última generación. Numerosos estudios muestran que la oposición a la regla del celibato es la razón de la disminución del número de curas y la proporción desequilibrada de homosexuales en el sacerdocio.
Aunque Juan Pablo II sabe de una crisis en la vocación en Europa y Estados Unidos, ha señalado los colegios de seminaristas repletos en el Tercer Mundo como una señal de renovación. Los reportes de monjas violadas en África por curas podría o no ser un ejemplo extremo. Sin embargo, el Vaticano dañó su credibilidad al valorar el problema.
El 18 de febrero de 1995, la hermana Maura O’Donohue, de las Misioneras Médicas de María, le dio información detallada al cardenal Eduardo Martínez, prefecto de la Congregación Vaticana para la Vida Religiosa. Su memorando citó “abusos propagados” de monjas africanas. Las monjas que se embarazaron a menudo fueron forzadas a salir de sus órdenes. Los curas fueron transferidos habitualmente.
En respuesta a las preguntas de los medios, el vocero del Vaticano, Joaquín Navarro Valls, emitió una curiosa declaración.
“Se está trabajando tanto en el entrenamiento de la gente como en la resolución de casos individuales”, afirmó. “Las pocas situaciones negativas no pueden hacer que uno olvide la fe heroica frecuente de la gran mayoría de monjes, monjas y curas”.
Ciertamente existe una fe heroica entre muchas de las monjas y curas, sin embargo, la fe heroica parece faltar en la Curia Romana. ¿Por qué fueron ignorados los reportes de las monjas durante seis años? Que las hermanas filtren documentos de la Iglesia delicados a los medios es en sí mismo una denuncia moral de los trabajos internos del Vaticano.
La segregación sexual es la piedra angular de la forma de gobernar eclesiástica, un sistema sentado en la autoridad de hombres solteros. Cada nueva revelación de los medios expone otra capa en la colmena del secreto sexual, otro encubrimiento.
Los encubrimientos no son nuevos para el reverendo Thomas P. Doyle, cura dominico y capitán de la fuerza armada de Estados Unidos. Doyle, de 56 años, capellán en la base de Tinker, Okla, ha abordado durante mucho tiempo las tácticas de encubrimiento por parte de la jerarquía, primero como miembro, y ahora como soplón. Doyle da testimonio en los tribunales del lado de las víctimas del clero. Su odisea es una señal de la crisis de la Iglesia, escrito con detalle.
En 1970, con una maestría en teología del Instituto Aquinas en Duduque, Iowa, y un título en ley canónica en la Universidad Católica, Doyle trabajaba en la arquediócesis de Chicago asistiendo católicos con anulaciones matrimoniales. En 1988, el arzobispo Pio Laghi, embajador del papa, le pidió que se uniera al grupo de embajadores en Washington como abogado canónico –un puesto vía rápida hacia el cuerpo diplomático del Vaticano y para convertirse en arzobispo.
En 1985, Doyle se involucró en el caso de un cura de Louisiana que había molestado a una gran cantidad de niños. Mientras salían a flote casos similares en otros estados, Doyle se dio cuenta de que los arzobispos no tenían idea de la magnitud de lo que se estaba desarrollando. Se unió con un cura psiquiátrico y un fiscal de defensa penal para escribir un reporte que fue enviado a cada arzobispo estadounidense, en donde se explicaba algunas cuestiones médicas, morales, legales y sobre los medios de comunicación inminentes.
Los oídos sordos del Arzobispado
Los arzobispos ignoraron el reporte. En 1986, en una conferencia de abogados canónicos en New Jersey, Doyle dijo que la pedofilia es el “problema más grande que hemos enfrentado en la Iglesia durante siglos”.
Pronto se dio cuenta de que era una personan non grata en la embajada. Se convirtió en un paria por haberle dicho la verdad al poder. Obstaculizado del liderazgo, su carrera fue bloqueada; Doyle y su clero se cambiaron al ejército.
“Estas hermanas valerosas realizaron su reporte y el Vaticano lo enterró”, afirmó de las noticias provenientes de África. “La maldita justificación del Vaticano fue: investigaremos, pero queremos evitar cualquier escándalo”. Es una vieja táctica, pero la han utilizado muchas veces. Así que ahora están implementando el control de daños.
“No tenemos una división de poderes en la Iglesia católica, como en Estados Unidos con su brazo de ejecutivos y legisladores y sus cortes”, expresó Doyle. “El sistema legal de la Iglesia nació en la Edad Media, cuando la monarquía era la única forma de gobierno”.
Sin una manera de control y balance, continuó, “ciertamente tienes el potencial para la corrupción, y de hecho hay corrupción. El asunto del celibato es un problema grande, y no quieren levantar la tapa".