Casualidad o inteligencia, ¿qué actuó primero?
En la actualidad parece ser que la mayoría de las personas “cultas” aceptan sin reparo la teoría de que todas las cosas aparecieron, o llegaron a existir, y evolucionaron, por pura casualidad, enfrente de las que creen que fueron creadas por una inteligencia suprema, a las cuales consideran incultas, infantiles o anticuadas. Sin embargo, y puesto que nadie vio el principios de estas cosas, ni saber a ciencia cierta si fue lo uno o lo otro, tendríamos que admitir que ambas teorías, llamémoslas así, tienen la misma posibilidad de haber sido la primera en existir y actuar, un cincuenta por ciento cada una de ella.
No obstante, existe otra teoría, o ley natural, que puede alterar este porcentaje de posibilidades en favor o en contra de una u otra de estas dos primeras teorías: la ley de causa y efectos, la cual sí se puede comprobar en este mismo tiempo en que vivimos. Según esta ley, aceptada por la mayoría de personas cultas, sabias y entendidas en esta materia, y las menos cultas también, toda cosa, o efecto ha de tener una causa, algo o alguien que la produjo o trajo a la existencia, y toda causa produce efectos, o sea, resultados o consecuencias de tal causa. Aplicando esta ley a las dos primeras teorías, y teniendo en cuenta los efectos que se producen de estas primeras y posibles causas, podremos observar y comprobar la veracidad de una u otra, y por qué pudiera haber sido la primera en existir y actuar.
Examinemos primero las características fundamentales de cada una de estas dos supuestas o posibles causas: La casualidad, como se puede comprobar en la actualidad, por los efectos que produce, no es constructiva, ni ordenadora u organizadora; si algo está destruído, desordenado o desorganizado, nunca podremos esperar que por sí misma vuelva a cunstruir, ordenar u organizar nada, tampoco es creativa de algo útil, esto es evidente ¿no? Se requiere la intervención de una inteligencia, que en este caso puede ser la humana, que es en la que no podemos dudar que existe en la actualidad, la que sí puede reconstruir y ordenar u organizar todo lo anterior, y también es creadora de cosas que antes no existían. Si no existiera la inteligencia humana, todas estas cosas tan útiles y provechosas, indispensables para la sociedad actual, ¿habrían llegado a existir? En el mundo natural que nos rodea podemos observar que hay tantas cosas perfectamente ordenadas, organizadas, en realidad todo cuanto existe esta ordenado en un orden perfecto y con un propósito determinado, que quizas aún no hemos logrado entender, que no han existido siempre, por lo que tienen que haber sido creadas. ¿Por casualidad, o por inteligencia, que no ha sido la humana? ¿De quien, pues? Que juzguen los “sabios” y “entendidos”, o que se consideran como tales, pero escuchemos la lógica y la razón de quienes no lo son tanto.
En la actualidad parece ser que la mayoría de las personas “cultas” aceptan sin reparo la teoría de que todas las cosas aparecieron, o llegaron a existir, y evolucionaron, por pura casualidad, enfrente de las que creen que fueron creadas por una inteligencia suprema, a las cuales consideran incultas, infantiles o anticuadas. Sin embargo, y puesto que nadie vio el principios de estas cosas, ni saber a ciencia cierta si fue lo uno o lo otro, tendríamos que admitir que ambas teorías, llamémoslas así, tienen la misma posibilidad de haber sido la primera en existir y actuar, un cincuenta por ciento cada una de ella.
No obstante, existe otra teoría, o ley natural, que puede alterar este porcentaje de posibilidades en favor o en contra de una u otra de estas dos primeras teorías: la ley de causa y efectos, la cual sí se puede comprobar en este mismo tiempo en que vivimos. Según esta ley, aceptada por la mayoría de personas cultas, sabias y entendidas en esta materia, y las menos cultas también, toda cosa, o efecto ha de tener una causa, algo o alguien que la produjo o trajo a la existencia, y toda causa produce efectos, o sea, resultados o consecuencias de tal causa. Aplicando esta ley a las dos primeras teorías, y teniendo en cuenta los efectos que se producen de estas primeras y posibles causas, podremos observar y comprobar la veracidad de una u otra, y por qué pudiera haber sido la primera en existir y actuar.
Examinemos primero las características fundamentales de cada una de estas dos supuestas o posibles causas: La casualidad, como se puede comprobar en la actualidad, por los efectos que produce, no es constructiva, ni ordenadora u organizadora; si algo está destruído, desordenado o desorganizado, nunca podremos esperar que por sí misma vuelva a cunstruir, ordenar u organizar nada, tampoco es creativa de algo útil, esto es evidente ¿no? Se requiere la intervención de una inteligencia, que en este caso puede ser la humana, que es en la que no podemos dudar que existe en la actualidad, la que sí puede reconstruir y ordenar u organizar todo lo anterior, y también es creadora de cosas que antes no existían. Si no existiera la inteligencia humana, todas estas cosas tan útiles y provechosas, indispensables para la sociedad actual, ¿habrían llegado a existir? En el mundo natural que nos rodea podemos observar que hay tantas cosas perfectamente ordenadas, organizadas, en realidad todo cuanto existe esta ordenado en un orden perfecto y con un propósito determinado, que quizas aún no hemos logrado entender, que no han existido siempre, por lo que tienen que haber sido creadas. ¿Por casualidad, o por inteligencia, que no ha sido la humana? ¿De quien, pues? Que juzguen los “sabios” y “entendidos”, o que se consideran como tales, pero escuchemos la lógica y la razón de quienes no lo son tanto.