CARTAS DE UN REVOLUCIONARIO
El Señor nunca me va a perdonar
pues requerido conté con el tiempo necesario
para obedecer y acomodar cada cosa en su lugar.
Ya en otras ocasiones traicioné a los míos
lo hice por suministrarles los mejores
suplementos existentes de la Teología.
Tengo que parar para poder acaudillar
la rebelión de los exhaustos y abatidos,
me detendré aunque sea largo el momento
y luego he de volver desde allá del porvenir
como el Libertador del creyente mi afligido.
(Te salvas el mismo día que protestaste
llevar al Maestro en el corazón y estar oyéndolo
mas si caes sin sufrimiento y vas perdiendo
recuerda que fue bajo el peso dulce de tu carne.
...
Ayer tantas victorias derrotadas
mañana tantas derrotas victoriosas
y todo es por causa de luchar con el
hermano.)
Los gobiernos humanos
serán menos que nada,
cuando en el milenio venga
nuestro reino de los cielos.
Cada hora abajo del cielo anuncian
mi partida,
cortado de la tierra de los vivientes.
Miro el panorama,
las hojas caen por la temporada
y los minutos consultados del reloj
aprisa se desvanecen y no vuelven atrás.
Orillado al haber sido,
soberbio, orgulloso y arrogante
me convertí en mi peor enemigo.
"Bien; por su incredulidad fueron
desgajadas, pero tú por la fe
estás en pie. No te ensorberbezcas
sino teme.
Pues si Dios no perdonó a las ramas
naturales, a ti tampoco te perdonará."
Rom. 11:20~21
No queda otra salida, si el invierno llega
sin que pudiera retomar el Camino
y el santuario me resguarde, el frío
arrastrará mi ser hasta sumirlo
para siempre en la niebla desconocida,
voy a pasar de viajero a vagabundo
vagar y vagar por el vacío universo
como una estrella fugaz.
Asido a ti y por tu fuerza seré fuerte.
El Libro que estoy escribiendo es blanco
santa la raíz que sobresale a la tierra,
santos los lectores que así lo piensan.
Hay un dicho:
hijos que no están presentes
no verán llegar la padre.
Que si algunos hombres ya fueron deshechados
dando a mi Su soberana preferencia,
no debo errar el tiro y andar
en compañía de los consiervos.
El Señor es severo y bondadoso
depende de qué lado nos encuentre.
Pero puesta la fe de su manto
por eso quiero la 'divisa escondida'
y con valor no alejarme jamás,
de la batalla y mi encomienda.
Sí, no es tan importante que en dolor sea
sepultado,
entero y levantado yo de allí alzaré la mano
para nuevamente llamar a la Revolución.
¡Cristo vive!